♧ x41

《Buenos días, mi Océano ^.^

Le mensajeó a las nueve y cuarto, nada mas despertarse.

Su respuesta llegó nueve minutos después.

《Buenos días, Honguito ^.^ ¿cómo has dormido?

《¡Muy bien! ^.^ Aunque dormiría mejor si estuviera contigo >.<

《Ok.

《Mi niño tímido.  ^.^ ¿Has dormido bien? ¿Soñaste conmigo?

《Sí y no. No te presentaste hoy en mis sueños.

《¿Pero lo hice en alguna otra ocasión? ^.^

《Sí...

《:0 ¿Y qué sucedió en ese o en esos sueños?

《Nos encontrábamos en la parada de autobús y dábamos un paseo como de costumbre. Sólo hubo uno diferente. En ese era capaz de caminar.

《Mi Dalai, sabes que a mí me haría muy feliz que pudieras caminar, pero quiero que tengas claro que te amo tal y como eres ^.^

《Lo sé. Gracias Melody ^.^

《^.^ gracias a ti ♡
Bueno, tengo que cuidar de mis hermanos e.e Hablamos después, ¿okey? En cuanto disponga de tiempo te hablo de inmediato. 

《Está bien, estaré esperando, total, sabes que no tengo nada que hacer ^.^

《¡Mentira! ¡Mi lindo vídeo musical! u.u

《Ah, tienes razón, aprovecharé para tratar de grabarlo.  Perdona por la demora.

《No hay problema ^.^ Sé que valdrá el tiempo de espera hehehe

《^.^ Espero que en verdad te guste. 

《Es imposible que no me guste >.<
Hasta luego ♡♡♡

《♡♡♡♡

Melody se dispuso a cuidar de sus hermanos y su abuela. Después se dedicó a la ordenanza y limpieza de la morada. Una tarea que le conllevaría su tiempo, pero no demasiado. Lo más tedioso era el preparar la comida. Su padre dejaba siempre escrito en un papel la comida que le apetecía. 

-Yo me ocupo de los hermanos -Dijo el mayor, sorprendiéndola. Normalmente no era tan maduro, pero desde lo que hubía ocurrido se mostraba cambiado.

-Gracias -Agradeció con una sonrisa.

Eran la una y treinta y dos. Su padre no estaba en casa, así que pensó en que podría ir hablando con Dalai mientras preparaba la comida. 

Fue muy contenta a tomar su celular, el que escondía entre una pila de ropa suya para que su padre no lo encontrara.

Al prender la pantalla y encender el wi-fi pudo visualizar un mensaje en el top de la pantalla:

《Buenos días, Melody, ¿estás ahí?

12:43.

《Buenas tardes, Rodrigo ^.^

Era la segunda vez que hablaba con él desde que se había creado una cuenta.

Adjuntó a su saludo un meme que había encontrado en Facebook y que le resultó de lo más chistoso. 

《Melody, ¿Dalai está contigo?

La jovencita torció el gesto ante dicho mensaje.

《Sip, está en mi corazón ^.^

Sonrió a la pantalla.

《Melody, no es ninguna broma.  ¿Dalai está contigo sí o no?

¿No era ninguna broma?

《No, claro que no. Sabes que Dalai nunca sale sin ti... ¿Dónde está él?

Su corazón comenzó a retorcerse. A sufrir ante una posible desaparición.  Si Rodrigo estaba bromeando jamás se lo iba a perdonar. Aquel tipo de bromas eran de muy mal gusto.

No pudo aguantar más con la espera, así que decidió llamarle al messenger. 

-Rodrigo, ¿Dalai no está en casa? ¡Dime que estás bromeando!

-Melody, tranquilízate, por favor. Lo he estado buscando por casi una hora y no lo encuentro. Y como no vi la silla pensé que te hubiera ocurrido algo y que él había ido a verte por su cuenta.

En su voz percibía tremenda preocupación.  Podía escuchar su alterada respiración. Las maldiciones que soltó al final.

-No, no quedamos en que fuera a venir.  Hablé con él por la mañana, pero no noté que estuviera extraño. De hecho lo sentí muy alegre.

Se sentó en la cama, incapaz de pensar en nada más, habiendo olvidando la comida cosiéndose en la cacerola. Todo a su alrededor se había esfumado, dejando únicamente la imagen de Dalai.

-Pero creí que él estaba siempre contigo ahora que Baba está fuera -Recordó ella, llevándose la mano al pecho, todavía en la esperanza de que le dijera que era una broma. 

¡Sólo podía ser una broma de muy mal gusto!

-Sí, así es. Lo que pasa es que hoy había quedado en la mañana con unos colegas del instituto y apenas regresé ahora para darle la comida a Dalai, pero no estaba. ¡No lo encuentro por ninguna parte!

¡Él no podía irse por su cuenta! Rodrigo no podía dejar de dar vueltas por toda la casa, revisando cada esquina, cada habitación. Incluso revisó la granja entera, pero no halló rastro alguno de su amigo. Era como si Dalai nunca hubiera existido, salvo por la existencia de su celular.

Melody apretó fuerte la mano contra su pecho, no sintiendo su corazón. Apenas podía inspirar un hilo de oxígeno.  Estaba perdiendo la conciencia, si algo malo le ocurría a Dalai...

No, no, se negó a ella misma, borrando cualquier horrible imagen de su cabeza. 

-Debe de haber salido por su cuenta. Él me dijo que gracias a mí quería salir más -Recordó, aferrándose a esa idea.

Rodrigo no dijo nada. Él sabía que era imposible que él pudiera sentarse en la silla por su cuenta.

-No. Él no salió solo. De eso estoy seguro, Melody, porque él se quedó en la cama y le es imposible sentarse en la silla por sí solo.

No quería alarmarla, pero tampoco que se hiciera falsas esperanzas. Si tan sólo supiera de su horrible vida quizás hubiera sido más considerado y habría seguido buscando por su cuenta.

-No... ¿Y Baba? ¿Ella aún no regresó? -Su voz se perdía entre temblores. En desesperación. Cada vez se hallaba más sofocada -La policía.  ¡Tienes que llamar a la policía!

Rodrigo suspiró. En aquella ocasión se le hacía más difícil mentir. No tenía cabeza para pensar. Estaba urgido por encontrar a Dalai. Por borrar aquella inquietud que sentía en su pecho.

-Tienen que pasar cuarenta y ocho horas para que hagan algo -Se llevó la mano a la cabeza, negando -Melody, tengo que colgar. Voy a seguir buscándole.  Iré a la villa y preguntaré por él.  Hasta luego. 

-¡Ve informándome, te lo ruego! -Exclamó sumamente exaltada.

Ya había comenzado a llorar. A rogar al cielo que al final apareciera. Que hubiera logrado sentarse en la silla por su cuenta. Que estuviera bien.

-Claro que lo haré. Hasta luego.

Rodrigo colgó de inmediato y corrió hasta la villa, donde comenzó a preguntar por el joven, mostrando la única foto que tenía de él, pues por su temor a ser descubierto era muy tiquismiquis con el tema de las fotos.

Melody comenzó a dar vueltas por la habitación mientras sentía las frías lágrimas por su rostro. Se sentía tan impotente.  ¡Tan inútil! ¡Ella no debería de estar allí!

-Buenos días, Melody -Le saludó Verónica del otro lado de la línea.

-Verónica, necesito pedirte que te quedes con mis hermanos, ¡es urgente! ¡Dalai ha desaparecido y quiero ir a ayudar a buscarlo!

-Ah, claro. Ahora mismo voy para tu casa.

-No. Será mejor que se queden en la tuya. Mi padre está desquiciado y...

-¿Qué? -Verónica sonó sumamente preocupada -¿A qué te refieres con eso?

-Verónica, te lo ruego, no me preguntes nada ahora. Después te contaré todo. ¿Dónde estás?

Tenía que tomar el próximo autobús y rebuscar toda la villa. ¡Tenía que estrechar a Dalai entre sus brazos!

-Sí, claro, lo siento. Estoy en mi casa. Estaré esperando por ti.

-¡Muchas gracias!

En cuanto colgó se dispusó a alistar a sus hermanos. Puso un par de yogures y potes de fruta en una mochila y salió con ellos de la casa casi corriendo.

-¡Después te explicaré todo!

Eso fue lo único que le dijo a su amiga al verla.

Apretó hondo hasta la estación de buses y pagó su billete con el dinero que Dalai le diera el último día que le visitara. En el momento le dolió haberlo aceptado, ya que sentía que estaba abusando de su amabilidad, pero ahora agradecía lo mucho que él había insistido. 

En el autobús no pudo estarse quieta. Cambiaba el cruce de piernas constantemente. Se mordía las uñas. Miraba en todas direcciones, quizás en la ilusión de encontrar a Dalai, de avistarlo allí. Quería creer que él hubiera en verdad ido a verla. Que quisiera darle una sorpresa, pero no encajaba ese argumento, porque sabía que jamás saldría sin Rodrigo. No estaba preparado para salir por sí solo.

-Dalai, aparece, por favor -Rogó, uniendo sus manos. Apoyó su frente en el respaldo del asiento delantero.

Apenas sentía la sangre corriendo por sus venas. Estaba al borde del desmayo, pero aunque tuviera que arrastrarse, buscaría a Dalai. No descansaría hasta verlo con sus propios ojos.

Veía como una adicta el celular, pulsando constantemente el botón de encendido en cuanto éste se apagaba. Aguardaba una posible llamada o un mensaje de Rodrigo donde le dijera que ya lo había encontrado y que estaba sano a salvo.

Abrió el chat de Dalai, topándose con los últimos mensajes. Sus ojos se abnegaron de lágrimas al leer aquel "Ok". Pensó en enviarle cientos de mensajes, pero no lo hizo, ya que por mensaje Rodrigo le había dicho que él lo tenía su móvil.

No tenía sentido. Nada de aquello tenía sentido. ¿Dónde podría estar Dalai? La idea de un secuestro ya se había presentado en su cabeza. Eso le informó a Rodrigo.

《No creo que sea un secuestro. No he recibido un mensaje hasta ahora.

《¿Baba sabe de esto?

《No, no puedo decírselo, podría darle algo. Varios amigos míos me están ayudando a buscarle. Estoy seguro de que lo encontráramos.  Dalai no pudo irse muy lejos.

No. Nadie pudo entrar en la casa. No podía ser. Si alguien hubiera entrado en casa, entonces habrían descubierto que Dalai era...

La idea hizo que se pusiera a buscar las últimas noticias en la red mientras seguía revisando la villa. Pesquisó "Aparición de un tritón " y cosas parecidas, pero no le aparecieron más que leyendas y cuentos. Dalai no figuraba entre ellos.  Él no podía aparecer allí. Lo de tritones debía seguir formando parte de leyendas. Nadie podía encontarlo.

《Ya llegué a la villa. ¿Dónde estás?

Rodrigo se sorprendió al leer aquel mensaje. Ella no le había dicho que fuera a venir. Aunque no le cuestionó al respecto. No tenía cabeza para ello. 

《En la plaza. Te estaré esperando.

Melody llegó allí en menos de diez minutos corriendo. Estaba agotada por tanto ajetreo, pero el agotamiento era lo último que sentía en aquella situación.  Podría correr alrededor del mundo si hiciera falta y sólo desfallecería en brazos de Dalai.

-¡Rodrigo! -Le dio un breve abrazo y clavó sus angostos ojos miel en él. No había dejado de llorar. No había sido capaz.

-Melody, tranquila -La tomó por los hombros, sumamente tembloroso, tan o más nervioso que ella -Dalai estará bien. Él está bien -Afirmó más para él que para ella. 

Aquella mañana no podía ser la última vez que lo viera. Dalia iba a aparecer.  ¡Tenía que aparecer! Los días en los que bromeaba con él. Reían juntos. Charlaban. No habían terminado. ¡Dalai tenía mucho por vivir!

Pero, al girarse a aquella realidad. Al avistar a tantas personas -entre ellas amigos y conocidos- no pudo dejar de sentir una opresión. Cualquiera de ellos podría ser su raptor. Todos eran sospechos. No era capaz de confiar en nadie de allí, salvo en Melody, la que le podía comprender. 

Revistieron la villa de arriba para abajo. Preguntaron al chófer del autobús. Vagaron de un lado para otro, hasta que el sol comenzó a desaparecer, dejando paso libre a la oscuridad. 

Melody se dejó caer en la arena y se llevó las manos a la cara. Había comenzado a dejar de ver aquella luz al final del tunel. A perder la esperanza. Nadie, absolutamente nadie, sabía algo de Dalai. Era como si hubiera desaparecido del mapa, como si en realidad jamás hubiera existido.

Rodrigo permaneció en silencio, con la mandíbula apretada, viendo a la jovencita, forzándose para no llorar.  Era su culpa. ¡Todo aquello estaba sucediendo por su endiablada culpa! Si tan sólo no se hubiera reunido con sus amigos, si no hubiera dejado solo a Dalai.

-¡Maldición! -Dio una patada contra la arena.

Las pequeñas virutas bailaron en el aire y entonces, Rodrigo visualizó el océano.  ¡El océano! Se dijo a sí mismo conforme avanzaba. ¿Y si Dalai allí estuviera? ¿Y si de algún modo hubiera terminado en el océano? Quizás estaba en las profundidades, aguardando por su apoyo, deseado ser salvado.

Melody se mantenía con la cabeza gacha, llorando, hasta que decidió que llorar no le iba a ayudar a encontrar a Dalai.

-Rodrigo, ¡vamos a buscar a...! ¿Rodrigo?...

Se quedó muda ante la imagen de Rodrigo hundiéndose en el mar. Le recordó a su sueño, en el que Dalai se desvanecía en el océano, dejando únicamente la goma blanca de su cabello, la que se deshizó en cuanto la tocó.

Se alzó tambaleante y comenzó a buscar por la orilla la goma, hallando conchas, arena, alguna alga, pero no la goma. ¡Nada que la llevara hasta él!

-¡DALAI!

Rodrigo despertó de su trance al escuchar el ensordecedor grito que la joven dirigiera al océano. Él retrocedió.  Era inútil que buscara allí.  Dalai no estaba en el océano.

La joven gritaba a todo pulmón, girándose en todas direcciones, mientras lloraba con tremenda amargura.

El viento soplaba violento, haciendo que la arena se entrometiera en sus ojos, alterando más su sistema nervioso.  Era como si él estuviera también gritando, desesperado por hallar a Dalai.

Gruesas gotas de lluvia comenzaron a descender, empapando rápidamente todo lo que quedaba a su paso.

Melody continuó gritando, removiendo la arena con sus pies en agresivos cambios de posición. Hasta que se tiró de rodillas, unió las manos y comenzó a rogar.

Era incapaz de acercarse a ella, de sacarla de la lluvia. La culpa taladraba su consciencia, su corazón.

Dalai no va a aparecer.

Le dictó su voz interna, causando que su cuerpo se helara.

Dalai no había desaparecido por su propia cuenta, alguien habría irrumpido en la casa y...

-¡No, NO!

Se apretó la cabeza con las manos. No podía ser real. No podía estar pasando.  ¡Nadie podía haber llegado hasta Dalai! Si alguien lo había descubierto y ahora lo tenía en su poder, él... ¡Estaba acabado!

En su desesperación, vio a Melody, con el rostro enterrado en la arena, inamovible, todavía con las manos unidas frente a su cabeza. Bajo la lluvia tormentosa, empapada hasta la médula.

-Melody...

Sacó fuerzas de donde ya no quedaban y se encaminó hasta ella, sintiendo su cuerpo pesado, incapaz de avanzar rápidamente.  El gris cielo representaba perfectamente su situación, y quizás ese era el aviso de que todo había terminado. Que ahora todo iría apenas a peor.

-Melody... -Se arodilló al lado de la muchacha y depositó una mano sobre su espalda -Tenemos que irnos. Vas a enfermar.

La muchacha no dijo nada. No respondió de ningún modo. Apenas se mantuvo en la misma posición.  Entre la ruidosa lluvia pudo escuchar sus incesantes ruegos.

-Melody... Escucha.

La agarró del antebrazo y tiró de ella en el intento de levantarla, pero se sentía como una estatua, como si su cuerpo se hubiera adaptado a aquella posición. 

-Melody... Rogar no ayudará a nada.

Entonces sus ruegos frenaron en seco y su cuerpo se encogió, tembló en respuesta al amargo llanto que comenzó a quemar sus carnes con más abundancia.

Si rogar no servía para nada, ¿qué le quedaba? Se cuestionó, teniendo presente la imagen de Dalai desgarrándose en su interior.

Aquellos cuatro corazones no podían ser su último mensaje. No podían significar una despedida.  ¡DALAI NO PODÍA DESAPARECER!

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