Conquistando al alfa
Se sentaron juntos en la barra. Bakugou ordenó por ambos unas simples cervezas que Kirishima acepto de inmediato para bajar sus nervios. Todavía se preguntaba cómo no se había desmayado después de tener tan cerca al omega. Por otro lado, el cenizo estaba bastante satisfecho con su acompañante y la fiesta le pareció que para él se había acabado.
Deseaba tener una cita con el alfa para molestarlo hasta que se hartara. Así que, lo dejo terminar su cerveza —para que le bajarán un poco los nervios— y después, poniendo una mano sobre su rodilla y viendo la manera en que su rostro se tornaba del color de su cabello, sonrió y le hizo una sugerencia.
— ¿Y si vamos a otro lugar, Kirishima?
Todoroki solo elevó una ceja llena de curiosidad cuando el cenizo le dijo que se iría antes que el buffet del Pink and Spicy. Yaoyorazou inclino la cabeza con curiosidad para notar a su acompañante que lo esperaba tímidamente a un metro de distancia y Asui, que había salido de su puesto para ponerse al día con el bicolor, le dió una mirada que le aseguraban uno o dos comentarios de su salida temprana de la fiesta el lunes por la tarde en la cocina del restaurante. Con un poco de suerte, la de cabello verde haría esos comentarios cuando Ashido no estuviera presente para unirse al chisme.
— ¿Cómo le hiciste para entrar? —quiso saber el omega cuando terminó de despedirse —Aunque es un evento de beneficencia, hay una lista de invitados. No dejan pasar a cualquiera.
—Oh, conozco a algunos de la seguridad privada de aquí —dijo despreocupado el pelirrojo —Hice un donativo primero y después me dejó pasar. Mira, ahí está, ¡Testu! ¿viste? Te dije que no haría nada malo.
Bakugou vio a un hombre uniformado de traje negro que se parecía mucho a el alfa, solo que con el cabello platino, un poco más alto y menos robusto. Estaba en la entrada del salón con otro guardia y al ver al pelirrojo, unos dientes puntiagudos se mostraron y el omega se preguntó si serían familiares. Se veían demasiado similares.
—Tenía mis dudas, honestamente —se rió el de cabello platino — ¿Ya te vas?
—Sí, gracias por dejarme pasar —le dió una palmada en el hombro y luego miro hacia el cenizo que le observaba curioso —Antes de irnos deja que te presente a alguien. Bakugou, él es Testu Testu. Fuimos a la academia de policía juntos pero se retiró al rubro privado este año. Es un traidor.
—El traidor que es padre soltero y necesita una buena paga —se quejo Testu —Y sabes bien que vuelvo en menos de dos años, una vez me establezca.
—Seguirás siendo un traidor —se rió el alfa golpeando amistosamente el hombro de su amigo —Te extrañamos en la comisaría. Pasa a saludar.
—Voy cada viernes —bufo el platinado.
— ¡No es suficiente!
El omega sonrió levemente al ver interactuar a los dos alfas que luego de seguir discutiendo un poco —aunque por la manera en que se reían y lanzaban bromas ni se podría llamar una discusión— se despidieron y él junto con el pelirrojo abandonaron el salón donde se daba la fiesta. El alfa le siguió hablando un poco de Testu, su esposa lo había abandonado hacia unos meses y lo dejo con una pequeña bebé que no podía mantener con el sueldo de un policía promedio, ni tampoco dejar sola. Ya se había pedido una licencia por paternidad para cuidarla pero con el abandono de su mujer tuvo que renunciar a su trabajo y buscarse uno que le pagará más para mantener a su bebé. A través de algunos contactos, consiguió un puesto bien pagado en la seguridad privada de eventos de alto nivel. Trabajaba generalmente de la noche hasta la madrugada y después iba a casa con su hija. Sus padres eran muy mayores como para ayudarle y sus suegros no estaban interesados en su nieta. Así que, con la ayuda de unos amigos, se turnaban para cuidar a la bebé cuando él no podía hacerlo.
—Es una situación jodida —murmuró el omega —Yo tengo dos cachorros pero mis viejos y los hermanos de Shoto siempre estuvieron ahí para mí. Y Shoto se hizo cargo de ellos apenas estuvo mejor.
—Lo es. Testu es un buen amigo, un gran policía y era un muy buen esposo. La razón de porqué su mujer lo abandonó es porque le estaba engañando con su alfa "destinado" —hizo comillas el pelirrojo con gesto de enfado —Le dijo que la bebé era suya y que ella no la quería, deseaba formar otra familia con quién era su verdadero amor. Le rompió el corazón en pedazos.
—Eso de los destinados es una porquería —gruño el omega —Si tu pareja es tu destino, fue porque tú hiciste esa mierda posible. Nadie puede ser perfecto para la otra persona. Pero si nos amamos aún así, es que es nuestro destino.
El pelirrojo se detuvo y miro al cenizo con un brillo en los ojos. Quería decirle que esas palabras eran muy hermosas pero le faltó coraje y, en cambio, le sostuvo la mano de manera inesperada. El omega se sorprendió y sonrojo pero no lo aparto. Siguieron caminando en silencio hasta el estacionamiento. El más alto había venido con su auto y pensaba que el contrario también, sin embargo, lo guío hasta una motocicleta de color negro que estaba aparcada a unos metros del camión de Pink and Spicy. El cenizo le soltó la mano para dirigirse hasta la motocicleta y sacar de una gaveta un casco extra de color gris.
— ¿Hay algún lugar al que tengas pensado ir, Kirishima? —le interrogó el más bajo en lo que se ponía su propio casco negro y encendía el motor.
—Eh, no —soltó el alfa sintiéndose tonto en lo que se ajustaba el casco y con cuidado se subía a la motocicleta, detrás del cenizo que iba a conducir.
—Eso pensé —se burlo el omega y notando lo tenso que estaba el oficial a su espalda, le agarro las manos y lo obligó a abrazarse fuertemente a su estómago —Te llevaré a un lindo lugar entonces. Agárrate fuerte.
Que no siente los latidos de mi corazón, que no sienta los latidos de mi corazón, que no sienta los latidos de mi corazón.
Eijirou estaba rezando interiormente porque el cenizo no pudiera sentir el descontrolado latido en su pecho y sus manos temblaban en lo que sostenía el cuerpo del omega que emprendió marcha para salir del estacionamiento. Ya había estado sobre una motocicleta antes pero jamás detrás de alguien que le gustará y tan nervioso. Agradecía tener el casco puesto para que el omega no viera su sonrojado rostro.
Por otra parte, Katsuki disfrutaba el usar su motocicleta. Debido a los niños solamente la usaba cuando salía solo y eso pasaba muy poco. Así que, siempre que lo hacía, aprovechaba de sentir la velocidad y ligereza con la que podía pasar por todo el maldito tráfico de Tokio. Se sentía la puta gloria el no estar estancando como los demás autos en medio de la calle. Dió un par de vueltas por la calle —gozando de esa libertad de movimiento que no tendría el lunes con su auto— antes de llevar al alfa al sitio que quería. Era una pequeño mirador colina arriba que quedaba por la casa de sus padres y un parque viejo dónde paso toda su infancia con Izuku. No le parecía el lugar más romántico posible para estar con el pelirrojo, pero sí era bastante bonito debido a la vista que daba con la ciudad y, además, podía comprar un par de cervezas en una máquina expendedora cercana. Cuando llegaron con la motocicleta pudo notar que la municipalidad debió pintar el lugar recientemente, las barras de precaución eran de un color gris brillante y los faroles de luz ahora eran verdes en vez de rojos, las bancas también fueron barnizadas nuevamente y apareció otra máquina con golosinas.
Al bajarse de la motocicleta, el cenizo vió la reacción que tuvo el alfa ante el paisaje nocturno, las luces artificiales de la ciudad brillaban opacando la maravilla de las estrellas en el cielo pero seguía siendo hermoso. Ya que los colores se mezclaban entre amarillos, blancos, azules y rojos. El viento también hacia a la noche refrescante y encantadora. Además de eso, no había nadie más que ellos dos en ese viejo mirador, lo que daba un ambiente de intimidad y romanticismo.
—Voy a buscar algo para beber —le aviso al alfa que se había quedado observando el paisaje —No pasa nadie por aquí pero igual quédate a cuidar la motocicleta. No hay donde atarla.
— ¡C-Claro! —respondió el pelirrojo nervioso — ¡Te espero!
El cenizo no se alejó mucho. La máquina expendedora quedaba a menos de tres metros e incluso podía ver que el oficial se quedó sentando en su motocicleta, viendo el paisaje y girando la cabeza hacia donde él estaba de vez en cuando. Compro dos cervezas y en la máquina nueva que quedaba al lado unos snacks de chocolate. Cuando llegó de vuelta, le pasó una cerveza al oficial y abrió los chocolates dejándolos en medio para compartirlos. Se sentó también sobre la motocicleta y admiro el paisaje.
—Es un lugar muy lindo, Bakugou —mencionó el de dientes puntiagudos — ¿Cómo lo conoces?
—Mis papás viven colina abajo. Es parte del vecindario de mi infancia —admitió el cenizo —No se me ocurría otro lugar a donde ir, la verdad. Soy un asco para las citas.
Kirishima se sonrojo y sonrió al escuchar que el omega consideraba aquella una cita, ¡su primera cita! Podría ponerse a bailar en ese momento.
—No lo eres. Me gustó mucho —le dió un sorbo a su cerveza —Hum, para saber, ¿a qué tipo de lugares te gustaría ir en una cita?
El cenizo frunció el ceño y el policía pensó que había hecho una mala pregunta, pero pronto descubrió que el más bajo solo estaba pensando si la respuesta que iba a soltarle era muy idiota o no. Al final, todavía algo inseguro y usando la lata para tapar parte de su cara, se la dijo.
—A hacer escalada, una caminata por las montañas o acampar. No me gustan los lugares con mucha gente y disfruto más estando en la naturaleza —murmuró bajito pensando que sonaba como un ecologista de cuarta —E ir a restaurantes no es lo mío porque opino más de la jodida comida de lo que como.
El pelirrojo soltó una ligera risa y rodeo al omega por los hombros con su brazo, lo cual relajo la pequeña tensión que le generó el soltar sus gustos. A veces sus actividades sonaban muy solitarias y parecían dar a entender que no quería compañía para hacerlas. Pero la verdad no le molestaba nada. Varias veces incluso tuvo sus citas más divertidas con Todoroki intentando pescar sin éxito en el rio. Confesarle eso a alguien que estaba interesado en él lo hizo pensar que, quizás, podrían ser muy distintos, pero ahora entre los brazos del oficial se sintió más tranquilo.
—A mí tampoco me gustan mucho los restaurantes. Se pone un poco incómodo cuando no sabes bien de qué hablar y no tienes nada más que hacer que mirar la comida esperando que te ayude —opinó el alfa —Me encanta la idea de una cita en una montaña, ¡sería increíble! También la de hacer escalada y caminar. Disfruto más lo que puedo hacer estando activo y sería divertido probarlo contigo, Bakugou.
— ¿Ya lo has hecho antes? —pregunto curioso el omega.
— ¡Sí, unas cuantas veces! Incluso tengo mi propio equipo para hacer rapel, aunque esta algo viejo —se rió el alfa —Oh, también he hecho ciclismo en montaña unas cuantas veces con unos amigos. Y una vez casi me convencen de tirarme de paracaídas pero decline. Me dan miedo las alturas.
—Miedoso —sonrió el cenizo afable del puchero que el alfa le hizo —He hecho buceo un par de veces. Pero no me metí en la jodida jaula de los tiburones como el idiota de Deku que perdió una apuesta. Hay cosas que no haría ni soñando.
Bakugou volvió a escuchar la risa del alfa y siguieron contándose distintas experiencias en lo que disfrutaban de la ciudad y sus luces. Los dos cometieron varias locuras de jóvenes, disfrutaban casi de las mismas cosas y aunque sus personalidades eran opuestas, combinaban bien juntas. Cuando salió el tema del guardaespaldas, el pelirrojo reconoció que en un inicio no tenía pensando aceptar ese tipo de trabajo, más que nada porque no conocía a Todoroki y ya había tenido otras experiencias de alfas pidiendo que se "cuidara" —vigilará— a sus parejas omega. Pero cuando lo conoció aquel día, decidió aceptar y de ahí ya se sabía el resto. Él no tenía idea de que el omega ya estaba informado de que era su guardaespaldas y pensaba que el bicolor quería que hiciera un trabajo de incógnito.
—Pudiste haberme dicho que estabas al tanto —se quejo el alfa con un puchero —Así no me hubiera sentido tan mal en ocasiones.
—Le quitaba lo divertido a tus nervios —se excuso el omega viendo la expresión de molestia en el pelirrojo —Bien, entonces, ¿quieres venganza?
—No soy rencoroso —respondió el alfa.
— ¿Quieres una disculpa? —probó el cenizo.
—Tampoco hace falta...—se detuvo el de dientes puntiagudos y bajando de la motocicleta, se paró delante del omega y colocó los brazos a los costados de su cuerpo —Quiero otra cosa, Bakugou.
— ¿Tan rápido quieres meterte en mi cama, Kirishima? —alzó una ceja con curiosidad el cenizo y vio como toda la sangre del rostro del alfa se iba a su cara —Ja, veo que todavía no. De acuerdo, voy a escuchar qué quieres.
—Cierra los ojos —pidió en un susurro el más alto —Y abre la boca.
Katsuki sintió un ligero escalofrío cuando los ojos rojos del alfa se dirigieron a sus labios, se paso la lengua por ellos viendo como no se apartaban ni un poco y su corazón se sacudió. Cerró los ojos y pudo sentir el alfa acercándose a él hasta que sus bocas se juntaron en un beso. Las manos del más alto se fueron a su cadera de manera posesiva y él lo rodeó con las piernas para sentirlo más cerca. El beso era intenso y necesitado, húmedo y agitado, sus bocas tenían el gusto amargo de la cerveza mezclado con el chocolate y el sonido que hacían era muy lascivio. Un beso demasiado caliente como para ser dado con la ropa todavía puesta. El omega se aferró al cuello del más alto y le sacudió el cabello, cuando se separó de su boca el más alto tenía los ojos rojos relucientes de salvajismo y posesividad.
El cenizo volvió a lamar sus labios y sonrió sumamente complacido. Había conquistado por completo a Eijirou. Y, lleno de alegría y algo de exitación, volvió a agarrarlo para tener su segundo beso.
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