34: Confianza

Eran poco más de las cuatro mañana, cuando Serena caminaba agotada con su cabeza perdida en los pasillos del solitario centro pokémon.

Su cabeza le dolía, los pies le mataban luego de estar con tacones durante mucho rato, estando ahora descalza. Y en general la fatiga la hacía cabecear.

Pero eso no se comparaba con todo el caos que tenía en su mente, y lo dolida que estaba por tantas cosas.

Su mejor amiga básicamente le dijo débil, y que no tenía oportunidad en el gran festival. Esas palabras le dolieron porque durante muchísimo tiempo se había esforzado mucho y ¿Todo ese esfuerzo para qué?

Luego su otra amiga la hizo vomitar al punto de tener que ser socorrida por una desconocida, y el chico que tenía algo con su amiga acabó besándola en su cara.

Después de eso entre balbuceos, Serena trato de explicar todo, pero nadie decía nada. Todas las miradas estaban puestas sobre ella, juzgándola cuando en realidad ella consideraba que no había hecho nada malo, pero la enorme tormenta de emociones le hizo reconsiderarlo. Eso no lo aguanto y salió corriendo de allí, hacia el taxi que la iba a recoger.

Tenía tanto por analizar, pero solamente quería que esa horrible noche terminara de una vez por todas.

En su mal estado, abrió la puerta de la habitación que compartía con sus compañeras de viaje.

Al entrar vio a Max que también se veía agotado y con sus ropas desgastadas. Parecía que también la había pasado bastante mal.

Todos los pokémon de todos estaban descansando plenamente en la gran habitación como de costumbre, y el chico de gafas parecía que estaba terminando de limpiar cuando vio a su amiga que acababa de entrar.

- ¿Uh, Serena?

- Max, ¿Qué haces levantado a esta hora?- Preguntó la pelimiel.

- Oh pues, yo... Estaba terminando de limpiar.

- ¿De verdad? Entonces supongo que todos te habrán dado muchos problemas.

- No, claro que no jejeje.- Se rascó la cabeza con una risa nerviosa hasta que vio a Serena con una ceja levantada.- Bueno, está bien, si fue bastante complicado. Pero esto no lo pedí yo, debería estar durmiendo ahora después de una amplia sesión de entrenamiento .

- Lo sé, y lamento que te hayamos dado tantos problemas...- Le dijo con aires de melancolía.

La mente de la pelimiel aún se había quedado en la fiesta, de algún modo reflexionó en qué quizás hubiera estado mejor cuidando los pokémon con el chico.

- Un segundo ¿Dónde están mi hermana y Dawn? ¿Están en el baño?- Interrogó dándose cuenta de lo obvio.

- No, ellas... Ellas vienen más tarde, creo.- Respondió tajantemente y yendo a la otra parte de la habitación.

- Oh, ¿Y por qué viniste sola?- Seguía preguntando el joven chico a su amiga, la cual no tenía muchas ganas de responder a las preguntas.

- Estoy muy cansada...- Le dijo dirigiéndose a su cama dándole la espalda al chico.

Max intuía que había algo raro, pues Serena y May siempre habían salido y algo así no había pasado nunca. Además, conocía a Serena, y podía notar cuando ella no se sentía bien.

Lentamente, la pelimiel fue a acostarse, siendo observado por el chico de gafas.

- Serena.- La volvió a llamar, haciendo que ella se detuviera, pero sin verlo.- ¿Está todo en orden?

Hubo unos segundos de silencio en donde la pelimiel se aguantó las ganas de llorar desconsoladamente por todo el cúmulo de emociones, pues no quería hablar de eso en ese momento y tampoco quería preocupar a Max.

Así que siendo más fuerte de lo que creían de ella, vio al entrenador con una gran sonrisa.

- Todo está perfectamente, Max.

...

El sol salió luego de varias horas de poco sueño.

May y Dawn habían llegado quizás una hora después, pero ni Serena ni Max se dieron cuenta debido a que el único objetivo de todos era dormir y recuperar fuerzas.

Sin embargo, la pelimiel se había levantado muy temprano y notó que las chicas estaban en sus camas. El dolor de cabeza era mucho peor, lo que más deseaba era quedarse a dormir toda la mañana.

Pero no podía. Primero porque no sabía como verle las caras a las chicas luego de tal noche tan bochornosa, y segundo porque en su corazón había algo que no podía dejar pasar y tenía que actuar. Por lo que sin hacer mucho ruido se empezó a preparar.

Se tomó una aspirina, lavó sus dientes, se dio una ducha caliente, se puso ropa para pasar desapercibida, tomó a sus pokémon que apenas estaban despertando, y preparó una mochila con algunas cosas para poder ir a comer algo afuera.

Fue bastante rápida en hacerlo e hizo el menor ruido posible, y así estuvo a punto de irse cuando justo en el momento en que estaba por abrir la puerta...

- Serena...- Detrás aparecía la aún empijamada May, hablando en voz baja debido a que aún todos dormían.

La pelimiel detuvo su movimiento pero no respondió. Seguía enojada con la castaña, y se dio vuelta para mirarla. Esta también tenía un rostro cansado y triste, obviamente arrepentida por todo lo que había sucedido.

Unos segundos ligeramente incómodos, las inundaron, hasta que May volvió a tomar la palabra.

- Serena, sé que estás enojada conmigo... Pero en serio, malinterpretaste lo que dije... No quise decir que eras débil.

- May, no me mientas. Yo lo oí todo.- Le respondió fríamente.- Palabras más o palabras menos, sé que es lo que querías decir.

La castaña nuevamente se sintió derrotada. Ni el hecho de lo que estaba ocurriendo con Solidad se comparaba con lo que le estaba haciendo sentir a su amiga y que esta la tratara de esa forma. Así que bajó la cabeza ante ella con sus ojos cristalizados.

- Lo siento mucho, Serena...

La pelimiel se dio la vuelta nuevamente para salir, pero no sin antes decir algo más.

- No te disculpes. Eso es lo que en realidad piensas ¿No? Y es como me enseñaste, un coordinador debe siempre ser fiel en lo que cree.- Finalizó antes de salir por la puerta.

- ¡Serena, espera! ¿A dónde vas?

May no pudo detenerla, pues su amiga se había ido de allí sin decir nada más, dejando impotente y más hundida a la de Hoenn.

- Serena... Yo estaba equivocada.- Se dijo a sí misma mientras apretaba el puño y dejaba caer un par de lágrimas.- Tú has crecido mucho desde que empezamos este viaje juntas... Eres una maestra... Acá la única que es débil... Soy yo.

...

- Acá tiene su pedido, señorita, buen provecho.- El vendedor del carrito le entregaba la comida caliente y empacada a la chica.

- Muchas gracias.- Respondió Serena.

La pelimiel estaba en un parque, por lo general poco concurrido para evitar ser reconocida por otras personas, y había pedido algo para comer, pues ya no era tan temprano y su estómago estaba rugiendo.

Se sentó en uno de los bancos de por allí, y cerca de ella varios niños jugaban a la pelota con sus pokémon. Su inocencia y felicidad le hacían desear volver a esa etapa en su vida en la que todo era más sencillo y no tenía que preocuparse tanto.

Su madre siempre le había advertido acerca de todo el dolor que causa el madurar y cuidarte por ti mismo, lo cual era algo que muy en el fondo no estaba haciendo del todo y en ese momento se sentía incapaz de hacer. La verdad lo que más deseaba era estar junto con su mamá nuevamente.

Tal vez estaba exagerando, tal vez lo que dijo May no era tan malo como ella pensaba, es decir, solamente dio su opinión y tampoco la pisoteó o algo por el estilo.

Pero sus palabras la hirieron de una forma que no podía dejarlo pasar. Era su amiga y su maestra que le había dado todo, y su rendimiento en los concursos había mejorado mucho, pero no era suficiente para el gran festival.

Había trabajado sin descanso, sus pokémon habían hecho horas extra de entrenamiento para perfeccionar sus ataques, observaba las técnicas de Dawn, Drew y la misma May. Todo un esfuerzo de meses que al parecer le servirían para hacer una presentación linda y luego ser pisoteada en la segunda ronda por no tener fortaleza para pelear.

¿Quizás es algo que se gana con la experiencia? Al fin y al cabo ningún coordinador es perfecto, y es verdad que su estilo no es tan agresivo como otros. Probablemente, su amiga tenía razón.

Pero la conversación de los tortolos en la fiesta, la había sentido como si May hubiera dicho que ella era nada más una rival de relleno o algo así. ¿Entonces qué era lo que debía hacer?

Mientras comía sentada en el banco, vio que la comida tenía croquetas con formas de varios pokémon. Y de manera casi religiosa, tenía una en forma de Pikachu. Al verla, la tomó con su tenedor y recordó otra de las cosas que no la dejaba tranquila.

En la fiesta, Kenny un chico que había conocido hace apenas unos días, le dio un beso en sus labios, tomándola completamente por sorpresa.

Dawn lo vio en primera fila, y le asustaba pensar lo que ella pensaba debido a la historia que le habían comentado que compartía con el pelirrojo.

Estaba también molesta con la de Sinnoh, pero jamás en su vida ella haría un acto tan despreciable, y menos a una amiga. Y luego de ver el beso parecía estar en shock al no decir nada, lo cual aumentaba su miedo.

Y claro, todo ocurre cuando por fin las cosas van bien con el chico que realmente le gusta. Le frustraba porque no sabía qué reacción podría tener si le decía todo esto.

No tenía intenciones de mentirle, y aunque las tuviera, había una posibilidad de que Dawn le contara como venganza o cualquier idea loca.

Su cabeza me dolió mucho más al imaginarse todo eso.

Por un momento creyó que quizás no era tan malo, ya que al fin y al cabo Ash y ella solo son amigos, y ambos estaban en esa disposición. El azabache no debería tener razones para molestarse...

Pero... Destrozó totalmente ese argumento, puesto que en caso de ser al revés la situación y que fuera Ash el del beso, ella no podría olvidarlo fácilmente.

La pregunta era: ¿Qué significa ella para Ash? ¿De verdad la quiere tanto? Pues a medida que había pasado el tiempo, Ash cada vez le habría más y más su corazón, y ella lo había notado.

Algunas lágrimas de impotencia resbalaban por sus mejillas, hacerle tal daño al amor de su vida la llenaba de culpa, incluso aunque el beso con Kenny no fue correspondido, era algo que no le iba a dejar de hacer ruido.

Era un dolor que le pegaba en el pecho, pero estaba cansada de los secretos, no iba a volver a ser cobarde. Tomó su pokegear, se limpió las lágrimas y le marcó.

Aunque le temblaba la mano, su decisión era segura, no iba a ser una hipócrita. Si de verdad Ash la quería, entonces iba a entenderla.

- ¡Serena! ¡Qué bueno verte otra vez!- Ash saludaba desde el pokegear, esta vez sin Pikachu.

- Ash... Hola, ¿Qué tal estuvo tu examen?

- ¡Asombroso! Creo que tuve pocos errores y me siento muy bien.

- ¡Me alegro mucho por tí! Te dije que eras el mejor.- Le sonrió la pelimiel.

Era muy extraño sentirse tan feliz y a la vez tan triste al mismo tiempo, pues eso era lo que sentía Serena viendo a la alegría de su vida, y sabiendo que podía ser ella quien borrara esa alegría.

- He estudiado mucho estos días. ¿Y qué me dices tú? ¿La fiesta estuvo bien?

La chica sintió un nudo en su garganta, ya que sabía que se acercaba el momento.

- Pues, más o menos... De eso quería hablarte.

La tensión que en las palabras de Serena hizo que el azabache sintiera su espalda completamente helada. Esto porque recordó lo que sus amigos le habían dicho la noche anterior y por unos instantes pensó lo peor.

Pero es Serena, ella no haría nada así. Además, Sophocles y Kiawe muchas veces exageran y son unos tontos.

- ¿En... Serio? ¿Sobre qué?

- Bueno, primero quería preguntarte algo.

- Eh... Si claro, dime.- Le dijo con una sonrisa que era como otro clavo para la pelimiel.

Nuevamente, la chica tomo aire y trató de no romperse.

- Ash, ¿Tú confías en mí?

- ¡Por supuesto!...

- No.- Le interrumpió.- Hablo en serio, ¿Tú de verdad depositarías toda tu confianza en mí? ¿Te sientes lo suficientemente... Unido a mí para entenderme y también para confiar en que yo voy a hacer lo mismo?

Ahora era Ash el que se hundía por las preguntas de Serena.

De un tiempo para acá, Lillie se había vuelto muy cercano a él, cosa que no sería grave de no ser por el hecho de que
a veces le atraía la rubia. Tanto Kukui como sus amigos le ayudaron un poco, pues el tema del amor y la atracción aún no lo comprendía.

Lo que no quería era lastimar a Serena, ya que entendía que ella no tenía comparación, pero aun así la culpa por ver de esa forma a Lillie allí estaba, molestando como la quemadura de un pokémon.

Allí entendió que si de verdad quería seguir con Serena, su confianza no debía de tener límites, y quizás llevaba mucho tiempo limitándola demasiado.

- Serena... Yo solamente estoy seguro de una cosa, y es que quiero que... Lo de nosotros siga creciendo cada día. Y la verdad es que no siempre te lo cuento todo por miedo... Miedo a arruinar esto que tenemos...

- ¿Ash?- La pelimiel estaba confundida.

- Pero yo quiero poder escucharte... Y que no tengas miedo de mí, escucharte siempre es increíble. Y si tú estás dispuesta a tenerme esa confianza, entonces yo también estoy dispuesto, de verdad.

Serena se sorprendió por sus palabras, pero era exactamente lo que ella quería oír. Con eso se sintió más dispuesta a decirlo.

- Y... Entonces tengo que ser sincero contigo...- Agregó el azabache.

- Sí... También yo.

Ambos tomaron aire, sin darse cuenta de que el otro iba a hablar. Se soltaron sin pensar mucho más en las consecuencias.

- Serena, me he sentido atraído por Lillie.

- Ash, un chico me besó en la fiesta.

Continuará...

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