Cap. 3- En vela
―Repasemos los hechos. ―Avalon se pasó el bolígrafo que sostenía entre los dedos de una mano a la otra, y continuó paseando por el carísimo suelo de roble de su despacho―. ¿Qué va a ocurrir mañana?
Acomodado en uno de los lujosos sillones con vistas al gigantesco ventanal que ocupaba gran parte de la pared, Tony Stark le devolvió una mirada divertida a su abogada.
Empezaba a conocerla. A lo largo de las últimas dos semanas se habían visto a diario, a fin de prepararse para la vista preliminar que tendría lugar al día siguiente, y, durante ese tiempo, había sido testigo privilegiado de su minucioso estilo de trabajo.
Había descubierto que Avalon Catwright era terriblemente rigurosa, pero, al mismo tiempo, partidaria de las soluciones creativas; que, como él mismo con sus proyectos tecnológicos, perdía la noción del tiempo cuando se metía de lleno en un caso y, sobre todo, que no caía con facilidad ante sus intentos de coqueteo, ya casi un juego acordado entre ambos...
Él le lanzaba un piropo, y ella lo miraba por encima del hombro... Pero tampoco lo rechazaba.
―La vista preliminar ―respondió, como si fuese un chiquillo aventajado en su asignatura predilecta.
―Bien. No será un juicio, pero sí estarán el juez, un tribunal de magistrados y la acusación. Ellos intentarán demostrar que existe causa probable para dar comienzo al proceso judicial. Nosotros vamos a desestimarla. ―Sin apartar la mirada de su cliente, Avalon se apoyó sobre la repisa colindante al ventanal―. ¿Qué tienes que hacer tú?
―Estar muy calladito cuando no me toque hablar, no responder con ironía a las preguntas que me hagan, y dejar que mi competente abogada haga su trabajo ―recitó Tony―. ¿Soy o no soy el alumno favorito de la profe? ―añadió, con una mueca ufana.
Un amago de sonrisa bailó en los labios de Avalon, pero pronto mudó a una expresión profesional.
―No te pongas tu mejor traje, se vería como un alarde de arrogancia ―le aconsejó―. Habrá prensa a la entrada y salida de los juzgados, queremos dar una imagen humilde de ti. Lleva algo discreto, y nada de esas gafas con cristales coloridos.
El millonario enarcó una ceja, ¿qué tenían de malo sus gafas?
―Deberías venir a ayudarme a escoger la ropa, entonces ―comentó, de forma casual―. Esta noche, por ejemplo, te invito a cenar y después dejo que asaltes mi armario. Haremos un Pretty Woman, yo soy Julia Roberts, obviamente.
―¿Pretty Woman? ―Avalon ladeó la cabeza, pero no pareció sorprenderse. También ella empezaba a acostumbrarse a las extravagancias de su cliente―. De acuerdo, Stark. ―Se enderezó y avanzó hasta quedarse en pie frente a él―. Charlie será Richard Gere.
―¿Charlie?
―Sí, Charlie, el abogado que ha estado trabajando con nosotros estas dos semanas, y al que no has dejado de pedirle que te traiga batidos de fresa, por mucho que te haya dicho que no es el chico de los recados...
―Creía que era un becario. ―Tony chasqueó la lengua.
―Es mi asociado, y un gran profesional. Irá a buscarte a las seis de la mañana. Nos veremos frente a los juzgados a las siete y media ―explicó ella, mientras tomaba su bolso de mano, preparada para regresar a su apartamento―. Intenta descansar esta noche, Stark. Mañana es un día importante.
A regañadientes, Tony se puso en pie. Se sentía muy cómodo en ese despacho; le agradaba la suavidad de los elegantes sillones, el ligero perfume a Channel que Avalon dejaba en el ambiente, y la rigurosa seguridad con la que ella manejaba su caso...
Cuando estaba ahí dentro, casi podía sentir cómo se aligeraba el peso sobre sus hombros.
―Buenas noches, letrada. ―Tony la siguió hasta la puerta, donde se despidieron con un breve cabeceo, que, sin embargo, lo dejó con ganas de mucho más.
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El estridente tono de llamada de su teléfono móvil rompió el silencio nocturno en el dormitorio.
Con un resoplido de molestia, la mujer extendió la mano desde su cómodo colchón hasta la mesilla de noche. No dormía mucho, su horario de sueño solía rondar las cinco horas diarias a lo sumo, pero, esas cinco horas eran sagradas. Pocas cosas la importunaban más que alguien atentase contra su ya precario descanso...
Ni siquiera si ese alguien era... ¿Tony Stark?
―¿Stark? ―murmuró, con la voz pastosa, recién arrancada del sueño―. ¿Qué ocurre? Son las tres y media de la madrugada...
―No puedo dormir ―contestó él, al otro lado de la línea.
La respuesta provocó cierta sorpresa en la abogada, aunque no por el contenido, sino por tratarse de quién se trataba. Pese a que no era la primera vez que un cliente la llamaba lleno de dudas la noche anterior a una comparecencia importante, no esperaba que el patrón se materializase también en el genio millonario y arrogante Tony Stark.
Extrañada, pero consciente de cómo debía actuar, Avalon se enderezó en la cama, hasta quedar sentada con la espalda apoyada sobre el cabecero, y se dispuso a hacer lo que tan bien sabía hacer; su trabajo.
―Está todo bajo control, Tony ―respondió, llamándolo por primera vez por su nombre de pila, con intención de resultar más cercana y tranquilizadora―. Confía en mí, es importante que intentes descansar. Mañana será un día muy largo...
―No, no lo entiendes ―el millonario contestó enseguida―. No puedo dormir.
En la oscuridad de su habitación, Avalon se permitió fruncir el ceño y que cierta expresión de desconcierto, y hasta preocupación, asomase a su rostro, Sin embargo, no dejó que nada de eso se evidenciase en su voz al responder.
―¿Desde cuándo? ―quiso saber.
―No lo sé ―contestó Tony, de formar demasiado apresurada como para que Avalon se lo creyese―. Cuéntame algo.
―¿Qué te cuente algo? ―Ella enarcó una ceja. Estaba a punto de decir que no le pagaba para eso, pero en realidad, sí lo hacía. Si Stark acudía demasiado nervioso a la vista preliminar de la mañana siguiente, el trabajo de las últimas semanas podría echarse a perder. Y no quería eso. Quería ganar―. ¿Qué quieres que te cuente?
Un breve silencio, seguido de un suspiro que bien podría interpretarse como alivio, precedió a la voz del millonario:
―No sé, ¿cuál es tu postre favorito?
Inconscientemente, Avalon sonrió.
―El cheesecake de toffe con salsa de caramelo salado que vendían en el puesto frente al Museo de Historia Natural.
―¿Toffe y salsa de caramelo? ―se escuchó una risa divertida al otro lado de la línea―. ¿No es demasiado dulce?
―Te diría que no juzgues hasta que lo pruebes, pero ya no puedes. Cerraron hace meses.
―Vaya, eso sí que es una desgracia ―canturreó el hombre, en un tono difícil de discernir entre una burla irónica y cierta ternura.
―¿Te estás mofando de mí? ―Avalon rio―. Muy bien, Stark, voy a caer en tu juego, ¿tu postre favorito cuál es?
―Cualquier cosa que lleve fresas ―respondió él, sin dudarlo un instante.
―No conozco a ningún hombre que alardee de su gusto por las fresas con tanta facilidad ―repuso la abogada, divertida.
―Entonces has conocido a hombres muy poco seguros de su masculinidad ―dijo Tony, en el mismo tono distendido―. También me gustan los baños relajantes con sales aromáticas, los cócteles con sombrillitas, ¡ah! y el color rosa me sienta de maravilla, como todos en realidad...
―Sí, muy seguro de tu masculinidad, lo capto. ―Avalon agradeció que la conversación fuese telefónica y no cara cara, para que Tony no pudiese ver como se mordía el labio inferior a fin de contener la risa.
―¿Tu equipo de la NBA? He visto todas esas bolas de básket firmadas en tu despacho, obviamente, porque las tienes ahí para que todo el que entre las vea... Pero la cuestión, llevamos semanas colaborando y aún no sé sí te van más los Lakers o los Bulls...
Avalon ya sabía que Stark no tenía la menor dificultad para pasar de un tema a otro como una exhalación. Al millonario no le agradaban los silencios, a no ser que fuese él quien marcase la duración e intensidad de los mismos.
―Vale, es información confidencial, porque tengo clientes en varios equipos ―murmuró ella―, pero soy seguidora de los Knicks.
―Auch. ―Él chasqueó la lengua, y Avalon casi pudo imaginar el brillo burlón en los ojos chocolate de su interlocutor―. Qué decepción, encanto, yo te tenía por una mujer inteligente. Si mi hija llega a escucharte, le da un infarto. Ahora tendré que plantearme cambiar de abogado...
―Sí, por favor ―Avalon sonrió―. Despídeme.
Se escuchó una breve carcajada.
―No te vas a librar de mí tan fácilmente, letrada.
Y no se libró.
Sin pretenderlo, Avalon se encontró pegada al teléfono toda la noche, intercambiando opiniones sobre cualquier tema con un Tony Stark que se negaba a dormir... Sin embargo, también ella perdió el sueño enseguida, tan pronto inmersa en un intenso debate sobre el resultado de los últimos playoffs, como comentando, casi cual adultos racionales, sus películas favoritas.
Cuando quisieron darse cuenta, ya había amanecido.
―Voy a colgar ―avisó Avalon, esta vez en un tono que no dejaba lugar a protestas―. Tengo que vestirme y arreglarme para la vista preliminar, y tú también, Stark...
―Aún estás a tiempo de venir tú a escogerme la ropa ―propuso él, con un sonsonete que recordaba al de un niño pequeño suplicando por otra ración de helado.
―Buen intento. ―Avalon negó con la cabeza―. Charlie estará ahí en pocos minutos. Haz caso en todo lo que te diga. Puede parecer un universitario novato e idealista, pero sabe muy bien lo que hace, ¿estamos?
―Haré lo que diga tu chico, lo pillo ―Tony refunfuñó un poco, pero no sonó molesto, sino divertido―. Te veo en un rato, encanto.
―Sé puntual ―respondió Avalon―. Y deja de llamarme encanto, Stark.
Se escuchó una breve risa.
―No puedo prometer nada, pero me lo pensaré si tú vuelves a llamarme Tony ―sugirió, de forma casi seductora―. Me gusta cómo suena mi nombre en tus labios.
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La acumulación de medios de prensa, paparazzi y toda clase de curiosos en la entrada de los juzgados generales de Nueva York no pilló por sorpresa a Avalon, y tampoco a su equipo.
En cuanto puso un pie fuera del coche que la había llevado hasta allí, los flashes, micrófonos y preguntas formaron un corro en torno a ella, semi obstaculizándole el paso hasta las escaleras de acceso.
―¡Señorita Catwright, aquí por favor!
―Señorita Catwright, ¿por qué ha aceptado llevar el caso Stark?
―¿Cree que tienen posibilidades de ganar?
Avalon trató de avanzar sin hacer caso del acoso de la prensa, pero no era fácil. Apenas llevaba unos pasos cuando Charlie salió a su encuentro, con su sempiterna sonrisa optimista, algo diluida bajo una expresión de incomodidad por el comportamiento de los paparazzi.
Junto a su asociado, venía Happy Hogan, quien no tardó en ponerse a un lado de la abogada, sirviendo de escudo entre ella y los insistentes periodistas.
―Charlie y Happy al rescate ―comentó el abogado, sonriente―. Nos hemos hecho amigos, los dos tenemos jefes extravagantes y adictos al trabajo.
Happy no dijo nada, mantuvo el gesto serio tan habitual en él de cara al público, pero un fugaz asomo de sonrisa bailó en las comisuras de sus labios.
―Todos unos caballeros andantes ―ironizó Avalon, sin darle importancia al pique de su asociado―. ¿Y Stark?
―Dentro del edificio, señorita Catwright ―respondió Happy―. Él quería salir a recibirla, pero creímos mejor que no lo hiciese. Ya hemos tenido nuestras dificultades para entrar sin que mi jefe se parase con cada periodista a responder de forma muy... Stark.
Avalon asintió, y agradeció la iniciativa de Hogan y de Charlie. Definitivamente, ninguna declaración al estilo Stark antes de la vista preliminar favorecería su causa. Con la prensa, Tony tendía a ser demasiado irónico, impulsivo e incluso desafiante.
―Bien hecho.
No fue fácil, pero al fin lograron abrirse paso hasta el vestíbulo principal, una enorme sala con suelos de mármol y escaleras de piedra. Junto a la puerta que llevaba a las distintas salas del tribunal, se encontraba Tony Stark, en pie, vestido con un traje azul oscuro, elegante, pero de corte sencillo, y sin sus acostumbradas gafas de cristales coloridos. Charlie había hecho bien su trabajo.
Al lado del millonario, Tara Andrews, la secretaria de Avalon, sostenía un par de carpetas con toda la documentación que su jefa le había pedido que trajese a la vista.
―Puntual y bien vestido. ―Avalon asintió en dirección a Tony―. Sigue así, y puede que esto no sea una tortura para ambos ―añadió, con cierto deje burlón.
―Yo nunca he dicho que sea una tortura. ―El aludido le guiñó un ojo.
No pudo añadir nada más, pues, en ese instante, otro grupo de hombres cruzó el vestíbulo. Todos ataviados con elegantes trajes, expresiones circunspectas y andares decididos.
Avalon no pudo evitar que un escalofrío le recorriese la espina dorsal cuando el hombre a la cabeza de la comitiva miró en su dirección.
―Ava, vamos dentro... ―propuso Charlie, con intención de evitarle a su jefa un momento incómodo.
Pero no fue lo suficientemente rápido. Gabriel Catwright se acercó a ellos, seguido de sus socios.
Había pasado mucho tiempo desde el último encuentro entre Avalon y su progenitor, unos dos años desde aquella vez que habían coincidido en los juzgados por asuntos de trabajo, sin embargo, el hombre no había cambiado en absoluto. Seguía vistiendo los mismos trajes caros, peinaba del mismo modo su cabello agrisado con escasas canas, y lucía la misma expresión arrogante en el rostro. Arrogante, peligrosa, y llena de confianza.
―Me llegó el rumor de que mi propia hija iba a enfrentarse a mí en este caso, pero quería creer que no era verdad ―Gabriel Catwright no se molestó en mediar saludo, ni en presentarse ante los acompañantes de Avalon.
―Espera, ¿qué? ―Tony frunció el ceño, confuso, mientras el rostro de la abogada se endurecía.
No pensaba mostrar el más mínimo atisbo de debilidad frente a ese hombre.
―Disculpe, letrado, pero las partes enfrentadas tienen prohibido intercambiar opiniones sobre el caso antes de la vista preliminar. No quisiera tener que acusarlo ante el juez.
En lugar de sentirse amenazado por las palabras de su hija, Gabriel sonrió, casi con orgullo.
―Eres una buena abogada, Avalon. Deberíamos hablar. La oferta que te hice hace años todavía sigue en pie...
―No ―Avalon no le permitió terminar―. Tú y yo no tenemos nada qué hablar. ―Se volvió hacia Stark y el resto de su equipo, haciéndoles una seña para que la siguieran―. Nos vemos en el tribunal ―zanjó, esta vez en dirección a su progenitor.
Con estas palabras, dejó atrás a Gabriel. No tenía intención de soportar su presencia un segundo más del necesario.
―Espera, Avalon. ―Tony la interceptó a mitad del corredor, ya lejos del vestíbulo―. ¿Qué es eso de que el abogado de mi acusación es tu padre?, ¿por qué no me lo habías dicho?
La aludida miró a Charlie, que supo entenderla sin necesidad de palabras.
―Nosotros vamos entrando ―murmuró el chico, pidiéndole de forma velada a Happy y a Tara que le siguieran la corriente.
El pasillo quedó despejado, a excepción de la abogada y su cliente, quien continuaba mirándola con un gesto que pedía a gritos una explicación coherente.
―¿Cuál es el problema, Stark? Tú me pediste que fuese tu abogada. Fuiste tú quién me buscó a mí, no al revés.
―Entonces no sabía que tu padre, ¡tu padre!, Avalon, es quien quiere meterme entre rejas. ―Tony se masajeó las sienes, agotado, incluso cabreado. En las últimas semanas se había abierto con esa mujer, tal vez no por completo, pero sí mucho más de lo que lo había hecho con nadie desde hacía meses... Desde que su equipo lo había dejado colgado. Le dolía, ¡joder! No estaba preparado para soportar otra puñalada de alguien a quien apreciaba―. ¿Cómo voy a confiar en ti ahora?
―¿Disculpa? ―Avalon frunció el ceño―. No era un secreto, nunca lo fue. El tribunal publicó hace semanas que el bufete Catwright&Co sería el encargado de la acusación. ¿Qué rayos te pasa, Stark?, ¿no se supone que eres un genio?, ¿o estabas tan ocupado babeando por mis piernas que has olvidado mi apellido?
―Eso no es justo ―masculló él, tras parpadear varias veces―. Claro que sabía quiénes estaban en la acusación, creí que eran otros Catwright, no pensé que podría ser tu familia, pensaba que...
―Nadie te pide que pienses. Para eso estoy yo ―lo cortó Avalon, muy cabreada―. No es que sea asunto tuyo, pero no eres el único con una familia complicada.
Las palabras de la mujer calaron en el acelerado cerebro del millonario. Dejó de hablar, y se limitó a mirarla durante varios segundos, tal vez más calmado, pero con la misma expresión solemne, y de suspicacia.
―Confié en ti ―Tony exhaló un suspiro y negó con la cabeza―. No me gustan los secretos, Avalon.
Avalon inspiró hondo antes de responder. Estaba molesta, mucho. La situación ponía a prueba su estabilidad emocional; su padre se encontraba a pocas puertas de distancia y su cliente dudaba de sus motivaciones... Sin embargo, muy en el fondo, era capaz de comprender por qué Tony Stark reaccionaba así...
Ella conocía la historia del millonario, estaba al tanto de la traición que había sufrido por parte de sus compañeros, de su país, de la gente a la que protegía... Ella conocía su historia, pero él desconocía la suya.
―Escucha, Stark, si no te fías de mí, despídeme ahora, porque no puedo trabajar con alguien que no confía cien por cien en mí ―explicó, en su mejor tono conciliador, pero con voz alta, clara y muy segura―. Pero si quieres que siga siendo tu abogada, tendrás que dejar eso a un lado. No voy a contarte mi vida privada, ni mis asuntos con mi familia, pero te prometo que, dentro de esa sala, nada me importa más que mi cliente. Ahí dentro me dejaré el aliento por ti si hace falta. ―Hizo una breve pausa, e inspiró hondo antes de proceder a su último alegato―. Eso es todo lo que puedo ofrecerte. Lo tomas, o lo dejas.
Se sucedió un breve silencio, durante el cual, el rostro de Tony permaneció impasible, imposible de descifrar para un observador ajeno.
―Lo tomo ―sentenció, tras varios segundos de incertidumbre.
Tony Stark detestaba los secretos, cierto, pero algo en su interior le decía que podía confiar en Avalon Catwright. Se fiaba de ella. Se había fiado de ella desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron.
―Bien. ―Ella asintió―. Asunto zanjado.
―Por el momento. ―Contra todo pronóstico, Tony esbozó una sonrisa ladeada―. Soy muy persuasivo, encanto. Al final terminarás contándome todos tus secretos.
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Que todo tiene su lado positivo, y el de la cuarentena es que por fin tengo tiempo para actulizar a mis niñas de Powerful Women (y sí, hablo en plural, porque se vienen más actualizaciones jugosas de esta saga xD).
¡En el próximo capi ya va a ser la vista preliminar! I dont know why tengo muchas ganas de meterme de lleno en todo el rollo judicial (mucho Suits y mucho The Good Wife he visto jaja). De todos modos, esto es Marvel, y si habéis leído algo más de mi saga, sabréis que me gusta hacer honor al género y meter las dosis de acción que este fandom merece. So, no os acomodéis, vienen muchos momentos intensos para Avalon y Tony
SUPER IMPORTANTE necesito un shippname para estos dos, help me please jajaja. Really que los shippeo intensamente xD
Besos, os amo mucho, cuidaos mucho, y espero que estéis todos bien
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