Capítulo 14 - 42
El viaje es muy rápido al menos para mí. Por la tarde ya estamos llegando y se me doblan las piernas en cuanto terminan los escalones y piso tierra firme. Lázaro alcanza a sujetarme por el brazo y yo me deshago de su mano morena clara.
―Tranquila ―Se ríe―. No te voy a morder.
―Eso dijiste antes de tener sexo conmigo y luego cambiarme por ya sabes quién ¿Te acuerdas?
―Wo. No sabía que me seguías guardando rencor. No cabe duda que el mundo puede estar estallando pero las mujeres serán siempre unas vengativas rencorosas que no perdonan los pequeños errorcitos.
―Ay cállate Lázaro.
―Si de algo te sirve, tenías mejor cuerpo.
Ruedo los ojos pero evito que vea que una sonrisa ha aparecido en mi cara. No tanto porque me lo diga Lázaro, me importa el cumplido en sí.
Estamos en un lugar que es como una pista que debió servir para que los cruceros desembarcaran. Por allá hay otro barco, que debió quedarse justo como está. Me siento un poco como Rose cuando va a abordar el Titanic, sin saber que al llegar aquí hemos lanzado la moneda, la suerte está echada y tal vez estemos a punto de chocar contra un iceberg.
―¿Y bien? ―Guillermo vuelve de ayudar a llenar un carro militar que había estado esperando el crucero y que ahora carga con docenas de armas y se aleja. Dieter a su lado alza la cabeza para verlo mejor como si se tratara de un superhéroe―. ¿Caminamos?
―Van a venir por nosotros ¿verdad? ―pregunta Lázaro mientras las docenas de personas civiles que venían en el barco también comienzan a caminar.
―Sí. Deben de.
El carro militar se aleja y con él Radcliffe, el capitán del crucero y subalterno. Hemos quedado los medio civiles y por todos lados se ven cajas de carga y descarga. Guillermo hace señas a las demás personas para que no se dispersen por el lado incorrecto. Walter le quita el collar a Rony para que vaya a olfatear por ahí. Siempre es el más feliz de todos.
Luego de unos metros el otro crucero nos deja de tapar la vista de una especie de calle donde seguro entraban los coches. Ahí esperamos, atentos a lo que se vea.
―¿Crees que haya mujeres? ―le pregunta Lázaro a Guillermo―. Ya sabes, colombianas.
―Tal vez.
Intercambian un gesto de esos que solo los hombres entienden. Alzo las cejas hacia Guillermo más sorprendida porque ahora resulta que va a hacerse amigo de Lázaro. Giselle niega con la cabeza y se coloca a mi lado.
―¿Cómo crees que esté todo de este lado? ―me pregunta entornando sus chiquitos ojos negros hacia unas camionetas que vienen llegando.
―Espero que mejor de lo que me imagino.
La primera camioneta, una cerrada en color rojo se detiene a escasos metros. De ella baja un chico con gafas oscuras, medio alto, que de lejos se ve guapo, con el cabello castaño agitándose por una brisita marina y un porte de lo más mamón*.
Guillermo da unos pasos hacia él con el entrecejo arrugado y él otro también se detiene. Se quita las gafas y extiende los brazos. Su cara me es familiar.
―¿Billy brother?
Se ríe como estúpido y entonces lo recuerdo. La primera y última vez que lo vi estaba en el suelo a punto de ponerse a golpes con Guillermo en la cocina de la casa de este último.
―¿Leo? ¿Qué haces aquí?
Parecen haber olvidado las diferencias de la última vez, chocan los puños emocionados y se dan un abrazo con efusividad.
―¿Qué pedo paps**? ¿Cómo es que estás vivo? Ya te veía goe*** tipo dándole de comer a los gusanos.
Era increíble, como de entre personas que, sin temor a equivocarme, eran mejores, este tipo había sobrevivido.
―Es una larga historia ―Guillermo contesta de la forma en que lo conozco, y en mi mente juro que si empieza a platicar como un fresa hueco voy a cortarle la lengua―. ¿Y tú?
―¿No te acuerdas de mi ma? Tipo es una larga historia. ¿Vienes conmigo?
Se fija en el resto de nosotros. A Walter, Lázaro, Arturo y Dieter les hace chocar los puños con él, quienes responden algo contrariados, en especial Dieter a quien parece no le agrada Leonardo de la misma manera que no le agrado yo. A Giselle la pasa por alto y luego me sonríe pero yo me quedo seria.
―¿Cómo estás reina?
Ni siquiera me recuerda y eso hace que me fastidie más. Por supuesto que no me recordaría, si las mujeres no estuvieran escasas estoy segura que ni atención me prestaría.
―Ella es María ―Guillermo conoce la tensión y desagrado en mi mirada, se interpone entre nosotros y me toma la mano.
―Ah goe, disculpa, no sabía que era tu lady. Vamos.
Leonardo se aleja hacia la camioneta al mismo tiempo que las demás camionetas y conductores que han llegado empiezan a llamar al resto de la gente. Aprieto los labios y Guillermo me mira como un niño regañado.
―Por fa María, solo será un rato. La verdad es un poco reconfortante ver a alguien que conocí vivo.
―Esto lo vas a pagar.
Subimos a la camioneta, Guillermo se sube adelante. Giselle, Arturo y yo en la segunda fila y los demás en la última junto con Rony. Por los gestos de Lázaro sé que quiere estar lo más lejos posible del tipo.
―Y... ―Guillermo medio mira hacia atrás, dudoso de continuar―. ¿Cómo está Diana?
Claro. La chica que le gustaba primero.
Estoy de nuevo divagando cómo de diferentes serían las cosas si ella se hubiese quedado esa noche de la fiesta, hasta que Giselle me saca de esos pensamientos negativos con un golpecito de rodilla a rodilla. Me giro hacia ella, mueve los labios con lo que entiendo es un "¿Qué pedo con ese?".
―La fui a dejar a su casa y tipo que no dejaba de llorar ―Leonardo se ríe mientras se acomoda las gafas de sol y enciende la camioneta―. No te convenía brother, era bien lobuki, tipo fácil, me la cogí como tres veces, en paz descanse. Bueno no sé si se murió ¿Te gustaba verdad Billy? Oh, lo siento, ¿María verdad? ―Por el retrovisor se ve la mitad de su cara y me sonríe―. O sea, todas las mujeres mexicanas se llaman tipo María, tipo telenovela goe, así como María la del Barrio y eso. Goe, ¿supiste que el presidente falleció?
―No ―Guillermo extiende una mano a través del hueco que hay entre su asiento y el del conductor. Pero no la tomo, le doy un manotazo suave para dejar más en claro lo mucho que me desagrada su antiguo amigo.
―Sí goe. Mi ma se enteró y estaba tipo que bueno que mi pa no está ahí, porque estaría como bien triste y así. ¿Tu pa era panista* no Guillermo? ¿Dónde está? ¿Pudo regresar?
―Eh...
―Gracias a Dios ―Saca algo de entre su camisa, un crucifijo, y lo besa― mi ma y mi hermano están bien. Cuando hablamos por última vez con mi papá él estaba bien, pero después mi ma se puso media loca y quería regresar aquí a ver su familia.
―¿Tu mamá es colombiana? ―interrumpo.
―Obvio princess ―En cuanto contesta me arrepiento de habérselo preguntado―. Pero se fue a México hace muchos años, no quiero presumir pero mi ma es una de las mujeres más hermosas del mundo.
No quiero presumir. Sí claro.
―Entonces buscamos la manera de venir goe ―Vuelve a dirigirse a Guillermo― y aquí estamos desde hace meses. Never in my life la había pasado tan mal. Tipo la gente estaba peleándose por comida como unos gatos ¡Ah! Y las muchachas de mi mamá que se mueren, y que va mi mamá por todos lados buscando a su familia para que fueran por ella. Mi hermano estaba: hay que ir a dejarlas al panteón porque no van a venir por ellas. Pero ya después aparecieron, a dos se la llevaron pero faltó una, la que era más indita. Y tipo que tuvimos que ir a dejarla al panteón pero no la querían enterrar y mi ma que le habla al padre Francisco, que lo conocía porque me dio clases en la prepa y que va a darle a la indita eso cuando se mueren.
Vuelve a besar su crucifijo. Giselle y yo intercambiamos miradas fastidiadas.
―¿Y cómo está todo aquí? ―pregunta Guillermo.
―Leve. Ya nos queríamos regresar pero llegó el american.
Algunos trailers parados a medio camino se aparecen en el trayecto, intento prestarles atención para no oír al tipo. Esta ciudad tiene algo que me recuerda a Acapulco, incluido los personajes mamones como el que va conduciendo.
―¿Te acuerdas cuando fuimos a New York con Jonas y tu amigo Santi? Tipo no se si el american sea de New York pero me cae bien.
Vuelvo a prestarle atención, Santiago nunca mencionó eso. Sí que había ido de viaje con Guillermo, pero no con otros tipos insoportables. Tal vez la pasó tan mal que no me lo contó porque Santiago solía tachar de cobardes a todos los que eran como Leonardo. Santiago había estudiado siempre en escuelas particulares pero era más como un mujeriego buscapleitos que como un fresa que mandaba a su guaruras* a madrear a otros. Se debía por supuesto a que el General, aunque Santiago era su favorito, no le ponía las cosas en bandeja de plata, era más duro con él que la mayoría de papis de sus compañeros.
―Dicen que van a ir a buscar la nave. No hay nave paps, los rusos enviaron la enfermedad y o sea sí mató a muchos nacos ―Leonardo se ríe―, pero se les fue el pei.
Nadie dice nada para contradecirlo, que siga en su mundo de ignorancia. Pasamos a una calle menos glamorosa y Leonardo empieza a acelerar peligrosamente y reírse. Acelera más y más como si de una autopista se tratara. Voltea un segundo hacia atrás para reírse conmigo pero su ego está tan alto que no ve mi cara de pocos amigos.
―¡Bájale a tus huevos wey!
Lázaro grita desde atrás y Leonardo se ríe y Guillermo también. Me encabrono, le doy un golpe en el hombro a Guillermo que enseguida deja de reírse.
―Bájale Leo ―dice con más calma pero evidentemente divertido.
―Solo porque hay señoritas.
Lo dice para caernos en gracia pero estoy segura que si estuviera con puros hombres, Giselle y yo no seríamos señoritas. Ya he oído como se expresó de Diana.
Pasamos por lo que a mí me parece su centro histórico. Carteles de hostales que cuelgan abandonados en las entradas de casas viejas. Negocios cerrados, un parque, hoteles.
Por la posición de los autos que quedaron sé que vamos en sentido contrario. De repente me doy cuenta de algo, la ciudad no huele mal.
―¿Dónde están todos los muertos? ―interrumpo el continuo parloteo de Leonardo.
―¿Cuál? Ah, sí. Están muertos.
―Me refiero a los cuerpos ―Pendejo―. La ciudad no apesta.
―Ahhh. Es que los arrojan al mar con cosas pesadas para que se hundan.
Un grupito de palmeras aparece frente a nosotros, la entrada a un edificio. Leonardo frena sin mucha gracia y mira hacia el interior de la camioneta.
―Llegamos. Ahorita aquí está el grupo que llegó antes de ustedes ―Mira a Guillermo―. ¿Una botella?
―No creo, debemos hablar primero con el Coronel.
―No seas marica ¿qué tienes que hablar tú con él? Donde nos estamos quedando tengo una colección de champs*. Estoy contento de verte, vamos a la party. Sé que es lo mismo que el antro y no hay muchas pompis, pero hay que celebrar y así.
Este chico ha sufrido tan poco incluso con la epidemia que no tiene ni idea que el mundo ha cambiado por completo.
―Después de que hable con el Coronel, lo prometo.
―Ya vas de putito. Vamos, les diré dónde están.
Caminamos por la explanada, Giselle abrazada a la mochila que ha llevado todo el camino llena de mapas y otras cosas, Walter sujetando de la correa a Rony, Lázaro con una mirada de desconfianza, Dieter mirando con odio a Leonardo, y Arturo más bien relajado. El lugar es un centro de convenciones, o lo era y seguimos a Leonardo hasta una de las entradas donde están no más de 5 soldados gringos a los que Leonardo alza la mano y ellos responden el saludo con seriedad.
Por dentro la explanada se ve más bonita con edificios grandes a lo lejos y también el aspecto de unas áreas verdes que van creciendo descontroladas.
Otras puertas nos esperan, custodiadas por otros soldados con los pantalones de su uniforme pero playeras más de civiles. Atravesamos relucientes pasillos y escalones hasta llegar a una puerta de madera que también custodia un soldado con aspecto más latino.
―¿Está mi mamá adentro?
Él asiente y abre la puerta.
Es un salón alfombrado con paredes color naranja, con mesas negras y sillas. En el centro hay una mesa de cristal, que luce como la más importante, más que nada porque lo rodean varias sillas desde donde nos mira el Coronel Thompson, el General, Radcliffe, Scott que parece más alto y fuerte que la última vez que lo vimos y otras personas entre las que se encuentra una mujer que se pone de pie junto con Scott.
Scott va y le da un abrazo fraternal a Walter mientras Rony se pone en dos patas e intenta lamerlo. La mujer también camina hacia nosotros, debe tener alrededor de 40 años pero está bastante en forma y es guapa. Su cabello negro y ondulado perfila su cara ovalada. Al momento de sonreír se ve más joven y bonita.
―Ma, ¿te acuerdas de Billy? Iba conmigo en la uni.
―Hola ―saluda Guillermo medio tímido.
―¿Se conocen? ―interviene Radcliffe acomodando un mechón inexistente de su chongo bien peinado.
―Señora Terrasco, es el muchacho del que le estuvimos hablando ―dice el Coronel.
―Oh.
Ella observa a Guillermo y luego al resto de nosotros y asiente como si comprendiera un montón de cosas.
―En ese caso te pediré que te quedes un rato con nosotros. Estamos hablando de cosas importantes ―Si tenía acento colombiano ha desaparecido casi por completo, solo queda un ranura en las última palabra que dice. Es casi imperceptible, habla como cualquier señora rica de la ciudad de México.
Guillermo voltea a verme, me encojo de hombros. En realidad estoy esperando lo que vaya a hacer Leonardo, si él se queda yo me voy. Si él se va entonces me quedo. Quiero alejarme de él lo más que se pueda y confío en que Guillermo me cuente todo después.
―Sí, está bien.
Al final Leonardo va a quedarse dentro porque "está muy emocionado" de ver su amigo Billy con vida. Walter y Arturo también se quedan, mientras Giselle, Lázaro, Dieter y yo husmeamos por el resto del edificio. Tomando barritas de comida que nos da una señora y subiendo al techo para mirar la ciudad.
Lázaro y Giselle expresan su desagrado por Leonardo, y Dieter por fin habla para decir que piensa lo mismo, yo los apoyo moviendo la cabeza de manera afirmativa. Pasa alrededor de una hora cuando volvemos al salón, no sin antes perdernos.
Giselle se la ha pasado mirando cada detalle del lugar, seguramente con su mente científica preguntándose un montón de cosas.
Cuando encontramos la puerta hay varios jóvenes y hombres en la entrada del salón a diferencia de cuando llegamos, no parecen militares sino más bien personas normales los más agraciados y hasta matones los más serios y corpulentos.
Dentro se oye que alguien eleva la voz, me suena a que es Radcliffe. Y si Radcliffe está hablando fuerte espero que sea a Leonardo a quien esté reprendiendo.
Entonces la puerta se abre de golpe. Walter sale enojado sujetando con fuerza la correa de Rony, se sorprende al vernos y mira hacia el interior del salón antes de huir de ahí casi avergonzado. Giselle y yo nos miramos confundidas, algo no va bien. Nos asomamos al interior del salón justo para ver el momento en que la señora Terrasco, de pie y con los brazos en jarras les hace una señal a otros hombres que están dentro y que con fuerza hacen que Guillermo y Radcliffe tengan las manos en la espalda.
―¿Qué sucede? ―Entro desesperada pero Leonardo se interpone en mi camino tomándome de la cintura y hablando como si estuviese salvándome.
―Tranquila, estará todo bien.
―¿Guillermo? ―Intento empujar a Leonardo, pero idiota y todo es medio fuerte.
Me asombra que el General y el Coronel estén quietos, incluso aún sentados en sus lugares observando la escena sin intervenir. Arturo por su parte evita mi mirada. Scott está de brazos cruzados con un duro gesto en su cara.
―María, estará bien ―me asegura Guillermo a pesar de que le apresan las muñecas y otro hombre empieza a revisarlo como un guardia en un bar. También le dirige una mirada de advertencia a Dieter, que se mueve inquieto―. No hagas nada estúpido.
―¿Qué?
―Tranquila nena ―me habla la señora Terrasco con una sonrisa que me saca de onda―. Ya estás a salvo de él ―Luego hace un gesto a los hombres que sujetan a Radcliffe y Guillermo―. Llévenlos.
***
*Mamón: En este caso es presumido. En México se usa más para referirse a personas insoportables y presumidas.
**Paps: Parte del lenguaje de la joven "alta alcurnia" de México para dirigirse a sus semejantes. Hay algo que aquí llamamos mirreyes, son los tipos normalmente hijos de políticos y empresarios que se pasan los fines de semana yendo al antro a consumir botellas carísimas, presumir su dinero, pasarse las leyes, tratar a las mujeres como objetos, abrirse la camisa y que se vean sus miserias. Suelen ser tontos, aunque de vez en cuando hay alguno medio listo. Si quieres salir a bailar sin gastar es buena idea porque invitan todo (?).
***Goe: variación de wey.
*Panista: Afiliado a un partido (PAN) de derecha y católico. Vicente Fox y Felipe Calderón, que fueron presidentes, eran de este partido.
*Guarura: guardaespaldas.
*Champs: Variación de champaña.
***
Bueno niñas y príncipes (ok no jajaja). Si ven por ahí algún error no duden en hacérmelo ver. Últimamente no tengo fechas para actualizar pero espero hacerlo la otra semana.
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