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Eret ni siquiera podría calcular cuánto tiempo estuvo divagando por los alrededores del edificio del que salió. Gritó hasta que sus cuerdas vocales le exigieron una tregua, luego optó por sentarde en una fuente que se hallaba al frente de aquel edificio, en medio de lo que parecía ser una plazuela. Le agradeció a los dioses, ya que la fuente estaba llena de agua y pudo saciar su agonizante sed.

Suspiró agotado, levantó su mirada al cielo y vió con recelo al radiante sol, empezó a mover con inquietud su pie derecho, hasta que comenzó a escuchar una voz femenina que provenía del imponente edificio, que parecía más un templo, y las puertas se abrieron lentamente.

-Eret...- susurró la voz- Acércate.- añadió con una inquietante tranquilidad.

-No, claro que no. Voz tétrica en una ciudad abandonada, no. Gracias, pero yo paso.- negó rotundamente poniéndose nuevamente de pie y dirigiéndose a la salida de la ciudad- Oh, Thor mío, ya me estoy volviendo loco.- murmuró pasando una mano por su rostro continuando con su trayecto.

Sus incipientes ánimos por ser libre por su propia cuenta comenzaron a flaquear cuando llegó al límite de la abandonada ciudad y solo veía un vasto desierto abarcando todos los kilómetros a la redonda.

¿Quién en sus condiciones podría atravesar un enorme desierto? ¿Al menos tenía alguna idea de a dónde dirigirse? ¿Habrá otra ciudad o algún pueblo cerca? ¿Lograría llegar a algún lugar sin comida? ¿Su cantimplora era la ideal para abarcar el agua suficiente para la travesía? Más y más preguntas asaltaban su conciencia, simplemente no tenía ninguna respuesta y todo es cuestión de arriesgarse.

-Muy bien, aquí voy.- dijo para sí mismo antes de emprender una larga caminata a solo Odín sabe dónde.

Sólo esperaba que los dioses estén de su lado.

∞ ∞ ∞

Mientras que ciertas rubias tenían las manos encadenadas y eran conducidas a la gran montaña de los trolls. Astrid y Camicazi abrieron sus orbes zafiros con asombro al ver el interior de la montaña llena de construcciones con trabajos mineros y miles de seres siendo subyugados por los trolls para seguir trabajando en pésimas condiciones. Nada que enviar a una fábrica opresora. Hofferson detuvo su caminar cuando vio que un troll, a unos metros frente a ella, levantaba con brusquedad a un muchacho que se había desplomado del cansancio. Se sentía impotente por no poder ayudarlo, ese chico no debía tener más de 17 años, es insólito que estuviera trabajando forzadamente y, en especial, en un lugar como este.

Lo arrollador es que claramente no era el único, todos los "trabajadores" de la mina montañosa eran esclavos y llegó a entender que los trolls no tenían ningún código de escrúpulos: Hombres y mujeres de todas las edades, incluso un par de niños y niñas ejecutaban algunos trabajos menores. El panorama sencillamente sacudió el corazón y la conciencia de la princesa, su reino y ella viven bajo la comodidad y protección de La Barrera Mágica, mientras que le dan la espalda a millones de personas desprotegidas.

-¡Muévete!- le gritó uno de los trolls que las escoltaban, al mismo tiempo que la empujaba. La rubia solo pudo gruñir, mientras hacía equilibrio para no caer.

Unos minutos después las ojiazul se encontraban encerradas en una jaula, reforzada con hierro y metal, que colgaba de una cadena y debajo un gran abismo que les aseguraba una muerte segura.

-¿Estás bien?- le preguntó la princesa a la hechicera una vez que los trolls se fueron.

-Cómo quisiera tener la varita.- contestó la otra rubia, antes de resoplar dejando caer su cabeza hacia atrás- O quizá algo para el dolor de cabeza.- añadió con voz más ronca, por la posición, luego volvió a mirar a la princesa, quien se mostró con seguridad.

-Tranquila. Tu ingenio, mi habilidad; vamos a salir de aquí muy pronto.- dijo arrogante mientras divisaba el área.

Sin embargo, una estruendosa risa masculina estalló en la celda flotante que se hallaba a su lado izquierdo. Las féminas dieron un respingo y sintieron que el aire volvía a sus pulmones cuando confirmaron que no se trataba de un troll camuflado, sino de otro prisionero recostado como podía en la jaula.

-Perdónenme, pero eso es justamente lo que todos dicen cuando los avientan aquí.- habló el hombre en un tono burlesco- ¿No es cierto, amigos? ¿No fueron esas las palabras exactas cuando a mí me aventaron?- cuestionó desviando su vista al resto de las celdas, las cuales portaban cadáveres y las ojiazules se vieron desconcertadas al percatarse de aquel detalle.

-¿Y hace cuánto fue eso?- se atrevió a preguntar la Jefa de Bog Burglar.

-Ahh, a ver, déjame ver qué día es hoy. ¿Miércoles? Diría como unos 7 años más o menos.- mencionó el hombre castaño, robusto y de larga y densa barba- Traté de escapar al principio, pero lo peor no es que te atrapen o el castigo cuando lo hacen; la peor parte es pensar que la siguiente vez lo vas a hacer bien. Supongo que, al final, es la esperanza la que rompe tu espíritu.- agregó oscureciendo su tono de voz.

Ahora las mujeres se vieron asustadas mutuamente, mientras Camicazi tragaba saliva.

-Ay, qué triste. Y se supone que yo soy el de la moral por aquí.- volvió a hablar el vikingo incorporándose, hasta quedarse sentado frente a ellas- ¿Qué hicieron, bellas damas, para que las arrojaran con las manzanas podridas? ¿Algo interesante?- cuestionó despreocupado.

-Nos separaron del resto cuando nos trajeron. No sé porqué.- respondió Astrid tomando los barrotes con impotencia.

-Pues lo sabrás muy pronto, linda, estoy seguro.- le afirmó en medio de una risa, la aludida lo fulminó con la mirada ante el apodo; mientras que la hechicera analizaba con total detalle cada facción del rostro de aquel vikingo. ¿Por qué se le hacía tan familiar?

-¿Quién eres?- interrogó una vez más y el castaño le esbozó una sonrisa de lado.

-Oh, por mi querido Loki, Disculpen a este pobre idiota. ¿Dónde carajos están mis modales?- se disculpó en medio de una exagerada indignación- Señoritas, mi nombre es Ragnar Hofferson.- reveló ahora mostrando una arrogante sonrisa en sus labios, logrando que Camicazi frunciera el ceño por su desconcierto, mientras que Astrid frunció el suyo por enojo.

Ella podría jurar ante los dioses que este sujeto no es su padre, pero entonces, ¿quien es en realidad?











































































¡Hola hola, genteeeeeeee!

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. 🧡

¿Creían que me había olvidado de Eret? Pues, no, jijijijiji... Sólo tenemos que darle su espacio, poco a poco se verá cada vez más involucrado en la historia. ¿Quién es ese hombre que se hace pasar por Ragnar Hofferson? ¿Es amigo o enemigo? Dentro de poco lo sabremos.

Bueno, eso es todo por hoy...

¡Nos leemos pronto! 🤍






































































































































A_Hiccstrid

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