-¡Suéltame!- le exigió Astrid a su madre cuando ya estaban lejos de la fiesta, pero Lagertha aún la tomaba fuertemente de la muñeca y, casi a rastras, la hacía caminar por el pasillo.

-Avergonzaste al príncipe, me avergonzaste a mí y les mostraste a todos quién eres en realidad: una niña petulante que debe crecer.- escupió la reina con rabia, mientras la soltaba con fiereza, logrando que su hija de unos pasos hacia delante y su cabello suelto cubra perte de su rostro.

La princesa se giró hacia ella con enfado.

-¡Soy una prisionera!- aclaró- Condenada a una vida que ni siquiera elegí.- añadió con ímpetu.

-Nadie elige su vida, Astrid.- contraatacó la mayor.

-Ni a su mamá.- refutó la mencionada con decepción y bajando ligeramente su tono de voz

-Así es.- concedió la monarca para después tragar saliva con dureza, no podía dejarle ver a su hija que sus palabras la habían lastimado- Tampoco a sus papás, hubieras conocido al mío.- soltó con cierta ironía al recordar al malvado rey Grimmel.

Sin embargo, antes de que Astrid pudiera responder, su hermano mayor apareció con una desconcertante sonrisa en sus labios.

-Todo está bien. Hablé con Patapez, por cierto, no es un tipo tan malo cuando ya lo conoces.- les informó con un mejor ánimo y dirigiéndose en lo último a su hermana- Él hablará con el rey, arreglará las cosas.- agregó ahora mirando a su madre.

Cabe señalar que ninguna de las dos cambió sus semblantes enojados.

-Deberías seguir persiguiendo chicas.- bramó Lagertha ahora fijando su vista en su primogénito- En vez de meterte en asuntos que eres incapaz de entender y no son de tu incumbencia.- remató para desilusión del pelinegro, quien bajó su mirada avergonzado.

Por supuesto que ninguno de los dos jóvenes estaba de acuerdo con el cruel trato que les daba en estos momentos su madre, pero sabían que estaba muy furiosa como para reclamarle.

-Váyanse a la cama los dos.- siguió hablando ella tras un tenso silencio y luego miró a la ojiazul- Mañana, a primera hora, te disculparás con el rey y con el príncipe. Luego te convertirás en su esposa.- decretó con firmeza para después retirarse, sin darle tiempo a ninguno de responder.

Astrid resopló con resignación, mientras tiraba su cabeza hacia atrás. Luego se fijó en cómo su hermano se alejaba con desgano.

-¿Y tú qué crees que haces?- le cuestionó al momento de seguirlo y Eret frenó de golpe.

-¿Tú también vas a reclamarme algo?- contestó él frunciendo el ceño, mientras la veía pararse frente a él- Con lo que me acaban de decir me basta.- añadió sarcástico y la rubia arrugó la nariz por el enojo.

-Yo nunca te dije "ayúdame".- se defendió ella cruzando sus brazos y sosteniendo su mirada en la de él.

Ella odiaba que su hermano le saque poco más de una cabeza, al igual que Hiccup, pero con el castaño no tiene muchos problemas.

-No, pero siempre te voy a ayudar, porque eres mi hermana y te amo, incluso con tu encantadora personalidad.- le aseguró con sinceridad, pero acabando con una sonrisa de lado al querer molestarla con su carácter.

No obstante, a Astrid no le hizo mucha gracia.

-Todo el mundo te ama, porque eres encantador y divertido...- señaló ella y el príncipe frunció nuevamente el entrecejo al no entender a dónde iba- Mientras no esperen nada de ti, porque en el momento en que lo hacen, te vas. Como lo hizo papá.- acusó con voz más apagada y perdiendo la furia en sus ojos para reemplazarla por tristeza y nostalgia.

-Yo no soy él.- logró pronunciar Eret en un hilo de voz- Astrid, no voy a ir a ningún lado.- le aseguró con determinación.

No obstante, la princesa negó exasperada con la cabeza y se dió media vuelta para caminar lo más rápido posible a su cuarto y encerrarse para autorregañarse por haberse mostrado vulnerable con aquel tema hacia su hermano. Mientras que por su lado, el fornido soltó un largo suspiro, pues a él también le afectaba la terrible ausencia de su papá.

∞ ∞ ∞

Las horas pasaron y la madrugada envolvía con una cálida oscuridad al reino del Nuevo Berk y, aprevechando aquella penumbra, una joven rubia se movía con cautela por los pasillos de la parte trasera del primer piso del castillo, zona por dónde viven los sirvientes del castillo.

Cuando estuvo frente a la puerta se buscaba, la abrió con discreción y se metió a la habitación. De dedicó a mirar unos segundos cómo dormía su mejor amigo y luego, en unos rápidos movimientos, colocó una de sus manos en la boca del muchacho y se sentaba a horcajadas sobre su abdomen. Hiccup, se despertó de golpe tomándola rápidamente de la cintura con ambas manos, pero se tranquilizó al ver de quién se trataba.

-Casi me matas de un susto.- le regañó en medio de un jadeo cuando ella dejó sus labios libres.

-Ya me voy.- le dijo la ojiazul y el frunció el ceño- Vine a despedirme.- añadió con pesar al saber que lo dejará atrás y el ojiverde resopló con disgusto cuando entendió a lo que su amiga se refería.

-Carajo, Astrid, sé que te enojaste, pero...- él quiso replicar, pero lo interrumpió.

-No, no. De verdad, por primera vez en mi vida, pienso con claridad.- señaló con una satisfecha sonrisa, mientras movía sus manos hacia los hombros del muchacho y las dejaba reposar allí.

-Si fuera así entenderías que huir...- otra vez, el ojiverde no pudo terminar su oración.

-No es por la maldita boda con Patapez. Bueno, en parte sí, pero estoy buscando algo y no está aquí. Está ahí afuera, más allá de la barrera.- le confesó, mientras Hiccup mantenía sus esmeraldas clavadas en los zafiros de ella. Astrid no pudo más, tener así de cerca y mirándola de aquella forma, le dieron el impulso para inclinarse y unir sus labios. El castaño se sorprendió en primera instancia, pero no tardó en mover sus labios para corresponderle, cuando sus pulmones exigieron aire, la princesa fue quien rompió el beso- Serás un gran guerrero.- le aseguró encantada entre jadeos, mientras se ponía de pie e iba a la puerta- Pero aún así, te ganaré.- finalizó con una sonrisa pícara justo antes de salir.

Mientras que Hiccup, también jadeante, llevaba una sonrisa de idiota en los labios y aún miraba en la dirección por donde la rubia se marchó.

∞ ∞ ∞

-Es un símbolo...- le dijo el príncipe heredero colocándole una hermosa y fina pulsera en la muñeca de la pelirroja- De uno de mis compromisos contigo.- explicó, mientras la joven lo veía con pena.

-Yo no tengo nada para ti.- soltó desviando su mirada avergonzada.

-Sólo mírame.- pidió con dulzura, mientras suavemente la tomaba del mentón y la hacía verlo- De esta forma el resto de mi vida.- añadió logrando que sus ojos verdes brillaran.

-Podría hacerlo. Lo haré.- sonrió la joven, antes de lanzarse a sus labios y empezar un apasionado beso sobre la cama del príncipe.

∞ ∞ ∞

En otra zona del castillo, Lagertha no podía dormir en paz, puesto que unas voces atormentaban sus sueños, logrando que se retorciera entre sus sábanas.

"Ya están cerca."

"Él vendrá a buscarlos para terminar lo que empezó."

"El mal viene."

"Ya sabes qué hacer."

Aquellas eran algunas de las tantas frases en advertencia que escuchaba la reina, por más que ella quiso ignorarlas, las voces se volvían más fuertes, hasta que se despertó y se sentó de golpe sobre su cama.

-Camicazi.- fue el nombre que salió de sus labios.

¡Hola hola, genteeeeeeee!

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. ❤️

Prepárense, porque la acción va a llegar muy pronto. ¿Les gustó el primer e inesperado beso de Hiccstrid? Tranquilos, que esto no cambia nada, sólo fue un impulso de nuestra querida princesa.

Por otro lado, quería preguntarles si les gusta la idea de que en algunos momentos de la historia coloque esas imágenes creadas con IA para un concepto visual. ¿Les gusta? ¿O simplemente no pongo ninguna imagen? Eso sí, aún no lo manejo muy bien, por lo que puede que no siempre sean exactamente los mismos personajes en todas las imágenes, en realidad, es también por ello mi pregunta. ¡Leo sus respuestas! 👀

Bueno, eso es todo por hoy...

¡Nos leemos pronto! 💛

A_Hiccstrid