04| Laud

Hermione descansaba en la tienda de campaña, aburrida de esperar a su esposo aunque siendo sincera consigo misma no creía que Draco fuera capaz de abstenerse de consumar el matrimonio. siendo razonable no pensaba que lo haría en medio del campo o en una tienda de campaña. Sí, antes la hubo llamado "Astoria" y lo entendía, sobrevivió años en el campo de batalla con la única esperanza de ver a su amada, sin embargo, regresó y esta huyó con el primer rufián qué le endulzaba el oído y algo más.

El sol se había puesto, el crepúsculo naranja iluminaba los cielos y las nubes. Así que se escabulló de la tienda y de las miradas de los soldados, que es estaban curiosos sobre la nueva Duquesa que cuidaría las tierras de su excelencia, Malfoy.

Caminó entre los árboles hasta llegar a un claro donde había un arroyo. Allí, sorprendida, vio una figura masculina de espaldas. Su piel pálida contrastaba con el cabello rubio grisáceo, espalda ancha y fuerte con una cicatriz que cruzaba desde su omóplato hasta donde la espalda perdía el nombre. Hermione sonrojada hasta las orejas se escondió entre los arbustos, sintiendo el calor en sus mejillas y otras partes. Entonces, el hombre giró, y pudo ver sus pectorales húmedos, marcados por más cicatrices. Su rostro brillaba con el agua, y sus ojos grises reflejaban frialdad y seriedad. Era Draco su ahora esposo, y ella no era de piedra, no se explicaba que era ese calor que recorría su cuerpo, era como sentir hambre y desear algo de no sabía como explicar claramente. Las palabras faltaban.

Justo en ese momento, Harry apareció junto a ella, preguntando en surruro con cierto tono de curiosidad:- ¿Qué estamos mirando? Aah, es su esposo, usted puede observar a conciencia, su excelencia.

Hermione, con una sonrisa nerviosa, se excusó rápidamente:- Oh, me he perdido, quería manzanas, No tengo idea de cómo llegué hasta aquí -dijo, mirando a Draco con una mezcla de sorpresa y vergüenza-. Y... bueno, no esperaba encontrarle en... esta situación.

Harry, siempre dispuesto a aligerar la tensión, soltó una risa. - No tiene por qué avergonzarse, Su excelencia. Es su esposo, después de todo -comentó, con una mirada cómplice hacia el desnudo cuerpo de Draco-. Aunque, admito que es un encuentro inusual., le ayudaré a conquistar a su esposo, Excelencia.

Hermione guardó silencio, no es que deseara enamorarlo, después de todo era un matrimonio por conveniencia mutua.

Draco, por su parte, mantuvo su expresión imperturbable, cierto movimiento entre los arbustos lo tenía alerta ante un posible ataque.
Hermione se preguntó qué pensaría él de todo esto si supiera que lo vio. Así que huyo por donde llegó, sería una vergüenza que su esposo supiera todo.

-¿Quién anda ahí? -gritó Draco ya con la espada en la mano.

-Te asustas como si fueras una doncella - Dijo Harry saliendo de los arbustos - Vigilaba que nadie viniera a ultrajarte - Le alcanzó su ropa - Tu esposa merece que llegues entero al lecho nupcial.

-No voy a consumar el matrimonio - Respondió Draco mientra se vestía rápidamente. - Lady Hermione es demasiado para mí, mírame, estoy lleno de cicatrices que dan asco, ella no podría ni tocarme. No deseo asustarla. Lady Hermione es...

Harry puso los ojos en blanco, por lo que observó hace un instante en la mirada de la dama ella ni siquiera había pensado que fuera horrible. - Ahora no es Lady Hermione... No puedes seguir llamarla así.

-Sé que es mi esposa, pero es el trato correcto...

Harry negó con la cabeza otra vez - Es "Su Excelencia" el trato correcto, aunque ella sea una perfecta desconocida para ti, deberías dirigirte a ella por su nombre o decirle "Esposa mía" "mi bella flor" o algo similar. Hay parejas que se conocieron en el altar, y funcionaron, a una mujer debes tratarla como si fuera la reina.

-¿Tú que puedes saber de mujeres, Harry? - Draco lo cuestionó con cierto enojo.

-Mucho más que tú ciertamente, no soy tan idiota para llamar a mi amada por el nombre de su hermana. - soltó con sorna ante su amigo de infancia - Es mejor que dejes de ser una bestia con ella y así has de evitar las habladurías.

- ¿qué hablarías puede haber un cuatro días de viaje? - soltó con indignación.

-Encima eres tonto, Draco. Los soldados dicen que no amas ni deseas nada con tu esposa, la tratas como si fuera un hombre más de tus filas, te diriges a ella dando órdenes y ni siquiera procuras ser cariñoso y ella te obedece cual criada - explicó mientras veía la expresión de su amigo que era de completa sorpresa.

-¡Pamplinas, yo sé como tratar a mi esposa! - Draco enfureció. - Mañana al alba partiremos, tú vigila la tienda de mi esposa. Yo iré a cazar alguna cosa.

Harry se abstuvo de decirle que debería cazar el corazón de su esposa, no animales qué claramente debían estar en sus madrigueras listas para pasar la noche.

Antes del alba Hermione sintió que Draco se adentraba a la tienda de campaña, sintió cierta ansiedad al darse cuenta de que no estaba presentable para la ocasión.

-Su excelencia, ¿no cree que sería más adecuado esperar a llegar a sus dominios? - Dijo algo temerosa.

Él se sorprendió al darse cuenta de que ella creía que deseaba consumar el matrimonio. Tragó saliva de la vergüenza, no sabía cómo decirle que se equivocó de tienda por estar cazando búhos, claro bebió algo de vino para entrar en calor y evitar el frío de la noche.

- Olvídalo, no... Yo... Es mejor que te prepares para salir - se alejó lentamente permitiéndose apreciar su cabello desordenado y estaba usando una camisola muy transparente, lo que hacía resaltar sus pechos - Mi amada señora, yo la espero para cabalgar juntos hacia nuestras tierras...

-¿amada señora? - Hermione se sorprendió, aun adormilada esas palabras sonaban a mentira. - Su excelencia, ¿se ha de dirigir de esa manera a mí?

Escucharon aves cantar y Draco se sintió preocupado - Es la Alondra qué anuncia el alba. Debo salir de aquí...

- Su excelencia, aun no me ha dado una repuesta. ¿Desea que le corresponda en ese tipo de afectos?¿O me ha confundido con mi hermana?

Hermione, sorprendida por la confusión de Draco, se quedó en silencio durante un instante. No esperaba que él la llamara "amada señora" "mi dulce deseo" ni que expresara afecto hacia ella. Su corazón latía con una mezcla de incertidumbre y curiosidad. ¿Qué significaba todo esto? ¿Era posible que su esposo sintiera algo más que simple cortesía?

Él volvió a sorprenderse no había pensado en Astoria ni una sola vez, desde que la confundió - Eres mi dulce deseo, mi esposa, mi duquesa , Hermione, pero no puedo tenerte... Yo... Yo... Yo...

Sin embargo, antes de que pudiera formular una respuesta, Draco cayó al suelo, desmayado por el exceso de vino. Hermione se apresuró a arrodillarse junto a él, preocupada. ¿Qué había sucedido? Él aroma del vino inundó el ambiente ¿Era solo el efecto del alcohol o había algo más detrás de sus palabras y acciones?

El viaje tendría que retrasarse, y Hermione se encontraba en un torbellino de emociones. Aunque no entendía del todo la situación, una cosa era segura: su matrimonio con Draco Malfoy estaba lleno de misterios y sorpresas inesperadas.
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En el castillo Malfoy, el personal se movía con premura para tener todo listo a la llegada del Duque y la nueva Duquesa. Entre ellos, un hombre de considerable edad, arrugado hasta las orejas, reñía a todos a su paso. Era Kreacher, un sirviente que había estado al servicio de los Malfoy durante tres generaciones. Para su nieto Dobby, era una hazaña que su abuelo aún pudiera gritar órdenes y caminar con esas ancas que parecían arcos.

-No grites tanto, se te caerá el último diente, abuelo -bromeó Dobby, un adolescente flacucho de ojos saltones y orejas un tanto grandes.

- Muchacho insolente, doy órdenes para que su excelencia la Duquesa Astoria se sienta cómoda en este castillo -rebatió el anciano.

-Abuelo, no digas ese nombre. Desde hace días, el pregonero anunció que nuestra nueva Duquesa es Hermione Lupin, que ahora es una Malfoy. Si te escucha nuestro señor, te cortará la cabeza, a tus antiguos señores les gustaba disciplinar así -advirtió Dobby, con un toque de preocupación-. Además, llegó un Heraldo con un mensaje: aquel nombre está vetado, y quien lo mencione tendrá que irse del palacio o cortarse la lengua si desea continuar viviendo aquí como sirviente.

Kreacher asintió ante tal información. Deseaba mantener la lengua en su lugar y la cabeza unida a su cuerpo. Aun era muy joven para morir. Quería llegar a los 120 años y cuidar de la nueva generación Malfoy que debía estar gestándose.

- Yo dije que todo tiene que estar perfecto para nuestra señora, su excelencia la Duquesa Hermione -añadió Kreacher con determinación.

-Claro que no, señor, todos lo escuchamos - Soltó una de las criadas - si sigue explotándonos diremos que usted nombró a otra Lady.

La turba de sirvientes empezó a reclamar al anciano Kreacher, que no tuvo más remedio que prometer alzar los sueldos, dar días libres y dar regalos en las fiestas venideras. Todo porque deseaba tener la cabeza unida al cuerpo.

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Hermione salió de la tienda cuando Draco mostraba señales de estar despertando. Era mejor salir de ahí y evitar verle la cara. Sin embargo, al ver los rostros de los soldados llenos de curiosidad y picardía, sintió aún más vergüenza.

Subió al carruaje asignado, suspirando varias veces hasta relajarse. Según había escuchado, quedaba medio día para llegar a las tierras del ducado. Pronto conocería al pequeño Armand.

La puerta de su carruaje se abrió, y Harry esbozó una sonrisa divertida - ¿En verdad le diste más de un golpe?

Hermione se sonrojó y miró a otro lado, murmurando:- Tocó mi pierna mientras dormía y me defendí.

-Tiene la marca del laúd en la espalda y el cuello. Tiene mucha fuerza, su Excelencia.

Ella evitó mirarlo.- No tiene importancia. Si mi esposo desea castigarme, lo aceptaré.

Harry rió suavemente.-Draco parece encantado con que sea una fiera, Excelencia.

Mientras tanto, Draco, aún recuperándose, pensaba en lo ocurrido. Admiraba la energía de Hermione, aunque lamentaba no recordar nada debido al vino. Se preguntaba cómo sería su vida juntos. No se atrevió a acercarse a ella, decidió ir montando a caballo.

Finalmente, llegaron al castillo Malfoy. Media hora antes el pregonero pasó gritando las buenas nuevas de la llegada de la duquesa y su belleza.
El personal se apresuraba a recibir a recibir a su nueva señora, Kreacher estaba a la cabeza de los siervos, y entre ellos, un pequeño niño de siete años, acompañado de su nana, salió corriendo hacia ellos. Era Armand, el hermano menor de Draco.

Draco ayudó a su esposa bajar del carruaje, aunque ella dudó en tomar su mano aceptó a regañadientes. Se sorprendió al ver más de 30 siervos esperándola con una reverencia.

-ella es mi esposa, Hermione Malfoy, su nueva duquesa y señora - Anunció Draco a los siervos - Él es Kreacher, se encarga de administrar el castillo en mi ausencia.

-Un gusto conocerla, su excelencia, seré su fiel siervo - Anunció el anciano -Todos le serviremos como a nuestra anterior ama.

Hermione asintió.

El niño de cabellos rubios, calzas de lana y botas de cuero se acercó a ella - Soy Armand Malfoy, Su excelencia. -Hizo una reverencia y beso la mano de su cuñada.

-Dime Hermione, por favor. - Se apresuró a decir hermione mientras se apresuraba a ponerse de rodillas para estar a su altura.

- Hola, Armand - Draco lo saludó debido a que fue ignorado.

-Hola Hermano.- dirigió la mirada hacia la dama - ¡Hermione! -exclamó Armand, con ojos brillantes-. Eres tan hermosa como Lady Marian de las historias de Robin Hood.

Hermione sonrió, conmovida por el cumplido.

- Gracias, Armand. ¿Te gustaría escuchar la historia del Rey Arturo?

Armand asintió con entusiasmo. - ¡Sí, por favor!

Draco, sorprendido por la interacción, observaba en silencio. No esperaba que Hermione se ganara el corazón de su hermano tan rápidamente.

- Hermione, eres sorprendente -dijo Draco, acercándose-. No sabía que tenías tanto talento para contar historias.

Hermione sonrió tímidamente.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí, Draco. Pero espero que podamos descubrirlas juntos. - se marchó de la mano junto al pequeño que deseaba llevarla a conocer cada parte del palacio.

Draco, aún procesando los eventos recientes, decidió que era mejor mantener cierta distancia para evitar más confusiones. Llamó a Kreacher, el anciano sirviente, y le dio una orden clara.

- Kreacher, prepara una habitación aparte para mi esposa Hermione. No compartiremos la habitación matrimonial.

Kreacher, con su rostro arrugado y expresión severa, se atrevió a refutar.- Mi señor, con el debido respeto, no creo que sea una buena idea. La nueva Duquesa debe sentirse bienvenida y segura en su nuevo hogar. Separarlos podría causar habladurías y malentendidos entre el personal y los habitantes del ducado.

Draco frunció el ceño, sorprendido por la osadía del sirviente.- Kreacher, entiendo tus preocupaciones, pero esta es mi decisión. Hermione y yo necesitamos tiempo para adaptarnos a esta nueva situación.

Kreacher asintió, aunque con evidente reticencia porque deseaba conocer a la nueva generación Malfoy, y con esa orden su deseo se sentía frustrado ya que consideraba que no viviría mucho tiempo más. - Como desee, su excelencia, Pero le ruego que considere lo que he dicho. La Duquesa merece sentirse parte de esta familia desde el primer día.

Draco suspiró, reconociendo la sabiduría en las palabras de Kreacher, pero mantuvo su decisión.

- Lo tendré en cuenta, Kreacher. Ahora, por favor, haz lo que te he pedido.

Kreacher se inclinó y se retiró para cumplir con la orden, aunque en su corazón esperaba que el Duque reconsiderara pronto.

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