42: Consecuencias del amor desenfrenado
Al siguiente día temprano, Ash se encontraba en la sala de su casa junto con un dormido Pikachu, observando los boletos a Hoenn de ida y vuelta que el profesor le había regalado.
El profesor luego le confesó que se arrepiente de haberle dado ese regalo por la situación que tiene ahora con Serena, pero en el momento que los compró todo estaba bien y parecía el regalo ideal.
Ahora el daño estaba hecho, pero ¿Podría Ash ir a Hoenn en ese momento?
Era complicado, la única realidad es que todas esas dudas se iban a ir en cuanto pudiera hablar con la pelimiel. Justo en ese momento estaba esperando impacientemente Sophocles, que le había dicho que ya había logrado arreglar su aparato luego de haberlo revisado durante dos días.
Ocupaba la rutina común de un impaciente: Se levantaba del sillón, se sentaba, daba vuelta por la casa, observaba la ventana a ver si alguien llegaba.
Hasta que por fin, después de un rato tocaron a su timbre, y el azabache corrió rápidamente hasta la puerta, casi tropezándose. En la puerta estaba Sophocles.
- Lamento la demora, tuve que hacer algo importante.- Entro el joven pelinaranja a la casa.
- ¡Sophocles! ¿Pudiste repararlo?- Preguntó Ash a su amigo.
Sophocles se puso cómodo en el sillón y de su mochila sacó una caja pequeña que se la dio al azabache.
- Solo hay algo considerable que debes saber...- Se rascó la cabeza el pelinaranja.
Al abrir la caja, el azabache frunció el ceño confundido, incluso siendo él un ignorante de la tecnología.
Sacó su pokegear de allí, el cual estaba conectado con cables y cinta adhesiva a unos audífonos morados con orejas de Espeon.
Ash miró incrédulo a su amigo, obviamente las preguntas sobraban.
- Cuando lo estaba revisando me dí cuenta que ya no funcionaba el micrófono ni la bocina. Fue lo mejor que pude hacer.- Se justificó.
- ¿Quieres decir que tengo que usar esto para poder hablar con otras personas?- El azabache aún no se lo creía.
- Mira el lado positivo, el estilo jamás te va a faltar.- Lo motivaba tomándolo por el hombro.
- Arceus... ¿Y por qué tenías audífonos con orejas Espeon?
- A veces un hombre necesita un poco de color en su vida.- Confesó.
Resignado a utilizar esos cascos, Ash soltó un suspiro y una pequeña sonrisa para su amigo.
- De todas, te agradezco que lo hayas arreglado. Sé que gastaste bastante tiempo amigo.
- No hay problema, luego resolvemos el tema del pago.- Lo señaló con el dedo para así volver a salir.
- ¡¿Eh?! ¡Pero ese no fue el...! En fin, no importa, de alguna forma lo pagaré.
Tomando su maltratado aparato, lo revisó un poco y al momento de encenderlo, noto que tenía algunas llamadas que lo sorprendieron un poco.
- ¿Uh? Serena...
...
De vuelta al centro pokémon en la región de Hoenn, la pelimiel estaba en la habitación junto con Max y las chicas, preparándose para partir sola en su viaje.
Para todos aún parecía un día normal, pero poco a poco iban asimilando que Serena iba a partir por su lado y el ambiente se tomaría más triste y nostálgico, al punto que May, Max y Dawn querían estar cerca, y en el fondo querían que se quedara.
- ¿Por qué Serena se tiene que ir? Mejor echemos a May del grupo, de todas formas nos abandonaría por dos dólares.- Propuso Max.
Inmediatamente, el de gafas recibió un golpe en la cabeza por parte de su hermana por andar de gracioso.
- Eso fue para que reflexiones tus palabras.- Cruzó los brazos la enfadada May.
- ¡Auch, eso dolió!
La pelimiel cerro su mochila con una triste sonrisa, pues iba a extrañar a esos dos y sus constantes chistes y desacuerdos. Igualmente, los hermanos la veían como una hermana, una familia, al igual que como pasó con Clemont y Bonnie con Ash y la misma Serena. Que ahora se separaban, pero cuyo vínculo jamás iba a poder romperse.
- Ustedes dos, traten de no pelear demasiado. Estoy segura de que se pueden mantener en paz.- Dijo Serena sonriente y poniéndose de pie.
- Los estaré vigilando, pero no tengo tanta paciencia como tú.- Agregaba Dawn.- Yo soy más de que Piplup les dispare un rato burbuja en toda la cara.
- Piplup piplup pi piplup.- Confirmaba la pequeña máquina de matar tipo agua.
- Estoy segura de que estarán perfectamente.- La pelimiel vio a sus amigos nuevamente, sintiendo un leve nudo en la garganta.
Max era quizás el más afectado, ya que había desarrollado un sentimiento especial por Serena, que siempre veía por su bienestar y lo aconsejaba con mucha paciencia y amor. Su hermana a veces era un poco odiosa con él, y había encontrado en la pelimiel una persona en la que podía refugiarse cuando lo necesitaba.
El de gafas tenía la mirada baja, y se abrió para decir lo que estaba pensando.
- Entonces, Serena... ¿No vas a verme en mi última medalla, ni en la liga?- Preguntó tímidamente el muchacho.
Lo dijo en voz baja, pero perfectamente claro para las chicas. May y Dawn inmediatamente cambiaron de cara, ya que Max era un poco la representación del sentimiento mutuo.
Serena, que trataba de ocultar el nudo en su garganta, recordó que le había dicho a Max que lo iba a acompañar en su camino por las medallas de gimnasio. Esto le hizo tener un bajón emocional instantáneo.
- Max... Yo...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar, el pokegear la interrumpió con su característico tono de llamada. Justo a su lado lo tenía y lo revisó para darse cuenta de algo que la pondría aún más nerviosa.
Ash estaba pidiéndole una videollamada en ese instante.
Ella había intentado comunicarse con él hace unos días, pero por algún motivo no recibió respuesta, lo que la tenía algo preocupada y en el fondo angustiada. A pesar de todo, tenía miedo de que el azabache la odiara por lo que pasó.
Ya se sentía lista para hablar con él y de verdad quería hacerlo, aunque quizás el chico no había elegido un buen momento para realizar la llamada.
Levantó la mirada hacia Max y sus amigas que se habían quedado en silencio total, dejando únicamente el sonido del pokegear en la sala.
La mirada algo shockeada de la pelimiel hizo que May ya se imaginara que se trataba de algo importante, probablemente Ash.
- Tú y Serena lo podrán resolver después, debemos dejarla tranquila un momento.- Habló la castaña tomando a su hermano de los hombros.
- Exactamente.- Apoyó Dawn entendiendo lo pasaba.- No te esponjes y atiende, Serenita.
Estaba confundida la pelimiel en primera instancia, hasta que vio las sonrisas de apoyo de parte de May y Dawn, a las cuales se las devolvió con enorme gratitud. Mientras que al mucho más confundido, Max lo miró con cara de arrepentimiento, pero al mismo tiempo de saber que no había vuelta atrás.
Así se fue al baño privado que tenían en su habitación, posponiendo la conversación que tendría con el chico de gafas. Pues era el momento de hablar con el azabache.
Vacilando unos segundos, se dio ánimos mientras respiraba. Pero no esperaría mucho más, respondió de inmediato sin darle más vueltas al asunto.
Entonces ambos se vieron a través de sus pantallas. Se veían luego de un par de días sin hablar, y de haberse dicho todo lo que se dijeron.
A Serena le daba igual las raras orejas que él traía puestas en ese momento, y Ash olvidó la vergüenza que le daban. Solo se vieron incómodamente sin saber exactamente qué decir.
Ya ni siquiera estaban enojados, solo estaban decepcionados hasta cierto punto, y tristes por pensar que nada volvería a ser igual. Lo único que sabían es que tenían que hablar de nuevo.
Y luego de algunos segundos, por fin rompieron el silencio.
- Serena...- Fue lo único que se atrevió a decir el de Kanto.
- Hola Ash... - Dijo Serena fríamente.
El inicio no era muy alentador, pero para Ash era un pequeño y necesario avance.
- ¿Está...? ¿Todo bien? ¿Cómo estás?- Preguntó tímidamente el chico.
- Más o menos bien...
- Entiendo...
Todo se sentía muy tenso, iban bastante lento debido a que sus mismos sentimientos les hacían cuidar muchísimo sus palabras.
Pero Ash que era muchísimo más emocional, no podría guardarse lo que sentía por mucho más tiempo. Y es que aunque lo había hablado con varias personas, simplemente necesitaba decir las cosas.
- ¿Cómo estás tú?- Devolvió la pregunta la pelimiel.
El azabache soltó un leve suspiro.
- No he estado bien... Desde aquel día no he podido dejar de pensar en todo lo que pasó. Y por eso quería hablar contigo.
- ¿Ah sí?
- Sí... Me dejé llevar por mi rabia al suponer que habías estado con alguien más, pero eso no fue justo y creo que lo eché a perder... Eché a perder todo.- Explicó con la voz quebrada.
Aunque Serena actuaba un poco cínica, no podía ignorar al cien porciento todos los sentimientos que le hacían escuchar a Ash con la voz quebrada. Una de las cosas que más le rompían el corazón era verlo a él, triste o roto.
Esto hizo que se ablandara, pero tampoco quería olvidar lo ella sentía y por eso también lo iba a mencionar.
- He estado muy mal, Ash... ¿Cómo pudiste haber dicho todas esas cosas tan feas?- Admitió la pelimiel.- Sé que a veces eres muy terco, pero jamás creí tú y especialmente me fueras capaz de derrumbar.
- Lo lamento mucho... Me cegué, y no reflexioné en lo que sentías... Y ya no sé qué puedo hacer.
- ... Todavía no puedo olvidar lo que hiciste... Me llevará tiempo poder confiar en ti otra vez.- Explicó Serena, evitando verlo directamente para poder hablar con claridad.
- ¿Qué tengo que hacer para que podamos ser como siempre hemos sido?- Pregunto Ash con un pequeño aire de desesperación.
- No lo sé... Creo que solo necesito tiempo para volver a estar como antes.
El azabache quería arreglar las cosas, pero no sabía que tenía que esperar un poco más. Tenía la ilusión de poder ir a Hoenn a verla, aunque, ¿qué pasaba si ella no quería hacerlo?
- Serena... Mis disculpas jamás serán suficientes, de verdad. No tenía derecho de decirte nada...
- Ya basta, Ash. Ya no te disculpes... Por favor.- Suspiró la pelimiel.- Me siento un poco mejor al saber que lo sientes... Pero toda esta situación, me hizo dar cuenta de muchas cosas.
- ¿Uh? ¿Qué cosas?
- Pues... Tú no estás listo para estar en una relación... Y yo tampoco.- Concluyó tristemente, sorprendiendo al chicho.- Al igual que tú, yo asumí muchas cosas sobre ti sin escuchar tu versión completa. Muy en el fondo tampoco soy mejor que tú, y... También lo siento...
Sintiéndose más tonto que nunca, Ash no esperaba esas disculpas. Estaba tan concentrado en lo que él hizo mal que no recordaba lo que había dicho Serena. La verdad le daba igual, pero eso le hizo sentir más aprecio por ella y por su sinceridad.
Esto lo hizo recordar lo que había hablado con el profesor y con los chicos, y quizás podría encontrar la manera de arreglar las cosas.
Serena con vergüenza bajó la mirada, ahora ella sin saber qué hacer y con algunas lágrimas que se le iban escapando y sin entender muy bien por qué.
- Serena... ¿Podrías contarme lo que sucedió en realidad aquella noche? Yo... No diré nada... Solo quiero escucharte.
- ... Eso no cambiará nada.- Se quitó sus anteojos para limpiar sus lágrimas.
- Claro que sí.- Insistió el azabache.- Si me explicas que sucedió y yo te explico lo que me pasó a mí, podríamos ser capaces de entendernos mucho más.
- No lo sé, Ash...
- Vamos Serena, quizás así te sientas mejor... Solo si quieres.
No estaba muy convencida, aunque reflexionando un poco, quizás Ash tenía razón. Lo que sucedía es que no le entusiasmaba la idea de tener que volver a revivir el asunto de Kenny.
Sabía que tenía que arreglar las cosas, y quizás después no habría otro momento para saber lo que ocurría entre Ash y Lillie. Tenían que hablar, pero todavía tenía miedo.
- ... ¿Estás seguro de eso?
- Eso creo...- Respondió haciendo una mueca de duda.
- ... Está bien... Te lo contaré...
...
Así pasó más de una hora, en dónde ambos se contaron prácticamente todo. Lo ocurrido con Kenny antes, durante y después de la fiesta, y lo de Lillie desde que se conocieron y sobre todo lo que había pasado esa semana de los exámenes.
Ambos dejaron que el otro pudiera contar su versión sin inconvenientes y solo interrumpiéndose para hacer alguna que otra pregunta.
Fueron totalmente honestos y sin ocultarse nada, moviéndose entre las habitaciones del lugar en donde estaban. Y a pesar de alguna que otra cosa que les daba un poco de celos, se sentían mucho mejor y más tranquilos.
- Y eso fue lo que pasó... Todo ha sido muy confuso, y aún me cuesta entenderlo.- Finalizaba el azabache de contar la anécdota.
Serena tomaba un sorbo de agua para aclarar mejor su garganta.
- Pues así es. Creo que estás a penas descubriendo ciertas cosas...
- Sí... Pero hay algo de lo que estoy seguro...
- ¿De qué?
El azabache se rascó la cabeza con nervios mientras veía a la chica, que siempre la veía cada vez más bonito desde su perspectiva.
- De que tú eres la única persona con quien quiero estar. De eso estoy totalmente seguro.- Expresó con nerviosismo.
La repentina declaración sonrojó totalmente a Serena que no esperaba tal frase del azabache en ese momento.
- Ash...
- Es la verdad, y por eso quería hablar contigo sobre esto. Quizás así entenderías verdaderamente lo que siento.
- Pues... Supongo que funcionó... Gracias. Y ahora tú me entiendes más a mí, ¿verdad?
- Sí, y cada vez me siento más tonto. Pero opino que sí ha valido la pena.
Por primera vez en la llamada, la pelimiel sonreía, pero la sonrisa no le duraría mucho al recordar que había algo que le faltaba hablar.
- Por cierto... Hay una cosa que olvidé decirte.
- ¿Uh? ¿Qué se te olvidó, Serena?
- Bueno, ahora mismo estoy empacando mis cosas. Me voy a separar del grupo.- Respondió claramente.
- ¡¿Qué?! ¡¿Qué fue lo que pasó?!- Lo tomó por sorpresa al azabache.
- No pasó nada, el grupo está perfectamente. Voy a viajar yo sola con mis cinco pokémon, para aprender y poder valerme mejor por mí misma. Quiero descubrir quien puedo ser yo realmente.
- Oh... Eso suena muy bien.- Admitió el joven, aliviándose al pensar que el club de los chismosos se hubiera peleado.
- Ash, sé que esperas que todo vuelva a ser como era antes... Pero ya te lo dije, necesito tiempo... Tiempo para mí sola, y quizás ya no hablemos tanto.
Eso, sin embargo, ya no sonaba tan bien, cuando más se había ilusionado, Serena estaba guardando su distancia con él. Fue un golpe que le dolió a Ash y no pudo contestar nada, aunque pensaba de todo.
- Quizás para ti sea difícil e injusto, pero es algo que tengo que hacer. Igual de vez en cuando podemos hablar, sabes que puedes contar siempre conmigo. Solo necesito tiempo y espacio... Lo entiendes, ¿Verdad?- Habló tristemente la pelimiel.
No lo entendía del todo, nuevamente la situación lo superaba. Pero esta vez sería capaz de aprender de su error, y apoyarla en vez de intentar pelear con ella.
Era la persona que amaba, y sería capaz de hacer cualquier cosa por ella, incluso alejarse.
- Sí... Te entiendo. Lo voy a intentar.- Le mostró una gran sonrisa extremadamente forzada.
- Gracias, en serio, gracias por todo... Me encantaría seguir hablando, pero debo partir. Hablaré contigo en otra ocasión.
- No hay problema, ¡mucha suerte en tu siguiente rumbo!
- Adiós, Ash.
Y así, en una despedida un poco rara, terminaron de hablar.
Ash se quedó sentado en el sofá y se quitó los incómodos cascos de Espeon.
Nuevamente, se sentía roto al tener que alejarse de Serena, quien sabe por cuanto tiempo.
Quizás, toda la charla no había servido para nada, y en realidad arruinó todo completamente cuando le gritó en la videollamada, y todo era una excusa para que ambos se alejaran definitivamente.
Todos esos pensamientos horribles lo atormentaban, ¿Iban a volver a estar juntos? ¿O iba a ser lo último que ambos hablarían como "algo más"?
Para rematar, observó los boletos que le había regalado el Profesor, que ahora eran un completo desperdicio.
...
Luego de los abrazos de Sylveon con Glaceon, una despedida amistosa de los orgullosos Piplup y Pancham, y que Manectric persiguiera nuevamente a los pokémon de Serena, era hora de tomar caminos separados.
Ya la pelimiel estaba delante de sus tres amigos, preparada para partir.
- Bien chicos, ya es momento de irme... Dar las gracias es algo que se queda bastante corto a mi parecer, porque el viaje con ustedes ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.- Dijo Serena, recordando un poco a su despedida en Kalos.
- Serena, vas a estar genial. Recuerda ir siempre empoderada y maravillosa. Aunque la situación no siempre esté a tu favor.- Le guiñaba el ojo Dawn.
- ¡Piplup, piplup!
- Gracias Dawn y Piplup, recuerden vigilar a estos dos.- Sonreía Serena.
- Creo que soy más leña para el fuego que un extintor.- Admitió la de Sinnoh.
La pelimiel se reía del chiste, y luego vio al pequeño Max, que seguía cabizbajo y no había dicho ni una palabra desde hace rato. Así se acercó a él poniéndose a su altura.
- Max, sé que estás triste. Pero no va a ser la última vez que nos veamos.
El de gafas aún seguía triste y no le dirigía la mirada a Serena. Pero la pelimiel no dejó su dulzura de lado.
- Yo te hice una promesa y la voy a cumplir. Voy a ir a verte a tu octava medalla y en la liga Hoenn.- Le dijo al chico, el cual se sorprendió y esta vez si la miró.
- Serena...
A Max le brillaron los ojos, hasta que no aguanto más y se le abalanzó a Serena para abrazarla, tomandola esta vez a ella por sorpresa.
Serena escuchó los llantos suaves del niño, que al mismo tiempo le pedía que por favor no se fuera y que la iba a extrañar, y que también hacía que ella también soltara unas cuantas de esas lágrimas.
Cuando se soltaron, Serena le sonrió nuevamente y le dio confianza, y este le correspondió.
- Eres muy fuerte Max, vas a estar perfectamente. Y estoy convencida de que podrás ganar la liga Hoenn.
- Bueno, esa es mi meta.- Él también se quitaba sus anteojos para limpiarse la cara.- Y yo estoy convencido de que le ganarás el gran festival a mi hermana.
- Hey estoy acá, ¿saben?- Recriminó May e inmediatamente el grupo se empezó a reír en conjunto.
Después del momento de alivio cómico, Serena y May se verían frente a frente.
- May...
- Serena... A partir de hoy ya no soy tu maestra. Somos rivales. Así que prepárate para enfrentarme en el gran festival.- Le dijo seriamente.
- Lo sé.- Respondió con una sonrisa retadora.- Aunque... Más que tener ganas de enfrentarme a mi rival, quiero enfrentarme a mi amiga.
- ¡No digas eso! ¡¿Quieres hacerme llorar a mí también, tonta?!
Al igual que su hermano, May rápidamente se le abalanzó a Serena y la abrazó fuertemente tratando de no mostrar sus lágrimas.
No era para menos, la amistad que tenían era enorme y no podían evitar sentirse tristes al separarse y ya no escuchar sus "buenos días" o incluso sus peleas a cada rato, sería algo raro.
Serena además era una persona muy especial que brillaba en cada sitio y con cada acción, era imposible no sentir nada al saber que ya no estará.
Al separarse del abrazo, la castaña recordó algo importante.
- Por cierto, Max y yo te tenemos un regalo.- Buscó entre sus bolsillos.
- Oh, casi lo olvido.- Max también busco entre sus cosas.
Los hermanos le dieron una pequeña cajita cada uno. La pelimiel se sorprendió mucho y decidió abrirlo en el instante.
- Chicos no debieron haberse molestado.- Agradeció mientras abría la caja de Max, sacando de allí una pequeña libreta.- ¡Wow, qué bonita!
- Es para que puedas anotar lo que necesites, ya sea estrategias para concurso o recetas de postres.- Explicó el de gafas.- Además viene con algo más al lado.
Serena observó la libreta y vio que tenía un hilo que se incrustaba en algo.
- ¿Es una...? ¿Piedra llave? ¡Un segundo!
May asintió con la cabeza.
- Abre el mío.
Mientras la pelimiel conectaba cabos, abrió la otra caja que tenía un gran collar con una megapiedra. Vio ambos regalos y lo entendió todo.
- Es una Swampertita y una piedra llave.- Le explicó Max.
- Pero... ¿Cómo?- Decía la incrédula Serena.
- Fue un regalo del profesor Birch, a mí me dio la Blazikenita y a Max la Sceptilita.- Le respondió la castaña.
- Y yo tengo salud.- Agregó Dawn con el pulgar arriba.
Ya con los ojos cristalinos y sin saber si reír o llorar, la pelimiel es la que se abalanza ahora sobre sus amigos, los cuales hacen un gran abrazo grupal, para finalmente despedirse.
- Gracias por acompañarme y ser los mejores... Los quiero un montón.- Sollozaba, Serena.
- Nosotros también, Serena.
Nuevas aventuras se vendrían para ella, ya finalmente emprendía su camino independiente. No sabía si le iría bien o mal, pero tenía que hacerlo y así poder demostrarse a sí misma quien es en realidad.
Seguramente se reuniría nuevamente con todos, y también con Ash, pero por el momento le había colgado al azabache y los chicos la despedían desde atrás mientras se alejaba poco a poco.
No cabe duda que son las consecuencias de un amor desenfrenado, y muchas cosas más.
Continuará...
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