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Estaba sucio, su hedor era tan fuerte como el de un pescado en estado de pudrición, su cuerpo tan delgado que se encontraba deambulando en la línea de la anorexia, sus ojos no brillaban, eran fríos, sin vida, pero los moretones en su piel eran lo que más destacaba. No era más que un cachorro de humano abandonado por los dioses y condenado a morir en la miseria.
Pero sólo vasto una mirada para que Park Jimin notará que debajo de toda esa decadencia, se encontraba una joya con mucho potencial. Arremango las mangas de su saco y camino hasta el chico que se encontraba encorvado, temblando de frío y buscando comida en botes de basura. Parecía un pequeño cachorro solitario, esperando ser salvado.
La noche oscura no estaba iluminado ni por estrellas, ni por la luna; lo único que le aportaba luz a ese callejón eran las luces provenientes de un vehículo clásico de color negro. Hacia frio siendo algo característico de los días diciembre. Jimin se agachó a la altura del pequeño jovenzuelo, quien le miró asustado y al mismo tiempo curioso. Park sonrió y alargó su mano hacia el moreno para apartar algunos mechones de su largo cabello de su rostro, se maravilló con la vista, en sus veinticinco años de vida jamás había visto ser más hermoso que aquel muchacho con exótica apariencia.
—¿Cómo te llamas? —preguntó. El chico negó, pero no apartó la mano de Jimin, al contrario, como un cachorro respondió a la caricia en su mejilla, pidiendo más, era un ser falto de amor—. ¿No tienes un nombre?
No hubo respuesta y Jimin sonrió de nuevo, sus pequeños ojos se cerraron por completo, su rostro parecía el de un pequeño y astuto zorro, sobre todo por esa mata de cabello color zanahoria, era un hombre cautivador. El chico sólo negó.
—¿No tienes un nombre? —volvió a preguntar y el chico asintió con la cabeza—, entonces yo te daré uno, ¿Qué te parece Taehyung?, significa que todo estará bien, incluso en los tiempos más difíciles. Yo te ayudaré, sólo tienes que darme tu mano y hacer lo que yo te diga.
El chico no respondió, pero aún seguía con su mejilla puesta en la mano de Jimin, disfrutando la pequeña caricia y el contacto caliente de su piel. Aquella simple fricción llevaba calidez a su cuerpo. Entonces Jimin se puso de pie y el muchacho se aferro a su pierna con fuerza. Jimin volvió a sonreír y estiró su mano hacia él, el moreno, no, Taehyung la tomó sin chistar, necesitado y embobado por Park Jimin como si fuera un salvador.
...
Taehyung abrió los ojos, se quedó dormido mientras trabajaba y había soñado con la primera vez que conoció a Jimin. Sus recuerdos del pasado eran confusos pero ese día jamás lo olvidaría. Habían transcurrido más de siete años desde aquel día y él había cambiado para bien, ya no era el jovencito de trece años que buscaba comida en los botes de basura o que tenía que pelear por ganarse dos wones. Todo era gracias a Park Jimin, su ángel, su todo, su dueño. Jimin lo limpio, lo cuido y mimo, alimento y le dio una cama suave donde podía descansar y cerrar los ojos sin preocuparse si viviría mañana o no.
Sé levantó, se vistió con una bata y camino por los pasillos de la casa, pasando por varias habitaciones hasta la recamara principal donde se encontraba la única persona que hacía a su cuerpo vibrar. Seguramente Jimin seguía descansado y quería verlo despertar, acostarse en sus piernas mientras lo escuchaba cantar. Sólo quería estar cerca de la persona a la que más amaba.
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