♧ x42

Vagaba sin rumbo, buscando su imagen por todas partes, añorando su preciosa mirada de cristal, anhelando el escuchar su voz. No dejaba de cuestionar, gritar su nombre. Sin embargo él no aparecía. Dalai no venía a ella.

-Dalai... -Se lamentó en sollozos, llevándose una mano a la cara.

Se sentía fría, como si ya no fuera mas que un cadáver que había estado buscando por toda una eternidad a aquel chico que tanto amaba.

-Melody...

Sus ojos se abrieron de par en par al divisar su figura surgiendo del interior de un callejón. 

-¡Dalai!

Corrió hasta él, pero antes de que llegara a acercarse, su cuerpo se precipitó por un agujero que antes no estuviera allí.

-¡NO!

Despertó sudando, agitada, mas no buscó calmarse. Rápidamente abandonó la cama y salió de la habitación, sólo entonces dándose cuenta de que no estaba en su apartamento, sino en una casa que desconocía. 

-Melody, ¿has tenido una pesadilla? -Le cuestionó Rodrigo saliendo de otra habitación, llevando consigo un plato pequeño con tostadas huntadas con mantequilla.

Entonces recordó que Rodrigo la había cargado la tarde anterior y la había llevado hasta su casa.

-¿Sabes algo de Dalai?

Sus ojos se humedecieron al recibir su respuesta negativa. Su realidad era peor que la pesadilla que había tenido. Al menos en ella... Había podido ver a Dalai.

-Rodrigo, me gustaría que me llevaras a casa de Dalai.

Rodrigo puso mala cara de inmediato. Por mucho que él hubiera desaparecido la idea de indicarle dónde era su casa no era de su agrado. No, se negó a sí mismo, en ella sí podía confiar.

-Está bien, vamos -Dejó el platillo sobre la mesa y se encaminó con la chica a fuera de la vivienda -Está justo al lado, es mi único vecino -Indicó.

En otra ocasión Melody se habría sentido de lo más emocionada de finalmente visitar la morada de Dalai, pero en aquella ocasión lo único que sentía era ansiedad por hallar una posible pista que les llevara al paradero actual del chico.

Rodrigo giró la llave y abrió la puerta principal. Torció el gesto al hallar tanto silencio. Dirigió la mirada al baño y se encaminó a él. Al abrir la puerta le pareció ver a Dalai, un espejismo que se desvaneció en cuestión de segundos.

Melody se asomó, sorprendiéndose un tanto por lo enorme que era la bañera. Era más como si fuera una piscina.

-Rodrigo, ¿podrías decirme dónde queda la habitación de Dalai?

Él torció el gesto. Estaba cansado de mentir, más en aquella situación..

-Es la puerta que queda frente al televisor -Indicó.

¿Qué hace? Se cuestionó Melody al ver al chico remángandose los pantalones y después entró en el recinto acuático. Su mirada barrió cada milímetro, como si buscara allí algún tipo de pista.

Melody decidió dejar de observarlo y comenzar también a husmear en busca de evidencias. Al abordar la habitación varias lágrimas surgieron. Allí era donde Dalai dormía todos los días, se dijo en pensamientos, encaminándose lentamente al interior de la habitación.  Observó la cama y entonces sintió como le picaba la curiosidad. Recordó que Rodrigo le dijera que Dalai estaba en la cama, y sin embargo ésta se hallaba ordenada, y dudaba que él hubiera tenido cabeza para arreglarla después de lo que había ocurrido.

Siguió caminando por la habitación, observando incluso por debajo de la cama, no hallando nada salvo alguna pelusilla. Después, aunque sabía que era inadecuado, comenzó a rebuscar por los cajones y el armario, no hallando nada fuera de lo normal, salvo una colección de celulares aún sin estrenar guardados en sus respectivas cajas.

Tras una pesquisa a fondo, salió de la habitación tal y como había entrado, sin ningún tipo de pista, pero sí curiosa.

-Rodrigo.

Le halló todavía en el interior de la enorme bañera, agachado, observando algo que tenía sobre la palma de su mano, sin embargo, no logró distinguir lo que era, ya que él cerró la mano antes.

-¿Sí?

-Tú me dijiste que Dalai estaba en la cama, ¿fuiste sincero conmigo?...

-¿Qué? -Había estado ausente, hasta que escuchó aquella acusación que evidentemente le puso nervioso -¿A qué te refieres?

-La cama está hecha, es a eso a lo que me refiero -Dijo sin tapujos, viéndole con seriedad. 

Rodrigo estiró el collarín de su camisa, sintiéndose sofocado. La soga comenzaba a apretarse más y más.  Confiaba en Melody, pero no le parecía el momento idóneo para hablarle de Dalai, además, eso le correspondía a él. 

-Es cierto, te mentí.

Melody se mostró notablemente sorprendida.  ¿Por qué mentirle en algo tan sencillo como la última localización de Dalai?

-¿Por qué?...

-Él estaba aquí la última vez que lo vi -Cerró los ojos al decirlo, decidido a no ahondar más en el asunto -Melody, no importa dónde estuviera, lo importante es localizarlo cuanto antes.

-Pero, ¿por qué me mentiste? ¡No lo entiendo! -Exclamó indignada, decepcionada.

-Dalai te explicará todo cuando lo encontremos. 

Iba a replicarle la posibilidad de no encontrarlo nunca más, pero se negó de inmediato.  No podía aceptar ese posible futuro. Iba a seguir buscándolo aunque de eso dependiera su vida.

-Hoy iremos a la policía -Dijo ella, recordando que no lo hicieran el día anterior.

-No -Respondió él con firmeza, apretando la mandíbula. 

¿Qué? Melody no dio crédito a lo que escuchara.  ¿Pero a qué estaba jugando?

-¿Cómo? ¿A qué te refieres?

-No iremos a la policía, ellos no pueden ayudarnos. 

-¡¿Cómo que no?! ¡Ellos tienen muchos medios y contactos! ¡Tenemos que reportar su desaparición, Rodrigo! -Gritó ella entrando en un punto de histeria.

¡¿Acaso Rodrigo estaba tirando la toalla?! ¡¿Había aceptado que Dalai nunca más iba a aparecer?! ¡NO IBA A ACEPTARLO!

-Melody, escucha, la policía no puede ayudar a alguien que según la sociedad no existe.

Fue lo único que fue capaz de decir.

-¿Qué?...

¿A qué se refería? ¿Estaba acaso diciendo que Dalai no existía? Entonces... ¿Dalai había sido una fantasía suya? No, no, meció la cabeza. Rodrigo sabía de él... ¿y sí?...

De repente sintió que incluso Rodrigo era una imaginación suya, un personaje que la ayudó a acreditar en aquella fantasía suya. 

-Rodrigo... ¿Tú existes?... -Preguntó al borde del desmayo, comenzando a perder la noción de la realidad.

-¿Qué?...

Él se percató de que la muchacha estaba pensando y la abrazó fuerte, para que supiera que no era un espejismo, sino un ser de carne y huesos, un humano como lo era ella.

Melody lo estrechó fuerte, derramando lágrimas de puro alivio. No era mentira, él era real, ¡Y Dalai también lo era!

-Escucha. Dalai existe, es real. Lo que pasa es que... La sociedad no sabe de él... -Trató de explicarse, causándole más confusión.

-No... No entiendo... Dalai fue adoptado por Baba, se supone que en esos lugares te registran.

Rodrigo se sorprendió al escuchar aquella verdad de su boca. Dalai realmente confiaba en ella. Realmente la amaba con todo su corazón.

La estrechó con más fuerza, sintiendo un punzante dolor en el corazón.

-Es cierto que fue adoptado por Baba, pero no de un centro de acogida. Él... Fue encontrado en la calle.

-¿Eh?...

Visualizó a un bebé tirado en la calle, como un pedazo de basura que sus padres hubieran desechado, siendo más tarde recogido por la amable mujer.

-Pero... Eso es ilegal, Baba debió hablarle a las autoridades.

Por mucho que Rodrigo le explicara, aquella historia no tenía sentido. Se sentía incompleta.

-Melody -La tomó por los hombros y la vio seriamente a los ojos -Eso es todo lo que puedo contarte. Sólo quiero que entiendas que la idea de reportar su desaparición es imposible.

¿Por qué? Quería preguntarle, pero en vez de eso, asintió. Existía tanto dolor en los ojos ajenos, tanto misterio. Dalai era la fuente de dichos misterios.  ¿Qué tanto le ocultaba?

-Ahora tenemos que seguir buscando a Dalai.

-Sí...

Rodrigo se retiró primero, dejándola allí, todavía anonadada por la información que acabara de recibir. Y entre sus pensamientos, avistó un brillo existencial. Se agachó y tomó lo que creyera que fuera un broche o algo por el estilo, pero se sorprendió cuando entre sus dedos halló lo que parecía... una escama. ¿Habrían tenido allí un pez antes? Debió de ser un pez grande dado el tamaño de la escama.

Guardó la hermosa escama azul en el bolsillo delantero de sus jeans y finalmente pensó en abandonar el baño, pero algo más hizo que se detuviera.  Sobre una mesilla vio un peine azul, estaba limpio, salvo por un cabello que yacía olvidado. Un largo cabello negro que fácilmente reconoció.

-Dalai... ¿Dónde estás?...

Tomó el cabello con cuidado y lo pasó por su mejilla, sintiendo un agradable cosquilleo. Aquella era una fuerte evidencia de que Dalai realmente existía.  No era un sueño. Él vivía.

Abandonó el lugar, padeciendo un extraño sentir cuando iba a cerrar la puerta.  En aquel lugar la esencia de Dalai estaba repartida por todas partes, a lo contrario que en su habitación.  Era como si él pasara allí la mayor parte de su vida.

Juntos recorrieron de nuevo la villa, preguntaron, rebuscaron todo, pero resultó en lo mismo. Dalai no había pasado por allí, ni ningún minusválido en silla de ruedas.

-Bueno, lo único que yo vi fue un coche negro con la pintura desgastada tomando el camino de tierra que lleva a tu casa -Comentó el dueño de la tienda de antigüedades, encendiendo una alarma en Rodrigo. 

-¡¿Se dirigía a mi casa?! -Se paró de manos sobre el balcón de madera, causando al anciano un sobresalto. 

-Sí... Eso me pareció.  Pensé que fuera un turista.

-¡¿Y te fijaste en si era un hombre o una mujer?!

-Creo que era un hombre, no estoy muy seguro, no le presté mucha atención.

-¿Y no sabrá la matrícula o la marca del vehículo? -Preguntó ahora Melody, sintiendo en su pecho aquella tan ansiada luz de la esperanza.

-La matrícula... Puff -El hombre se llevó la mano al cráneo -No. Y la marca... Puff, creo que era un Mitsubishi. Era bastante viejo, como del año noventa y cinco. Tenía el techo bastante oxidado... Eso es todo en lo que me fijé. 

-Ya veo. ¡Muchas gracias! Si recuerda algo más, ¡por favor no dude en decírnoslo! -Rodrigo le dio su número de teléfono y volvió a agradecerle.

Ya con una pista en mano comenzaron a preguntar por el vehículo en cuestión.  Pensaron que habían llegado a algo, pero las respuestas negativas volvieron a vistarles. Los pocos habitantes de la villa no parecían haber avistado a ese coche.

-Oh, ¡Yo lo vi! -Soltó el hijo de una señora a la que preguntaran. Tenía como ocho años -Mamá, tú también lo viste. ¿No recuerdas que estuvo a punto de atropellarme?

-¡Cierto! -La mujer se mostró muy enfadada -¡Pensé de inmediato en denunciarlo, pero como iba muy rápido, ya para cuando la capa de polvo que levantó desapareció, el coche ya había desaparecido! ¿Saben la matrícula? ¡Quisiera denunciarlo!

-No, eso es lo que estamos tratando de averiguar  -Dijo Rodrigo con seriedad.

-Pero, ¿por qué? ¿Qué les hizo esa persona?

-Pues, entró en la casa...

-¡Entró en mi casa y me robó un par de cosas! -Rodrigo interrumpió a Melody antes de que hablara de más. Le hizo una señal con la mirada a lo que ella asintió.

-¡Ah, claro! ¡Por eso iba tan rápido! -Dedujo la mujer -¡Qué sinvergüenza!

-Sí. Por eso, si pudiera decirme algo sobre el vehículo o el conductor le estaría muy agradecido.  Ya lo reporté a la policía, pero ya sabes como funcionan en estos casos.

-Sí, totalmente... -La mujer suspiró, meciendo la cabeza -Bueno... -Frunció los ojos, tratando de hacer memoria -Pues... Estoy segura de era un hombre el que conducía, aunque no estoy muy segura... Iba tan rápido que...

-Entiendo. ¿Y no memorizó ningún número o letra de la matrícula?

La mujer negó.

-Lo siento, en verdad me gustaría ayudaros.

-¿Y tú, Luís, recuerdas algo más? -Le preguntó Rodrigo ahora al niño. 

-Pues... -Se tambaleó sobre sus propios pies -Seguro era un hombre. Le vi la barba gris. Lo recuerdo porque pensé en el abuelito de Heidi de inmediato. Y -Señaló en dirección opuesta a la carretera de la que venía siempre Melody -Se fue para allá. 

-Entiendo. Muchas gracias por ayudarnos. Si recuerdan algo más, por favor, nos informan de inmediato.

Tanto Melody como Rodrigo se mostraron decepcionados.  Pensaron que finalmente habían dado con algo, pero era insuficiente.  Aquella única pista no les servía de nada.

La joven se dejó caer en el banco de la parada de buses, estaba más abatida sentimentalmente que físicamente.

Rodrigo regresó trayendo consigo un bocadillo y un jugo de melocotón para ella.

-No tengo hambre... -Giró la cara para otro lado.

No podía ingerir bocado.  Tenía el estómago revuelto por el disgusto y la ansiedad.

-Sé que no tienes apetito, pero si quieres seguir teniendo fuerzas para buscar a Dalai, tienes que alimentarte -insisitió.

Melody terminó por ceder, pues sabía que él tenía razón.  No podía convertirse en una carga. Tenía que llegar al fondo del asunto. Hallar a Dalai. Su corazón le dictaba que no era el final.  Volvería a ver a Dalai, aunque no sabía cuándo. 

A duras penas logró ingerir medio bocata y terminarse el zumo. Después llamó a Verónica y le informó lo que estaba aconteciendo. 

-Entiendo, espero que logreís encontrarlo. Por tus hermanos y tu abuela no te preocupes, yo estaré pendiente de ellos en todo momento. Martha vino a echarme una mano.

-¿Echarte? ¿Estás en mi casa?

-Sí, decidí que era mejor venir ya que me preocupaba tu abuela. 

Melody asintió. 

-Claro. Pero, ¿y mi padre? ¿No ha dado señales de vida?

-Sí, envió un mensaje al contestador diciendo que estaba con una tal Rubi y que no volvería hasta dentro de unos días. 

-Ya veo...

No podía estar más decepcionada de aquel hombre que supuestamente tenía como deber el protegerlos, a ellos, a sus hijos.

-Bueno, sí el regresa en cualquier momento, no dudes en decírmelo.  Por favor, que ni Martha ni tú os quedéis solas en ningún momento.

La idea de que su padre pudiera agredir a alguna de ellas le horrorizaba.  Jamás podría perdonárselo.

-¿Eh? ¿por qué dices eso? -Notó confusión en la voz de su amiga.

-Es que... Él es agresivo y...

-¿Agresivo? ¿Él te maltrata?

-Sí -Afirmó sin dudar. Sintió que sus amigas tenían el derecho de estar preparadas para defenderse -Desde hace tiempo.

-Dios mío, Melody... ¿por qué nunca nos dijiste nada?

-Eso ahora no importa. En cuanto encuentre a Dalai resolveré mi vida, eso tenlo por seguro.

No iba a recular ni poner excusas. Aquel infierno tenía que acabar. Por muy incierto que fuera el futuro no iba a tolerar que aquello continuara y pudiera arrastrarla a ella o a algún miembro de su familia a la ruina. El mandato del mal había llegado a su fin.

-Está bien. En ese entonces hablaremos con mayor detalle.

-Sí. Ahora, quiero seguir buscando a Dalai.  Hablamos después.  ¿Vale?

-Claro. Hasta luego, Melody. ¡Mucha suerte!

-Gracias, Verónica, juro te recompensaré por todo lo que estás haciendo por mí -Su voz se perdió en un hilo. Menos mal que las tenía a ellas, a sus preciadas amigas.

-No tienes que recompensarme nada. Somos amigas. Te quiero, Melody. No olvides cuidarte.

-Sí...

De nuevo regresó a aquella realidad, a aquella búsqueda insaciable, a las mismas preguntas que no dieron en nada.

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