4: ¡Alola escuela de entrenadores!

Luego de poco más de una Semana, Ash ya se encontraba de vacaciones en la región de Alola en compañía de Pikachu, como no podía ser de otra manera, y también de su madre Delia y Mr. mime.

La organización del viaje no fue nada difícil con la ayuda del Profesor Oak. La estadía la tendrían gratis gracias a los contactos que tenían, aunque en caso de no ser así tampoco sería un problema, pues a Ash aún le quedaba un gran porcentaje del dinero que ganó cuando fue sub-campeón de Kalos. Quizás aprovecharía para comprar regalos para sus pokémon, u otras cosas por el estilo.

Ya con nueva vestimenta, había pasado muchos días tranquilos junto a su madre en la playa, viendo las tiendas y aprendiendo más de la región y los nuevos pokémon. Ash estaba fascinado con las formas Alola y no podía dejar de explorar para seguir aprendiendo.

Se encontraban bajo una sombrilla frente a la playa. Delia observando el paisaje tranquilamente con Mr. Mime a su lado, y Ash sentado junto a Pikachu haciendo un castillo de arena.

- Pikachu ¿Sabías que hay dos pokémon de Alola que son como castillos de arena? Se llaman Sandygast y Palossand. Seguro en la playa debe de haber alguno, ¿Qué te parece si los buscamos?.- Preguntó animadamente el joven azabache.

- ¡Pika pi!- Respondió alegremente su fiel compañero.

En ese momento, una risa muy familiar fue captada por el oído del entrenador de Kanto. Su corazón se aceleró, e inmediatamente volteo a ver de quien se trataba.

Ash se levantó del suelo, y empezó buscar con su mirada y oído a la persona que soltó esa risa por todos los alrededores. No estaba claro, pero era idéntica a la risa de Serena.

- Ash, ¿Qué te sucede cariño? No encontrarás un Palosand si lo buscas de esa manera.- Preguntó Delia curiosa por la actitud de su hijo.

- Mime mime.- Aclaró Mr. Mime.

Pikachu volteo a ver a Ash extrañado por su actitud rara que otra vez está regresando. Su amigo no era precisamente normal, pero era fácil identificar lo que haría en cada situación. Sin embargo, últimamente estaba más despistado y tenía
reacciones más extrañas de lo normal. El ratoncito amarillo no era tonto, entendía el motivo de toda esta locura, pero no sabía cómo ayudarlo, ya que Ash jamás había pasado por algo parecido.

- Pika pika.- Se preocupó Pikachu.

- Yo... Podía jurar que... Olvidenlo.- Se sentó de nuevo el azabache.

"Estoy perdiendo la cabeza", es lo que Ash pensaba. Todo era tan extraño, no entendía por qué se comportaba así cuando de Serena se trataba, y menos entendía por qué la veía y escuchaba en todos lados cuando la realidad es que ella se encuentra en Hoenn.

Aunque se dio cuenta de que fue un poco tonto al creer que era Serena. Recordaba como siempre solía hablarle, animarla, tratar de divertirla y ella siempre le respondía con su bella risa. Para él era difícil de describir la situación, únicamente se le venía a la mente la palabra "cálido", que era como se sentía al estar tan cerca de ella, y escuchar cada respuesta que salía de su boca o cada pequeño momento que compartían juntos. Siempre ha sido una persona que no puede quedarse nunca quieta, pero con Serena se siente tranquilo como en su zona de confort. Era tonto suponer que una risa de una chica aleatoria en la playa lo hiciera sentir un sentimiento tan profundo como ese, que no sabía explicar, pero que ya había captado.

Inmediatamente, trato de mostrarse normal frente a todos.

- Creo que oí un nuevo pokémon por los alrededores.- Se excusó Ash rascándose la nariz.

Eso pareció convencer a todos. Pikachu decidió creerselo porque bien podía ser cierto por la naturaleza de su entrenador.

Ash se rio nervioso, pues incluso él no entendía que le pasaba. Tal vez debería llamar a Serena para saber que estaba bien, quizás solo es preocupación. O tal vez no necesitaba reflexionar tanto en el tema y concentrarse en el momento, aunque cada vez que lo hacía siempre había algo que lo regresaba a pensar en ella.

- Cariño, cuando vayas a buscar a los pokémon que mencionaste, deberías aprovechar y buscar una linda chica, ¿qué opinas?- Se rio la madre del azabache bebiendo limonada.

- ¿Qué?- Se sorprendió Ash con un ligero sonrojo en su cara.

...

En un bosque de la región de Alola, Ash soltó un fuerte grito mientras corría con su aterrado compañero Pikachu.

- ¡Corre Pikachu, no pares!- Grito completamente eufórico y aterrado.

- ¡Pika pika!

Al otro día de estar en la playa, ambos amigos sintieron curiosidad al ver ciertas especies de pokémon que jamás habían visto, y se adentraron en un bosque de por allí para verlos más de cerca. Sin embargo, nada salió como esperaban, pues acabaron molestando a un Bewear que parecía dócil, pero que ahora tenía verdaderas intenciones asesinas, por lo que se encontrarían escapando de tal bestia.

Corrieron durante varios minutos que parecían horas, tropezando con ramas, y con algunos rasguños, hasta que vieron un claro en el bosque que parecía su salvación. Lograron salir por allí solo para ver que se encontraban en un sitio llano y frente a un gran edificio que se encontraba inmerso en el bosque.

Ash y Pikachu se dieron cuenta de que el Bewear matón ya no los perseguía, y únicamente se limitaban a observar el edificio con admiración.

- ¡Increíble!- Habló Ash completamente sorprendido.

- Pikachu- Se sorprendió también Pikachu ya subido en el hombro de su amigo.

Sin embargo, la tranquilidad duro poco. Pues ambos se dieron cuenta de que estaban en una pista de carreras ¡De Tauros! Y ahora venían a gran velocidad hacia ellos.

El azabache logró esquivarlos junto a su pequeño pokémon antes de ser aplastados, pero al caer si se propinó un buen golpe que lo dejó algo atontado en el suelo.

Pikachu, sin sufrir mayores daños al caer sobre su entrenador, lo veía preocupado pensando que se dio un golpe muy fuerte.

- ¡Pika pika!- Se expresó preocupado viendo a su entrenador que tardaba en reaccionar.

Ash escuchaba la voz de su amigo, y se levantó poco a poco tomándome la cabeza. Abrió sus ojos lentamente para ver frente a él a Pikachu y a la silueta de una chica que no podía distinguir bien por el encandilamiento del sol. Por un segundo creyó que era Serena, hasta que la escuchó hablar.

- Oye, ¿Te encuentras bien?- Dijo suavemente la chica desconocida que trataba de darle la mano al azabache.

Ash al poder ver se dio cuenta de que se traba de una chica rubia vestida de blanco y con un gran sombrero.

Decidió aceptar su ayuda y tomar su mano.

- Pika pika- Se refirió el pequeño pokémon a la chica.

Al parecer el sonido y que Pikachu se acercara a ella, la asustó tanto que soltó a Ash que se cayó de nuevo en el suelo. Este solo soltaba quejidos de dolor mientras chocaba nuevamente contra el suelo.

Las personas que estaban haciendo la carrera de Tauros fueron hacia Ash para ver cómo se encontraba.

- ¡Lillie, ¿Qué sucedió? ¿Quién es él?- Exclamó preocupada una peliverde.

Ash y Pikachu se presentaron con el grupo. Se disculparon por ser imprudentes, a pesar de que no tenían ni idea del sitio en el que se encontraban, hasta que les dijeron que esa era la escuela de entrenadores. El azabache recordó lo que le había dicho el Profesor Oak, acerca de su primo Gabriel, que es el director de dicha escuela.

A partir de eso, Ash y Pikachu pasaron todo el día allí y conocieron a los estudiantes del lugar:

La chica alegre y
peliverde Mallow, la cual le enseñó el lugar junto a su Bounsweet.

El bajito y listo Sophocles junto a su Todegemaru, la cual parecía bastante atraída por Pikachu, lo que derivó en la incomodidad de la ratita.

La dulce y determinada
Lana con su Popplio, que anteriormente ya se había visto con el azabache y su amigo amarillo mientras pescaba.

El serio y un poco cascarrabias Kiawe con su Turtonator, que al principio ignoraba a Ash hasta que vio la gran velocidad de Pikachu que lo dejó impresionado. Este hizo el movimiento Z de tipo fuego, lo cual hizo que el entrenador de Kanto se emocionara mucho, pues jamás había visto uno.

Por último, la chica que se encontró al principio, Lillie. Ash se enteró de que ella le tenía fobia a los pokémon, motivo por el cual la soltó cuando Pikachu se le acercó. El azabache estaba confundido, pues no entendía como alguien podía tenerle fobia a los pokémon. La chica lo trato muy dulcemente luego, aunque algo apartada porque aún la asustaba Pikachu. Eso sí, a pesar de la fobia de Lillie, la realidad es que era una persona muy inteligente, la mejor de la clase, y lo hizo saber al enseñarle un par de cosas al ingenuo del entrenador.

También conocieron al Gabriel y sus incómodos chistes sobre pokémon, y al Profesor Kukui, el cual estaba a cargo de ese grupo de estudio y de un montón de cosas más dentro de la región de Alola. Durante el día les enseño a todos, sobre todo a Ash y Pikachu, mucha información acerca de la región, las formas Alola y los movimientos Z. El profesor tenía un gran interés en Ash, pues se veía que quizás no era la persona más lista del mundo, pero tenía un don muy interesante a la hora de entrenar pokémon, además de ser un chico muy curioso, amable y con ganas de aprender.

Kukui, al ver el potencial de Ash, habló con él y con su madre para invitarlos a cenar en un modesto pero precioso restaurante al frente de la playa. Donde se podían ver las estrellas, pues estaba un poco a la intemperie.

- Así que, usted desea que mi hijo se quede acá en Alola para que estudie en la escuela de entrenadores ¿No es así?- Dijo Delia mirando al profesor mientras probaba un poco de su comida.

El profesor asintió y observó a Ash.

- Él puede quedarse conmigo, creo que le vendría genial poder estar con nosotros en la escuela. Además, puede realizar el recorrido insular para que aprenda muchas cosas y gane experiencia como entrenador.- Se sinceró Kukui.

Ash y Pikachu lo miraban con entusiasmo, al imaginarse todo el mundo de posibilidades que podrían encontrarse en la región de Alola. Sin embargo, Delia, como si estuviera negociando, veía al Profesor con más seriedad.

- ¿Por qué tanto interés en mi hijo Profesor?- Habló un poco desconfiada.

- ¡Mamá! ¡¿Cómo dices eso?!.- Ash se sobresaltó.

- Pika pikachu.

- Pues verá, a pesar de que su hijo aún es un joven adulto, tiene mucha experiencia. Sería una gran adquisición para nosotros tener a alguien así graduadose en nuestra escuela y enseñando cosas nuevas a nuestros estudiantes.- Kukui miró a Ash.- Además, tener un título así le puede abrir muchas puertas a su hijo en trabajos como líder de gimnasio en otras regiones, alto mando y muchas otras posibilidades que no solo tienen que ver con los combates.

Ash se estaba aguantando en su silla para no salir disparado de la emoción, mientras que Pikachu soltaba pequeñas chispas de sus mejillas.

Delia, por su parte, parecía más relajada al oír esas palabras y le dedicó una sonrisa al profesor, pues sabía la gran oportunidad que era para su hijo.

De pronto, un extraño sonido se escuchó afuera en la playa. Esto captó la atención de las personas en la mesa, y por la curiosidad Ash y Pikachu decidieron salir a ver que era.

- Es Tapu Koko.- Mencionó el profesor con una sonrisa.

- ¿Quién?- Preguntó Delia confundida.

Ash y Pikachu tenían delante al guardian de la isla. El entrenador lo reconoció, ya que antes en la clase Lillie había hablado de él. Tapu Koko se acercó a ambos a gran velocidad, tomándolos por sorpresa, pero no para atacarlos, sino para entregarle al azabache la Pulsera Z.

Impresionado, Ash vio la pulsera Z sabiendo que a partir de ahora iba a ser una herramienta de mucha importancia para sus combates, y Tapu Koko, así como llego, se fue.

- Bueno Pikachu, es momento de demostrarle a Alola de lo que somos capaces.- Dijo con confianza y cerrando el puño.

La ratita amarilla seguía un poco en shock, por lo que acababa de suceder con Tapu Koko, pero correspondió a la emoción de su entrenador.

- ¡Pi pikachu!

Continuará...

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