♧ x20
-¿Sucede algo?
A Melody le llamó la atención la expresión que tenía Verónica ya en buena mañana. Parecía que su mente la hubiera abandonado. Se mantenía con la mirada puesta en el exterior, con su barbilla recargada en la palma de su mano. Estaba, literalmente en las nubes.
-Cielos -Martha no hacía más que mover la cabeza, detonando exasperación -Pues que está loca, eso es lo que le pasa.
-¿A qué te refieres?
Su amiga no estaba siendo nada clara.
-Esta inconsciente le ha dejado una carta romántica al Óscar... -Soltó ofuscada con la actitud impertinente de su amiga -Le advertí sobre lo que le podría hacer Bianca si le pillaba, pero no me hizo caso omiso.
Melody formó un "o" en los labios. Era sin duda el notición del día, jamás imaginó que Verónica requeriera de la suficiente valentía como para tomar cartas en el asunto.
-¿Y a qué hora le citó? -Cuestionó la jovencita, llenándose de sumo estusiasmo.
Deseaba tanto que su amiga fuera feliz, al igual que ella lo era con su Dalai, aquel hermoso océano que se había presentado en su vida con el único propósito de mejorarla. Claro que personas como Dalai escaseaban.
-¿Qué? -Martha le miró con el ceño arrugado -Ah, no, ¿acaso te crees que esta niña de acá sería capaz de dejar escrito su nombre? -Selañó con el pulgar a aquella absurda niña que tanto le enervaba.
-¿No dejó su nombre? -Melody se llevó la mano a la cara. Sí, sin duda era una chica sin remedio -Pero... De ese modo no sabrá quién se la dejó...
-Está bien, está bien -Verónica finalmente decidió abandonar su nube, pero aún manteniendo aquella sonrisa soñadora, maquillada por la rojez natural de sus mejillas -Yo sólo quería que él supiera que hay alguien que sí le ama de verdad.
-Ah, que supones que Bianca no le quiere... -Martha apoyó su trasero en la mesa de su amiga.
-Yo no creo que le quiera -Dijo Verónica, al parecer totalmente convencida de sus palabras -La he visto coqueteando con algunos chicos. Si le quisiera no andaría sentándose en el regazo de otros -Al comentar lo último su rostro oscureció.
No toleraba que aquella chica engañara a Óscar de aquel modo. Él no se lo merecía. Puede que no hubiera tenido la oportunidad de platicar con él, pero había podido verlo en múltiples ocasiones, en las que su corazón le había guiado hasta su paradero, casi siempre el campo exterior, donde praticaba fútbol con sus colegas, y mientras Bianca aprovechaba para...
Tanto Martha como Melody eran conscientes de que Bianca no era una buena pieza, pero tampoco es que tuvieran planes de andar defiendo a todo aquel buen mozo que saliera con ella. Aún cuando circulaban varios rumores sobre lo "ligerilla" que era, chicos como Óscar, a los que no les gustaba juzgar a las personas por rumores, pues lograba engatuzarlos, al menos por un determinado tiempo.
-Pero, ¿en qué consiste eso de hacerle saber que hay alguien que le quiere? Si no te muestras ante él jamás serás capaz de ganarte su corazón -Comentó Melody, como toda una experimentada en el amor.
Verónica meditó sobre sus palabras. Melody tenía razón, por muchas cartas que dejara en su mochila, si no se hacía conocer todo sería en vano, pero... La idea de que él supiera que era ella la que le dejaba aquellas notas la intimidaba, después de todo, ella era consciente de su físico, de la existencia de aquella grasa que tanto detestaba.
-¡Es imposible! -Dejó que su rostro cayera sobre su pupitre, sintiéndose abatida -No puedo... No quiero que él sepa sobre mí.
-¿Entonces para que ese juego de las cartitas? -Soltó Martha en un reproche, ya nada paciente -Si no vas a hacer nada olvidalo y ya.
-Lo haría si pudiera... -Replicó ella con los labios contra su brazo.
De nuevo el escozor de las lágrimas se apareció por sus ojos. Siempre ocurría cuando se mentalizaba en que Óscar no era para ella. Bianca podía tener miles de defectos en su personalidad, pero tenía un físico impecable y un rostro inmaculado. ¡Era hermosa! ¡La chica que cualquier chico elegiría! Ella estaba condenada a ser un personaje de tercera, que apenas alguien tomaría por no tener más opciones al alcance. Detestaba verse así, en verdad quería adelgazar, pero el estrés la llevaba a engullir más comida basura.
-Hey -Honguito se agachó a su lado, brindándole consuelo con su tierna mirada -Verónica, eres linda, sin importar que estés un poquito rellenita. Además, tienes un corazón enorme, y eso es lo que un hombre sabio buscaría en una chica. Si Óscar es cómo dices, entonces no temas. Sigue adelante.
Verónica negó sin margen para siquiera pensárselo. Agradecía las palabras de apoyo de su amiga, pero acercarse seguía no siendo una opción. No era valiente y por ello temía ser rechazada. Su autoestima estaba ya bastante dañada como para recibir una mella más.
Entonces, Melody se miró, a aquel cuerpo extremedamente delgado, huesudo, que desde hace tiempo la había aquejado, pero al que ningún momento le dio importancia estando en presencia de Dalai, siquiera le importó llevar ropa de deporte la última vez, él... Nunca la había juzgado con la mirada.
-Verónica -Tomó a su amiga por los hombros, pero ésta no le miró, siguió cabizbaja, presa en sus negros pensares -Escucha, sabes que a mí no me gusta mi cuerpo anoréxico, ¿cierto? -Ella asintió vagamente -Y me han molestado por ello, tanto que he llegado a detestarme, pero entonces conocí a un chico que logró que ni siquiera pensara en ello.
-¿Un chico? ¿Tienes novio? -La curiosidad conllevo a que Verónica alzara la mirada, bastante interesada en aquella historia.
-Ah...
¿A Dalai no le importaría que hablara de él? Tampoco es que tuviera la intensión de anunciárselo a todo el mundo. Se trataban de sus dos únicas y mejores amigas, y conocía lo tan confiables que eran.
-Bueno, es alguien muy especial para mí... -Murmuró un tanto avergonzada, procurando que apenas sus amigas le escucharan, lo que dado el bullicio que había en la clase sería sencillo -Mi primer amor...
Depositó su celular ante los ojos curiosos de ambas, las que como un escudo protegían aquella imagen de la vista de cualquier curioso que por allí pudiera rondar.
-Sí, claro, como no -Comentó Martha con burla, deslizando el dedo por la pantalla para que se pasara a la foto que venía a continuación, una sencilla imagen de un violín -Dice google que le devuelvas su foto...
-¿Eh? ¡No es del Google! -Le fue difícil mantener su nivel de voz en el más posible anonimato -Es Dalai, un chico que conocí en Facebook y...
-Ui, ten cuidado, no sabes la cantidad barbara de violadores que andan sueltos por internet... -Martha cambió su expresión a una muy seria. No le estaba gustando nada lo que estaba escuchando.
Su amiga había caído en los engaños de un posible vejestorio con seguras intensiones de dañarla. Ya no era un tema del que se pudiera bromear.
-Dalai no es uno de esos, es todo lo contrario. Es el muchacho más encantador del mundo -Dijo con total y absoluta certeza, llevándose la palma de las manos a sus ardientes mejillas.
Su corazón gozaba de la felicidad al hablar de él. Es que su Océano era tan especial... Tan único en éste horrible mundo.
-No te dejes engañar, Mel, está claro que esa foto no es suya. No es más que un...
-Oh, no, sí es él, y te lo digo totalmente segura de ello pues ya tuve la oportunidad de conocerlo en persona.
-¿Qué?...
Martha se quedó patidifusa. Volvió a ver aquella foto. Era de aquellas que sólo se encontraban en internet. La nítida imagen de un modelo... Uno que Melody había tenido la oportunidad de conocer.
-¿No me estás vacilando? -Martha apretó la mirada, viendo con suma desconfianza a su amiga.
No se iba a tragar su cuento. Tenía que reconocer que casi se lo llegó a creer, pero no terminó cayendo en su juego.
-¡En verdad le conocí! -Refunfuñó ella, tomando después su celular.
Que sus amigas observaban tanto aquella foto le hizo sentirse celosa. No es que creyera que alguna de ellas tuviera ideas de quitárselo, sencillamente no quería seguir compartiendo su hermoso regalo. Era la única foto que tenía de él actual, y como tal la atesoraba como si fuera el más raro diamante que existiera.
-Oh, ¿y vive en la ciudad? -Martha no se había tragado el cuento, pero decidió seguirle el juego, nada entusiasmada en hacerlo.
-No, vive algo lejos de aquí, en una villa que queda a casi dos horas en autocar.
Contarles de aquello la hacía navegar al pasado, a sus dos encuentros con aquel hermoso ser que aguardaba por ella. Le fascinaba ver a Dalai ruborizado todo el rato, sus encantadoras sonrisas... Volvió a rememorar cada instante, convirtiéndose su rostro en lava al recordar su última despedida. El beso esquimal...
-¿En qué estás pensando?
Martha se introdujo muy cerca de su mirada, haciéndola estremecer de la pena. Su amiga la veía muy desconfiada.Verónica, por lo contrario, había unido los dedos de sus manos, clavando en ella una mirada anonadada de enamorada fantasiosa.
-Nada...-Se cubrió parte de su rubez con la palma de su mano.
Nunca pensó que hablarle a alguien sobre Dalai podría causar tanto en su corazón. Estaba reforzando más su existencia; aquella que aún a veces llegaba a pensar que eran puras imaginaciones suyas.
-Qué envidia... -Murmuró Verónica, llamando la atención de ambas -Ya quisiera yo poder estar junto a Óscar...
Martha torció los labios en gesto de asco.
-Creo que no debes perder la esperanza, bueno, aunque te cabe a ti decidir si vas a luchar o no -Habló Melody sumamente entusiasmada.
Según el ver de Martha el estar saliendo con aquel tal Dalai se le estaba subiendo a la cabeza.
-Pero...
Verónica apretó uno de los michelines que arrugaban su camiseta blanca, mostrando completo desagrado por su cuerpo.
-Hey -Ella alzó el rostro, mostrándose totalmente desanimada -Pase lo que tenga que pasar, recuerda que eres linda, y no lo digo apenas por ser tu amiga.
Confiaba en Melody y en su grande sinceridad. Nunca había sentido que le mentiera, aunque lo de que era bonita...
Transcurrieron las horas, hasta que por fin sonó el toque de queda. Melody se marchó en una correría, ansiosa por hablar con aquel muchacho, Martha se fue a la biblioteca a hacer algunas pesquisas de su interés y Verónica permaneció un rato más en el aula, bajo el rocio del atardecer, moviendo suavemente el bolígrafo, trazando letras, palabras que contenían lo que tanto guardaba su corazón. Palabras repletas de sinceridad, de anhelo y algo más, plasmadas sobre un papel con corazones impresos que ella había comprado con la intención de dársela a él, al chico que tanto le gustaba.
Era incapaz de acercarse a él, y cuando se topaban por casualidad en algún pasillo u otra parte de las instalaciones estudiantiles, ella se ocultaba o miraba en otra dirección, una acción estúpida por su parte, ya que Óscar jamás había volteado en su dirección. Siquiera la había saludado alguna vez. No era más que una estudiante entre muchos para él, alguien que no recordaría después de que su tiempo como estudiante finalizara.
Miró de un lado a otro, bajo la oscuridad que comenzaba a asecharla. Nadie. Apenas ella y el casillero que tenía frente a sí con el nombre de Óscar. Posó la mano allí, sobre la puerta metálica, acariciandola suavemente, imaginando que era él, pero la dureza y frialdad del objeto le hacía imposible el imaginarlo.
Reprimiendo un suspiro de tristeza, dejó que la carta se deslizara por una de las tres rendijas horizontales y tras deslizar su índice por el nombre impreso abandonó finalmente las instalaciones.
🧜♂️🧜♂️🧜♂️
-¡Dalai! ¿Alo? ¿Por qué te quedaste calladito de repente?
Nada. Apenas podía escuchar su alterada respiración tras la línea telefónica.
-Habla, te prometo que ya no diré nada de lo tan bello que eres. Aunque, ¿sabes? Eso es un desperdicio -Una sonrisa juguetona se apareció en sus labios.
Comenzó a rodar una moneda de cincuenta céntimos sobre la mesa, encantada con la visión que tenía presente en su mente, la de un Dalai ruborizado.
-Tú también eres linda. Bastante, diría yo -Lo escuchó decir ligeramente tartamudo.
El rostro de Melody explotó tras la máscara que le proporcionaba aquel medio de comunicación. Dalai había decidido emplear la misma moneda y había sido bastante efectivo.
-P-Pero no te llego ni a los talones -Dijo muy nerviosa, removiendo ahora con ansiedad su café con leche -Soy delgaducha, tengo cabello de hongo y ni pestañas tengo. Siquiera me considero muy femenina que digamos. En cambio tú... Eres perfecto. Si es que por mucho que te miro no encuentro defecto alguno.
A Dalai no le gustó nada el modo en que la chica había hablado de su apariencia.
-No digas eso, Hon... Melody -Se corrigió creyendo que quizás lo de su apodo en realidad no le gustaba -Eres muy...
-Ah, no, no pienses que no me gusta lo de Honguito, me encanta que me llames así -Le interrumpió ella, viéndose un mechón de su reseco y corto cabello.
-Honguito, tú eres muy linda. Eres alta, me encanta el color de tus ojos, el tono de tu piel. Así como eres me gustas.
-¿Te gusto?...
Un extraño ruido procedió del otro lado de la línea, después escuchó a Dalai decir: ¡Ay no!
-¿Dalai? -Insistió ella, haciendo rosquillas con su cabello.
-Ah, sí, se me había caído el móvil -Habló él, evidentemente nervioso.
-¿Te gusto?
Dalai se sintió tan sofocado del otro lado de la pantalla...
-Ah, sí, claro que sí.
-¿De qué manera?
-¿A qué te refieres?...
Melody blanqueó los ojos. Era imposible que no supiera de qué estaba hablando, y así era, Dalai sabía perfectamente a qué se refería.
-¿Te gusto cómo amiga o algo más? -Murmuró, apretando el aparato contra su oído, estremeciendo dichosa, ansiosa por lo que él le pudiera decir.
Un nuevo silencio se coló en la línea, causando que Melody se impacientara.
-Dalai, dímelo -Habló ella seriamente.
-Está bien -Lo escuchó inspirar profundo -Pues... Eres especial para mí.
-¿Una amiga especial?...
Su corazón latía tanto como el cronómetro de una bomba que estaba a segundos de estallar.
Ambos compartían el mismo síntoma, sincronizados en el mismo compás de la misma melodía.
-Más que eso... -Su voz se había convertido en un trapo todo arrugado.
-¿Como mujer?...
Ya en aquel momento del campeonato ella estaba tan derretida como un flan. No era fácil el seguir con el proceso de sonsacarle la verdad.
-Me gustas como Honguito.
Fue todo lo que fue capaz de decir. El te quiero, el te amo, estaba allí, instalado en su corazón, atravesado en su esófago, pero no podía dejarlo ir, no podía dejar que ella escuchara, porque dejarle escuchar implicaría soltar también su secreto.
-¿Eh? -Melody sonó insatisfecha -No vale, Dalai, sé más específico.
-No creo que haya otro modo de decirlo. Me gustas por ser tú, por ser Honguito.
Ella sonrió. Claro, pensó al tiempo que el peso que había sentido en su corazón se desvanecía. Entendía a Dalai, conocía la estampa de su relación, la que se alzaba por la amistad, por las parejas, escalando una cima sin igual. Era el principio de algo muy hermoso, el verdadero amor, el que muchos humanos profesaban pero que en nada se comparaba a lo suyo. A aquella relación sin definición ni palabra. Un invento de los dos.
-Entonces tu persona especial es Honguito -Dijo la chica, fingiendo confusión, ocultando tras su voz una sonrisa que ocupaba todo su rostro.
-Así es -Dalai sonó muy complacido al verse comprendido.
-Dalai.
-¿Sí?
-Dalai me gustas, porque eres tú, el océano tranquilo que desvanece todos mis pesares, mis tristezas, toda herida en mi alma. Me gustas porque eres Dalai.
-Ah... Ok...
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