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El guardaespaldas personal de la princesa y el príncipe heredero de Galadawn jamás se imaginaron estar en una situación donde empujaban la carreta atascada del lodo de una última hechicera; pero ahí estaban ellos dos, en la parte trasera del transporte usando todas sus fuerzas con el objetivo de poner en marcha sus ruedas de nuevo.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, gruñidos y jadeos agotados precedieron la rendición de ambos jóvenes hacia su labor.

-Odio esta carreta.- comentó Hiccup una vez que dejaron de empujar y se deban vuelta para recargar sus candados cuerpos contra la madera de la irritante carreta.

-También la odio.- concordó Patapez después de soltar un suspiro.

-Creí que Camicazi iba a contribuir un poco más, ya que es la última gran hechicera.- insinuó el castaño desviando su vista hacia él y se encontró con una expresión reprimida- ¿Qué?- lo incitó a explicarse.

-Por algo construyó una fortaleza rodeando Bog Burglar, ya no puede protegerla como antes.- dedujo el rubio alzando sus hombros en un gesto tímido.

-¿Y eso es posible?- interrogó sorprendido- Que un hechicero se quede sin su magia.- explicó mirando severamente al príncipe, quien sólo apretó sus labios y negó con la cabeza como respuesta.

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-¡Con fuerza!- gruñó Camicazi, mientras jalaba de una soga conectada a la parte frontal de la carreta con la ayuda de un arnés. Sin embargo, su hermana dejó de jalar, a pesar de sus indicaciones.

-¡Alto, alto!- dijo Alexa soltando la cuerda y acercándose a la carreta- El arnés se va a romper. Es viejo, igual que nosotras.- terminó con una pequeña burla girándose para ver a la rubia, quien retrocedió un par de pasos y se dejó caer de forma remilgada al césped para quedar sentada.

-Cuando era joven, y más resiliente, el sobreesfuerzo era lo mío...- recordó con una sonrisa triste y mirada nostálgica- Pero ahora debo tener cuidado, preservar mi fuerza para...- se detuvo vacilando en continuar.

-¿Para qué?- preguntó la menor intrigada, al mismo tiempo que caminaba hacia ella y se sentaba a su lado.

-Para cuando esto empeore.- se limitó a decir la hechicera- No dejaré que mis emociones me impulsen a gastar mi magia, si lo hago, no tendré suficiente para cuando lleguemos a encontrarnos con Sersi.- reveló severamente y Alexa fruncía el ceño con preocupación.

De repente, Camicazi cierra los ojos con fuerza y lleva sus manos a los lados de su cabeza.

-¿Cami?- la llama la castaña, siendo ignorante de los recuerdos que azotaron la mente de su hermano.

Grimmel amenazándola, los llantos de una bebé de fondo, Ragnar y Lagertha llegando a su auxilio y, finalmente, una bebé en sus brazos mirándola con sus grandes ojos verdes y una leve sonrisa en medio de una oscura habitación en lo alto de una torre.

-¡Dioses!- exclamó la mayor cuando se detuvieron sus visiones- Ya sé a dónde van.- le dijo a su hermana.

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Al pasar por el Sendero Despiadado, los jóvenes dedujeron que nada era como lo había descrito Spitelout, quien los guió a la ubicación de su tan preciada taberna, pero lo que encontraron solo era un sendero macabro y cubierto de cenizas y contrucciones en ruinas.

-Es un cementerio.- comentó Astrid señalando a su alrededor.

Definitivamente, era una tierra muerta.

-Parece que una manada de yaks pasó por aquí.- opinó Brutacio bajando de su caballo y tomando un puñado de tierra chamuscada entre sus dedos.

-Y una muy alocada, hermano.- lo apoyó Brutilda, quien se arrodilló detrás de él para separar la parte trasera del cuello de sus prendas y meter tierra con algunos gusanos en su espalda.

Su gemelo no tardó en dar un respingo y levantarse de golpe.

-¡Quítenmelos, quítenmelos!- chillaba el de rastas sacudiéndose al mismo tiempo que corría. Su hermana se reía a carcajadas de él, mientras los demás solo los ignoraban.

-¿Y tu taberna, papá?- cuestionó Patán a su progenitor, quien se encogió de hombros.

-¿Tal vez tuvo que cerrar?- contestó con otra pregunta observando el lugar con nerviosismo, el cual no pasó desapercibido para Hofferson.

-¿Algo de lo que ya dijiste es verdad?- acusó molesta y cruzándose de brazos.

-¿Cómo te atreves?- el pelinegro se sintió ofendido- Al menos, un tercio de lo que dije es verdad.- añadió manteniendo su postura y exasperando más a la joven.

-¡Soy una idiota!- gruñó rabiosa la ojiazul dándose la vuelta con intención de llegar a su caballo.

-No es cierto.- negó de inmediato Spitelout siguiéndola- Solo eres... Eres muy joven.- replicó en medio de una risa.

-Voy a volver, voy a alcanzar a Hiccup.- informó cuando llegó a su caballo.

-¡Ok!- exclamó el mayor casi en un grito, llamando la atención de todos, incluso de los Thorton, logrando que Tacio se quede quieto en su lugar- El dueño de la taberna, era un amigo de tu papá. Confiábamos en él y es al único al que le contamos el secreto de la Coraza, porque él se llevaría el secreto a la tumba y nos acompañó en el viaje.- relató más calmado.

-¿Y para eso nos trajiste aquí? ¿Para profanar la tumba de alguien y encontrar una armadura mágica?- interrogó Astrid mostrando un atisbo de curiosidad.

-¡Exacto!- afirmó él con entusiasmo- Él fue el último en tenerla en sus manos, estoy seguro que se la quedó y sí se la llevó a la tumba.- dedujo con una gran sonrisa esbozada en sus labios, la cual desaparecido rápidamente al ver que el semblante de la princesa cambiaba a un sospechoso.

-Me dijiste que él pasó 5 años buscándola y que estuviste ahí cuando la encontró. Apenas pasaron esos años, tú volviste y él no, eras su escudero y lo dejaste con otra persona.- decía entre dientes y con sus manos cerradas en puños.

-¿Sí? Regresé y tu madre me encarceló 7 años por justamente haberlo "abandonado".- respondió molesto y haciendo comillas con sus dedos.

-¡Porque fueron esos 7 años que pudo haberlos pasado con su esposo y nosotros con nuestro padre!- gritó ella en una mezcla de rencor y dolor- ¡Pero hace 12 años que se fue y no regresó! ¡¿Por qué?!- demandó en un desgarrador grito, luego reprimió un sollozo y le dió la espalda a todos para tapar su rostro con sus manos y tomarse unos segundos para controlarse.

-Lo siento.- susurró Spitelout a sus espaldas- Cómo me encantaría cambiar el pasado para que la situación de aquella noche haya sido diferente, pero no pudo hacerlo.- añadió en un tono muy tenue y arrepentido.

-Sólo...- Astrid se giró más calmada, pero dedicándole ahora una expresión neutra- Llévame a la tumba de ese hombre y hallemos el arma por la que perdí a mi padre.- pidió y él sólo asintió.

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-¿Si puedes decirme cómo sabes dónde está la tumba de un hombre que la última vez que lo viste fue hace 7 años y tampoco lo viste morir?- cuestionó toscamente Astrid, mientras caminaban con antorchas por un túnel subterráneo, hasta que llegaron a un pozo.

-Bueno, él ya lo tenía construído desde hace décadas, decía que no sabía cuándo llegaría su hora de partir y quería estar preparado.- respondió subiéndose al pozo y dejando caer una cubeta amarrada a una cuerda.

-No voy a bajar.- decretó seriamente la princesa. Pues lo último que quería era meterse a una estrecha tumba y posiblemente no tener una forma de salir.

-Obvio que no. Tienes que quedarte aquí para subirme.- le indicó el mayor- Ah, cuidado con las ratas rabiosas gigantes.- le advirtió rápidamente.

-¿Las qué?- cuestionó Astrid extrañada.

-¡Adiós!- rápidamente Spitelout se dejó caer en el pozo y cayó prolijamente en la tumba.

-¿Qué son las ratas rabiosas gigantes?- preguntó una vez más la rubia al acercarse al borde del pozo y mirar hacia abajo.

-Eh, son como las describe el nombre.- contestó él con obviedad.

-Carajo.- murmuró para sí misma y con el ligero arrepentimiento de haber dejo a Patán y a los gemelos en la puerta como vigías.

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Bocón y sus guardias llegaron a un sector del Sendero Despiadado, pues tenían que tomarlo necesariamente para llegar a su destino, el cual era subir una imponente montaña. Sin embargo, cuando se bajaron de sus caballos y caminaron un poco, se percataron que habían 5 caballos aguardando en un lado del camino.

-¿Por qué dejarían sus caballos en campo abierto?- preguntó a sus hombres.

-No tenemos idea.- respondió uno de ellos.

-Eso no es normal en Astrid, pero ya no importa.- le restó importancia, pues con tal de que no aparezcan sus jinetes, ni tendrían ningún problema- Subiendo la colina, cruzando las puertas del destino que nos espera, ahí nos esperan ms hermanos. Nos vamos a casa.- les decía sonriente, mirando con anhelo el camino cuesta arriba.

-No van a ir a casa.- refutó tranquilamente Heather a su lado- Van a morir. ¡Sólo mírense! Son un asco. Sé que no van a sobrevivir a esto y sé que, muy en el fondo de ese cascarón podrido, ustedes también lo saben.- dijo encarándolo.

El Capitán sólo gruñó y la tomó bruscamente del brazo para hacerla caminar y empezar el camino de la montaña, pero cuando solo avanzaron unos pasos ella se detuvo.

-¿Qué?- le preguntó Bocón tratando de no perder la paciencia.

-Cambié de opinión. Declino.- declaró alzando sus manos a ambos lados de su cabeza en señal de rendimiento.

-Recorrerás ese camino y fin de la discusión.- contestó el rubio.

-¡Oblígame!- lo desafío la pelirroja y fue suficiente para que un guardia poseído camine hacia ella y se disponga a sujetarla, pero Heather reacciona y coloca su mano en su desfigurado rostro, el hombre dió un alarido de dolor cuando aquel contacto quemó su piel y se alejó de inmediato.

-¡¿Cómo es que hizo eso?!- cuestionó otro asombrado y Bocón gruñó por lo bajo.

-¡Soy mágica!- celebró Heather mirando su mano aún alzada.

-No eres rival para el poder de Sersi.- señaló el Capitán mirándola con menosprecio, la cocinera se volteó hacia él y la arrogancia se vió reflejada en su cara.

-Claro que lo soy. ¡Yo soy Heather Berserker!- discrepó con ímpetu y sin inmutarse al ver cómo el rostro del rubio se volvía más tétrico, volviendo su piel más verde grisácea y más finas líneas negras también la surcaban- ¡Thoasa Odrocmora Joasa!- exclama al aire con los brazos extendidos, pero nada sucede.

Los guardias endemoniados se ríen de ella, pero una daga roza la oreja y llama su atención. Bocón sonríe de lado al ver a su hijo adoptivo y detrás de él parecen Patapez y las hermanas burglars.

-¡No la vuelvan a tocar, cabezas de carnero!- les gritó el príncipe entre titubeos.

-Qué buen insulto, mira, ya te tienen miedo.- soltó Alexa sarcástica.

Hiccup se acerca a su padre, empuñando su espada, pero con la guardia baja, y Bocón no tarda en sacar la suya imitándolo.

-Por favor, déjame ayudarte, papá.- le pide el ojiverde con la voz temblorosa.

-He visto el futuro, Hiccup. Y, dentro del vacío, el eterno rey limpiará este mundo de todo dolor y enfermedad. Seremos libres.- el adulto mantuvo su postura y le fulminaba con la mirada.

Hiccup, con claro pesar en sus facciones, alza su espada optando por una posición defensiva y endureció su mirada, Bocón también elevó su espada apuntándolo y sus hombres también se prepararon para combatir, al igual que Alexa sacaba su daga y Heather tomaba una piedra cerca a ella.

Padre e hijo, mentor y aprendiz; ambos mirándose fijamente, esperando a que uno dé el primer ataque.



































































¡Hola hola, genteeeeeeee!

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. 💙

Lamentablemente en el capítulo no llegamos a la meta de los 20 votos, por lo que hoy no tenemos una doble actualización; sin embargo, siento que en este capítulo hemos tenido mucha tensión que nos compensa un poquito.

¿Qué les pareció?

Bueno, eso es todo por hoy...

¡Nos leemos pronto! ❤️








































































































A_Hiccstrid

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