Creo que esto es un miedo irracional pero aun así tengo miedo
Ted Bundy siempre me pareció un nombre lindo. Desde que lo escuché la primera vez, pensé que sonaba tan melódico como una canción, como arte auditivo. Lo tarareaba en mi mente cada vez que podía, casi como un mantra. Desde que lo escuché la primera vez, me ha costado sacarlo de mi cabeza. Solo puedo olvidarlo temporalmente cuando me concentro en algún oficio o si recuerdo a Mary Bell, otro nombre igual de bonito.
Siempre he admirado a las personas de personalidad aparentemente fría, a esos hombres y mujeres que son tan concientes de su propio cuerpo y de su entorno, que pueden manipular a los demás. Como siniestros clones de Patrick Jane. Siempre quise ser uno de ellos, pero me rendía a los pocos segundos de contemplar la idea. Suelo portarme de manera impulsiva, casi nunca pienso antes de actuar; es un fastidio con el que tengo que lidiar durante mi día a día, pues suelo meterme en problemas en algunas ocasiones.
Quizás por eso admiro tanto a los psicópatas, ellos saben cómo controlarse. Son la versión más perfecta de un ser humano, ignorando el hecho de que no pueden sentir empatía. De todas formas, ¿para qué necesitas la empatía? Las emociones solo te esclavizan, nublando tu juicio y tu lógica cuando necesitas tomar una decisión importante. Por eso es que el mundo está plagado de errores y, en las películas, el conflicto solo puede resolverse mediante un deux ex machina cuando el protagonista se niega a ver morir a su hija o esposa; solo para eso usan a las mujeres. Las emociones son inevitables errores.
Es incómodo saber que nunca podré deshacerme de los sentimientos. Me mantienen en un estado de preocupación absoluta, pensando siempre en qué pensarán de mí o si me arrepentiré mañana de lo que hice o de aquello que preferí evitar, manipulando silenciosamente mi actuar. Ni yo mismo puedo controlarlos, por más míos que sean. Quisiera mantener todas las ideas y sensaciones que hormiguean por mi cuerpo dentro de límites impenetrables, encerrarlos en una caja fuerte y olvidar la contraseña.
Quisiera aprender a fingir tal y como lo hacen ellos. Dicen en los documentales que fueron populares durante su época escolar. Fingiendo para el gusto de la gente, manteniendo la socialmente correcta buena apariencia. Siendo el maniquí perfecto, pero tramando algo en secreto. Porque los psicópatas son superiores a todos los demás. No puedes ser controlados. Ellos te controlan a tí. Ellos mueven los hilos de esta sociedad porque fueron creador para hacerlo.
Nina es una farsa. Ni en su fachada de caricatura inventada fue capaz de identificar los desaciertos de su ídolo, pues solo quiso seguir sus pasos al pie de la letra. ¿Qué clase de persona elegiría ser impulsiva, cuando está frente a sí el camino correcto? Ella cometió un error, nunca se mata a los que son cercanos a tí durante el primer tiroteo. Ese es el problema de las emociones, te corrompen. Creo que yo he sido corrompido. Los límites del bien y el mal se deshacen en mi materia gris.
Llegados a este punto, me veo en la obligación de confesar uno de mis mayores miedos y, al mismo tiempo, la razón por la cual escribo esto. En los últimos meses he adquirido un gusto casi obsesivo por los documentales. Sí, documentales y blogs con las historias de distintos asesinos seriales.
Puede que, superficialmente, no parezca la gran cosa, pero puedo asegurarte que no es así. He perdido la sensibilidad ante violaciones y necrofilia, ahora son otras palabras más que uso a la ligera en mi vocabulario; igual que sexo anal, vagina o viaje escolar. Incluso puedo reír si la situación narrada es similar a un chiste de humor negro. La pedofilia está a punto de pasar a segundo plano. Aunque sigue resultándome incómodo oír sobre los pederastas, admito que me causa un poco de morbo el imaginar esos actos como simple pornografía. No, tranquilo, no lo he hecho. No conozco tanto el internet como para curiosear en sitios turbios, incluso me da miedo la deep wep. ¿Y si en una de esas, se cuela mi dirección y aparecen personas horribles a la puerta de mi casa? No, gracias.
Justo de esto se trata. Me da miedo ir más allá, seguir a mis impulsos. Realmente quiero ver cómo es violado un niño o tirarme un maratón de peliculas eroguro. Pero, ¿qué pasará si lo hago? Seguro mi deseo irá escalando, igual que los deseos sexuales de Tsutomu, cuando fueron influenciados por la pornografía sadomasoquista. Me da miedo el camino que se formaría.
A veces me sorprendo cuando en mi cabeza se forma la idea de degollar un pájaro. Esas asquerosas aves enjauladas que mi hermano mantiene cerca de la cocina... Me dan ganas de tomar su pequeño cuerpo entre mis manos y destriparlo hasta verlo morir. Seguro sería algo fácil. Luego le cortaría la cabeza. Bueno, el cómo lo haría realmente no importa, porque no puedo hacerlo. No puedo dejarme caer en algo como eso. Se darían cuenta, pasaría a mi historial. “Era un estudiante del montón pero un día empezó a matar pájaros”. No, no, no. Eso no puede ser divulgado, sería muy cliché. Y la verdad, tampoco quiero matar pájaros. Despellejar un pollo fue suficiente para darme cuenta cuan asqueroso puede ser tocar la carne de un ser que antes estuvo vivo.
¿Ahora entiendes de lo que hablo? Me preocupa más cómo será contada mi historia una vez cometido el acto, que las consecuencias en sí. Iría a la cárcel, tal vez. O me suicidaría antes de que eso pasara. Sí, eso es más seguro; mi cobardía no me permitiría vivir mas tiempo del necesario. Justo a eso le temo. ¿Qué pasa si me atrapan debido a mis nervios? He pensado que, si llego a ejecutar un homicidio, seguro sería uno pasional. A veces no puedo controlar mis impulsos y acabo llorando en el baño. Es algo normal, ¿no? Son ataques de ira, pero me da miedo quebrar o romper algo. Aún cuando la rabia y la impotencia van nadando por todo mi ser.
Es una sensación horrible.
Mi entorno no está tan obsoleto si lo comparo con la vida de Richard o Kemper. Debería ser feliz, pero la felicidad también es un sentimiento. Y yo quiero renunciar a ellos. ¿Qué camino debo seguir? Las líneas se vuelven difusas. Quisiera aprender a controlar todo pero sé que no puedo. Soy incapaz de controlar mi cuerpo cuando lo abstracto toma el control. No puedo hacer nada al respecto.
La psicología es una medicina lenta, ni la gripe mas fastidiosa dura tanto. Luego está el asunto ese de la legalidad. Aún soy menor de edad, solo me meterían en un reformario. Eso es mejor que la cárcel, ¿no? ¿Es mejor que la cárcel aún cuando, en momentos como este, me siento encarcelado?
¿Qué clase persona soy? Me he hecho varias veces esa pregunta. De manera frecuente, me pregunto si los pasos que evito dar ahora marcarán de alguna forma mi futuro. Me pregunto si hay un camino definitivo y es imposible escapar de él. No creo que sea tan fácil como darle la vuelta a la hoja de un libro y ver qué más hay en la historia; por mas que a veces me pierda en los confines de mi mente e imagine hasta el mas mínimo detalle de cómo sería mi vida si cedo ante la tentación y el caos empieza a torcerme. Más y más fuerte. Ahorcando mi escasa empatía hasta reducirla a cuestionamientos morales poco frecuentes.
En serio me gustaría viajar hacia realidades paralelas y explorar qué pasaría ante un minúsculo desliz. ¿Haría efecto el efecto mariposa? Valga la redundancia, sería interesante poder ver qué tan jodido vas a estar solo con cambiar el estilo de pornografía. De todas maneras, no creo que el gusto por lo hardcore y los demás tipos similares de porno influyan tanto en el comportamiento antisocial. No veo videos de eso, debido al miedo irracional que sigue influyendo como cualquier otro tipo de miedo. Y, de todas maneras, a veces imagino la sensación de tomar el cuello de mi hermana y ahorcarla lentamente de manera vívida, puedo sentir su respiración disminuyendo lentamente y cómo su cuello comienza a achicarse a causa de mi propia fuerza.
Otras veces, cuando lavo los cubiertos y platos, no puedo evitar recrear escenas de apuñalamiento y policías entrando a la escena del crimen, cuando tengo un cuchillo en mis manos. ¿El proceso de investigación será igual a como sucede en la tele? Seguro que no. Seguro que en realidad todo es más aburrido. Seguro nadie se preocupa tanto por el perfil psicológico del agresor hasta que ya van por la cuarta víctima.
Sé que no debería inventarme estas escenas teniendo a mi familia como protagonistas. Pero, entiendan, soy una persona que pasa la mayor parte del tiempo aislada. Por eso me resulta tan familiar su anatomía. Me resulta familiar la anatomía de mi familia. La obesidad de mi madre no sería un problema si utilizo un cable y lo coloco en su grasoso cuello. Lo haría parecer suicidio, lo cual es una lástima porque los cuchillos y navajas son objetos más personales. Su redonda panza y sus sobresalientes llantas de carne me resultan desagradables, aún sin estar cubiertas de sangre. La verdad no me dan ganas de ver cómo se desinfla.
Mi padre es el mayor problema. Su fuerza física es mayor que la mía. Le tengo tanto miedo que en él preferiría usar veneno. Y a mi hermana la apuñalaría. Varias veces. En sus extremidades. Hasta que se desangre. La detesto tanto desde el día en que llegó a la casa horas después de nacer. Debió haber muerto durante el parto, pero salió de esas que no tienen el espíritu débil sin importar cuantas veces la abofetee o la pise.
Si lo pienso bien, sin importar quienes sean mis víctimas, mi historia será contada con asco y yo seré el contexto. De todas formas, si llego a hacerlo, no mataré a mi familia. Lo prometo. Y, con eso, doy por terminado este intento fallido de manifiesto. No llega ni a lenguaje poético, a pesar de ser lo más sincero y emotivo que he escrito en años.
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