1: Bienvenida a Hoenn
- Le agradecemos a todos por escoger aerolíneas Kalos, estaremos llegando a Ciudad Rustboro en quince minutos aproximadamente.- Habló el piloto por los parlantes del avión.
El vuelo estaba tranquilo y las pocas personas que había en el avión se encontraban durmiendo o hablando entre ellas.
Mientras, en uno de los puestos de atrás se encontraba una joven chica pelimiel sentada esperando a llegar a su destino. Se apoyaba al marco de la ventana del avión mirando al paisaje, sus bellos ojos azules se cristalizaron un poco al recordar con nostalgia el increíble viaje que había tenido en la región de Kalos con sus amigos. Había vivido tantas aventuras y había aprendido tantas cosas en el último año que se sentía como una persona completamente diferente a la chica insegura que inició el viaje.
Sin embargo, se sobresaltó de emoción al ver la región de Hoenn a pocos minutos de ella. Su corazón se aceleró en parte por la felicidad, pero también por el nerviosismo de no saber con exactitud lo que se encontraría allí. Pero sabía que su vida había cambiado y ahora estaba preparada para cualquier reto que se le pusiera por delante, y que daba igual lo complicado que se mostraran las cosas, nunca debía rendirse hasta el final.
Al recordar esa frase sintió como un sonrojo evidente se presentaba en su cara e inmediatamente llevó sus manos allí.
- ¿Todo en orden por acá?- Preguntó una de las aeromozas a Serena, la cual se asustó un poco por la repentina pregunta.
- Eh, ¡si si!, todo está perfecto, gracias- Balbuceó la pelimiel aún con el rubor natural adornando sus mejillas.
La aeromoza con un carrito de comida casi vacío siguió adelante, no muy convencida con la respuesta de Serena, siempre recordando que cualquier tipo de ayuda que necesitara solo hacía falta apretar un botón.
Serena se había prometido no pensar tanto en lo que sucedió en el aeropuerto de Ciudad Lumiose, pero a medida que el viaje iba avanzando se dio cuenta de que era imposible. Sintió que todo le recordaba a Ash, desde los pokémon como Froakie o Noivat jugando con los niños en el avión hasta la vista de la región de Hoenn, la cual se veía tan cálida y tan llena vida... Justo como él.
Un millón de inseguridades le pasaron por la cabeza, "¿Le gustó? ¿Se habrá molestado por lo que hice? ¿Algo cambiará en él debido a esto?" Eran algunas preguntas que la atormentaban constantemente durante el viaje. No parecía molesto en ese momento, hasta estaba feliz cuando se despidió de ella, pero eso le daba más miedo, pues quizás para él, el beso no había significado nada y solo lo pasó por alto.
Solamente sabía una cosa, y es que no se arrepentía de haberlo hecho. Le iba a doler que la rechazara, pero más le iba a doler no poder expresar ese sentimiento que llevaba oculto en su corazón desde hace tantísimo tiempo, y tener que llevarlo por el resto de sus días hasta quien sabe donde. Sabía que había tomado la decisión correcta, sea cual fuera la reacción de Ash, ahora podría centrarse en su futuro y en sus pokémon. Un futuro que va a empezar el día de hoy.
...
Ya fuera del aeropuerto, Serena observaba con emoción la región de Hoenn. El clima era totalmente diferente al de Kalos, era más caluroso y las personas iban con ropa mucho más ligera e informal. A su alrededor veía un montón de pokémon que jamás había visto en su vida, tanto volando en el cielo como acompañados por sus entrenadores en las calles. Se dio cuenta de que tenía que comprar ropa nueva, aunque ya tendría tiempo para hacerlo.
- ¡Es increíble!- Dijo al sentir la brisa que desplegaban unos Winguls al hacer piruetas en el aire.
Serena se sentía como una niña pequeña caminando y explorando cada cosa que podía ver con sus ojos. Todo era tan desconocido y había tantas cosas nuevas por explorar que no podía esperar a empezar su viaje.
Desde que era pequeña no había salido de Kalos y mucho menos había viajado sola, cosa que cuando pensó le dio un poco de terror hasta que recordó una frase que había escuchado una vez: "No estás sola, tienes a tus pokémon contigo", lo cual le dio un gran empujón de confianza.
- Bien, ¡Salgan todos! - Serena arrojó tres pokeballs de las cuales salieron sus tres compañeros de Kalos.
Braixen, Pancham y Sylveon al salir observaron el sitio con la misma emoción que su entrenadora.
- Ya estamos en Hoenn chicos, ¡Una nueva aventura nos espera!- Dijo con el puño arriba, mientras sus tres pokémon la imitaban en su celebración.
- ¡Waoh, miren esto! - Se impresionó un chico que se encontraba en la calle.
Por un instante Serena se olvidó que estaban en la calle con varias personas a su alrededor y al darse cuenta de lo que había dicho en voz alta sintió un poco de vergüenza.
Vio como varios chicos en la calle se acercaban a ella y a sus pokémon a observarlos con curiosidad, pues no era común verlos en la región de Hoenn.
- ¡Syl! ¡Veon!- Dijo la pokémon blanco y rosa un poco incómoda de tener tantas personas a su alrededor.
- Pancham Pan- Habló el pequeño osito del mismo modo.
- Oh, Hola a todos- Saludo Serena, con una nerviosa sonrisa a las personas que tenía a su alrededor.
Las personas tenían los ojos brillantes al observar pokémon tan exóticos en las calles de Ciudad Rustboro. Algunos querían tomarse fotos con ellos, y otros parecían más interesados en conocer a su bella entrenadora.
Braixen y Sylveon, aunque con miedo, saludaban a las personas de forma tranquila, mientras que Pancham, al sentirse tan incómodo, solo se limitaba a observar con enojo a todos, manteniéndose alerta de cualquier tonto que pudiera pasarse de la raya con su entrenadora o con sus compañeras.
- Oh, disculpen, ¿Podrían decirme donde se encuentra el centro pokémon?- Preguntó Serena tratando de mantener la compostura.
- ¡Si, yo te acompaño hacia allá!- Trato de anticiparse uno de los chicos.
- Tengo un Skarmory, te puedo llevar volando en él- Dijo otro chico, para el desagrado de Serena, pues ya había volado lo suficiente en este día.
- ¡Oye! ¿A ti quién te dio permiso de acompañar a la señorita?- Gritó otro chico desde atrás.
De repente, los chicos empezaron a discutir entre ellos por Serena, la cual estaba visiblemente muy incómoda, al igual que sus amigos, por lo que aprovechó el alboroto para salir de allí lo más rápido posible. No quería ser mal educada, pero luego del día que había tenido no tenía tiempo para preocuparse por un montón de chicos con falta de amor.
- Vaya, esa no era la bienvenida que me esperaba- Dijo la pelimiel mientras corría.
- Braixen Braix- mencionó la pokémon zorro corriendo a su lado con los demás.
No sabían exactamente a donde iban, pero Serena sabía que en la ciudad tarde o temprano encontrarían el centro pokémon. Se rio un poco al recordar la situación, la cual era una extraña, pero de alguna forma divertida manera de empezar la aventura en la región de Hoenn.
...
- Oh Arceus, estoy agotado- Dijo un niño de gafas caminando encorvado por la fatiga.
- ¡Vamos Max! ¿No estás emocionado por tener tu primer combate de gimnasio?- Mencionó una chica castaña mayor que él a su lado con una gran pasión.
- Si, pero ¿En serio teníamos que salir de viaje el día más caluroso del año?- Observó el sol de la tarde dándose cuenta de que en poco tiempo se iba a ocultar.
- Oye, un gran entrenador es aquel que no se rinde ante las adversidades. ¡El sol de la tarde no es más que un pequeño obstáculo en el festín de la victoria!
Max le dio a su hermana una mirada sarcástica.
- También tienes hambre, ¿verdad?
- No tienes idea de cuanta- Se lamentó la chica castaña.
El niño de gafas suspiró y recordó con cariño cuando hace ya varios años viajó junto a su hermana y sus amigos Ash y Brock. El primero era su ídolo y su ejemplo a seguir, pues soñaba un día ser un entrenador su calibre. El segundo era su consejero y una de las personas más sabias que conocía, a pesar de que a veces su amor por las mujeres lo desconcertaba. Y este tenía una habilidad culinaria que hipnotizaba al más escéptico, su comida hacía que los días más duros se tornaran tranquilos y con un aroma maternal que no solía ser propio de un adulto castaño con ojos achinados.
Pensó en lo genial que sería que Brock estuviera con ellos, pues ni él ni su hermana eran los mejores cocineros, y tendrían que conformarse con comprar comida de la tienda e ir de ciudad en ciudad comiendo en el centro pokémon o en restaurantes.
Al poco ritmo que caminaban se dieron cuenta de que estaban a punto de llegar a Ciudad Rustboro, cosa la cual les levantó el ánimo en gran manera a ambos hermanos.
- ¡Vamos, mientras más rápido lleguemos, más rápido podremos comer!- Dijo Max corriendo con gran entusiasmo.
- ¿No que estabas muy cansado?- Se burló May corriendo detrás de él.
Ambos chicos se apresuraron a llegar a su destino. Max sabía que su primer combate de gimnasio estaba a punto de llegar y ya era momento de mostrar lo que era capaz. Su camino a ser maestro pokémon y el encuentro con viejos y nuevos amigos...
Continuará...
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