18| Anuncio Importante

El suave amanecer iluminaba la habitación del duque y la duquesa Malfoy, pero Hermione aún se encontraba plácidamente acurrucada en los brazos de Draco. La paz del momento se interrumpió cuando un aroma irresistible llegó hasta ella: pan recién horneado. Abrió los ojos, sonriendo ante el olor que le hacía cosquillas al hambre.

Con cuidado, se deslizó fuera del abrazo de Draco, quien continuó durmiendo, ajeno al mundo. Hermione se vistió rápidamente, colocándose una sencilla bata, y salió en dirección a las cocinas, guiada por el delicioso aroma.

Al llegar, encontró a Kreacher, el viejo criado de los Malfoy, inclinado sobre el horno de piedra, retirando con habilidad una bandeja llena de panes dorados y crujientes. Al escuchar sus pasos, Kreacher se giró y se inclinó respetuosamente.

-Su excelencia, ¿qué la trae tan temprano a las cocinas? -preguntó con una sonrisa apenas perceptible.

Hermione, todavía un poco somnolienta, se frotó los ojos y respondió con una sonrisa de niña traviesa.-El aroma del pan... No pude resistirme. ¿Podrías darme uno?

Kreacher asintió, tomando uno de los panes aún caliente y envolviéndolo en un paño para entregárselo. Hermione lo tomó entre las manos, inhalando profundamente el dulce y cálido aroma. Tras dar el primer mordisco, Kreacher la observó con ojos brillantes y llenos de una curiosa emoción.

-Su excelencia -dijo con voz baja pero cargada de significado-, creo que usted se encuentra encinta.

Hermione lo miró sorprendida, el pan detenido a medio a medio masticar en su boca, se apresuró a tragarlo para hablar. -¿Encinta? -repitió, con un leve rubor extendiéndose por sus mejillas-. ¿Por qué crees eso, Kreacher?

El viejo criado se enderezó, orgulloso de su observación.-Es tradición en esta familia. El primer antojo de toda duquesa Malfoy siempre ha sido pan recién horneado. Lo fue para su suegra, la duquesa Narcissa, y para todas las anteriores. Es una señal, excelencia.

Hermione dejó escapar una risa nerviosa, apretando el pan contra su pecho.-Aún no lo he confirmado, Kreacher. Hoy iré al jardín botánico para observar los resultados.

Kreacher sonrió, como si no necesitara más pruebas.

-Entonces, prepararé un gran festín para celebrarlo... Todo libre de alimentos que puedan provocar náuseas. Aunque sinceramente -añadió con un toque de picardía-, desearía llenar la mesa de cebollas para Lady Astoria Weasley.

Hermione no pudo contener la carcajada. Kreacher, con su habitual compostura, se inclinó una vez más y volvió a su tarea, tarareando suavemente mientras retiraba más pan del horno.

-Gracias, Kreacher -dijo Hermione con una sonrisa mientras salía de la cocina, acariciando suavemente su vientre, preguntándose si, después de todo, el viejo criado tenía razón.- Guardemos este secreto hasta confirmarlo.

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El aire fresco del jardín botánico rodeaba a Hermione mientras se inclinaba sobre los maceteros que contenían trigo y cebada. La luz del sol matutina bañaba las hojas, y sus ojos se fijaron en las plantas. El trigo había crecido más alto y saludable que la cebada, el indicio según las antiguas tradiciones de que esperaba un varón.

Hermione respiró hondo, sus manos temblaban ligeramente mientras procesaba la noticia. Un hijo. Una sonrisa suave curvó sus labios, pero antes de que pudiera asimilar completamente el resultado, un ruido detrás de ella la hizo girar. Draco se encontraba en la entrada del jardín, con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.

-¿Por qué me dejaste solo en la cama? -reclamó, con una mezcla de molestia y vulnerabilidad en su voz-. Desperté y tú no estabas.

Hermione parpadeó, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Se acercó a él con una mirada tierna.-Lo siento, Draco. No sabía que era tan importante para ti.

Draco se pasó una mano por el cabello, exhalando profundamente.-Es importante. Me hace sentir... tranquilo. Es como si el día no pudiera empezar bien si no estoy contigo desde el primer momento.

Hermione sonrió, apoyando sus manos en su pecho.

-Entonces, tengo una solución. -Lo miró con un brillo travieso en los ojos-. Mañana, cuando despierte antes que tú, te despertaré con muchos besos.

Draco arqueó una ceja, curioso, pero antes de que pudiera preguntar, Hermione sacó de su bolsillo un pequeño ramillete de trigo y se lo entregó.

-Este es nuestro futuro hijo, Draco. Según la prueba, es un varón.

Los ojos de Draco se abrieron de par en par, y su expresión de sorpresa se transformó rápidamente en una mezcla de orgullo y alegría.

-¿Un hijo? -murmuró, bajando la mirada al trigo y luego a Hermione. Su voz se llenó de emoción-. ¿Nuestro hijo?

Hermione asintió, riendo suavemente. Draco la levantó del suelo en un abrazo emocionado, girándola en el aire.

-Esto es increíble, Hermione. Vamos a decírselo a Armand. ¡Se volverá loco de felicidad!

Poco después, Draco y Hermione encontraron a Armand en la sala de armas, practicando con una espada de madera. Al verlos entrar juntos, dejó la espada a un lado y corrió hacia ellos.

-¿Por qué tienen esas caras de emoción? -preguntó, sus ojos brillando de curiosidad.

Draco se agachó hasta quedar a la altura de su hermano menor y le puso las manos sobre los hombros.

-Armand, tengo una noticia que cambiará tu vida. -Hizo una pausa dramática, y Armand casi saltaba de la impaciencia-. Vas a ser tío. Hermione y yo tendremos un hijo.

Los ojos de Armand se agrandaron como platos.

-¿Un sobrino? ¿De verdad? -gritó, saltando emocionado-. ¡Le enseñaré a pelear con espadas, y le contaré historias, y...!

Draco rió, viendo la emoción del niño, pero Armand de repente se detuvo y frunció el ceño.

-Pero... si es un bebé, ¿puede sostener una espada?

Hermione no pudo contener la risa.

-Todavía no, Armand, pero algún día será tan hábil como tú.

Armand asintió, satisfecho. Entonces, con la seriedad de un caballero, levantó su espada de madera y apuntó al cielo.

-¡Juro proteger a mi sobrino de cualquier peligro! ¡Incluso de las terribles historias de mi nana!

Draco soltó una carcajada tan fuerte que tuvo que apoyarse en una silla, y Hermione se llevó las manos al rostro, tratando de contener la risa.

-Ese será su primer protector, sin duda -dijo Hermione entre risas, mientras Armand seguía con su juramento, haciendo gestos exagerados de caballero heroico.

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Astoria se encontraba en el gran salón del castillo Malfoy, su vestido perfectamente alisado y su expresión más bien satisfecha. Había convocado a todos para una breve reunión antes de partir. Percy, a su lado, parecía algo distraído, mirando de vez en cuando hacia la ventana.

-Queridos, -comenzó Astoria, dirigiéndose a Draco y Hermione con un tono ceremonioso-, ha sido un verdadero honor pasar estas dos semanas en vuestra maravillosa compañía. Pero creo que ya hemos abusado lo suficiente de vuestra hospitalidad. Frederick decidió adelantarse ayer para ver que nuestro camino esté libre de peligro.

Draco, quien estaba junto a Hermione con los brazos cruzados, apenas logró reprimir una sonrisa de alivio.

Hermione, siempre diplomática, dio un paso adelante y le dedicó una sonrisa. -Fue un placer tenerte aquí, hermana Y, Percy, por supuesto.

Astoria continuó, ignorando el tono formal y con su típica actitud teatral.

-Nos dirigiremos ahora a ver a mis queridos padres, Remus y Nymphadora Lupin. Estoy segura de que estarán ansiosos por escuchar de nuestro viaje y todas las maravillosas experiencias que hemos tenido aquí.

Percy finalmente pareció salir de su trance y murmuró algo similar a una despedida, mientras la comitiva empezaba a prepararse para partir. Astoria les dedicó un último gesto de la mano y salió con una expresión de total dignidad, seguida por Percy y sus sirvientes.

Una vez que las puertas del castillo se cerraron detrás de ellos y la comitiva estuvo bien lejos, Harry, que había estado observando desde un rincón, soltó un suspiro exagerado de alivio.

-¡Por fin se fue la peste! -exclamó con una sonrisa amplia y despreocupada.

Daphne, que estaba sentada cerca, levantó una ceja pero no pudo evitar sonreír con discreción.

-Harry, por favor, un poco más de tacto, es hermana de Hermione -comentó con fingida severidad, aunque claramente compartía el sentimiento.

- No te preocupes, sé como es mi hermana... -admitió Hermione.

Draco, quien había estado observando con una expresión neutra, dio un paso hacia adelante, rompiendo el ligero murmullo que se había instalado en el salón.

-Bueno, ya que estamos todos aquí y la peste, como dice Harry, se ha marchado... -hizo una pausa, su mirada suavizándose al mirar a Hermione-. Creo que es un buen momento para compartir una noticia importante.

Todos los presentes se inclinaron un poco hacia adelante, intrigados. Draco tomó la mano de Hermione y la levantó ligeramente.

-Hermione está embarazada. Vamos a tener un hijo.

Un breve momento de silencio fue seguido por un estallido de alegría. Daphne se levantó de inmediato y abrazó a Hermione, mientras Harry, aún con una sonrisa, caminaba hacia Draco y le daba una palmada en la espalda.

-¿Un hijo? -exclamó Harry, mirando a Hermione y luego a Draco-. Eso sí que es una buena noticia. Espero que no salga con el genio de su padre.

Draco puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír.-Con suerte, tendrá el ingenio de su madre y el temperamento de su tío Armand. Eso sí que sería un desafío.

Todos rieron, y el ambiente del castillo, libre de la presencia de Astoria, se llenó de una calidez familiar y feliz.

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El salón principal del castillo Malfoy resonaba con la paz de la mañana cuando, de repente, las puertas se abrieron de golpe. Un mensajero entró, seguido por varios soldados con las armaduras relucientes, portando el estandarte real.

-¡Su Gracia, duque Malfoy! -anunció el mensajero, inclinándose profundamente-. Traemos noticias importantes. En dos días, sus majestades, el Rey Jacobo II y la Reina Luna, junto a su comitiva, llegarán a este castillo. Se requiere que todo esté listo para su visita.

La sorpresa fue evidente en el rostro de Draco, quien intercambió una mirada incrédula con Harry.

-¿El rey y la reina ? -repitió Draco lentamente-. ¿Aquí? ¿En dos días?. -miró al mensajero -Tendremos todo listo para recibirlos, te daremos una habitación mientras esperas.

Ordenaron a las criadas cuidar el mensajero, que se lo llevaron, le veían como si fuera su oportunidad de tener un buen marido.

Harry, tras superar la sorpresa inicial, se dejó caer en una silla cercana con una sonrisa ladeada.

-Bueno, eso sí que no me lo esperaba, pero es propio de su alteza, Rolf. Siempre fue impredecible. ¿Recuerdas cuando nos emboscó durante la campaña solo para practicar su táctica de asalto?

Draco frunció el ceño, pero sus labios se curvaron en una sonrisa.-No sé si llamarlo "amistad" o "caos controlado". Pero sí, su presencia siempre significa sorpresas.

Hermione, sin perder el tiempo, se puso en acción. Giró hacia las sirvientas que estaban cerca y comenzó a dar órdenes con autoridad pero con suavidad.-Bien, tenemos dos días. Organícense en grupos: uno se encargará de la limpieza profunda de los aposentos reales, otro de la cocina y otro de los jardines. ¡Nada debe quedar fuera de lugar!

Daphne, que estaba a su lado, sonrió y añadió:

-Que las habitaciones de los huéspedes estén impecables. Y asegúrense de que los mejores vinos estén listos. El Rey Rolf disfruta del vino tinto especiado, lo recuerdo bien.

Armand, que había estado observando la escena con creciente emoción, saltó del banco donde estaba sentado.

-¡El Rey Jacobo II! ¡De la casa Scamander! -gritó con ojos brillantes-. ¿De verdad viene? ¡Y la reina Luna también! ¡Me han contado que ella puede hablar con criaturas que nadie más ve!

-Así es, pequeño caballero -dijo Draco, sonriendo al ver el entusiasmo de su hermano-. Rolf fue coronado como Jacobo II, pero sigue siendo el mismo loco intrépido que conocimos.

El rey era tenía 32 años, mientras que la reina tenía 29 años, era mayor que ellos, aún así, fueron amigos durante la guerra cuando el rey aún era príncipe.

Harry, que hasta entonces había estado relajado, se enderezó de repente con una expresión pensativa.

-Esto... es perfecto. -Daphne lo miró con curiosidad-. Viene el sacerdote real con ellos, ¿verdad?

-Por supuesto -respondió Draco-. Siempre viaja con ellos.

Harry se levantó con decisión y exclamó:-¡Entonces me casaré aquí, en la capilla del castillo Malfoy! Aprovecharé la presencia del sacerdote real. No puedo imaginar mejor ocasión.

Daphne abrió los ojos, sorprendida, pero luego una sonrisa dulce iluminó su rostro.-¿Hablas en serio, Harry?

-Totalmente en serio, Daphne. ¿Qué mejor momento que este? Así nuestro pequeño bebé nacerá dentro del matrimonio -Harry se volvió hacia Draco-. ¿Puedo usar la capilla?

Draco, divertido y ligeramente conmocionado, asintió.-Por supuesto, pero asegúrate de que Hermione no te haga barrer después.

Hermione se giró hacia Harry con una sonrisa traviesa.-Podría incluirlo en la lista de preparativos si no tienes cuidado.

Todos rieron, incluso Kreacher, quien entraba en ese momento con una bandeja de panes recién horneados. El anciano criado alzó la vista y se inclinó ante Draco y Hermione.

-Entonces habrá dos celebraciones, su excelencia. Un festín doble para la llegada del rey... y para la boda de Sir Potter.

Draco, sin embargo, lanzó una mirada a Hermione y comentó con tono suave:-Lo mejor de todo es que antes de cualquier celebración... les daremos otra noticia más.

Hermione, con una sonrisa cómplice, asintió, mientras el castillo Malfoy se preparaba para la llegada real.

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La comitiva real avanzaba a buen ritmo. El estandarte de la Casa Scamander ondeaba con orgullo, anunciando la presencia del Rey Jacobo II y la Reina Luna a todo aquel que se cruzara en su camino. Los caballos relinchaban bajo la fría brisa, y los soldados mantenían la formación con disciplina.

De pronto, el cochero detuvo la marcha.

-¿Qué ocurre? -preguntó el Rey Rolf, levantándose ligeramente en su silla.

El soldado que iba al frente regresó, inclinándose con respeto.-Majestad, dos personas bloquean el camino. Parecen... asaltados.

Rolf frunció el ceño.-¿Asaltados? -repitió. Asomándose, vio a dos figuras conocidas. Una mujer de cabello oscuro y un hombre alto, con una expresión de fastidio. Ambos estaban cubiertos de polvo.

-¡Por el amor de Dios! -murmuró Rolf, pasando una mano por su rostro-. ¿Pansy y Viktor Krum? ¿Qué están haciendo aquí?

Los dos se acercaron apresuradamente al carruaje real.-¡Majestad! -exclamó Pansy con dramatismo, inclinándose con una reverencia exagerada-. Hemos sido víctimas de un ataque. ¡Nos han robado todo!

-Es una tragedia -añadió Viktor con su marcado acento, cruzando los brazos-. No tenemos nada, ni siquiera un caballo.

Rolf los observó un momento, luego suspiró.

-¿Y qué quieren que haga yo? No tengo espacio en la comitiva. Apenas cabemos nosotros. -Hizo un gesto amplio hacia los carruajes y caballos que los seguían.

Pansy abrió la boca, indignada, pero antes de que pudiera hablar, Rolf sacó una bolsa de su cinturón y la lanzó a los pies de Viktor.-Ahí tienes, 50 monedas de oro. Úsenlas sabiamente.

Pansy miró la bolsa con incredulidad.-¿Solo eso? ¡Majestad, por favor! Su Majestad, estamos desesperados. Nos emboscaron unos bandidos y nos quitaron todo. Necesitamos ayuda iba camino a dar mi dote para casarme.

Rolf levantó una mano, interrumpiéndola.-Consideren esto una muestra de mi generosidad. Y ahora, soldados, ¡sigamos!

La comitiva comenzó a moverse de nuevo, dejando a Pansy y Viktor en el camino polvoriento. Luna, sentada a su lado, le lanzó una mirada desaprobatoria.

-Rolf, eso no fue muy amable. Podríamos haberles dado un lugar en uno de los carruajes de los soldados. ¿Dónde está tu espíritu amable?

Rolf se encogió de hombros y sonrió.-¿Espíritu amable? Lo perdí en alguna batalla. Además -añadió, inclinándose hacia ella-, ¿no extrañas la tranquilidad? Esos dos, si los llevamos, harían que todos nos volvamos locos antes de llegar.

Luna lo miró -A veces olvido que, bajo esa corona, sigues siendo el mismo hombre que prefiere evitar dramas innecesarios.

Rolf sonrió con orgullo. -Exacto. Además, esos dos hermanos siempre traen problemas. Y créeme, Luna, seré yo quien vuelva locos a los Malfoy con mi visita, no ellos.

Luna soltó una risa melodiosa.-Eso es cierto. Aunque debo admitir que extraño a nuestros bebés. Me gustaría que estuvieran con nosotros en este viaje.

Rolf hizo un gesto exagerado de desesperación.-¿Otra vez con eso? ¡Luna, esos "bebés" ya no son tan pequeños! Los gemelos tienen 13 años y nuestra pequeña, 9. ¡Son más adultos que algunos de mis soldados!

-Lo sé, pero aun así... -Luna suspiró, con la mirada perdida en el horizonte-. Siempre los extraño.

Rolf la observó por un momento, luego su expresión cambió a una sonrisa traviesa.

-Si tanto deseas bebés, podríamos trabajar en ello en cuanto lleguemos al castillo Malfoy. Tengo bastante tiempo libre, ¿sabes?

Luna lo miró con una sonrisa traviesa.-Esta vez quiero gemelas.

Rolf casi se atraganta con su propia risa.-¡Gemelas! ¿No te bastan tres hijos?

Luna respondió con serenidad.-Nunca se puede tener demasiada alegría en una familia.

Rolf soltó una carcajada, inclinándose para besarla en la frente.-Tú sí que sabes cómo volverme loco, Luna.

Durante los años en la guerra la había extrañado infinitamente, porque de haber estado juntos probablemente tendrían ocho príncipes y no tres. Mientras avanzaban, sus risas llenaron el aire, dejando atrás a Pansy y Viktor, que seguían de pie en el camino, con las monedas de oro brillando en sus manos y la frustración en sus rostros. Su plan de ser llevados al castillo Malfoy no dio resultados.

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La luz del amanecer se filtraba a través de los vitrales de la capilla del castillo Malfoy, iluminando las figuras de Harry, Draco y Armand mientras adornaban el altar con rosas frescas. Harry, con una energía desbordante, colocaba las flores en cada rincón, murmurando instrucciones a los sirvientes que ayudaban.

-¿Puedes creerlo, Draco? -dijo Harry, emocionado mientras ajustaba un arreglo de rosas rojas-. Theodore, el mismísimo sacerdote real, va a casarme. Siempre lo supe, ¿sabes? Desde que éramos jóvenes y estamos en las batallas, pensé: "Este tipo va a bendecir mi matrimonio algún día". ¡Y aquí estamos!

Draco, que sostenía un ramo de rosas blancas, respondió con un encogimiento de hombros. -Me alegro por ti, Potter. Pero mientras tú sueñas con tu boda perfecta, yo tengo que pensar en cómo recibir al rey y a la reina sin que nuestro castillo se venga abajo.

Harry se rió, dándole una palmada en la espalda. -Oh, vamos, Draco. El rey Rolf es más relajado que nadie. Y la reina Luna... Bueno, es Luna. Estarán encantados con todo lo que hayas preparado.

-Harry, te emocionas por todo. No entiendo cómo puedes estar tan relajado con lo que se nos viene encima.

Harry giró, con una sonrisa despreocupada.-¡Porque es un día feliz, Draco! No todos los días te casas en la capilla de tu mejor amigo.

Draco levantó una ceja.-No sé si "mejor amigo" sea la descripción correcta... Más bien, soy quien ha soportado tus desvaríos por años.

-Yo debería decir eso, no sabes lo duro que ha sido que reconozcas que amas a Hermione. - Harry río al ver a Draco indignado.

Mientras tanto, Armand, que había estado adornando los bancos, se agachó al ver un pequeño movimiento bajo uno de los asientos. Sus ojos se iluminaron cuando descubrió un diminuto gatito negro que lo miraba con curiosidad, maullando suavemente.

-¡Hermano, Mira lo que encontré! -exclamó Armand, levantando al gatito con cuidado.

Draco lo miró con un ceño fruncido. -¿De dónde salió eso?

-Estaba escondido aquí -respondió Armand, acariciando al gatito que ronroneaba feliz-. Lo llevaré con Hermione para preguntarle si puedo conservarlo.

Antes de que Draco pudiera protestar, Armand salió corriendo hacia la biblioteca, donde sabía que Hermione estaría organizando algunos libros.

Hermione estaba revisando un tomo antiguo cuando Armand irrumpió en la sala, con el gatito en brazos.

-¡Mira, Hermione! Encontré este gatito en la capilla. ¿Puedo quedármelo?

Hermione miró al pequeño animal y sonrió. -Claro que puedes, Armand. Pero tendrás que cuidarlo bien.

El niño asintió con entusiasmo, acariciando al gatito con cariño. -Ya pensé en un nombre para él. Lo llamaré "Nadie".

Hermione arqueó una ceja, divertida. -¿Nadie? ¿Por qué ese nombre?

Armand sonrió con picardía. -Así, cuando alguien pregunte "¿Quién ha visto al gato?", podré decir "Nadie". ¡Y será verdad!

Hermione soltó una carcajada.

-Eres un genio, Armand. Seguro que "Nadie" será muy feliz contigo.

Draco llegó en ese momento, con una expresión que intentaba ser seria, pero sus labios se curvaron al escuchar la conversación.-¿"Nadie"? -preguntó, con una sonrisa burlona-. Espero que Nadie no cause problemas.

Hermione rió y se acercó a él, tomando su mano.-Creo que Nadie será muy bien educado... gracias a Armand. Sin embargo, nadie necesita un nombre más.

-Como es negro, le diré Noche. Como segundo nombre está hermoso.

El pequeño abrazó al gato con orgullo, y Draco, aunque aún pensativo por la llegada del rey, no pudo evitar sentirse reconfortado por la calidez de su familia.

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Quería terminar la historia en el capítulo 22...pero me di cuenta que aun hay mucho por desarrollar... Espero no les resulte aburrido, ya que no suelo escribir lemon tampoco llenaré esta historia con esas escenas. 😅

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