♧ x32
Melody pestañeó, sintiéndose decepcionada por lo que aconteciera. Tras que Dalai alejara su mano, sus labios padecieron una ausencia, la necesidad de grabar sus labios en los ajenos. Había esperado que éste acto aconteciera de forma natural, mas Dalai no parecía sentir lo mismo.
-¿Por qué?...
Arrugó el labio inferior ante el sentir de una fría lágrima resbalándose por su mejilla. Su corazón yacía roto en mil pedazos. Más dolía aquel dolor que el padecido en carne.
Dalai abrazó fuertemente la chica, dejando que su rostro descansara en su pecho. Era incapaz de responderle. Rechazarla no era una opción. Sería mentirle, porque él también cargaba el mismo sentir. Por un instante deseó también aquella unión, pero se privó al percatarse del daño que le haría sufrir a la joven. No se sentía merecedor de amarla después de haberle mentido sobre su realidad.
Es una unión prohibida. Le dijo su consciencia, dañando su ya sangrante corazón. Él asintió, sabía que era un error proceder a aquella unión. Entre ellos no podía existir más que el amor sincero, una relación inexplicable para los demás, pero que esperaba que ella pudiera comprender.
-¡No quiero que me abraces! -Melody alejó su rostro y clavó sus ojos miel en él, mostrándose sumamente dolida con su inexplicable rechazo -¡¿Por qué me rechazaste?! -Apretó las manos en el collarín de su camisa.
No deseaba su silencio, ni sus abrazos, no estaba dispuesta a obtener de su lástima. No quería seguir allí si él no compartía su sentir. No podría soportar el ser su amiga para siempre. ¡No podría soportar toda una vida sin poder besarle!
-¿Rechazarte? Melody, yo no te rechacé -La tomó por los hombros, buscando que ella viera la verdad en sus ojos, además de aquella tristeza que por un siempre ocultaba.
-¡Claro que sí! ¡Tú no...!
Tragó saliva cuando sus ojos se detuvieron en los labios ajenos, los que se veían más dulces al moverse.
-Melody.
Ella se disponía a besarle, a recortar aquella separación que pesaba tanto, pero él alzó su mano, la que se interpuso en su camino.
-Espera, tú no entiendes...
Su mano se hallaba temblorosa. La duda embargaba su ser. El deseo de establecer aquella unión también arremetía contra su pecho, era por ella que se contenía, que sufría la ausencia, el conocer aquella conexión.
Estaba luchando contra sí, contra el enemigo que transportaba en su pecho, pero que Melody llorara ante sus ojos, víctima de un rechazo, le desgarraba la carne. Escrutaba en su alma.
-¿Vas a hablarme sobre tu minusvalía? ¿Sobre lo difícil que sería tener contigo ese tipo de relación? ¡Está bien! -Apegó el pecho al suyo, compartiendo un mutuo estremecer -No importa que tan difícil sea, quiero estar contigo, Dalai. Por favor - Deslizó la palma de sus manos por sus mejillas, encuadrando su rostro -No me rechaces...
Dalai abrió grande sus ojos al percibir su aliento. Melody se acercaba lentamente, con los labios medio abiertos, ansiosa por aquella unión, y él... Ya era incapaz de invocar un nuevo rechazo.
Su corazón taladraba su caja torácica, provocándole miles de sensaciones, de revoluciones. No podía moverse, apenas quedó esperar a recibirla, el probar de aquel manto, que con delicadeza y suma timidez cubrió sus labios, causándole una corriente eléctrica que se perdió a lo largo de su cuerpo.
Melody se apretó contra su cuerpo, ciñendose a sus labios, sintiendo como perdía los sentidos, abandonaba aquel mundo terrenal. Toda herida, daño, mal, todo se desvaneció en aquel instante, sobre los labios de Dalai, en aquel mundo aparentemente pequeño que guardaba un camino etéreo de felicidad.
Dalai se dejó guiar por sus instintos y apretó a la muchacha, perdiéndose en aquella hermosa danza, permitiéndose vivir, existir más que en alguna vez en toda su vida. Allí, en sus labios, Dalai existió.
-Dalai...
Él cerró los ojos, maravillado con el cosquilleo que los labios ajenos le brindaron al hablar sin despegarse. Aquel era un hermoso sueño que estaba viviendo. Qué hermosa era aquella suya fantasía.
En un beso eterno ambos se perdían, abandonaban todo los que les acongojaba, afligía, y se alzaban, se perdían entre las nubes, se amaban presos en un principio sin final, sin destino, salvo el de amarse por toda una eternidad.
Se necesitaban. Ambos se necesitaban, porque ambos apenas podían existir en los brazos del otro.
Melody finalmente accedió a separarse, en busca de aquel oxígeno que el ajeno había anulado. Se sentía anonadada, sofocada, pero sobretodo feliz, emocionada con aquella respuesta, de saberse correspondida.
Dalai tiró la cabeza para atrás, padeciendo el mismo sofoco, necesitado de oxígeno, pero no de aquel terrenal, sino del suyo, del de su origen.
-¿Eh?
Dalai palideció al comprender la razón de dicho interrogante. Aquel instante había sido tan intenso que le hizo olvidar algo altamente importante. Su cola debía permanecer muerta, pero él la movió ligeramente, causando un pequeño temblor que Melody fue incapaz de ignorar.
-¿Has podido mover las piernas? -Cuestionó ella un tanto perpleja, viendo sus supuestas piernas.
-Claro que no -Respondió con suma naturalidad -Eso es imposible -La voz le temblaba.
Se dejó llevar por la tristeza de saber que nunca dispondría de unas. Que caminar junto a Melody para él era imposible.
Aun con ese pensamiento en mente, el ardor en sus labios no se desvanecía, el sabor de Melody permanecía allí, vivo en él, en su ser, quemándole.
-Lo siento -Se apresuró a disculparse, envolviéndole en un apretado abrazo -No te preocupes por eso, Dalai -Se columpió en los labios de él, causando un rubor que anteriormente no había surgido -Yo te quiero y te querré siempre.
Cuando le besaba, cuando le decía esas cosas, él volvía a caer en aquella irrealidad, en que un "nosotros" era posible. Que ambos podrían convivir aún teniendo una prohibición tan grande. Aun cuando tenían como enemigos a la mismísima humanidad.
Le agradaba Melody, amaba aquella sensación de sentirse preso en sus labios. Deseaba convertirse en su prisionero, existir apenas para ella. ¿Podría ella aceptarle pese ser un tritón? ¿Estaba bien que no fuera humano?
-Dalai, ¿sucede algo? -Cuestionó ella ante la ausencia de una respuesta suya, de sus labios.
-Ah, no, apenas pensaba en...
-¡No pienses! -Le interrumpió ella, sellando después sus labios con un beso -No quiero que te atormentes con lo mismo. Déjame cuidar de ti.
Era incansable aquella unión. Era tentadora. Dalai se sentía atraído por ella, como si sus labios se hubieran convertido en un imán que le atraía constantemente.
-Por cierto, esa canción, la que me cantaste antes -Melody pareció una joya ante sus ojos, una de invaluable valor que a él únicamente pertenecía.
-Ah, sí, era la que te había preparado para el vídeo -Dalai se apenó un tanto. Aquella idea del vídeo seguía pareciéndole de lo más vergonzosa.
-¡El vídeo! -Se sobresaltó ligeramente, presa de la emoción de recordarlo - ¿Y ya lo tienes? ¿Me lo pasas?
-Ah, no, aún no lo hice...
Dalai se sintió un tanto mal al ver con que decepción y tristeza le vio la joven, pero la que de pronto se recompuso. Recuperación rápida que a él no le inspiró confianza.
-En ese caso, ¿podrías cantarla para mí de nuevo? Ahora ya no... Te interrumpiré...
Ambos enrojecieron al recordar la reciente unión, Dalai más que ella.
-Bueno...
Dalai se rascó la mejilla, cohibido por la vergüenza.
En esta ocasión cerró los ojos, centrándose únicamente en la letra de la canción, que aun sin melodía fue hermosa. La voz de Dalai tenía esa mágica habilidad de que pareciera que una melodía la acompañaba. Él y su voz, ambos parecían ser sacados de otro mundo. Melody por veces se sentía presa de una ilusión, de una fantasía en la que Dalai era el protagonista.
Melody apegó su rostro al pecho varonil, deliciándose con su hermoso canto, el agradable calor que desprendía su ser. Sonrió al toparse con la mano de Dalai recargada en el reposa brazos de la silla. Tocó las dos gomas que allí estaban formando marcas en su piel.
El extasiante instante se prolongó por el tiempo de la canción, dejando después un margen de silencio, antes de que aquellos ojos miel se incrustaran en los orbes de cristal, avecindando un nuevo beso. Otro más.
Rodrigo permanecía tras un edificio, incómodo con el acontecimiento del que había sido testigo desde un principio. Siempre supo lo que Dalai sentía por Melody, y también que este sentimiento era mutuo, pero el que se besaran provocaba una opresión en su pecho. Aquel acto no debió acontecer. Ambos no debían. No podían estar juntos. Dalai no podía revelarle su secreto. ¿No podía?
Volvió a ojear la escena, fijándose en ella y se preguntó sí podría Dalai confiarle su secreto, en si lo aceptaría sabiéndolo. La idea de que ella se dejara llevar por un futuro económico envidiable le causo pavor... Porque Dalai era eso, un camino a la fortuna. ¿Estaría ella dispuesta a renunciar a dicha fortuna por amor?
Se arrepentía de haber incentivado a Dalai a conocer a Melody, de arrastrarle a semejante mundo salvaje, a ojos de la perversa humanidad, la que si se lo proponía podría destrozarlo en cuestión de segundos. Él no sería el primero ni el último ser extraño al que humanos destruyeran, porque con el afán de explorar lo desconocido, las personas habían exterminado incontables vidas en el mundo.
-¿Todo bien?
El dúo romántico se sonrojó explosivamente cuando Rodrigo se apareció en escena, trayendo consigo una expresión de solida preocupación.
Melody pegó su rostro al pecho masculino, huyendo del alcance de su mirada.
-Ah... Bueno...
Dalai no sabía bien qué responder. En verdad habían pasado un instante hermoso, pero no podía ignorar la razón que había empujado a Melody a venir.
La sangre le hirvió al imaginarse a un hombre sin rostro, lastimando sin piedad a Melody, una chica de buen corazón que no merecía recibir semejante trato.
¿Pedirle que se fuera? ¿Decirle que tenía que regresar? Se sintió incapaz de decir nada semejante. No quería que ella volviera a caer en las garras de semejante monstruo.
-Tengo que irme.
Dalai miró impactado a la muchacha, cuando ésta se alzó, ofreciéndole una sonrisa.
-Me preocupan mis hermanos y la abuela -Depositó el índice sobre los labios del mitad pez.
-Entiendo. ¿Tienes dinero para el regreso? -Rodrigo sacó su billetera, pero Melody se negó a aceptar.
-Estoy bien, aún tengo el dinero que Dalai me dio la otra vez. Además, no pienso aceptar ningún euro más -Cruzó los brazos en x.
-Melody -Dalai tomó la mano de la chica y le metió en el hueco que formaban los dedos una bola de papel -Quiero que tengas para la próxima vez.
-Oh, no, ¡Ni hablar, Dalai! -Exclamó Melody, tendiendo el dinero que él le entregara -No pienso aceptar ningún céntimo más.
-Melody, no me hagas el feo, no quiero que le tengas que pedir dinero a nadie, menos a tu...
Se tragó el resto ante un gesto que hizo Melody, pidiendo silencio. Ella no quería que ni Rodrigo ni nadie más supieran de su vida infernal. Quería mantenerlo en secreto, porque de ese modo era capaz de estar junto a ellos. Podían ser unas alimañas, pero aun así les quería y no soportaría la idea de que se separan. Además... ¿Y su abuela? ¿Qué sería de ella sin sus cuidados?
-De todas formas, quiero que lo aceptes. Te estoy pagando para que me vengas a ver a mí, piénsalo de ese modo.
Lo había dicho con seriedad, pero ante los ojos sorprendidos de Melody y la burla por parte de Rodrigo, él se ruborizó.
-Pero...
Melody sabía que de otro modo ella no podría venir a verle. En verdad no quería aceptarlo, pero no tuvo de otra que hacerlo. No quería volver a robar...
-Está bien -Terminó por asentir ante la insistente negación de Dalai. Sonrió, sintiéndose tan querida por él -Aceptaré porque yo también quiero verte.
Enderezó los billetes y los guardó en su cartera. Aquel dinero tenía previsto usarlo apenas para visitar a Dalai, no usaría ningún sólo céntimo. Nada valía más que aquellos billetes que le otorgaban la oportunidad de ver a su Océano.
-Bueno, quisiera quedarme más tiempo, pero...
-Está bien, Melody, no te preocupes, la semana que viene volveremos a vernos -Le aseguró Dalai, causando aquella noticia en ella una grande sonrisa.
Una que se vio rota por un repentino pensamiento.
-Ah, ahora caigo. Rodrigo -Vio al joven con suma pena -Lo siento... Tenías toda la semana ocupada y yo vine de este modo...
-No importa -Negó él de inmediato, mostrándole una sonrisa repleta de amabilidad -Ahora tenía un poco de tiempo. Así que no te preocupes.
-Gracias, eres muy amable - Sonrió.
-Sip, soy todo un buen mozo -Se llevó la mano al pecho, mostrándose orgulloso.
Tras un compuesto de risas vino el silencio, la angustia de una nueva despedida, algo a lo que ninguno de los dos podían acostumbrarse y lo que cada vez se les hacía más difícil.
Se miraron, hablando de ese modo sin necesidad de palabras, de gestos, todo lo que sentían se concibía en sus ojos.
-Bueno... -Melody al final suspiró, aún extasiada por aquel instante que aún vivía en sus labios -¿Qué tal si esperamos en la parada del autocar?
-Ah, claro...
Dalai volvía a estar nervioso, ansioso, no quería que se fuera, ¿sería egoísta? ¿Era egoísta el amarla pese no ser humano?
Sus pesares, sus cuestiones, siempre se desvanecían ante aquella hermosa mirada que le inducía a apenas vivir.
Melody tomó los mangos de la silla y comenzó a empujarla tranquilamente, sin ánimos de apresurarse, de tomar el autobús, de alejarse de él.
No prestó atención a su alrededor, a las personas, ni al mar que de fondo se mostraba tan imperioso. Ella apenas estaba interesada en el rostro de perfil de Dalai, el que tenía la vista puesta en el mar, una extrañada mirada que apenas dirigía a él. Era como si... Lo añorara.
La parada de autobús se hallaba tranquila, eran apenas tres personas las que aguardaban por el transporte, seis con ellos.
Melody ocupó una esquina del asiento, para de ese modo poder estar junto a Dalai. Él tiraba con suavidad de la goma blanca, mientras la frotaba con la yema de éstos.
-Dalai, ¿me enviarás el vídeo? -Cuestionó ella de repente, ganándose su atención.
-Sí, aunque... Quizás deba cantar otra canción...
-No, quiero que sea la misma, ¡me encantó! -Entrelazó las manos, mostrándose emocionada.
Le había sorprendido gratamente que el muchacho comenzará a cantar. Aquella letra poética había llegado hasta lo más recóndito de su alma. Aquella canción era un perfecto complemento para su relación, como si la hubiera compuesto Dalai pensando en ella.
-¿En serio? -Dalai ensanchó una sonrisa - ¡Me alegra que te gustara! La verdad es que no sabía cuál canción podía cantar hasta que me topé con esa buscando por YouTube. Me atrapó en el preciso instante en la que la escuché. Era exactamente lo que quería decirte, lo que sentía...
Lágrimas pugnaron en los ojos de la chica. Dalai conseguía con facilidad atravesar su corazón.
-Dalai... -Susurró.
Tomó su rostro y unió sus frentes. Descansó allí, en aquel oasis de paz y felicidad, sintiendo el calido aliento que Dalai expulsaba. Quería eternizar aquel instante. Quería morir en sus labios, en aquel beso.
-Espera...
Dalai fue incapaz de seguir. Aquel acto simbólico no debía ser realizado frente a otros, personas que citaban su relación, su amor como si fuera otro más.
-Dalai -Melody hizo morritos, no le gustó nada que Dalai se alejara, rechazando su beso.
-Melody, no quiero hacerlo delante de otras personas -Se sinceró -No quiero que equiparen nuestra relación a las demás.
La muchacha se ruborizó. Se quedó anonadada ante las hermosas palabras de Dalai. ¿Dejar que los demás hablaran de su amor del mismo modo? No. Estaba de acuerdo con Dalai.
-Sí, tienes razón. Aunque... - Tomó la mano de él, mostrándose un tanto triste -Yo quería besarte...
Dalai miró de inmediato a Rodrigo. Él desvió la mirada, pero no antes de que él se diera cuenta de que les estaba observando. El fuego creció en su rostro.
-Rodrigo -Habló Melody, al tiempo que se alzaba del asiento - ¿Podrías avisarme cuando el bus llegue?
-Claro.
Melody agradeció que él no le preguntara la razón y de ese modo emprendió una pequeña correría llevándose consigo a Dalai. Bajaron la pequeña inclinación. Él se sorprendió cuando se ocultaron bajo ella.
-¿Por qué?...
La cuestión murió dentro de él, se apagó tras los labios de Melody, los cuales llegaron más necesitados que en el primer encuentro.
Se envolvieron. Se besaron. Se eternizaron.
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