17: ¿Vale la pena irse?
El centro pokémon acababa de recibir a tres heridos, dos pokémon y una chica. Por lo general no suelen ser médicos de humanos, a no ser que el caso sea leve, que era lo que esperaban que fuera el caso.
Max y Harley parecían más tranquilos en la sala de espera, el primero anotaba un montón de cosas en su blog, pero su hermana no podía quedarse quieta, caminaba de un lado a otro comiéndose las uñas, completamente desesperada, y aumentando cada vez más viendo la tranquilidad del entrenador y el coordinador.
- ¿Cómo pudimos dejar que esto sucediera? Todo es mi culpa, no debí dejar que se fuera ella sola.- Se lamentaba May, con una voz que transmitía tristeza e intranquilidad.
- May, no es culpa tuya. ¿Qué podríamos haber hecho?- Max bajo su pokegear tratando de calmar a su hermana.
- No lo sé, ¿ok?, pero Serena es nuestra compañera, y los compañeros son compañeros.- Decía sin preocuparse por darle sentido a sus palabras.- ¿Y si todo sale mal? ¿Qué le vamos a decir a su madre?... Arceus, Arceus... Jamás me lo perdonaría si tenemos que ir a un hospital, yo...
- ¡May, para ya!- La interrumpió con un pequeño grito.- Los eventos así sucedieron, por casualidades de la vida aparecieron esos Zangoose y no podríamos haber hecho nada al respecto. No es tu culpa, y lo de Serena probablemente no será nada grave.
Algo que solía caracterizar tanto a Max como a May, es que se solían dejar llevar mucho por sus sentimientos, el chico por el enojo y el orgullo, y la chica por la angustia y la tristeza. Por eso tenían la costumbre de iniciar muchas peleas, que rara vez acababan mal, pero daba la sensación de que se podían haber evitado fácilmente. Eran algo explosivos, mientras que Serena era más sensata, positiva y le hacía justicia a su nombre, pues también era muy serena, o eso pensaban, pues ese día por primera vez la vieron derrumbarse totalmente. Ella era su roca que los mantenía firmes, pero ahora estaba rota en más de un sentido.
- Sí, tienes razón... No es mi culpa... ¡Es culpa tuya!- La coordinadora señaló a Harley que estaba recostado en una pared.
- ¡¿Disculpa?! Yo no puse a esos gatos hambrientos en su camino.- Se defendía el pelimorado, mientras Max detrás de ellos solo se tomaba la cabeza mientras iba a buscar un vaso con agua.
- ¡De no ser por tus babosadas, nada de esto estaría sucediendo!
- ¡Yo fui quien encontró a la mocosa! Deberían agradecerme, la salvé con el misil aguja.
- ¿Ah sí? ¿Por qué no tomas ese misil aguja y te lo metes por...?
Sin poder terminar la frase, el pokegear de la castaña empezó a sonar. No era el mejor momento para atender, hasta que vio que se trataba de Ash.
- Ya regreso... Debo atender.
May salió del centro pokémon. Realmente no quería contestar porque no sabía muy bien como dar esas noticias, pero lo hizo incluso en contra de su propia voluntad, pues su amiga pelimiel lo habría hecho por ella.
- Ash... Hola.
- ¡May! Hola, ¿Todo anda de maravilla?- Preguntó bastante acelerado.
- Pues, la verdad...
- Lo siento, estoy un poco apurado. ¿Estás allí con Serena? Necesito hablar urgentemente con ella.
- Si bueno, de eso te quería hablar...
- ¿Dónde está?
- No sé por donde empezar.
Mientras tanto, adentro del establecimiento, la enfermera Joy al fin salió junto a su Chansey. Max y Harley la vieron inmediatamente esperando que diera su respuesta.
- Disculpen la tardanza, les traigo noticias acerca de sus amigos.
- ¿Cómo está Serena, Enfermera Joy?- Preguntó el chico de gafas.
- Se dio un gran golpe en la cabeza que la noqueó, pero está fuera de peligro.- Respondió, lo cual derivó en el alivio de los presentes.- También tiene una leve quemadura en la espalda que al parecer fue causada por un movimiento muy fuerte. De no ser por su mochila que recibió todo el impacto, quien sabe que habría sucedido.
- Ya veo... Lo importante es que no es nada grave.
- Desafortunadamente, las cosas que había en su mochila no corrieron con la misma suerte.- Mostró ante los chicos el pokegear, la pokédex y los otros objetos incinerados y destrozados que había en la mochila.
Max los tomó, pensando en lo que pudo haber pasado si Serena no tenía su mochila o si los Zangoose hubiesen apuntado hacia otro sitio.
- Por otra parte, Sylveon está bien. Pero el pequeño Mudkip recibió heridas mucho más fuertes y gastó una cantidad de energía ridículamente grande. Creemos que se debe a la habilidad Torrente.
- ¡Chansey!- Aclaraba su pokémon.
- ¿Y qué es eso?- Preguntó el coordinador.
- Torrente es la habilidad de Mudkip, hace que se potencien los ataques de tipo agua en un apuro.- Le aclaró el de gafas.
- Ay, ya lo sé, no te consideres superior por saber algo tan básico.
- Pero si tú fuiste quien preguntó.- Lo miró con odio otra vez.
- Por ahora Serena y Sylveon solo necesitan descansar. Y con respecto a Mudkip, les vamos a estar avisando como avanza en su recuperación.- Habló la enfermera para irse nuevamente a ver a los pacientes.
- Muchas gracias, Enfermera Joy.
...
- ¡¿Serena está herida?! ¡¿Cómo paso?!- El azabache se levantó de su sitio, haciendo que la silla en la que estaba sentado se cayera.
- Iba caminando sola y la atacaron una manada de Zangoose.- Respondió May fríamente
- ¡¿Ella sola?! ¡¿Por qué demonios no estaban ustedes con ella?!
Kukui y Lillie también se levantaron de su silla al escuchar que la chica estaba herida.
- ¡Fue un accidente ¿ok?! ¡Yo no sabía nada!- La castaña se sentó en un sitio de afuera mientras empezaba a llorar desconsoladamente.
La frustración de Ash había escalado a niveles inimaginables. Cerró su puño y apretó sus dientes tan fuertes que parecía que podría detener una bala con ellos. Nunca se había sentido tan indefenso, tan enojado, tan inútil.
- ¿Dónde están?- Preguntó el azabache.
- Estamos en Ciudad Mauville...
- No se atrevan a moverse de allí, voy para allá.
- Espera... ¿Qué?
Ash colgó el pokegear dispuesto a hacer algo, ante la atónita mirada del profesor, su compañera y su pokémon. Ya no le importaba nada, solo tenía un objetivo ahora, que era Serena. Su necesidad de verla en ese momento era más vital que cualquier otra cosa.
- Pikachu, nos vamos.- Ordenó el entrenador.
- Pika pika- Le dijo muy preocupado por lo que estaba sucediendo.
- Ash, ¿De qué estás hablando? No puedes irte ahora.- También se preocupaba Lillie mientras veía como el azabache arreglaba sus cosas.
- Serena me necesita...- Respondió.
- ¡Serena está en Hoenn, Ash! Y el aeropuerto va a estar cerrado por semanas debido a las remodelaciones.
- Le pediré al profesor Oak que me envíe a Charizard. Volaremos y estaremos en Ciudad Mauville en poco tiempo.
- ¡Está muy lejos! No regresarás a tiempo para nuestro examen.
El azabache volteo a ver a su amiga.
- Nunca dije que regresaría.
Los ojos de la rubia se abrieron. Ash no escuchaba ningún tipo de consejo, pues su meta era más grande que incluso su propia razón. Metía cosas que creía necesarias en su bolso, haciendo que Rowlet se despertara y saliera volando de allí, confundido por lo que estaba sucediendo.
El profesor observaba la situación. Aún no había dicho nada, solo seguía preocupado, pero con más calma.
- Bueno, nos vamos. Gracias por todo Profesor Kukui.- Se acomodó su mochila.- Pikachu, andando.
Aunque la ratita también adoraba a Serena, no le gustaba el cambio de actitud que su entrenador había tenido en muchas situaciones por su enamoramiento, y es que para ser un pokémon sabía que la forma en la que estaba lidiando con sus emociones no era sana y lo estaba haciendo cambiar.
- ¡Pikachu pika!- Se negó con la cabeza.
Ash quedó totalmente estupefacto, por lo que su fiel compañero le estaba diciendo.
- ¿Qué? ¡¿No te importa lo que le suceda a Serena?!- Se enfadó totalmente.
- ¡Pika pika, pika pi!
El azabache gruñó.
- ¡Bien! ¡Quédate! Yo me voy a ir, ya lo tengo decidido. ¡Vamonos Rowlet!
El tipo planta, bastante más ingenuo, subió a su cabeza. No entendía lo que pasaba, solo sabía que Ash era su entrenador y tenía que estar con él.
Al pokémon eléctrico le salieron algunas lágrimas, se fue a los brazos de Lillie la cual paso de sentir pena a estar furiosa con el azabache, el cual salió por la puerta de camino al centro pokémon para llevar a cabo su plan.
Caminando unos pocos metros, sus ojos se cristalizaron y su furia hacía que volviera a apretar sus dientes con fuerza.
- ¡Ash!- La voz del profesor Kukui era la que ahora lo llamaba.
El azabache se detuvo.
- ¿Qué? ¿Ahora usted va a intentar detenerme?- Le respondió con fuerza.
El chico no volteó a ver a su profesor. Nada más se quedó viendo al piso, tratando de mostrarse fuerte.
- No voy a evitar detenerte.
- ¿Ah no?
El profesor hablaba suavemente, tratando de aliviar un poco las aguas.
- Tú ya eres un adulto Ash, y yo no soy tu padre para decirte lo que debes hacer.
No hubo respuesta.
- Pero lo que si soy, es tu profesor y tu amigo. Y únicamente deseo que te mires a ti mismo, ¿De verdad vale la pena abandonar todo tu trabajo hasta hoy?
- Ya se lo dije a Lillie. No fui hecho para estar sentado en un pupitre.
- He visto como te esfuerzas siempre por mejorar. Sé que no lo abandonas porque quieres.
- Eso no importa... Serena está totalmente herida, y yo tengo que ir.
- Si vas, no va a cambiar nada, Ash. Puedes quedarte y estar al tanto por el pokegear, ¡Aún no sabemos cuál es la gravedad del asunto!
- ¡Serena me necesita!- Volteo a gritarle mientras lloraba.
- ¡No! ¡Tú la necesitas a ella!
Se quedaron viéndose en silencio. Kukui no quería que su estudiante cometiera un error del que después se pudiera arrepentir. Él también había hecho muchas locuras por amor en el pasado, que muchas veces lo habían perjudicado.
- Serena está con sus amigos en Hoenn, no está sola. Entiendo que tienes la necesidad de ir, pero ¿Para qué exactamente?- Intentó aconsejarle Kukui.
- Usted no lo entiende, profesor... Serena ha estado para mí en mis peores momentos en Kalos.- De las mejillas de Ash bajaban lágrimas a mil por hora.- ¿Qué clase de amigo no haría lo mismo? Ella está lejos, quizás pensando en el porqué le han tenido que suceder todas esas cosas y yo acá sin poder absolutamente nada, ¡Porque toda mi vida he sido un egoísta!
El azabache no había olvidado esa conversación que tuvo con su amiga Dawn. Desde ese momento sintió que podía haber hecho mucho más por sus amigos de lo que había hecho. Sobre todo con Serena, la chica de la cual estaba enamorado y por la que tenía una profunda necesidad de estar a su lado. Ella la acompañó, y ahora, ¿Por qué él no?
Estaba impotente, débil, se sentía una basura y un mal amigo. Probablemente, la pelimiel lo odiaba encima por lo que había pasado con Lillie. Creer que así le iba a pagar todo lo que ella había hecho por él era una agonía.
El profesor se acercó más a él mientras este se veía cada vez más roto.
- Ash, ir a Hoenn no te va a hacer menos egoísta. O ¿Acaso olvidaste a Pikachu? Lo ibas a dejar acá hace unos momentos.
Su fiel compañero, su amigo del alma. De verdad estaba dispuesto a dejarlo atrás por sus caprichos. Los ojos de Ash se abrieron y cayó al suelo derrotado. Tratando de redimirse, solo cayó más bajo, y le hizo daño a quien más quería.
Lillie, con la ratita amarilla en los brazos, salió a ver lo que sucedía. El pokémon había visto quizás una de las derrotas más dolorosas que había tenido su entrenador, pero quería estar con él y corrió hacia donde estaba para abrazarlo, a lo que su entrenador lo tomó entre sus brazos.
- Pikachu... ¡Soy un idiota! Por favor... Perdóname.
- ¡Pika pika pika pi!- Dijo también llorando.
Ante la vista de la rubia y el profesor, se quedaron un rato abrazados. Pero Ash aún no tenía nada claro, y le seguía angustiando la salud de la pelimiel. ¿Qué tenía que hacer? ¿Por qué, cuando intentó no ser egoísta, lo acabó siendo aún más? ¿Valía la pena irse?
...
- Y la nueva reina de Kalos es, ¡Serena!- Exclamó la presentadora.
Al fin lo había logrado, era la reina de Kalos, cumplió su sueño. Saludó al público alegremente, aunque nada más le faltaba una cosa para ser totalmente feliz. Vio a Ash en el público, y decidió llamarlo por el micrófono.
- ¡Ash! ¡Lo logré! Ya podemos estar juntos.- Se sonrojó al decirlo en voz alta.
- Lo siento Serena, pero estoy con ella.- Entonces una chica rubia y con sombrero aparecía al lado del azabache, dándole un gran beso en el proceso.
- ¿Eh? ¿Qué está sucediendo?- Su voz se quebró empezando a sentir pánico.
Ash y la chica empezaron a crecer al menos unos quince metros, Serena quiso escapar, pero unas manos gigantes la tomaron de su ropa, haciendo que todos se rieran de ella.
- Serás perfecta para nuestro entrenamiento.- Habló la gigante rubia.- ¿Listo mi amor?
El gigante azabache asintió, y lanzaron a la pelimiel por los aires.
- Pikachu ¡Atactrueno!- Ambos lo dijeron al unísono.
Proveniente del abismo más mórbido que se podría imaginar, apareció un Pikachu gigante, con ojos terroríficos y una sonrisa digna del asesino más sanguinario. Preparado para atacar.
- ¿Eh? Pikachu, por favor... No.- Le suplicaba Serena aún volando en el aire.
Riéndose de ella, usó atactrueno que se dirigía para matarla y del cual no podría escapar. Serena gritaba horrorizada por el rayo que estaba a punto de acabar con ella cuando se despertó con estrépito y sudando.
Había sido un sueño.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top