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-Esto es ridículo, nunca va a funcionar.- le expresó Hiccup al Jorgenson mayor, mientras él y sus amigos se colocaban algunas prendas que habían encontrado en aquella base para tratar de camuflarse entre los trolls.

-El ingenio está en la simpleza, niño.- se defendió Spitelout, antes de dirigirse hacia los demas- Rápido, estarán aquí pronto.- alertó al mismo tiempo que caminaba hacia su cuñada, quien estaba alejada de todos.

Sus ojos esmeraldas veían con gran pesar la opresión, el maltrato y el atroz nivel de esclavitud que los trolls manejaban sobre sus rehenes. Sus pies se movieron inquietos al borde del abismo de esa base, sintiendo la impotencia de no haber podido hacer nada frente a la crueldad que presenciaba. Sus manos se cerraron en enojados puños esperando ansiosos el momento en que iban a atacar para ponerle un final.

-Sabía que no éramos los únicos a los que capturaban estos desgraciados, pero no sabía que eran tantos. ¿Por qué necesitan a muchos?- habló sin inmutarse cuando sintió la presencia de Spitelout a su lado.

-Los necesitan para extraer de los minerales con los que pueden hacer eso...- señala el caldero de agua dorada en medio de la base y todos concentran sus vistas en él- Los hacen más fuertes, rápidos; como lo que sea que había poseído a Bocón y a Patapez.- explicó rápidamente y Valka apretó sus labios ante tal información.

-Es pura maldad.- murmuró Ingerman después de un breve silencio sepulcral.

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-Si capturamos a Heather Berserker, ¿sabes lo que significa para todos?- le cuestionó el troll menor a su hermano mayor cuando atravesaban uno de sus tantos túneles.

-Sí, claro que lo sé, hermano.- respondió el aludido con tranquilidad.

-La bruja nos recompensará con todo lo que deseamos. ¡Poder! ¡Tierras! ¡Bog Burglar! ¡Nuevo Berk!- exclamó, pero calló de inmediato cuando su hermano se detuvo abruptamente hacia él y parecía querer romperle el cuello con su iracunda mirada.

-Por supuesto. Cuando te dije "lo sé", lo que en realidad dije fue "explícame como si fuera un imbécil".- le reclamó totalmente sarcástico, antes de seguir con su caminata en completo silencio.

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Nuestros protagonistas terminaron de ponerse aquellos trajes con máscaras que cubrían todo su cuerpo, cosa que aprovecharían a su favor para ocultar sus identidades.

-¿Para qué se supone que son las máscaras?- preguntó Heather acomodando la suya sobre su rostro.

-Son para que que minerales tóxicos y los gases no dañen la salud de los trolls.- explicó rápidamente el Ingerman, antes de escuchar un sonora carcajada proveniente de Brutacio.

-Entonces hay que llevarnos unos cuentas más, porque los gases de Patán sí son de temer.- comentó el de rastas ganándose una fulminante mirada del aludido.

-¡Eso no es cierto!- trató de defenderse el Jorgenson.

-Oh, sí es cierto, amigo mío. No lo niegues.- intervino Brutilda divirtiéndose con el humo que empezaba a salir de las orejas del ojiazul de la vergüenza en la rabia.

-¡Idiotas!- les bramó en una rabieta.

-Tenemos que irnos.- habló Spitelout cuando regresó de una pequeña inspección, ya que decidió explorar el camino que debían seguir, antes de emprender la marcha. No querían encontrarse con más sorpresas desagradables de las que puedan lidiar.

-Tengo que salvar a todos los que pueda.- le dijo Valka a su hijo, mientras acunaba sus mejillas teniendo el temor de no volver a verlo carcomiendo su corazón.

-Tengo que encontrar a Astrid.- le contestó el castaño con una afligida mirada. Sabía que su madre tenía la esperanza de que se quedara con ella, pero él ya tenía un sendero por el cual caminar- Además, les prometí a todos llevarlos a la Ciudad Inmemorial.- añadió determinado después de suspirar.

-Tienes una familia ahora, Hiccup; cuando todo esto acabe, tendrás que decidir si te quedas con ella o con nosotros.- sentenció la mujer, mientras sus ojos se oscurecían dejando ver la severidad de sus palabras.

-¿Cómo vas a sacarlos?- intervino Spitelout acercándose a ambos por detrás del joven.

-Bueno, si todo sale tan bien como espero, será por la puerta de enfrente.- contestó ella en medio de una leve risa- Y voy a quitarles más que su mano de obra.- aseguró frunciendo el entrecejo manteniendo su sonrisa arrogante.

-Por supuesto que lo harás.- el pelinegro imitó aquella sonrisa- Mierda, si Estoico estuviera aquí, me daría un puñetazo por dejarte hacer esto sola.- opinó con diversión e Hiccup, quien se había alejado ligeramente de los adultos, desvió su atención de ellos al sentir que una desconocida nostalgia invadía su pecho. El haber encontrado a su madre, conocer su historia junto a la de su padre; habían hecho que los sentimientos fraternales que vienen de un núcleo familiar lo golpearan sin previo aviso.

-Busca a tus amigas y sácalas con vida. Puede ser que esta sea tu última oportunidad para hacer las cosas bien.- le aconsejó Valka al hombre en un exitoso intento de ignorar el pinchazo en su pecho que aquellas palabras habían provocado.

-Ahí vienen, ya vete.- anunció el ojiverde a su progenitora cuando vió de soslayo que algunos trolls se acercaban a su posición y ella no debía ser vista, ya que no tenía un trajo, como ellos, que le sirva de camuflaje.

Valka le dedicó una última mirada a su primogénito y luego, sin más, corrió al sentido contrario al que ellos irían.

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Tras dolorosos y energéticos forcejeos contra el cuero que retenía su muñeca derecha, Astrid logró zafar dicha muñeca y soltó una risa apoteósica en medio de jadeos, tratando de regular su agitada respiración.

-Hey, pásame el destornillador que está en la bandeja, la usaré para abrir la jaula.- soltó Alvin señalando los implementos de tortura al lado de la joven princesa.

Antes de que la rubia pudiera responderle al fornido vikingo, una vez más, el suelo comenzó a temblar para luego parar en unos minutos.

-Creo que los trolls tenían razón.- musitó Camicazi recargada contra los barrotes de su jaula.

-Sí, los demás están aquí. Están buscándonos.- afirmó Hofferson utilizando su mano libre para tratar de soltar la otra.

-Si descubro que Heather usó la Varita Suprema sin mi permiso, me voy a poner tan furiosa que ni siquiera Assa me ha visto así.- refunfuñó la hechicera, pero un gruñido por parte del hombre a su lado llamó su atención, ahí vió cómo le estiraba una mano a la joven.

-Tu padre está vivo, si me ayudas a salir de aquí, te llevaré con él.- le prometió, pero la rubia sólo entrecerró sus ojos tratando de descifrar si sus palabras venían con honestidad- ¡Ya, Astrid, arrójamelo!- gritó él desesperado y agitando su brazo. La joven resopló antes de tomar el destornillador.

-Carajo.- murmuró para después lanzarlo hacia su dirección con éxito.

Alvin no tardó en abrir la cerradura de su jaula, en medio de temblores y movimientos torpes, los cuales reflejaban sus apabullantes ansias de poder alejarse de aquellos barrotes que lo habían privado de su libertad durante tantos años. Una vez que la rejilla que cumplía la función de puerta se abrió frente a él, el gran vikingo no tuvo mayor solución que saltar hacia el suelo sin medir el abismo que se interponía entre ellos. Su corazón pasó de latir desenfrenado por júbilo a latir desenfrenado por temor a caer por el precipicio.

-¡Eso fue precipitado!- gritó Alvin con voz ahogada, mientras aferraba sus manos a la tierra firme, pero el resto de su cuerpo colgaba en el aire- ¡Oye, me resbalo! ¡Me resbalo, niña, más rápido!- le exigía a Astrid, quien se lastimaba su muñeca izquierda en su desesperado proceso de liberarla para ayudarlo.

-¡Astrid, cuidado!- le exclamó Camicazi sintiendo su corazón atracado en su garganta. Si la princesa no se liberaba a tiempo, la libertad de Alvin habrá sido muy fugaz.

Hofferson, tras unos forcejeos más, deslizó su muñeca fuera de la esposa de cuero que la retenía y, ni siquiera tuvo tiempo de respirar aliviada, porque corrió de inmediato hacia donde el amigo de su padre luchaba por no caer. La joven llegó a tomar una de sus manos cuando él ya empezaba a caerse, utilizó sus talones para clavarse en la tierra y, con la fuerza de sus piernas y abdomen, comenzó a tirar del enorme y fornido vikingo hacia ella misma; y luego de unos minutos de un agónico esfuerzo, Alvin tuvo la mayor parte de su cuerpo en tierra, por lo que se dejó caer al costado el cuerpo exhausto de la ojiazul.

-¿No pudiste esperar como un segundo antes de saltar?- le recriminó la princesa en medio de jadeos, cuando sus pulmones pedían aire para normalizar su acelerada respiración.

-En retrospectiva, sí debí.- aceptó el castaño con diversión- Gracias por salvar mi vida.- agradeció, mientras se ponía de pie y le ofrecía una mano.

-No hay de qué.- dijo ella al corresponder su gesto con una leve sonrisa.

-Supongo que no eres tan idiota como Ragnar dijo.- señaló Camicazi cuando Astrid tomaba otro destornillador de la bandeja con la intención de liberarla.

-¿Verdad?- soltó el hombre con una arrogante sonrisa adornando sus labios.

-No, eres peor.- aclaró la hechicera dedicándole una fulminante mirada.

-¡Oye!- se quejó el vikingo.

-¿En qué mierda estabas pensando? ¡Pudiste tirarla contigo!- reclamó la mujer justo antes de atrapar en el aire la herramienta que la princesa le había lanzado.

-¿Sabes? Deberías saber que Ragnar siempre decía que eres una de las mujeres más valientes que conoció, con el corazón más grande; ¡pero te preocupas mucho!- se defendió Alvin señalándola acusatoriamente por un instante, para luego empezar a caminar hacia una de las paredes de aquella camara de prisioneros.

-¿Ah, sí? ¿Por qué no nos dices de una vez dónde ha estado él todos estos años? ¿Tal vez aquí?- cuestionó la Jefa de Bog Burglar con astucia, logrando que Astrid se cruzara de brazos y viera con detallada atención al castaño.

-Bueno, no aquí, al menos hasta donde yo sabía. Hay puertas y pasajes en estas cuevas que ni los trolls conocen.- respondió alzándose de brazos para luego empujar un sector en específico de la pared, la cual empezó a hundirse para revelar un túnel secreto- Llevan a lugares antiguos y, siendo honestos, creo que mi amigo querría que las llevara afuera en vez de más adentro.- opinó recordando lo sobreprotector que solía ser su amigo.

-Pues no debiste decirnos nada, porque si está aquí, no me voy a ir sin él.- declaró Astrid con férrea determinación.

















































¡Hola hola, genteeeeeeee!

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. 💙

Y déjenme decirles que ya falta muy poco para que Camicazi y Astrid se reúnan con el resto del equipo. ¿Qué podría salir mal después? No lo sé y tampoco puedo contarles, jiji.

Bueno, eso es todo por hoy...

¡Nos leemos pronto! 🖤






























































A_Hiccstrid

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