Capítulo 6.

En ocasiones la mejor opción nunca lo es y en cambio, otras es lo mejor que nos podría pasar.

Aún sentía el ardor en su mano cuando cerraron el trato con ese apretón, fue gracioso, pero sintió ese acto más íntimo que el del día anterior. Su cara se enrojeció de recordar aquello, debía ser una broma haberse acostado con su amigo. Sin embargo, las pequeñas marcas que lograban colarse a la vista en su cuerpo dejaba sin lugar a dudas que el sexo fue algo real como comer.

一¿Estás seguro que es por acá, chico?
一examinó el taxista su rostro, con un deje de preocupación.

Lo pudo ver en sus ojos, él conocía el lugar por las mismas circunstancias que Jisung se hallaba yendo al mismo. Hacía no menos de una media hora que había tomado el taxi en la puerta del lujoso hotel, Minho le pidió llevarlo de nuevo a su casa, a lo que él aclaró con un rotundo no; ya era demasiado el haberse vendido al hombre como para añadirle que conociera su mierda de vida.

一Sí, así es. 一suspiró, mirándolo por el retrovisor.

El taxista no preguntó más, sólo se dejó guiar por el camino de memoria hasta aquel edificio.

一Llegamos. 一declaró, mas en un susurro que otra cosa一. Eres muy pequeño. 一comentó, como sí eso cambiara un poco la situación.

一Tengo una hermana que alimentar. 一le informó, complementando el hecho一. Mis padres han muerto y yo debo de cuidarla.

Salió del taxi, escuchando cómo el hombre sacaba un gran suspiro. Seguro se preocupó de sobremanera, a pesar de no conocerlo; quizás todavía habían personas que valían la pena, pensó.

一¿Cuánto es? 一dijo, sacando su billetera.

一Nada, no te preocupes. Además, sé que te faltará dinero. Los pagos fueron ayer, debe estar furioso contigo. 一lo miró por unos segundos, su boca formó una mueca de lástima sin querer.

Tuvo que voltear la vista, no le gustaba que le vieran así; indefenso y sin nada que pudiera hacer.

一Gracias. 一hizo una leve reverencia y se volteó, sintió que algo estaba en su brazo que reposaba aún sobre la puerta del taxi, pero no le prestó atención, era algún insecto de luz y ahí estaba él, ante las escaleras al infierno, meditó en el inconsciente. Quitó el brazo y pegó dos pasos. Escuchó el vehículo marcharse y supo que era hora, debía entrar al edificio sí no quería que se le hiciera más tarde de lo que ya era.

No sabe cómo su cuerpo caminó por sí solo, pero cuando fue consciente, uno de los guardaespaldas de su jefe se le quedó mirando con una ceja alzada. Quizás esperando que dijera algo de su parte, pero al no comentar nada, sólo lo siguió mirando unos segundos y después habló.

一Vamos, el jefe te espera, has tardado demasiado. 一lo llevó hacia la sala de aquel lujoso edificio.

Se preguntó mentalmente el porqué se había sorprendido con aquella suite, sí el edificio de su jefe bien le hacía competencia con todos los lujos. Trató de desechar esa idea al instante, en esos momentos sólo debía preocuparse por llevar una buena cantidad en su maleta y no más cosas que tuvieran que ver con unos labios carnosos. Bufó por dentro, ni en su mente dejaba de pensar en esos labios.

一¿Por qué has venido tarde? 一increpó con esa voz ronca tan característica de él, mientras le daba otra gran calada a su cigarrillo importado de no sabía dónde.

一Tuve un pequeño contratiempo, pero ya lo resolví. 一trató de mostrarse seguro e hizo que su voz no temblara.

一De acuerdo. 一minimizó el asunto su jefe. Tenía razón cuando pensó que éste se hallaba de buen humor, algo estaba tramando ese sujeto y definitivamente no podía ser nada bueno.

Sacó el fajo de billetes que llevaba escondido desde la noche anterior en su maleta y se la dio al mano derecha de su jefe, lo vio contarlos con cautela; sin embargo, cuando los vio sonreír satisfechos, supo que se había salvado. El dinero era suficiente para mantenerlo contento, así que hoy no tendría problemas.

一Todo está bien, igual que siempre, Jisung. Sólo recuerda no tardar tanto la próxima vez o no calmaré al jefe y te haremos una pequeña visita.

Sintió cómo su cuerpo tembló ante esas últimas palabras. Por supuesto que no tardaría, no quería que nada le pasara a su pequeña Rose y sí ayer se le había pasado, era porque se dejó llevar por el estúpido de Minho, por su maldita calentura que había sido más fuerte, nada más. Él conocía sus responsabilidades y se hacía cargo de ellas.

一Claro que no habrá próxima vez. 一dijo firme.

Intercambió uno que otro chiste agrio, antes que su querido jefe lo dejara ir一nótese su sarcasmo一. Fijó su vista en el cielo, era tan hermoso, lo único bueno de que aquel edificio quedara un poco lejos de la civilización era que se podía apreciar las estrellas cuando salía de este, lo único que podía agradecer era aquella vista que por un momento le hacía sentirse libre, sin ataduras y sin nada que le pesara el alma. Suspiró, no y no, su hermana no era una carga, él la amaba y sí hacía todo eso, era por ella y para que ésta tuviera el futuro que él nunca pudo elegir.

Dio un gran chiflido y detuvo a un taxi que se veía un poco alejado, lo vio regresar a dónde él se hallaba, entro en este y sólo le dictó la dirección de su casa. Hoy había sido un día muy duro y esperaba que la decisión que tomó no le trajera consecuencias desfavorables. No se dio cuenta cuándo había llegado a su casa, hasta que el taxista sacó a Jisung del ensimismamiento en el que se hallaba.

一Ya llegamos, chico. 一dictaminó el hombre con una sonrisa por el retrovisor.

一Tome. 一dio unos billetes, mientras se disponía a salir.
ㅤㅤㅤㅤㅤ

La pequeña Rose había jugado con sus muñecas todo el día, pero extrañaba a su hermano, no había logrado verlo en todo el transcurso del día y su niñera sólo le decía que regresaría más tarde, por eso cuando lo vio bajar del taxi, corrió a saludarlo.

一¡Oppa! 一gritó la niña en cuanto divisó a su hermano y se aventó a sus brazos.

一¡Princesa! 一dijo, dándole vueltas en el aire, la pequeña adoraba esas acciones de su hermano. La llevó en brazos mientras ingresaban a la casa de nueva cuenta.

一Han, ya llegaste. 一se sorprendió levemente la niñera.

一Sí, Jennie, lamento no haberte avisado antes, pero tenía mi cabeza dando vueltas.

一No te preocupes, yo entiendo. Además, la pequeña Rose es un amor y se portó bien todo el día. 一dedicó una sonrisa a la nombrada.

一Oppa, ¿Me contarás un cuento, verdad? Jennie me dijo que cuando llegaras lo harías para que me durmiera.

一Claro, pequeña. 一dándole un beso en la coronilla, le dedicó una sonrisa de dentadura completa.

一Pero ahora debes recoger tus juguetes, porque la cena está servida, ¿De acuerdo, chiquita? 一habló Jennie hacia la niña.

一Sí, ahora voy. 一arrastrando la última palabra, se bajó de los brazos de su hermano para recoger todo.

一¿Hiciste la cena? 一preguntó, en parte aliviado por esa acción, al menos así ya no se mataría la cabeza pensando en qué hacer de cenar.

一Sí, no te preocupes, está todo bien.
一restándole importancia, se encogió de hombros一. ¿Cómo te fue con... Ya sabes? 一susurró.

一Bien, sólo que algo no me está gustando. El jefe parecía muy feliz, algo debe estar tramando el vejete ese. 一susurró de igual cuenta.

一No te estreses por eso, ¿Vale? No debemos adelantarnos a los hechos.

一Tienes razón, además no creo que tenga algo que ver conmigo de todos modos, ¿Cierto?

一Sí, exacto, ahora sólo encárgate de lavarle bien las manos a Rose mientras sirvo la cena, ¿Vale?

一Vale. 一con una sonrisa, Jisung dirigió su rumbo hacia la niña de la casa.

Fue al lado de su pequeña y le dio ternura ver cómo su princesa trataba de lavarse las manos cuando no sabía cuánto jabón echarse en ellas. Entonces su mente le hizo recordar todo, por ella es que se levantaba todos los días, por ella entregaba su cuerpo a cualquier hombre y sólo por ella se vendió a uno. Ella no tenía la culpa de nada y no debía verlo así, porque en estos momentos donde Rose parecía una niña como cualquier otra y él sólo un hermano que observa a su pequeña tratando de ser grande, era lo que le daba fuerzas para salir adelante de lo que vendría.

La cena pasó entre risas y chistes por parte de los grandes, a los cuales la pequeña se unía cuando entendía. La hora de dormir de su princesa había llegado y él se encargó de leer su libro que había prometido. Jennie se fue poco después de la cena, diciéndole que no se preocupara por nada esa noche y sólo se pusiera a cuidar a la menor.

Agradecía el haber encontrado a Jennie, había sido un golpe de suerte. Ella lloraba por un trabajo un día en el parque y él necesitaba una niñera, la paga era por demás para el cuidado absoluto de su pequeña. Fue con el paso del tiempo que ellos lograron forjar una amistad y una tarde cuando él estuvo a punto de entrar en depresión, fue que le contó de su verdad; pensó en muchas cosas, en cómo ella saldría corriendo de su cara al enterarse de lo que trabajaba y le diría cuán repulsivo era por hacer eso. En cambio, lo único que recibió fue un gran abrazo de su parte, diciéndole que ya no estaba solo y que ella trataría de apoyarlo con la pequeña lo mejor que pudiera, fue un gran día aquel y sintió cómo un gran peso caía de sus hombros en ese momento.
ㅤㅤㅤㅤㅤ

El día había llegado y la escuela no era lo que llamara la mejor distracción del mundo, menos sí un Felix andaba haciendo preguntas todo el día sobre el buen polvo del fin de semana.

一Te he dicho que no era tan guapo. 一le restó importancia, pero al contrario parecía haberle importado tres cuartos.

一Seungmin, te digo que el tío ese estaba buenísimo. 一siguió alegándole a su otro mejor amigo todo aquel rollo.

一Mhm, pues no creo que lo sea más que mi Channie.

Y así se la pasaron hablando sobre Minho todo el transcurso del día, porque Felix decía que era un tema de importancia el aspecto de éste.

一Bueno, está bien, tengo que admitir que ese tío está buenísimo. 一Seungmin finalizó en una de las discusiones.

一Pero sí no lo has visto. 一agregó Felix, dándose un golpe en la cara por haber olvidado ese detalle, era obvio que no iba a aceptar lo guapo que se encontraba Minho sí ni siquiera lo conocía. Se quiso dar otro golpe por idiota, ¿Cómo se le olvidaba eso? Sin embargo, al voltear al frente, supo a lo que se refería el contrario. Volteó a ver a su amigo, pero éste parecía andar en las nubes, no notando la presencia frente a ellos. Felix sonrió, era un buen momento para desaparecer, se dijo.

一Jisung, Seungmin y yo debemos irnos por unos pasteles que están limitados. 一habló, codeando a su otro amigo para hacerle entender la situación.

一Ah, sí y si no llegamos rápido, se los comerán otros. Adiós, Hannie. 一se despidieron ambos.

Hizo un leve asentimiento con su cabeza, eso era lo que necesitaba por ahora, un poco de tiempo libre para él solo. Quizás así logrará poner en orden todos sus pensamientos con respecto a Minho y lo que ocurriría con ellos de ahora en adelante. Caminó no más de tres pasos sobre la acera cuando sintió un tirón en su brazo izquierdo y volteó, error, debió seguir su trayecto.

Minho lo tomó de la cintura y le dio un largo beso, disfrutando de la esencia de ese sabor cereza que tanto le fascinaba. Chupó la parte superior, delineando el labio con su lengua y después tomó el de abajo, dándole leves mordiscos hasta sentirlo más esponjoso según él, sus lenguas se encontraron en una danza sobre quién obtenía primero el poder sobre la otra. Sus manos fueron descendiendo hasta sus glúteos, ejerciendo presión en ellos mientras los volvió a masajear una y otra vez.

Escuchó un gemido por parte del más bajo, sabía que le gustaba la manera en que lo tomaba. Sus labios formaron un camino de besos hasta llegar al lóbulo del contrario y darle lamidas a este, no conformándose con eso, descendió hasta su cuello, atacando con chupetones y mordidas leves.

一Mhg... Espera, Minho, aquí no. 一jadeó, ya acalorado por la situación.

一¿Dónde entonces, eh? Pequeño diablillo. 一le contestó, volviendo a atacar sus pecaminosos labios.

一No lo sé, yo... ¡Ahh! 一decía entre gemidos.

Minho sentía que su entrepierna comenzaba a doler y sí seguían de aquella forma, comiéndose la boca y tocando al contrario, tendría que hacerlo suyo y no le gustaría que toda la escuela fuera partícipe de cómo lo empotraba contra su auto y lo hacía llegar al orgasmo, así que con las últimas fuerzas que le quedaban, dejó de tocarlo y le pidió que se subiera al vehículo.

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