Müllschlucker
Miro mi reflejo en la puerta del metro por sexta vez y suspiro, ahí estaba yo de nuevo y como toda la vida llegando tarde, maldije por los bajo esos cinco minutos que debí haber salido antes. Seguramente Nam me dará el sermón de siempre, pero si tan sólo no se hubiera largado con su estúpido novio, yo no tendría que haber tomado el metro y estaría llegando puntual, pero no, el cretino se largo con la camioneta olvidándose de su pequeño hermano y la enorme guitarra que tiene que llevar a cuestas.
Bajo en la estación que me deja justo a media cuadra del Müllschlucker y apenas asomo la cabeza por la esquina puedo reconocer la estruendosa risa de Hoseok, quien apenas siente mi mirada voltea cual niña del exorcista y me dedica una sonrisa forzada que indica todo menos felicidad. Ya puedo saborear mi muerte.
— Llegas jodidamente tarde, como siempre, ¿cuál es tu pretexto ahora? — Me regaña igual a como suele hacerlo mi padre, lastima que no cause el mismo efecto y sólo logre hacer que por vigésima vez en el día suelte un suspiro y ruede los ojos. Y es que como no hacerlo si parece que hoy, el mundo ha confabulado en mi contra.
— Relájate, no todos tenemos esclavo que nos lleve a todos lados, pero ya estoy aquí, podemos empezar a conectarnos— Por su expresión, intuyo que se está conteniendo para no ahorcarme y no sé si es por haber llegado tarde, por mi descaro o por haber dicho eso de su “novio no novio”
— No podemos conectarnos, porque gracias a ti, nos pasaron para el final, ahora tenemos que estar aquí tres jodidas horas antes de poder tocar, imbécil— Vale, tiene razón en estar enojado, yo estaría igual si no hubiera sido mi culpa, pero no lo admitiré tan fácil.
— Lo que a ti te importa no es estar aquí tres horas, lo que a ti te jode, es tener que aguantar esas tres horas sin emborracharte, porque ambos sabemos que no puedes tocar pedo, ¿o me equivoco Hoseokie?— digo lo último con el mismo tono de voz chillón que usa su ligue cuando le pide algo, vamos sé que mi voz es más chillona y no debería molestarlo y también sé que es mi culpa por llegar tarde, pero no por eso voy a perder la oportunidad de molestar a Hoseok, mi día fue un asco y si no saco esa frustración acumulada, acabaré por explotar y no de una buena forma.
— Olvídalo Jimin, vienes insoportable, sólo entra — se resigna, él como muchos saben que no deben molestarme cuando estoy de mal humor, puedo ser una bolita de ternura cuando estoy de buenas -o quiero algo- pero cuando estoy de malas, puedo invocar a los 10 mil demonios que te arrastrarán al infierno con todo y pulgas — dejamos las cosas abajo del escenario del lado izquierdo, por ahí debe andar el tarado de tu hermano , dale las llaves de la camioneta — lo dice mientras de su chaqueta saca un juego de llaves y lo avienta en mi dirección.
Sin responder nada entro al bar, apenas pongo un pie ahí me golpea el olor a alcohol, cigarrillo, marihuana y sudor, bloqueo la arcada y respiro tratando de acostumbrarme al olor, por lo menos y lo que siempre he agradecido de este lugar, es que no hay tanta gente y siempre hay buena música, el señor Chae, el dueño es amigo de mi hermano. Su hijo y Nam iban juntos en la secundaria, asistían al mismo curso de música, por lo que forjaron una buena relación, luego lo que nadie esperaba pasó, el frágil chico murió de leucemia, nadie lo esperaba, puesto a que nadie lo sabía. Recuerdo que Nam estuvo deprimido cerca de dos meses, él fue algo así como la última persona fuera de su familia con la que convivió y lo afectó mucho la pérdida, mamá fue la única que logró sacarlo de su estado. Luego de ello Nam comenzó a ir con el señor Chae, pasaban la tarde escuchando y haciendo música y fue Chae, la primera persona que lo apoyó cuando formó su banda.
Comienzo a escanear a la gente, la mayoría son punks y metaleros, pero también hay góticos y uno que otro rockero, antes de acercarme a saludar me dirijo al baño, estoy por abrir la puerta del baño que indica varones cuando escucho un quejido en el baño de mujeres, ruedo los ojos y me dispongo a entrar pensando que es un pareja que probablemente está follando ahí, pero en ese momento alcanzó a ver a una chica tratando de abrir la puerta y a otro ser que la jala de los cabellos y la regresa adentro. Antes de razonar lo que estoy haciendo abro la puerta de una patada y confirmó lo que creí ver, un tipo sostiene contra el lavabo a una pelirroja mientras trata de meter la mano bajo su falda, cuando escucha el portazo la suelta y voltea a verme hecho una furia.
— ¡Qué mierda! largo mocoso, este es el baño de mujeres — Irónico que me diga eso siendo él mismo quien está aquí, cuando se da la vuelta lo puedo observar mejor: Vans, pantalones de mezclilla y playera de los Guns, diría clásico, pero hasta eso sería Cliché, y lo que no podría faltar, un tatuaje de calaveras.
— Pues déjame decirte que eres la mujer más fea que he visto — repongo sarcástico y me dirijo a la pelirroja rogando que me siga la corriente — Lib, cariño, te estaba buscando ¿vamos?— está por tomar mi mano cuando siento un puño golpear contra mi mandíbula y aturdido sólo alcanzó a esquivar otro que va directo a mi estómago, me repongo y con una patada en las costillas lo mandó al suelo, tomo a la chica del brazo y salgo con ella rápidamente de ahí. Aunque estudiaba karate nunca fui fanático de las peleas y si puedo prefiero evitarlas.
Una vez que nos alejamos lo suficiente del baño volteo a ver a la chica, tiene el labial corrido y los primeros botones de la blusa desprendidos, solloza en silencio mientras trata de cerrarse la blusa, por su aspecto puedo ver que no pertenece a este medio y me pregunto quién carajo la trajo, pero antes que pueda preguntarle algo, la respuesta llega sola.
— Por Dios, Jennie ¿dónde te habías metido? creí que te habías ido sola — Se acerca a nosotros y comienza a interrogarla una rubia con la expresión preocupada, que al ver el estado y el llanto retenido de su amiga me voltea a ver con expresión amenazante — ¿quién rayos eres tú y que le hiciste? responde — me ordena y yo sólo puedo quedar en shock pues ahora yo soy el culpable de algo que ni siquiera hice. Estoy por responder cuando alguien me llama.
— ¡Jimin! ¿Dónde mierda estabas? hace media hora que debíamos haber tocado y tú apenas te dignas a aparecer — y ahí está mi brillante y adorado hermano, son el ceño fruncido y unos ojos de “te voy a matar”
— Lo lamento, el metro venía llenísimo y no pude subirme con todo y la guitarra, tuve que esperar a que uno viniera medio vacío — hago el mejor puchero que puedo y ruego que mi media verdad sea creíble y sé que lo logre cuando él suelta un suspiro y señala a las mesas donde están nuestros amigos indicando que lo siga.
Volteo para despedirme de las chicas pero estas ya han desaparecido sin decir siquiera gracias, con un resoplido de molestia me dirijo a la mesa donde están los miembros de mi banda y algunos otros amigos.
El primero en notar mi presencia es mi mejor amigo Jin, que con una sonrisa de medio lado se levanta para darme un ligero abrazo y un golpe en el hombro que atribuyo a la tardanza. Conozco a Jin desde hace casi cinco años, que fue cuando mi hermano formó la banda, en ese entonces yo iba a todas las tocadas sin ser un miembro aún, me veía obligado a esperar a que terminaran, al lado de las chicas ruidosas que iban a ver tocar a los simios. En una de esas tantas tocadas conocí a Jin, él también acompañaba a una banda, era algo así como el manager de una banda de rock clásico, cuando empezamos a platicar mientras esperábamos afuera del baño, descubrimos muchas cosas en común, luego de eso nos encontramos en varias tocadas más. Así nos fuimos haciendo amigos, cuando la banda con la que iba se separó poco después y deje de verlo, empecé a invitarlo a venir con nosotros, ahí me enteré que la otra banda era de su primo y que se separaron por una clásica Yoko Ono celópata.
Siento una mano sobre mi hombro y me encuentro con Tae, con su sonrisa cuadrada de siempre, me da un beso en la mejilla y veo de reojo a Hope fruncir el ceño, no lo entiendo, siempre niega tener una relación con Tae, pero es excesivamente celoso, por esa clase de cosas me encanta molestarlo. Cuando me aparto de Tae saludo a Kook con un golpe de puños y de la misma manera a Yugyeom y a Mark ambos amigos del primero. Me siento en un extremo del sillón, agradecido de que ciertas personas no estén cuando noto que canté victoria demasiado rápido, pues apenas voy a tomarle a mi vaso de cerveza, aparecen ante mi vista: Jackson el odioso novio de mi hermano y Yoongi, el tipo más jodidamente altanero y creído del mundo, y que para colmo de males es ni más ni menos que el tecladista de la banda.
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