HERMANAS
HERMANAS
Ya habían pasado un par de semanas desde que Lincoln había llegado a Canadá, en las que comenzó su entrenamiento, y aunque daba su máximo esfuerzo todos los días, lo cierto es que seguía siendo un simple humano, y por la tanto debía tomar su merecido descanso.
Aunque realmente los tomaba de forma obligatoria, pues su maestro le exigía que descansase cada domingo, día en el que el solo se emborrachaba mientras que el chico se ponía al corriente en la escuela, pero el día de hoy era diferente, pues, aunque el chico prefería entrenar, la fuerte lluvia que había afuera de la cabaña le impediría entrenar aun si no fuese domingo.
El chico dio un fuerte suspiro, ya había terminado su tarea y lo cierto es que comenzaba a aburrirse, por lo que simplemente observo todas las posesiones de su maestro que ya hacían colgadas en la pared, miro con poco interés las armas, hasta que llego a una foto, que se encontraba sobre la chimenea, donde se lograban apreciar dos hermosas mujeres, una de cabello negro que le cubría los ojos, y otra castaña con pecas.
Cansado de no hacer nada se puso de pie y camino hasta estar frente a aquella foto, donde decidió despejar su curiosidad hablando con su mentor.
−
Lincoln: maestro.
Marcus: -tomando de su botella- ¿umm?
Lincoln: tengo una duda.
Marcus: -aburrido- ¿Qué?
Lincoln: -señalando a la mujer pelinegra- ¿quién es la mujer de la foto?
Marcus: -observando la foto- ¿Qué? -sonriendo- ¿no la conoces? Pero si es la madre del cobarde de tu abuelo.
Lincoln: -abriendo los ojos como platos- entonces si es ella, la bisabuela Harriet.
Marcus: -levantándose- así es, -caminando hacia el peliblanco- Lucile Harriet, esposa de Jacob Harriet, y madre de Albert Harriet.
Lincoln: -observando a su mentor- ¿y porque tienes una foto de ella? ¿pop pop te la dio?
Marcus: -tomando la foto- no, -señalando a la peli castaña- esta foto la tengo por ella.
Lincoln: wow ¿Quién es ella?
Marcus: -limpiando el polvo del cristal- mi madre, Evie Jenkins, esposa de Víctor Jenkins.
Lincoln: es muy hermosa.
Marcus: -asintiendo- lo fue, no solo en apariencia, también de espíritu, era una de las mujeres más fuertes que he conocido, -escapándosele una lagrima- pero por dentro... tenía un corazón gentil y amable, dispuesto a ayudar a todos.
Lincoln: -agachando la mirada- lo siento, debes extrañarla.
Marcus: así es, -tomándolo del hombro- por eso trato de honrar su memoria ayudando a todos los que lo necesitan.
Lincoln: ¿yo incluido?
Marcus: si, -apretando su agarre- yo jamás habría aceptado la petición de tu abuelo de entrenarte mientras que el simplemente huye de su pasado como un cobarde, -cuelga la foto- pero... al ver esa foto... no pude negarme.
Lincoln: -observando la foto- me hubiera gustado conocerla, a ambas.
Marcus: seguramente te habrían adorado, por lo que mis padres me contaban de Lucile ella adoraba pasar tiempo con los niños, igual que mi madre, y como yo nunca me case ni tuve hijos, seguramente te habría visto como a un nieto.
Lincoln: -observándolo- maestro.
Marcus: -soltándolo- ¿Qué?
Lincoln: ¿entonces tu y el abuelo se conocen desde niños?
Marcus: -regresando a su sillón- no.
Lincoln: -siguiéndolo- pero tu madre y la de mi abuelo... eran amigas.
Marcus: -carcajeándose- ¿amigas? -sentándose- Eran casi hermanas, mi padre incluso me llego a contar una vez que la gente creía que eran pareja.
Lincoln: -ladeando la cabeza- ¿y lo eran?
Marcus: -tomando su botella- no, era solo un rumor que surgió al verlas tener una relación tan cercana.
Lincoln: pero aun no entiendo, si eran tan cercanas, ¿Por qué tu y el abuelo no se conocieron desde niños?
Marcus: -tomando otro trago de su vodka- ¿quieres conocer su historia? -señalándose a si mismo- Nuestra historia, ¿de tu abuelo y mía?
Lincoln: si, por favor.
Marcus: bien, -le señala una silla- siéntate.
Tu bisabuela, nació y creció en Francia, era la única hija de una reconocida familia de panaderos, era tanta su fama que una simple galleta podía llegar a venderse a un alto precio, gracias a eso la familia de tu abuelo amaso una pequeña fortuna, con la que pudieron darle a su hija una vida digna.
Ellos tenían varias sucursales, donde aparte de vender su fina repostería, también fungían como cafeterías, y la verdad es que, aunque sus negocios siempre estaban llenos, sentían que faltaba algo, sus panes y postres eran deliciosos, la gente los reconocía por su excelente servicio, pero había algo que faltaba, no sabían que era, pero sabían que faltaba... y ahí es donde los caminos de ambas pequeñas se cruzaron.
En Italia ya hacia una familia, muy pequeña, y aunque no tenían mucho dinero, contaban con una gran extensión de terreno, eran bastante listos y con tiempo y energía de sobra, así que se pusieron a trabajar, y cultivaron sobre sus tierras.
Todo lo que brotaba sobre aquel suelo, se vendía como pan caliente, pero su producto estrella, fue un té, en brebaje de color rojizo, que era mas delicioso que cualquier otra cosa que alguna vez un ser humano haya bebido sobre esta tierra, y eso llego a los oídos de cierta familia francesa.
Rápidamente el líder de la familia francesa se puso en contacto con la familia italiana, para llegar a un acuerdo que los beneficiaria a ambos, pues la familia francesa vendería el té italiano, y la familia italiana vendería el pan francés.
Eso formo un estrecho vinculo entre ambas familias, que rápidamente comenzaron a considerarse como una, pues no era de extrañar que entre ambos lideres se visitaran, y en una de esas visitas, ambas pequeñas, las ultimas de sus familias se conocieran, y comenzaran con una amistad que no tardo en escalar a la hermandad.
Desde el día que se conocieron, no quisieron alejarse la una de la otra, y aunque fue difícil, lograron seguir en contacto a pesar de no poder verse, es cierto que se visitaban bastante, y muy seguido, pero no era lo mismo, y las cartas que se escribían no hacían mas que recordarles lo lejanas que estaban la una de la otra.
Los años pasaron, pero ambas hermanas nunca dejaron de comunicarse, de hecho, parecía que la distancia solo las hacia ser cada vez más y más cercanas, incluso se terminaron casando las dos el mismo día, la misma hora y en el mismo lugar, en un pequeño campo que había entre Francia e Italia, tu bisabuela se caso con un irlandés, y mi madre con un ruso.
Ese fue el día más feliz para ambas familias... el ultimo que tendrían antes de la tragedia.
Lincoln: ¿Qué paso?
Marcus: solo digamos... -tomando un gran trago- que hay gente que no soporta ver a los demás avanzar, -señalándolo- tu más que nadie debes saber sobre eso.
Lincoln: -tocando la cicatriz de su cuello- lo entiendo.
Marcus:
Había una familia, que no soporto ver el como mi familia comenzaba a progresar, se acercaron a personas peligrosas, y se endeudaron en nombre de mi familia, en el nombre de la familia de mi madre.
Ellos tomaron el dinero, y lo invirtieron en sus tierras, pensando que podrían conseguir mejor mercancía para vender, y a un mayor precio, con eso pagarían su deuda, pero nada nació en su suelo, la fecha que tenían para pagar llego, y ellos ya no tenían ni una misera moneda, huyeron como las miserables ratas que eran, pero dejaron su deuda.
Una deuda que no pertenecía a mi familia, pero que ahora debían de pagar, cuando mis abuelos se enteraron de eso, avisaron a la familia de tu bisabuela, ellos quisieron pagar la deuda de nuestra familia, pero ya era tarde, ya no había una familia a la que salvar, afortunadamente mi madre había sido enviada con su esposo hacia América para poder escapar del peligro, ya que ahora tenia el apellido de él, borraron todo rastro de su única hija para mantenerla a salvo, así fue como mis padres llegaron a Canadá.
Lincoln: -agachando la cabeza- lo siento mucho maestro, no era mi intención hacerte recordar esto.
Marcus: no, -limpiándose las lágrimas- la historia aun no acaba.
Lincoln: ¿Qué?
Marcus: -sonriendo amargamente- ¿enserio crees que se detuvieron con mi familia?
Lincoln: -temblando- espera... eso quiere decir.... ¿por eso no conocemos a la familia del abuelo?
Marcus:
Después de asesinar a mi familia, la mafia siguió con su socio, tu abuelo, tu tatarabuelo, al enterarse que también iban a ir por ellos, tomo toda su fortuna, se la entrego a su hija, su única hija, y siguiendo los pasos de su mejor amigo, mando a su primogénita acompañada de su esposo hacia otro continente.
Desconozco que sucedió con ellos después de eso, pero lo mas probable es que hayan sufrido el mismo destino que mi familia, mi madre y tu bisabuela perdieron toda comunicación cuando escaparon, no sabían donde estaba la otra, si habían logrado escapar, si estaban en el mismo continente, o si seguía viva siquiera.
Pero pasaron los años, y un día, mis padres vinieron a USA, buscaban vender su te, pero nadie estaba dispuesto a comprarlo, pasaron las horas y se detuvieron en una cafetería para almorzar, mi padre me conto que cuando mi madre dio el primer bocado... fue como si hubiera tenido una epifanía, como si toda la felicidad que había perdido, hubiera llegado a ella de golpe.
Se puso histérica y corrió hacia dentro exigiendo ver a quien había preparado el pan, al principio creyeron que se estaba quejando, por lo que la dueña salió a hablar con ella, y así intentar solucionar el problema sin llamar tanto la atención, pero jamás espero que quien exigía verla fuese su amiga.
Ambas se vieron y no supieron como reaccionar, al principio fueron lágrimas, después un llanto de tristeza, después golpes, y por último un abrazo, ambas hermanas que no eran realmente hermanas se habían encontrado, y no se separarían nuevamente.
Ese día, el día que se volvieron a reunir, fue el día que se tomó esa foto, la foto que simbolizaba su amistad, que sin importar lo que pasara, ellas se volverían a encontrar.
Desde ese día volvieron a sus antiguos hábitos, visitarse constantemente, y escribirse, al final ambas quedaron embarazadas, y las cartas dejaron de llegar, tu bisabuela lastimosamente murió a los pocos días de dar a luz, y mi madre nunca lo supo, ella se quedó esperando su visita para poder conocer a su hijo, tal como lo decía la última carta que había recibido.
Con los años mi madre enfermo de Alzheimer, y murió cuando yo aun era muy joven, pero aun recuerdo, que a pesar de olvidar todo, ella siempre espero a Harriet, hasta su ultimo día, ella la espero con una sonrisa, a su mejor amiga, a su hermana.
Los años pasaron, y un niño peliblanco apareció en nuestra puerta, no sabía quienes éramos, ni por que debía hacerlo, pero nos entrego una carta, la última carta de Harriet dirigida a mi madre, en ella le explicaba que estaba muriendo, y se disculpaba por no poder cumplir su promesa de visitarla y presentarle a su hijo.
Esa fue la primera vez que tu abuelo y yo nos vimos, no sabíamos quienes éramos, quienes eran nuestras madres y la historia que nos precedía, pero mi padre se tomo el tiempo de sentarnos y explicarnos la relación de hermandad que había entre nuestras madres, y la ilusión que tenían de que ambos nos conociéramos, y fuésemos tan cercanos como ellas alguna vez lo fueron.
Pero eso simplemente no se dio, con el tiempo Albert regreso a su hogar, los años pasaron, y ambos nos enlistamos en el ejército, fue ahí donde ambos nos reencontramos, y logramos formar una amistad como la que nuestras madres añoraban antes de partir.
Lincoln: -sonriendo con lágrimas en los ojos- es una bonita historia.
Marcus: si, a veces creo... -observando su botella- que nuestras familias están destinadas a estar juntas, no a ser una sola, solo a estar juntas, unidas como una hermandad, como una familia.
Lincoln: es una lastima que no tengas una familia para seguir con esa hermandad.
Marcus: ¿de qué hablas? -sacudiéndole el cabello- Pero si tengo un niño justo aquí.
Lincoln: -riendo- oye.
Marcus: dime... ¿tu no tienes a alguien así? Alguien que puedas llamar hermano sin compartir sangre.
Lincoln: si, tengo un hermano de otra madre.
Marcus: pues mientras sea así, y tu hijo tengo un hermano de otra madre, o tu nieto, o tu bisnieto, o todo aquel que nazca de tu sangre, la familia solo seguirá agrandándose.
Lincoln: si, eso espero... maestro.
Marcus: -tomando otro trago- ¿Qué niño?
Lincoln: ¿Qué es eso? Lo que siempre guardas en tu abrigo.
Marcus: -sacando una caja de color metálico- ¿esto? -mostrando una cigarrera de plata- Puedes considerarlo una reliquia familiar, se ha heredado de padre a hijo de generación en generación, aunque como mi madre fue hija única, ella fue quien lo heredo, y yo lo herede de ella, y conmigo morirá esa tradición.
Lincoln: ¿te arrepientes?
Marcus: ¿de qué?
Lincoln: de no formar una familia.
Marcus: solo algunas veces, pero esta es la vida que yo elegí, y no la cambiaria aunque pudiera.
Lincoln: ¿Por qué no?
Marcus: porque si no, -lo señala- no te hubiera conocido.
Lincoln: -sonriendo- sabes si quieres puedo ser tu nieto y heredar la reliquia familiar.
Marcus: -carcajeándose- ¿tu? Hasta crees pequeño marica.
Lincoln: vamos no soy tan mal nieto.
Marcus: no, pero definitivamente tengo mejore opciones.
Lincoln: -cruzándose de brazos- ¿a si? ¿Cómo quién?
Marcus: no sé, una cría de oso, una pulga, cualquier cosa es mejor que tú.
−
Ambos, alumno y maestro se miraron seriamente durante varios segundos, hasta que las risas les gano, terminando por carcajearse hasta las lágrimas, y lograron calmarse después de varios minutos de risa.
−
Lincoln: -limpiándose una lagrima- por cierto ¿Qué es lo que dice?
Marcus: ¿Qué? ¿esto? Dice, "todo aquel que ataca a su propia sangre no tiene derecho a considerarse familia".
Lincoln: ¿Qué idioma es?
Marcus: italiano, pero uno muy antiguo.
−
En ese momento todo se quedo en silencio, la seriedad invadió a ambos, y el ambiente comenzó a ponerse cada vez mas frio, ambos cruzaron miradas, y con solo eso saben que algo muy cruel y amargo se aproximaba.
−
Lincoln: -serio- maestro, tengo una última pregunta.
Marcus: -aburrido- ¿Qué?
Lincoln: espero que no te vayas a enojar, pero... -con ojos muertos- ¿Cómo se llaman aquellos que asesinaron a nuestras familias?
Marcus: ¿ellos? -apretando la botella- Ellos se hacían llamar... -con odio- "LOS ...
−
Antes de terminar esas palabras, el hombre de avanzada edad abrió los ojos, observo la lluvia a través de la ventana, el clima del día de hoy le recordaba esa conversación.
Se estiro en el sillón en el que hace unos momentos ya hacia dormido, volteo hacia su costando, y logro observar aun chico peliblanco, dormido en una cama como llevaba haciéndolo desde hace varios días, cuando lo trajeron a la cabaña después de que estúpidamente decidiera saltar al agua helada.
Volvió a acomodarse en el sofá, y comenzó a meditar lo que había soñado, era un recuerdo que llevaba en su mente ya varios días, pues esa había sido la primera conversación que había tenido con el chico desde que llego, y simplemente no podía olvidarla.
Estaba tan metido dentro de sus pensamientos, que no noto el chico comenzaba a despertarse, hasta que este le hablo.
−
Lincoln: ¿maestro?
Marcus: -observando al peliblanco- hola niño.
Lincoln: ¿Dónde estoy?
Marcus: en mi cabaña.
Lincoln: -observando sus vendajes- creí que...
Marcus: -sonriendo- ¿Qué? ¿Qué morirías por la caída? ¿o tal vez ahogado? La hipotermia también era una opción.
Lincoln: -llorando- creí... creí que moriría... creí que a no la volvería a ver... que no podría regresar con ella.
Marcus: bueno... aquí estas, tienes una nueva oportunidad de cumplir tu promesa, así que más te vale no desperdiciarla.
Lincoln: -apretando los puños- no, yo volveré con ella, -sangrando de su nariz- no voy a darme el lujo de dejarla sola.
Marcus: -carcajeándose- así se habla maldita sea.
Lincoln: -limpiándose la nariz- ¿Cuándo continuaremos el entrenamiento?
Marcus: cuando termines de recuperarte, lo mas probable es que pasando año nuevo.
Lincoln: es mucho tiempo.
Marcus: -levantándose- así es, mientras tanto, -caminando hacia el peliblanco- dime... -sonriendo- ¿desde cuándo puedes liberar la adrenalina en tu cerebro?
−
Durante varios minutos ninguno dijo nada, el hombre de edad avanzada comenzaba a impacientarse, pero el chico no entendía las palabras que habían salido de su boca en forma de pregunta.
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Lincoln: ¿Qué?
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