44: Empezando nuevas aventuras
Varios días luego de la separación de Serena con el grupo, las cosas cambiaron por ambos lados, sin embargo, sus rumbos no estaban demasiado distanciados, ya que ahora el destino era Ciudad Sootopolis.
La pelimiel estaba encaminada hacia allí, puesto que se iba a disputar su próximo concurso y así podría intentar ganar su quinto listón que le permitiría poder acceder al Gran Festival.
Se encontraba en la proa del barco que la llevaría a Sootopolis, viendo tranquilamente a los Winguls que pasaban volando, adornando el paisaje con esa pizca tan playera que siempre hacía única a la región de Hoenn. Sonrió al verlos.
El pequeño evento le hizo salirse de sus pensamientos durante unos segundos. Sus pensamientos que estaban totalmente sobrecargados de información y también de sensaciones, unas positivas, pero otras que tiraban más al lado extraño y pesado.
Su camino continuaba, pero ya no contaba con un par de hermanos medio disfuncionales que le dieran un dato aleatorio de la ciudad o con un par de amigas que la molestaran, y mucho menos con un chico que le robara por completo su atención. Esta vez estaba sola.
Sus pokémon descansaban en sus pokebolas, ellos eran la única cosa viviente que la hacían sentir relajada en momentos de estrés. Siempre le ofrecían su apoyo y le recordaban el porqué de todo lo que estaba haciendo.
Así entonces se volvía a concentrar en pensar un plan para lograr ganar el “Concurso Sootopolis” con el que ya no se tendría que preocupar por ir a más pueblos recónditos para lograr conseguir su quinto listón. Había practicado mucho y estaba preparada.
Luego de varias horas en el mar, habían llegado a su destino; Serena, muy entusiasta se bajó para observar la ciudad, no sin antes darle las gracias al capitán del barco.
Pocas veces había visto un lugar tan artístico e interesante visualmente, se sentía como una actriz en los años cincuenta.
Todas las edificaciones compartían un mismo lenguaje, hechas de mármol con grandes ventanales tintados de azul. La pelimiel tuvo que ponerse sus gafas para lograr asimilar cada detalle en la majestuosa ciudad.
—¿Uh? ¡Miren, es Serena!
Volviendo a la realidad, un gran grupo de fanáticos que se encontraban en la costa, vieron a Serena y se acercaron a toda velocidad.
—Oh rayos, no.
Serena tenía mucha ilusión por descansar y después salir a conocer la ciudad por un rato, pero vio que no sería tan sencillo cuando notó a varios fanáticos con caras conocidas que no la hacían sentir para nada a gusto a veces.
Sin embargo, y manteniendo su educación, se estuvo un rato con los chicos para tomarse fotos y saludarlos a todos.
…
Luego de un rato pesado, la pelimiel al fin estaba recorriendo la ciudad, notando varios lugares de interés como tiendas o plazas. Sonreía y daba vueltas, emocionada por poder recorrer cada parte.
Había escuchado que en esa ciudad había un gimnasio, por lo que luego de su concurso sabía que tendría que esperar para apoyar a Max como le prometió.
Mientras caminaba, sintió una sensación extraña y que la hacía sentir incómoda. A los alrededores caminaban varias personas, mientras que el grupito de fans se había disuelto después de un rato.
Caminando un poco más seguía con la sensación de que alguien la estaba siguiendo, y por el rabillo del ojo noto que un tipo avanzaba y se estaba acercando. Esto le causó un gran pánico interno que le erizó la piel y también la enfureció.
Cuando empezó a hacerse reconocida había algunas personas que la seguían, era una sensación que ya había asimilado, pero en esos momentos estaba acompañada por los chicos y bastaba que Dawn o May se les enfrentaran para que los dejaran en paz. Solía ser muy incómodo.
Solamente rogaba que se marchara, o en otro caso tendría que armar un escándalo con su equipo pokémon.
Mientras eso pasaba, un joven y apuesto muchacho caminaba del otro lado de la calle. Usaba ropa antigua con un gran abrigo de color azul, cabello tintado de blanco y ojos azules. Su mente la tenía en ciertos asuntos de trabajo hasta que posó su mirada en la pelimiel.
No era común ver a una chica así por esos lados e inmediatamente quedó impactado completamente, el sofisticado y a veces aburrido paisaje de la ciudad ahora estaba siendo invadido por la belleza exótica y trepidante que abordaba esa mujer. Tenía que saber quién era.
Noto que caminaba asustada, como tratando de escapar de algo. Frunció el ceño notando que quería alejarse de una persona que al parecer la estaba siguiendo, y se dio cuenta de que era uno de esos tipos que se la pasaba todos los días en el bar de la esquina.
La situación la entendió de inmediato y como siempre, tenía la necesidad ayudar a la gente que estuviera en su ciudad. Cruzó la calle para interceptar al sujeto, tomándolo por sorpresa, pues este parecía más interesado en otra cosa.
—Disculpe señor, pero creo que precisan su presencia en el bar.—Le dijo.
—Pero que… Oh, pero si tú eres…— El sujeto lo observó viendo de quién se trataba.
—Supongo que no me escuchó bien. Usted no tiene nada que hacer acá, ¿verdad?—Habló el muchacho usando un tono más autoritario.
Serena vio y escuchó todo, su corazón latía muy rápido por ese pequeño susto. No sabía las intenciones del tipo, pero parecía como si un ángel la hubiera salvado. Ese evento le daría una oportunidad.
El hombre raro no tuvo más remedio que irse a otro lado, viendo al muchacho con enojo pero también con respeto. El chico de abrigo azul sentía un gran asco por ese tipo de personas, deseaba poder mejorar ciudad Sootopolis para que en un futuro cercano fuera un sitio tranquilo y lleno de prosperidad.
Lleno de orgullo estaba a punto de hablar con la chica; sin embargo, para su sorpresa y decepción, ella se había ido mientras ocurría el altercado, y ya no se encontraba ni dentro de su campo de visión.
Con desilusión, el misterioso joven iba a continuar su rumbo, cuando por el rabillo del ojo observó un objeto en el suelo, pues al parecer la chica lo había dejado atrás cuando salió corriendo. Y entonces se acercó rápidamente para tomarlo.
—Una… ¿Cinta azul?
…
Después de estar un buen rato escapando y de hablar con un par de personas, Serena al fin pudo respirar en un cuarto privado del centro pokémon.
Andar por las calles ya no era tranquilo, quizás debería andar acompañada por uno de sus pokémon para estar más protegida al caminar. Al menos ahora podría descansar para luego prepararse para el concurso que era en unos días.
La pelimiel saco a sus cinco pokémon, los cuales exclamaron contentos sus respectivos nombres. El hecho de que salieran la hizo sentir feliz y contenta.
—Hemos llegado amigos ¡Ciudad Sootopolis y pronto nuestro quinto listón!
—¡Braixen!
—¡Taria!
—Fue un viaje… Extraño. Pero ahora es momento de continuar nosotros juntos.—Exclamó con entusiasmo.—Vamos a descansar un rato y luego me ayudarán a hacer los pokelitos, ¿de acuerdo?
Todos asintieron alegremente y empezaron a dar vueltas por la habitación, poniéndose cómodos y observando todo. La pelimiel, en cambio, decidió acomodar sus cosas.
Se sentó tranquilamente mientras tarareaba y empezó a sacar su ropa para ordenarla, también sacó los ingredientes de los pokelitos que los iba a utilizar en un rato.
En lo que ordenaba sus cosas, sacó de su mochila la libreta con la piedra llave y el collar con la Swampertita, los regalos que le habían dado sus amigos. Los observó con un poco de nostalgia.
—Me pregunto si seré capaz de usar un poder así.—Se dijo a sí misma.
También vio a su Marshtomp que corría alegremente por el cuarto jugando con Pancham. Un día se convertiría en un poderoso Swampert, y la pelimiel no estaba segura si podría desplegar tal poder, pues solamente los entrenadores más poderosos podían ser capaces de emplear la megaevolución.
…
—Es increíble que estén con nosotros de nuevo.—Exclamó May alegremente.
—Jamás imaginaba que Ash Ketchum tuviera la cortesía de visitarnos.—Apoyó Dawn.
—¡Pika pika!
Sentados en una mesa, Dawn, Piplup, May y Max descansaban después de recibir a sus viejos amigos y nuevos acompañantes temporales.
Ash y Pikachu llegaron a Hoenn luego de un largo viaje, emocionados al poder pasar vacaciones en un sitio en el que hace bastante tiempo no habían estado.
—No nos cabía la emoción por verlos de nuevo amigos.—Tomaba la palabra el azabache.—Parece que fue ayer cuando solo éramos unos niños, y viajábamos por Hoenn, Kanto y Sinnoh junto a Brock.
—¡Piplup piplup!—Exclamaba feliz el pequeño tipo agua.
—Tenía años sin verlos Ash y Pikachu ¡No puedo esperar a mostrarles mis pokemon!—Dijo Max sin poder ocultar su emoción.
—Paciencia niños, tenemos bastante tiempo para que jueguen sus jueguitos.— Bromeó la peliazul.
—En serio no puedo creer que hayas venido, ya nos lo debías, ¿no crees?—Le reclamó May.
—Lo siento mucho chicas, ustedes han sido muy buenas conmigo. Prometo ser un mejor amigo de lo que he sido.
—Bueno, en realidad eso no es tan difícil.—Dawn tomó un pequeño sorbo de café.—Sabes, estás más alto desde la última vez.
—Es verdad.—Agregó la castaña.—Si no fueses tú, hasta diría que estás guapo.
—¿Si no fuese yo?—Se confundió el azabache.
—Aunque esa ropa de Alola meh…—Comentaba Dawn.—En cambio, tú Pikachu estás perfecto, por favor nunca cambies.
—Pika pikachu.—Agradeció el ratón eléctrico.
—Piplup también se ve increíble. Y Max, la última vez que te vi eras tan solo un niño pequeño. Ahora estás mucho más alto, y ya eres todo un entrenador.—Sonrió el azabache llenando de orgullo a su amigo de Hoenn.
Entonces Dawn decidió molestar un poco su amigo para ver que tanto había madurado.
—Y nosotras ¿Crees que nos vemos diferentes?
—¡Ustedes también se ven geniales chicas!—Alagó a sus amigas.
—¿Crees que somos más lindas?— Insistió tratando de intimidarlo, mirándolo con cara retadora.
—Bueno… Pues… Sí, si lo son.—Respondía Ash con una risa nerviosa.
—Déjalo en paz Dawn.—Intervenía la castaña.—Ya todos sabemos que a Ash solamente le gustan las chicas altas, dulces como de Kalos y de cabello de un tono especial como la miel.
—¿De Kalos y cabello como la miel? ¿De quién están hablando?—Se preguntó el joven Max.
—Vaya Max, supongo que eso de ser lento es solo cosa de chicos.—Le decía decepcionada la castaña.
—… ¡En fin! ¿Y qué vamos a hacer hoy chicos?—El azabache trató de cambiar de tema.
May y Dawn se vieron con una sonrisa de complicidad mientras Max todavía trataba de entender la situación por completo.
—A ver, podemos ir a comer y luego de compras. Así nos puedes platicar un poco más acerca de cómo alguien como tú acabó en la escuela.—Comentó May.
—Eso suena bien, la verdad es que me estoy muriendo de hambre.—Confesó el azabache.
—Pika pi pikachu.
—Algunas cosas no cambian.—Señaló contento el pequeño Max.—Y luego de eso por fin podremos tener nuestro combate Ash.
—Ya lo estoy esperando.—Le dijo azabache con su clásica mirada retadora.
—Entonces movámonos, hay muchas cosas por hacer ¡Vamos!—Se animaba Dawn
—¡Piplup!
El grupo se fue del lugar de camino a volver a tener aventuras como en los viejos tiempos.
Para Ash sus amigas habían cambiado mucho y parecía que ahora estaban más contentas molestándolo, pero era divertido incluso para él, solo que por el momento no quería hablar del tema de Serena.
Lo único que quería ahora, era relajarse.
Continuará…
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Hola a todos he vuelto del hiatus.
Los que me siguen saben que no lo he estado pasando bien, pero el show debe continuar y ahora la historia la voy a continuar con un capítulo por semana como de costumbre.
Espero que aquellos que siguen está historia sigan con ella hasta el final. Esta temporada será un poco más corta de lo planeado por motivos personales. Igual espero que la disfruten ya que está hecha con mucho amor.
Muchas gracias y nos vemos la próxima semana.
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