Astrid caminaba por los lúgubres pasillos con el frasco que contenía a la zarigüeya y una antorcha encendida. Por un momento, la princesa se sintió perdida entre las fríos y oscuros muros, llegó a un punto de intersección de los caminos y se detuvo al no saber cuál seguir.
-Genial, Hofferson, estás perdida.- se autoregañó antes de soltar un bufido.
Tras sus palabras, un aire azotó su rostro, como si alguien hubiera soplado cerca de ella. Arrugó el entrecejo extrañada, luego escuchó murmullos ininteligibles. Aprieta su agarre a su antorcha y decide dar la vuelta para regresar por donde vino; sin embargo, cuando gira, se sobresalta al ver que ahora había otro frívolo muro por donde había venido, pero este no estaba vacío, sino que tenía ve un peculiar cuadro en el que reconoció a su abuelo estando más joven que en los retratos que le mostró su madre. No obstante, él no estaba solo. Frente a él, había un grupo de personas con las manos cubiertas de sangre, siendo liderados por una hermosa, pero siniestra mujer y, en la parte superior de la pintura, sobre el cielo nocturno, se hallaba un dragón negro con feroces ojos verdes que contrastaban en la oscuridad.
-Renunciarás a tu nombre, a tu familia...- ahora sí logró entender la voz de la mujer que hablaba en el viento.
-Acepto.- respondió otra voz, esta vez, la de un hombre.
Claro que la joven ignoraba que se trataba de Grimmel.
-Aceptarás la luz del único que es eterno, ofrece tu vida a nuestro propósito para que podamos liberar a este mundo de todo el sufrimiento bajo su protección.- volvió a hablar la mujer ganándose la curiosidad de la ojiazul.
-¿Protección de quién?- susurró para sí misma, mientras se acercaba lentamente a la pintura y la observaba de forma analítica.
-Lo haré.- contestó la voz de Grimmel.
-¡La sangre de los seis corre por tus venas y ahora serás un digno portador!- exclamó la voz femenina con vehemencia, justo cuando Astrid se acercó tanto que las brasas de su antorcha tocan el cuadro y termina incendiado. La rubia se asustó por el rápido e impetuoso recorrido de las llamas, por lo que retrocedió con torpeza y dejando caer la antorcha y el frasco, el cual terminó hecho añicos- ¡Rey Grimmel, el grimoso!- gritó por última vez la mujer y la pintura se hizo cenizas, para luego dejar desaparecer el muro, volviendo a abrirle el camino a Hofferson.
-Fue el momento en que Grimmel se unió a La Orden del Dragón.- dedujo en medio de jadeos, observando anonadada el camino que ahora tengo en frente.
Tras tomarse unos segundos para regular su respiración, divisó la zarigüeya muerta a sus pies y, luego de soltar un quejido asqueado, se agachó para cogerla con su propia mano y empezar a caminar de regreso con Camicazi, Heather y Patapez.
Lo sucedido sería un secreto, al menos, por ahora.
∞ ∞ ∞
Hiccup estaba en lo alto del castillo, en medio de un puente que conectaba dos torres. Vigilante y, aunque por fuera parecía que no había alguien más enfocado en su trabajo, en su cabeza se desataba una gran vorágine de temibles pensamientos. Dejaba que la feroz lluvia lo empape, quizá así lograba quitarse de encima la sangre de Bocón que su culpa y pena parecían haber impregnado en su piel y remordimientos.
-¡Maldita puerta, no vas a ganarme!- el castaño dió un respingo cuando apareció Spitelout, frustrado y exasperado- Oye, escuálido, ¿crees que el vino agrio puede...?- le preguntó caminando de un lado al otro detrás de él, pero no llegó a formular por completo su pregunta.
-¿Qué?- soltó Haddock alzando una ceja y girándose para verlo, casi se reía por la rareza del hombre.
-¡Trató de abrir esa estúpida bóveda!- explicó el pelinegro en una exclamación, dió un par de pasos adelante y se colocó al lado del joven, apoyando sus manos en la formación de ladrillos que les servían como pared del puente- ¡Necesito saber qué hay adentro! ¿Qué tal si es algo bueno? Como una enorme estatua de oro de, no lo sé, un dragón peleando contra un troll.- dijo el ojiazul ilusionado, hasta Hiccup casi pudo ver un brillo asomarse en sus ojos.
-Eso sí sería raro.- opinó alzando sus cejas y volviendo su vista al frente.
-¿Y ya viste algo?- cuestionó el adulto.
-No.- negó el ojiverde para después soltar un suspiro- Astrid tiene razón. Uno de nosotros tendrá que matarlo, si la Purga de Loki no funciona, ¿verdad?- interrogó él ahora, teniendo por una afirmación.
-Sí, puede ser.- contestó el mayor suavizando su tono de voz.
-Y quizás sea tu hacha o mi espada.- musitó Haddock desganado.
-Seguro.- afirmó Jorgenson en voz baja.
-Lo único que quería era ser un buen soldado y herrero. Servir en mi reino, proteger a nuestra gente.- se quejó el joven pasando sus manos por sus desordenados cabellos.
-¿Sabes? Cuando mi compañero murió, pasé mucho tiempo corriendo de mí mismo, hasta que me dí cuenta de que la única persona de la que nunca escaparé es de mí.- confesó colocando una mano sobre el hombro del castaño y lograba que lo mire a los ojos.
-¿Cómo vives con eso?- interrogó él interesado.
-Enfocas la mirada en lo que quieres, vas por eso y no miras atrás.- aconsejó pausada y enfáticamente, mientras ahora lo hacía girar para tomarlo de ambos hombros- Y creo que Bocón te diría lo mismo.- añadió con una pequeña risa.
Aquellas últimas palabras lograron hacer flaquear a Hiccup, quien dejó escapar un sollozo para luego abrazarlo y esconder su rostro en el fornido pecho del hombre. Una vez que Spitelout correspondió, algo renuente, el abrazo; el ojiverde se permitió llorar.
-Ay, está bien, sí.- balbuceó dándole unas palmaditas en la espalda- Todos merecen llorar una vez por misión, muchacho.- agregó y después sólo dejo que se desahogue.
∞ ∞ ∞
Astrid miraba asqueada cómo Heather, con ayuda de una daga, abría la dichosa zarigüeya para poder así sacar la vejiga de su anatomía. La pelirroja divisó de reojo a la rubia y se percató de su expresión, por lo que, cuando finalmente terminó de cortar la piel del animal, dió una pausa para encararla.
-Si esto te da asco o te vas a desmayar o algo así, ¿podrías dar unos pasos atrás, por favor?- pidió con una voz más brusca de lo que pretendía, pero la princesa sólo cambió su rostro a uno más serio- Novata.- susurró metiendo la mano y extrajo la vejiga para después dejarla sobre una sartén que estaba encima de una fogata improvisada.
-¡Heather, rápido!- exclamó Camicazi limpiando el super de un agitado Patapez.
-Esto apesta.- se quejó la ojiverde, mientras mezclaba la vejiga frita con el resto de los ingredientes.
-No es la mejor mezcla, pero ya está lista.- indicó la hechicera acercándose al príncipe, pero antes de que pueda lograr que lo beba, él alzó su cabeza y la vió con furia.
-Escúchame bien, anciana, me das agua o te mueres.- amenazó con una voz que no era la suya, era una micho más gutural.
-¿Anciana?- repitió Hofferson reprimiendo una risa.
-Silencio, sólo tengo 54 años.- se defendió la burglar fulminando con su mirada a la burlona princesa.
-¡Dije que quiero agua!- demandó otra vez Ingerman con esa gruesa voz. Heather no tardó en buscar un vaso y algo de agua en el lugar donde habían preparado la mezcla para luego acercarse y ayudarlo a beber, pues con sus manos encadenadas, no iba a poder solo.
-¿Qué carajos sucede?- cuestionó una vez que dejó el vaso donde lo encontró.
Sin embargo, el rostro del rubio cambió radicalmente a una expresión asustada.
-¿Hay alguien ahí?- interrogó con la voz temblorosa, pero esta vez, habló con una voz conocida para el par de muchachas- ¿Alguien puede oírme? Si es así, por favor, respondan.- pidió, mientras los ojos verdes del Ingerman miraban a todos lados.
-¿Eret?- musitó Astrid en un incrédulo hilo de voz.
-Eret, te oímos.- habló Berserker más fuerte, captando la atención del aludido.
-¿Paloma? ¿Eres tú?- volvió a preguntar la voz del pelinegro, pero aún seguía buscándolas con la mirada, dedujeron que él no podías verlas.
-Y sigue diciéndote así.- se quejó su hermana rodando los ojos.
-¿En dónde estás?- interrogó la salvadora, ignorando el comentario de la rubia.
-Estoy en una celda o eso creo. Es oscura y hace mucho calor.- señaló el príncipe para luego ejecutar una preocupada exhalación- Estoy solo, necesito salir.- añadió casi en un ruego.
-Ya vamos por ti.- aseguró Heather sintiendo su corazón estrujado, nunca lo había escuchado tan asustado.
-No es el príncipe Eret, es Grimmel.- intervino Camicazi observando fijamente el rostro aterrado de Patapez- Trata de romper nuestra concentración.- indicó frunciendo el entrecejo.
-No, no es cierto.- negó de inmediato jalando las cadenas en sus muñecas.
-¡No lo oigan!- exigió firmemente la mujer a las jóvenes, quienes seguían mirando preocupadas al príncipe.
-Por favor.- rogó ahora mirando a Astrid.
-No puedo estar aquí.- anunció Hofferson antes de salir apresurada del salón del trono, pues no logró soportar la presión de la situación. Podía ser que Camicazi tenga razón, pero tampoco podía ignorarlo; era la voz de su hermano que le pedía ayuda.
-Escúchame, Heather, tenemos que seguir con el hechizo.- ordenó la hechicera a la ojiverde, quien seguía petrificada en su lugar.
No obstante, la siguiente voz que salió de las curvas vocales del Ingerman la congeló también a ella.
-No hagas esto, mamá, ya sabes cómo acaba.- escuchó la voz de su hija, Assa, mientras los ojos verdes de Patapez se clavaron en ella- No puedes hacer nada, no puedes protegerla.- añadió angustiada, consiguiendo que Heather mire con sospecha a la ojiazul.
-¡Cállate!- gritó con ímpetu la mayor cuando pudo reaccionar.
-Dile la verdad.- siguió exigiendo, ahora la expresión del rubio cambió a uno amenazante- Dile todo o yo lo haré.- advirtió mirando fugazmente a Heather.
-¡Que te calles dije!- gruñó la burglar, antes de tomar un trapo y meterlo en su boca para que ya no pueda hablar.
-¿Eso qué significa?- habló ahora la pelirroja mirándola enojada.
-Solo concéntrate.- ordenó la mayor, pero la joven negó.
-¡¿Hay algo que no estás diciéndome?!- le volvió a preguntar, alzando la voz.
-¡No importa!- la ojiazul le gritó de vuelta con irritación y girándose para encararla- Escucha, si no puedes ayudar, sólo vete.- bramó entre dientes.
Ambas se miraron desafiantes, a pesar de los quejidos del rubio, estaban empeñadas en no perder aquella guerra de miradas, hasta que la ojiverde no soportó los alaridos del príncipe y apretó sus manos en puños, antes de salir enojada del lugar.
Cuando Patapez esté a salvo, exigiría respuestas.
¡Hola hola, genteeeeeeee!
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. 💚
Nuestros chicos están metidos en un gran lío, ¿no? Y solo puedo decirles que vienen muchísimos más por delante, así que tenemos que estar todos preparados.
También decirles que lamento mucho haberlos dejado la semana anterior sin actualización alguna, estaba en la semana final del ciclo universitario y se me complicó bastante 😬. Aunque, si llegamos a los 15 votos en este capítulo, la siguiente semana tendrán una actualización.
Bueno, eso es todo por hoy...
¡Nos leemos pronto! 💙
A_Hiccstrid
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