Un omega descuidado

Primer capítulo del año ❤️

Para cuándo Kishi salió del jardín de infantes Eijirou se había dado cuenta que Katsuki estaba algo resfriado, posiblemente. Tosió un par de veces y tenía las mejillas ligeramente rojas, aunque eso también podía atribuirse al leve viento frío que soplaba ese día. Sin embargo, le preocupaba.

Y tenía bastante en claro que al omega no le haría gracia que le preguntara por su estado cuando estaba más preocupado por el de su cachorro. Así que opto por otra táctica.

—Bakugou, ¿te importa si te acompaño hasta tu casa? —le preguntó al cenizo viendo que tenía una mueca de confusión en su cara —Es, uhm, me gustaría ver cómo está Daiki-kun y ayudarte si necesitas algo.

—No necesito nada —respondió primero el omega y luego agrego de manera desinteresada —Haz lo que quieras, Kirishima.

El cenizo no tenía problema con que el oficial lo acompañará ya que su sola presencia se le hacía reconfortable y en parte, le gustaría tener algo de compañía para la cena. Touya seguramente se iría tan pronto llegará al departamento y Kishi haría todo lo posible por comer rápido e irse a su habitación a hacerle compañía a Daiki. Se le hacía deprimente comer sin sus ruidosos hijos así que conversar un poco con el oficial no estaría mal para terminar su día de estrés.

Bakugou fue junto con su hija a su auto y Kirishima en busca de su patrulla para seguirlos. El viaje duro unos veinte minutos, para cuándo llegaron al edificio de departamentos, el cenizo le dió una mirada al uniforme del oficial y espero que sus vecinos no se preguntara qué hacia con un policía en su casa. No es que le importará, de todos modos, su mudanza sería está semana. Pero sus vecinas chismosas no dudarían en molestarlo.

Más que nada porque no se podía negar el atractivo del alfa a su lado.

No pienses en esas idioteces, maldita sea.

—Mamá, ¿por qué el oficial Kirishima nos acompaño? —preguntó curiosa Kishi viendo que el pelirrojo los seguía de cerca.

—Vine a ver a Daiki —respondió el omega para después mirar de reojo al pelirrojo que iba detrás suyo en el ascensor —O eso dijo. Puede que tenga otras intenciones.

Kishi hizo una ligera mueca y miro intrigada hacia el oficial que se puso nervioso, evitando su mirada de manera evidente.

—Oficial Kirishima —lo llamo la pequeña — ¿Tiene otras intenciones?

—N-No, Kishi-chan. Hum, por cierto, puedes llamarme solo Kirishima —sugirió el de dientes puntiagudos —Creo que sería mejor a que si me llamas oficial todo el tiempo. Claro, solo si estás cómoda haciéndolo.

— ¿Kirishima-san? ¿Así? —ladeó la cabeza la niña causando ternura en el oficial que asintió contento —Entonces, ¿Kirishima-san no tiene otras intenciones?

El pelirrojo volvió a negar con la cabeza pero la menor no se lo creyó y mucho menos el omega que noto los evidentes nervios del alfa. Sin embargo, lo dejo pasar. Una vez bajaron del ascensor, dejó a su hija en el suelo para abrir la puerta de su departamento y se encontró con el hermano mayor de Todoroki en la sala de estar, con varias fotografías sobre la mesa de distintos tatuajes.

—Bienvenidos...—saludo el albino pero después se quedó en silencio al notar al oficial entrando al departamento —Eh...Katsuki, ¿no habíamos acordado que la amenaza de llamar a la policía solo aplicaba cuando estaba haciendo un desastre en navidad?

—No vino a llevarte a la cárcel, idiota. Es una visita —bufo el cenizo viendo hacia el pelirrojo que seguía nervioso —Se llama Kirishima Eijirou. Kirishima, él es Touya Todoroki. Es el tío mayor de los niños.

—Un gusto conocerlo —se inclino el pelirrojo delante del alfa albino de ojos celestes, tatuajes en todas sus partes visibles y piercings en su rostro.

No dijo cuál era su relación. Muy ambiguo.

Touya sonrió levemente, su relación con Katsuki era muy buena, hasta se podía decir que eran amigos. Pero no tenía la confianza de preguntarle directamente —o bromear al respecto sin salir herido— si había entablado una relación con ese alfa de cabello pelirrojo. Sobretodo porque intuía que a el omega no le daría la gana contarle al respecto.

—Es un gusto —asintió en reconocimiento el mayor —Agarro mis cosas y me voy. Gente debe estarme esperando en el estacionamiento.

— ¿Gente? —miró con curiosidad el omega al alfa mayor que le guiño un ojo y se puso a recoger sus cosas en silencio, en señal de que esa seria su única respuesta a su pregunta no formulada —Espera que te doy algo por haber cuidado de Daiki.

—No hace falta Katsuki...

—Es un trozo de tarta de crema con chocolate y mermelada —lo interrumpió el omega conociendo bien el paladar del mayor —Puedes llevarle una también a Gente.

Eijirou vio con gracia como el alfa de cabello albino cerro la boca y dijo que aceptaría con mucho gusto esa compensación por su trabajo de niñero. En lo que el cenizo y el albino se ponían a charlar brevemente, él siguió a Kishi que se metía en lo que debía ser su habitación y la de su gemelo. Curiosamente, la niña se quedó en la puerta, sin atraverse a entrar. Al acercarse, noto que las luces estaban apagadas y que la pequeña figura del niño de cabello albino se encontraba durmiendo sobre una de las camas.

Kishi parecía triste por eso. Debió haber querido hablar con su gemelo.

—Kishi-chan, ¿quieres que juguemos juntos? —propuso agachándose en el suelo para que la niña le prestará atención y ver si le gustaba la idea —Jugaré a lo que sea que te guste.

La albina pareció un poquito más alegre con eso. Después, se metió en el cuarto muy despacito —para no molestar a su gemelo—  y saco un par de juguetes, los cuales les mostró al oficial.

Kirishima sonrió feliz de que ella aceptará su propuesta y fueron juntos a la sala de estar.

Touya le contó que la fiebre de Daiki decayó bastante pero que todavía seguía presente, que le dió de comer papilla de frutas y un poco de pollo con arroz, que se tomó su medicina sin quejarse y que jugaron mucho para que después el niño estuviera lo bastante cansado como para dormir hasta el día siguiente. También le comento que el pequeño estuvo triste por su ausencia y que los extraño mucho a lo largo del día.

Katsuki comprobó por su cuenta que la fiebre de su lindo cachorro ahora estaba controlada, después decidió hacer una cena ligera para el pelirrojo, Kishi y él pero en lo que estaba en eso se sintió algo mareado y empezó a toser un poco. Provocando con eso que Eijirou que jugaba con su hija en la sala de estar le viera preocupado y se acercará a verlo.

— ¿No quieres que te ayude con la cena, Bakugou? Podrías ir a sentarte un rato en el sillón y jugar con Kishi-chan —sugirió el alfa con una sonrisa amable esperando convencer al omega que le miro con el ceño fruncido —Vamos, tuviste un día duro. Déjame la cena a mi.

— ¿Eres bueno cocinando? —preguntó primero el omega cruzado de brazos y evaluando con la mirada al oficial.

—Seguramente no tan bueno como tú pero podré defenderme bien —aseguró el pelirrojo poniendo las manos sobre los hombros del cenizo y luego, bajando las mismas hasta sus brazos, haciéndole una leve caricia —Te prometo que será combustible.

—...No quemes mi cocina y pregunta si no sabes dónde está algo —accedió el omega ignorando como los ojos rojos del alfa brillaron con su triunfo —Después dejas todo como está o te asesino Kirishima.

—Entendido mi señor —se llevo una mano a la cabeza imitando un saludo militar y luego se fue a la cocina.

Bakugou se fue a la sala de estar donde su hija había puesto distintos autos en el suelo y anotaba números en una hoja. Al parecer, había estado jugando con Kirishima a las carreras de autos. Se sintió aliviado de que el oficial hubiera podido entretenerla para que no estuviera pegada a su hijo todavía enfermo y se dijo a sí mismo que se lo agradecería antes de que se fuera.

— ¿Vas a jugar conmigo mamá? —interrogó Kishi cuando el cenizo se sentó en el suelo con ella — ¿Y la cena?

—Kirishima se está haciendo cargo —tomó uno de los autos rojos de la línea de carreras y lo puso en lo que sería el inicio de la pista.

— ¿Kirishima-san sabe cocinar? —preguntó impresionada la albina viendo hacia el pelirrojo que se movía en la cocina de su hogar.

—Lo comprobaremos en un rato —dijo el cenizo con una leve sonrisa — ¿Empezamos la carrera?

Kishi sonrió y asintió, tomo un auto de color amarillo —el favorito de su gemelo— para ponerlo junto con el rojo que había elegido el omega. Después, los dos hicieron a la par de que fueran hacia atrás y los soltaron para ver cuál de los autitos llegaba primero a la línea final en el suelo. Ganó el auto amarillo lo que hizo sonreír a la pequeña albina y que el cenizo pidiera una revancha. Pasaron diez juegos de carreras hasta que el oficial los llamo para cenar.

El cenizo había notado que el ambiente en su casa olía bien y que el oficial debió seguir con la preparación de lo que ya tenía hecho, un estofado de carne y verduras que tenía en la mesa de la sala de estar un aspecto delicioso. Ayudo a su hija a sentarse en la su silla y luego al pelirrojo a llevar los cubiertos hasta la mesa. Después, se sentaron los tres en la mesa. Quedando la menor al lado del alfa y el omega delante de ambos.

—Espero que les guste —deseó el de dientes puntiagudos.

—Esta bueno, Kirishima-san —dijo la albina que ya había dado su primera probada —Pero le falta picante.

— ¿Te gusta la comida picante, Kishi-chan? —preguntó el alfa curioso a la niña a su lado.

—Sí, a mi y a mamá nos gusta lo picante —confirmó la niña.

El alfa se aseguro de guardar esa información dentro de su cabeza y después giro la cabeza hacia el cenizo que comía en silencio y con muy buenos modales. Por un momento se preguntó si le parecía de mala educación hablar mientras estaban comiendo pero después noto el leve rubor en sus mejillas y la manera en que inclinaba su cuerpo hacia un lado. Debía sentirse cansado o, tal vez, su resfriado lo hacía sentir un agotamiento mayor al de otros días.

Es un poco descuidado consigo mismo, ¿no? Ni lo ví tomar alguna pastilla.

Eijirou se puso de pie con la excusa de ir a buscar un poco de agua para beber. Pero, en realidad, quería buscar alguna medicación para el cenizo, para evitar el avance de su posible resfriado. Tuvo suerte y sin hacer mucho revoltijo, encontró una tableta con aspirinas en una de las gavetas de la cocina. Así que cuando se dirigió nuevamente con los vasos de agua hasta la mesa, dejo el paquetito de aspirinas a un lado del omega y luego volvió a sentarse en su lugar.

Katsuki vio el paquete de reojo, luego al alfa que le miraba con una leve sonrisa y una vez más hacia las pastillas. Sí, quizás se estaba enfermando y la verdad no le estaba prestando atención por estar preocupado por Daiki, pero que el alfa estuviera queriendo darle algunos cuidados le hacía sentirse abochornado. Podía cuidarse, maldita sea, no necesitaba de alguien más que lo hiciera por él. Pero aún así, agarro una pastilla y la ingirió junto con el agua, después observó que el pelirrojo le sonrió felizmente.

Esa maldita sonrisa me esta volviendo loco.

El cenizo chasqueo la lengua avergonzado y continúo comiendo. Cuando Kishi acabo su cena, la mando a lavarse los dientes y a ponerse su pijama. Mientras tanto, él pensaba lavar las cosas que usaron, pero el oficial se le adelantó y se puso en la cocina antes de que pudiera impedirlo.

—No hace falta que hagas tanto Kirishima —gruño el omega.

—Es solo lavar unos platos y cubiertos, no me molesta —se encogió de hombros el oficial y luego, titubeante, pregunto — ¿Cómo te sientes, Bakugou?

El omega pensó en no responder eso, no tenía porqué hacerlo y el alfa parecía ya de por sí bastante inseguro con que fuera a contestarle. Pero cambio de opinión al último segundo y eligió serle sincero.

—No es nada grave. Dormiré bien está noche y se me pasará —respondió bastante convencido de eso y agrego con un leve sonrojo en las mejillas —Gracias por jugar con Ki y hacer la cena...y lavar las cosas como un maldito sirviente.

—De nada —se rió el alfa por lo último y cerró el grifo de la canilla, ya había terminado de lavar todo —Ya es hora de que me vaya. Es tarde.

Bakugou asintió y acompaño el alfa hasta la puerta, Kishi alcanzó a despedirse de él antes de que se fuera para después meterse en su habitación con Daiki. Cuando se quedaron en la puerta por un segundo, el alfa le dió una última mirada de preocupación al omega, no quería dejarlo solo y no estar presente en caso de que su resfriado se volviera peor, pero no tenía el derecho a eso.

Por otro lado, el cenizo se sentía insatisfecho con un simple agradecimiento por lo que hizo el oficial ese día. Así que, antes de que se fuera, lo agarro del brazo y lo detuvo.

— ¿B-Bakugou? —tartamudeo nervioso el alfa al ver los ojos rojos del más bajo tan determinados.

—El fin de semana ven a mi departamento. Te haré una buena cena como compensación por lo de hoy —lo soltó el omega y se apresuró en ponerse del lado de la puerta de su casa —Piensa en lo que quieras comer.

— ¿Eh? ¡Espera, Bakugou!

Kirishima no tuvo tiempo de insistir con que una cena era innecesaria ya que el omega le cerró la puerta en la cara y se negó a abrirla a pesar de oír que se lo estaba pidiendo desde el otro lado.

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