Capítulo 12 - 40

Le paso un vaso con coca cola y me da las gracias en voz baja.

Si a Giselle le hubiesen dicho que el mar sería su peor enemigo apuesto a que se habría negado a venir. Ya la hemos acomodado en un camarote central y de hecho yo no siento que el barco se mueva tanto, pero creo que lo de Giselle es más mental que físico.

Después de asegurarme que está mejor y peinar un poco su cabello rizado y negro salgo de ahí porque no hay ventanas y eso me estresa. El barco nos queda grande es claro, junto con las otras personas que ya venían o que también lo estaban esperando en Colón no llegamos ni a 100.

Ni siquiera siento que estoy sobre el mar en cuanto entro al salón, pasando por delante de Dieter que está en la entrada como si fuera un guardia y que me mira ceñudo. 

Hay una mesa acomodada en el centro y alrededor de ella se encuentra Radcliffe, Walter, Guillermo, el capitán del barco, su mano derecha llamado Antonio, y el soldado que el coronel Thompson dejó en Colón.

Guillermo alza la vista de la mesa cuando me oye acercarme, tiende una mano en mi dirección y Radcliffe resopla.

―¿Cómo está Giselle? ―me pregunta ella.

―Vomitó pero está un poco mejor.

―Ok ―Radcliffe aguarda y entonces comprendo que lo que quiere es que me vaya.

―Puedo quedarme supongo. Me gustaría saber que plan hay.

―Sería buena idea ―interviene Guillermo aunque sin mirarla a los ojos. Quiero reírme porque siento que él no la quiere contradecir. Sin embargo Radcliffe alza las cejas y asiente de mala gana.

―Continuemos.

Eso me reconforta, ya estoy empezando a sentir cólicos y que nadie se atreva a hacerme enojar porque tengo suficiente con el dolor. Me acerco a ver que hay sobre la mesa. Es un mapa del sur de América y luego otro a su lado, de algún lugar que no conozco pero por el detalle es una escala grande.

―Si la nave sigue donde creemos nos quedaremos en este punto ―Radcliffe apunta un lugar del mapa.

Habla de rastreos, vigilancia, comprobar el tamaño de la nave y un montón de cosas más, que debido a mi poco conocimiento de palabras militares en inglés no comprendo tan rápido, aun cuando hemos estado rodeados de soldados.

―El grupo de la retaguardia vigilará que no escapen, pero ―Hace énfasis en la palabra―, queremos unos vivos para la futura investigación.

La confianza de Radcliffe no solo en que llegaremos vivos a Argentina sino también en que ganaremos me hace sentir segura a su lado pero también me asusta. No debo olvidar que Vivien Radcliffe fue parte de un ejército de la extinta potencia del mundo y que en su educación le enseñaron que primero se gana antes de morir, eso y que su pueblo ha sido elegido por Dios. Argumento para invadir, saquear, obtener y ganar de nuevo, considerando al resto como inferiores. Y eso por supuesto incluye a los alienígenas.

―¿Qué pasará con las personas que viven cerca? ―intervengo a lo que Guillermo aprieta los ojos a manera de maldecir―. Si hay alguien cerca debemos desalojarlos primero ¿no? Al menos claro que Guillermo me asegure en este momento que no tienen armas que puedan dañar a quienes estén cerca.

―No hay tiempo de estar desalojando a un montón de gente que vio el apocalipsis y no se alejó ―me contesta Radcliffe y abro la boca asombrada.

―¿Qué? ¿Si hay alguien ahí lo vas a dejar en medio de un combate?

―El Coronel Thompson dice que mucho tiempo hemos desperdiciado ya y coincido con él. No conoces la guerra niña, deja de interrumpir.

―Muchas, muchas guerras nos trajeron a todo esto ―Medio balbuceo porque las palabras se me atoran un poco cuando empiezo a enojarme―. El mundo era una mierda incluso antes de la epidemia. Tenemos que cambiar esto de una vez.

―Creí que querías tu venganza ―espeta―. Mataron a tu amigo.

Me indigna más que use un tema tan doloroso para darse la razón. Trago saliva y me esfuerzo para que la voz no me tiemble.

―No a costa de personas inocentes.

Ella no me mira cuando pronuncia el verdadero nombre de Guillermo. Creo que nunca la había oído decirlo.

―Saca a tu novia de aquí por favor.

Guillermo resopla y me aprieta la mano mientras da un paso hacia la salida, pero yo no me muevo sin antes intentar mirar con enojo y directo a los ojos a Radcliffe.

―Creí que ya éramos amigas.

No me responde, vuelve la vista al mapa ignorándome por completo y me siento hasta un punto algo triste. Dejo que la mano de Guillermo me guíe hasta la salida del salón. A la cubierta del barco. Pasando de nuevo frente a Dieter que ahora tiene una sonrisita triunfante, me dan ganas de patearlo.

―¿Oíste lo que dijo? ―hablo antes de que él me suelte. Puedo decirlo en voz más alta por si nuestras voces se cuelan por la entrada abierta. Me gustaría que Radcliffe lo oyera―. ¡No somos mejor que los alienígenas! Le pregunté algo en un supuesto nada más y escucha lo que dijo. Podríamos matar a los mismos de nuestra especie. No le importan ¿por qué? ¿Porque no nacieron en Estados Unidos o en Europa? ¿Le importarían si fueran blancos anglosajones? ¡Eso ya ni siquiera importa, estamos a nada de extinguirnos!

De algún lugar llega Rony, moviendo la cola y oliendo los zapatos de Guillermo, lo que le resta la seriedad a lo que acabo de decir.

―María por favor, Vivien no lo decía en serio...

―No deberías quedarte callado cuando ella dice algo como eso.

―Estoy muy cansado para estar discutiendo contigo o con ella, peor aún para intervenir en una pelea estúpida ―Habla con calma y paciencia. Deja caer los brazos a su costado pero me sigue prestando atención.

―A ver, a ver. Esto no es por ti, que te quede muy clarito. No sé si a ella le guste llevarme la contraria solo por ti pero de mi parte, no, no estoy peleando por un hombre. Sé que he sido celosa algunas veces, pero si he aprendido algo a lo largo de estos meses es que no voy a pelear con ella por una nimiedad como esa. Lo que está diciendo...

―María ―Me sujeta por los hombros y recarga su frente con la mía. Se siente muy caliente―. No es Vivien, es el Coronel. Y lamentablemente Vivien tiene un sentido del deber y el respeto a sus superiores muy alto, no va a cuestionar las decisiones del Coronel ¿sabes? Lo que me di cuenta es que incluso va a hacerlas suyas ―El peso de su cuerpo se va un poco más hacia mí y estoy a punto de decirle que me va a tirar―. Yo la conozco, créeme. Y no creas que me quedo callado, me encanta cuando te apasionas con algo, si hu... al... como dice...

Guillermo no termina la frase, balbucea cosas ininteligibles, todo su peso se va sobre mí. Caigo con él encima y me asusto. Grito por ayuda mientras le toco la cara y le doy suaves golpecitos en las mejillas. Rony se pone a ladrar como loco y brincotea de un lado a otro.

Dieter llega primero pero sirve tanto como yo, Vivien y Walter le siguen dos segundos después. Ella me aparta para revisarlo. El capitán le grita a su subalterno que vaya por el médico y yo me quedo ahí, estupefacta, sin verlo reaccionar, como si Vivien tocara a un muñeco de trapo. Pone su oreja en su pecho, le da primeros auxilios y lo único que puedo es rogar porque esté bien. Soy una inútil en este momento.

Las cosas suceden muy rápido, Walter lo carga y VIvien y el capitán van detrás corriendo y gritando por ayuda. Y no me doy cuenta que yo también voy corriendo tras de ellos por toda la cubierta, con el inmenso mar observándonos impasible, pero entonces se meten a un cuarto y cierran la puerta en mis narices.

Es ahí donde me encuentro sentada cuando la puerta vuelve a abrirse una hora después.

Me pongo de pie de un brinco y los ojos azules hinchados de Vivien me observan antes de que suceda la cosa más inverosímil. Me abraza.

―¿Está... está...? ―Ni siquiera puedo decirlo. Las lágrimas corren por mi cara formando riachuelos salados.

Vivien también está llorando y se separa para negar con la cabeza.

―Está inconsciente todavía. Pero casi muere, María.

Abre la puerta para dejarme paso. El lugar es una enfermería, huele a alcohol y desinfectante. Un hombre con una bata blanca y cubrebocas está limpiando cosas con ayuda de Walter y el capitán. Guillermo está tendido sobre una cama, con el torso al descubierto y un aparato a su lado.

Me acerco a él, pido permiso para tocarlo y enlazo su mano con la mía antes de preguntar a nadie en específico.

―¿Qué sucedió?

―El muchacho está bajo mucho estrés ―contesta el médico con entonación centroamericana y girándose a observar Guillermo―. No sabemos con exactitud qué sucedió pero pudo tratarse de un paro cardíaco o un ataque cerebrovascular, o ambos. No puedo definirlo, se le paró la maquina. Prácticamente murió un momento y ahora está inconsciente. Necesito hablar con el capitán y estará en observación.

Arrugo el entrecejo y miro a Radcliffe. Hay una señal en su mirada, como si me estuviera diciendo que no reclame, que en un momento ella me diría algo. Algo que parece importante.

―Tal vez deban dejar al chico en Cartagena. Podría venirle otro faracho.

Radcliffe sale con ellos y me quedo a un lado de Guillermo. Le cubro el torso, le acaricio el cabello y le hablo en voz bajita asegurándole que todo está bien.

Después de unos minutos Radcliffe regresa. Se cruza de brazos y deja su mirada en Guillermo, su boca semiabierta y un largo suspiro sale de su boca antes de hablar.

―Esto ya le había pasado.

Medito sus palabras un momento. Y vuelvo a girarme hacia Guillermo.

―Cuando nos separamos en Applewhite ­―digo más como afirmación que como pregunta―. ¿Por qué no me dijo todo lo que le ha pasado? Creo que en el fondo no confía en mí.

―Tiene miedo. Es eso ―Radcliffe se acerca otro poco―. Hemos estado a punto de morir tantas veces que tiene miedo que por fin suceda. Lo que más quería era volver a su ciudad y verte.

Los cólicos me atormentan y pongo mi mano otra vez de nuevo en su cabello. Es raro que Radcliffe me diga esto y cuando vuelve a hablar me sorprende todavía más.

―¿Sabes? Alguna vez albergué este deseo, que se diera cuenta que soy mejor que tú.

Otra vez aguardo antes de contestar, me está haciendo una confesión muy personal y debo pensar bien cual será mi respuesta.

―Lo eres. Eres más guapa, sabes muchas cosas que yo no ―La estoy haciendo avergonzarse, mueve los ojos al techo y reprime una sonrisa nerviosa―, eres valiente, y Dios, algo tienes que él te confió tantas cosas a ti primero.

―No me trates con lástima. Él hizo eso porque me veía como una amiga.

―Y es bueno, es importante.

―No. Me sigo sintiendo sola. Aun cuando esto acabe, seguiré estando sola.

―¿No entiendes para qué son los amigos? Claro que si lo que quieres es tú me entiendes, sexo, Walter no está tan mal.

Río de ver su expresión aterrorizada.

―¿Walter? Es un alcohólico. La mitad del tiempo está borracho.

―Cada quien tiene su manera de sobrellevar el dolor. Tú eres mandona, Walter se embriaga. Si quieres yo puedo ayudar.

―Ni lo intentes niña ―Me da algo cuando me dice niña, ni siquiera es tan grande la diferencia de edad entre nosotras.

­―Seré su cupido.

―Dije que no.

Ambas reímos unos segundos, luego ella se sienta a los pies de Guillermo y sus ojos azules se posan en los míos.

―Hace un rato tenías razón y... ―Alza las cejas y los hombros y aparta la mirada― te debo una disculpa. Pero no le digas a nadie.

­―Ni siquiera a Guillermo ­―le prometo con una sonrisa.

―Creo que te lo has ganado, estar en las reuniones y todo eso que siempre exiges. Así que es casi un trato, te respaldaré en ese sentido.

­―¿Entonces somos amigas?

―Si no hay otra opción.

Me pongo de pie y camino un par de pasos hacia ella antes de darle un abrazo que ella responde de manera tiesa y sorprendida.

―Te dejaré un rato. Tengo que ir a revisar cómo vamos ―Se pone de pie y apunta con un cabeceo a Guillermo―. Dile que te cuente lo que piensa, sería ya hora.



***

Gracias de nuevo a Greyssed14 por ayudarme con unas cositas de este capítulo :) 
Este capítulo va dedicado a @EMBI33 que sigue esta historia con lealtad y a todas las personas por su increíble paciencia, son las mejores, siempre que alguien comenta incluso para decirme que actualice jajaja, hacen mi día mejor.

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