Capítulo XIV


Volvieron al pequeño refugio de Mujika y Sonju tan pronto como abrieron la puerta. Zazie, Cislo y Ayshe con sus lobos tomaron el frente y se encargaron de protegerlos contra cualquier demonio que pudiera cruzárseles en el camino. Por otro lado, Sonju corría entre los niños, moderando sus movimientos y su fuerza para no lastimar a la convaleciente humana que cargaba en sus brazos.

– ¡Está ardiendo en fiebre! –vociferó con preocupación.

– ¡Debemos apresurarnos! –exigió Lisa aún más preocupada por su madre.

– No puede moverse demasiado o será peor para ella –respondió Vincent a su lado.

Cuidando las espaldas del grupo iban Ray y Bárbara, atentos pero en completo silencio, cada uno ensimismado con sus propios pensamientos.

Ray no podía comprender lo que había sucedido hacía unos cuantos minutos atrás. Norman los había salvado pero se negó a escapar junto con ellos.

Norman...

El bastardo había tirado por la borda posiblemente la última oportunidad que tenía de escapar de Ratri. ¿Por qué?

– Él tiene mejores planes –escuchó decir a su lado.

– ¿Cómo lo sabes?

– Yo sólo lo sé. Es el jefe, siempre tiene algún plan en mente.

– Pues yo creo que el idiota se acobardó.

– ¡No lo llames así!

– ¿Y cómo debería llamarlo entonces? ¡Sólo tenía que disparar y nos habríamos quitado un enorme peso de encima! –de repente, todo el grupo dejó de correr y volvieron sus miradas hacia el par que discutía–. Podré no entender qué diablos está planeando pero cualquier cosa es más rebuscada que el simple acto de acabar con el tipo que arruinó nuestras vidas desde siempre.

– Tú no lo entiendes...

– ¿Qué es lo que no entiendo, Bárbara? ¡Dime qué es lo que no entiendo porque me estoy volviendo cada día más loco por culpa de toda esta basura de mundo!

– Ray, cálmate...

– ¡No, no lo haré, Vincent! –gritó de nueva cuenta–. ¿Y sabes qué? Tampoco me quedaré aquí soportando la culpa y el sufrimiento otra vez. Traeré a ese maldito hijo de Satanás así tenga que arrancarle las cejas en el proceso.

Ray se dio la vuelta y se preparó para correr de nuevo hacia la puerta que conectaba con aquellos túneles, sin embargo, sintió cómo era tomado por el hombro y girado sobre sus pies con brusquedad. Sin tiempo a asimilar lo que estaba pasando, una fuerte cachetada impactó contra su mejilla y lo mandó directo al suelo.

– ¡¿Qué diablos...?!

– ¿Acaso eres estúpido, Ray? ¿Acaso no puedes ver que hay cosas más importantes en este momento que ir a buscar a tu hermano descarriado? –Sonju hablaba con un tono de voz lo suficientemente grave como para asustar a los demás niños, quienes todavía no confiaban del todo en él–. Ni siquiera sabemos si Emma sobrevivirá, ella está ardiendo y su respiración es cada vez más errática. Si no nos apresuramos, no llegaremos a tiempo con Mujika y al final ella morirá. Incluso si logramos comprarle un poco más de tiempo la única que puede realmente salvar su vida es Anna y para eso deben volver cuanto antes al refugio, sin contar con que tienen que llevar también a todos estos niños con ustedes antes de que los celadores los encuentren –Ray observaba con dificultad el rostro lleno de sufrimiento de Emma. No podía abandonarla–. Si Norman decidió quedarse es porque sabe que en este momento podría ser más útil allá que aquí. No ha sobrevivido tantos años al lado de los malos por nada. Confía en él, aun si no quieres.

Tras lo dicho por el enorme demonio que consideraba su amigo, nadie se atrevió a decir una sola palabra. El silencio reinó por unos cuantos segundos.

– Tienes una mano muy pesada, Sonju...

– Agradece que no fue un puñetazo o no podrías hablar por unas cuantas semanas.

– Sí, bueno, creo que me dolerá masticar por un par de semanas...

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Una vez llegados al refugio, Sook tomó a Emma de los brazos de su padre y le pidió a su madre que la acompañara a su habitación. Sólo a ella. Ni siquiera Ray tenía permitido entrar. Durante dos horas vieron a Mujika entrar y salir de la habitación con prisa, su rostro serio y el sudor en su cuello era lo único que les daba el indicio de que no estaba siendo sencillo salvarla, pero Mujika no decía nada al respecto. Mientras Vincent, Cislo y Bárbara trataban de convencer a los niños de quedarse tranquilos o que se durmieran, Sonju y Ayshe hacían guardia en la entrada del refugio por si llegaban a notar movimientos sospechosos.

Ray no dejaba de caminar de un lado a otro a la espera de alguna noticia sobre su hermana, y por más que pegara su oído a la puerta no entendía nada de lo que aquellos dos hablaban. Sus voces eran calmadas y de tono bajo, como si no fuera nada grave, pero lo era, él sabía que el estado de Emma era grave, ¿Por qué entonces no le permitían ayudar? Se sentiría mejor sabiendo que estaba haciendo algo por ella, lo que fuera.

– M-Mujika, Sook... ¿N-necesitan... ayuda con algo? –preguntó por enésima vez del otro lado de la puerta.

La respuesta tardó en llegar.

– No, Ray. Por favor descansa un poco, pronto tendrás noticias sobre ella.

El pelinegro resopló una vez más ante la misma respuesta que recibió las últimas tres veces que preguntó. Retomó su caminata impaciente, de vez en cuando despeinando con brusquedad su cabello.

– ¿Nada aún?

– No. Me voy a volver loco si no me dicen algo.

– Ya cálmate. Sólo lograrás empeorar tu estado comportándote de esa manera.

– ¿Cuál estado? –preguntó con molestia.

– Todavía tienes una bala en el hombro, imbécil –respondió la mujer frente a él con obviedad–. Vincent se está encargando de Cislo ahora que los mocosos por fin se tranquilizaron, así que déjame ver tu herida. Con suerte la bala no estará tan profunda y podré quitarla.

Ray negó con la cabeza al mismo tiempo que dirigía su mirada en dirección a donde estaba su hermana, mas fue forzado a apartarse de ella.

– Sólo ven, idiota. No será por mucho tiempo y tampoco estarás tan lejos. Le mandarás tus buenas vibras desde la otra habitación –bromeó con sarcasmo mientras lo arrastraba de la mano hacia la habitación contigua a la de Emma.

– ¿Sabes realizar primeros auxilios? –preguntó el pelinegro mientras comenzaba a desvestir su torso.

– Soy de Lambda, no lo olvides –respondió la castaña dándole la espalda–. Aprendí lo básico de tanto mirar las curaciones que nos hacían luego de los experimentos físicos, aunque Vincent y el jefe también nos enseñaron. En algunas misiones siempre terminábamos heridos y no nos quedaba de otra más que tratarnos entre nosotros con lo que tuviéramos a mano –Bárbara preparó unas vendas, agua y un instrumento parecido a una pinza–. Aunque, por suerte para ti, te trataré con elementos decentes –ambos rieron un poco más relajados–. Muy bien, esto va a dol... Guau, sí que te esforzaste en tus misiones todos estos años –comentó sorprendida del abdomen tan bien trabajado que aquel pirómano escondía.

– Deja de mirarme así, libidinosa –la sermoneó cubriéndose con ambas manos.

– Tomaré eso como un "Gracias por el cumplido". En fin, esto te dolerá y eso sí me hará sonreír.

– Es bueno saber que mi sufrimiento será tu alegría. Ya me preguntaba yo por qué razón te habrías ofrecido amablemente a tratar mis heridas.

– Por supuesto que tengo mis razones, idiota, ¿Qué te crees?

Ambos volvieron a reír antes de que Ray sintiera a Bárbara escarbar su hombro en busca de la bala.

– Mal-dita hija de...

Sí, Bárbara disfrutaba ver su dolor.

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Sook les dijo que habían logrado sacar la bala de su pecho, pues no estaba tan profunda, aunque en el proceso Emma había perdido un poco de sangre. Sin embargo, esa no era la mayor de sus preocupaciones, Emma tenía un corte profundo en la mano que se había infectado rápidamente hasta llegar a su sangre, siendo esa la razón por la que su fiebre era tan alta y no bajaba.

– Su estado febril sumado a la pérdida de sangre no sólo durante la extracción de la bala hace que su situación sea aún más delicada. Debe recibir una transfusión de sangre lo más rápido posible y nosotros no podemos hacerlo, no tenemos las herramientas –habló Mujika con preocupación.

– ¿Aguantará hasta llegar al refugio?

– No lo podemos asegurar, Ray, pero es mejor que nada –fue el veredicto final de la fémina.

– Deben partir cuanto antes –agregó Sook.

– ¿Qué haremos con los niños?

– No te preocupes por ellos, iremos en dos grupos –anunció Vincent sin perder tiempo–. Cislo y Bárbara los llevarán a ti y a Emma, son los más rápidos del grupo. El resto guiaremos a los niños por una ruta más lenta pero segura.

Ray miró al moreno por un par de segundos, no quería dejarles todo el trabajo pero tampoco podía permitirse alejarse de su hermana otra vez. Ya no lo haría jamás, y eso Vincent lo sabía de sobra, por eso se lo agradeció con un asentimiento de cabeza.

– Está bien. ¿Cómo lo haremos? –Cislo palmeó sus manos y observó a sus compañeros de viaje–. Creo que Bárbara podría cargar con Emma mientras que yo llevo a Ray en mi espalda...

– Olvídalo, tú aún estás malherido –interrumpió Bárbara desde su posición–. Vincent, será mejor que Zazie venga con nosotros.

– ¿Qué? Pero...

– Tienes razón. Zazie, ¿Puedes encargarte?

El aludido emitió un breve sonido de afirmación.

– Pero...

– Muy bien, andando.

– Pero... –Cislo elevó su mano queriendo detenerlos pero simplemente se quedó en blanco–. Yo quería acompañarlos –dijo en voz baja y haciendo un puchero.

– Los veremos pronto, no te preocupes. Además, Ray ya tiene a la mujer rubia de la enfermería, no tienes de qué preocuparte –animó Vincent palmeando el hombro de su compañero y dejándolo completamente rojo.

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– Hubiera preferido ser cargado por Zazie –se quejó Ray con un leve sonrojo en sus mejillas.

– Ohh, ¿Acaso esto es demasiada humillación para tu varonil ego?

– No confío en ti, eso es todo. ¡Auch!

– Ups, lo siento, creí que no había nada en esa dirección. Qué distraída, me confundí –alegó la castaña luego de hacer que el chico sobre su espalda chocara de lleno contra unas ramas.

Lo cierto era que Bárbara no sería tan suave con Emma si la tuviera que llevar encima. Cislo les recordó la vez que tuvo que cargarlo hasta una cueva luego de sufrir una lesión en su pierna. Terminó con raspones en la cara, producto de los choques contra ramas, y su pierna más lastimada de lo que ya estaba luego de haberla chocado con un árbol. Y es que la mujer no estaba acostumbrada a cargar con nadie, por lo que no se preocupaba por los lugares estrechos por lo que pasaba.

Así que definitivamente no la dejarían cargar con la pobre mujer que peleaba por su vida. Mejor que el pelinegro sufriera las consecuencias, cuando mucho terminaría con varios golpes y raspones, pero Zazie sabría cuidar de Emma mejor que Bárbara.

En algún punto de la carrera, Ray se perdió por completo, pues Bárbara seguía el paso marcado por el grandote del grupo sin mediar palabra y éste se desviaba por caminos subterráneos y otras veces prefería saltar entre las ramas más altas de los árboles.

Así se la pasaron corriendo sin parar durante un día entero. Al caer la noche, pararon junto a un río para tomar agua y controlar el estado de Emma. Ella aún seguía con fiebre y su respiración acelerada. Decidieron dormir sobre las ramas de un árbol tan sólo dos horas, eso sería suficiente, luego retomaron el camino al mismo ritmo que al principio.

– Es increíble las habilidades sobrehumanas que han adquirido en Lambda –murmuró Ray lo suficientemente alto como para que sólo la castaña lo escuchara. La aludida lo observó de reojo sin decir nada–. Zazie ni siquiera parece esforzarse al correr o saltar semejantes alturas y aun así todavía carga con delicadeza a Emma –el pelinegro no dejaba de ver al sujeto que cargaba con su hermana ni por un segundo, poco importándole las veces que había sido golpeado ya por innumerables ramas.

– Bueno, por lo menos tenemos eso –respondió la chica sin pizca de emoción–. Tantos años de sufrimiento y al menos tenemos súper-fuerza y súper-velocidad. Gracias Ratri.

– No es lo que quise decir –se retractó enseguida al notar el error cometido.

– Sé lo que quisiste decir. No te preocupes.

Sin decir más nada, continuaron corriendo y saltando al ritmo de Zazie.

Tras unas horas de carrera, se toparon de frente con un demonio de varios metros de altura. El mismo los sorprendió de repente, dirigiendo un manotazo hacia Zazie y Emma, mas Bárbara apresuró su paso y luego de arrojar a Ray entre sus compañeros y el demonio éste apuntó como un profesional con su rifle y disparó directo al núcleo de la bestia, desplomándolo en el acto. Sin embargo, el pelinegro no se salvó del impacto contra una de las ramas, el cual reabrió su herida en el hombro.

– ¿Te encuentras bien? –preguntó Bárbara llegando junto a él–. Lo siento, eras tú o ellos.

– Tranquila, lo entiendo –respondió aguantándose el dolor y levantándose de inmediato–. ¿Cómo están ellos? –alzó su vista sólo para ver cómo el niño con la bolsa en la cabeza continuaba su camino sin volver su vista hacia ellos.

– Debemos apresurarnos, ese disparo probablemente ha alertado a otros demonios, así que tendremos que mantenernos lo más cerca posible de Zazie.

– Ya me parecía demasiada tranquilidad en este viaje.

Una vez que Ray retomó su posición sobre la espalda de la chica, ésta apresuró su paso hasta llegar con su compañero, quien la miró directamente, esperando una respuesta.

– Estamos bien. Tú no te distraigas, nosotros te cubrimos las espaldas –Zazie emitió un sonido y continuó corriendo, esta vez adentrándose entre las raíces de los grandes y viejos árboles.

Un fuerte empujón logró sacar a Bárbara y Ray del camino, haciéndolos impactar contra el suelo y las raíces móviles del lugar.

– ¡¿QUÉ DIABLOS...?!

Pero un monstruo aún más grande que el anterior rugió tan fuerte que sentían cómo sus oídos estallaban. Éste se erguía sobre sus cuatro patas mientras balanceaba los tentáculos que nacían de su lomo, luchando contra aquellas molestas raíces que buscaban someterlo y devorarlo.

– ¡ZAZZIE, CONTINÚA ADELANTE! –vociferó Bárbara sin dejar de luchar contra las raíces. El aludido, quien se había detenido metros más adelante en una zona donde las raíces no lo detectaban, observaba la situación con duda–. ¡VETE! –repitió la castaña.

– ¡Zazie, vete! –repitió Ray en la misma situación que su compañera–. ¡No te preocupes por nosotros! ¡DEBES SALVAR A EMMA!

No podía desobedecer. Su jefe confiaba en ellos y en que salvarían a la mujer que cargaba en sus brazos. Zazie se giró sobre sus pies y reanudó su carrera.

– Per...dón... –articuló su primera palabra en un susurro.

– ¡MALDICIÓN!

– ¡ES IMPOSIBLE LIBERARSE!

Ambos chicos intentaban inútilmente zafarse de las raíces que se multiplicaban con cada corte que daban. Ray no podía liberar sus piernas, mientras que Bárbara luchaba por recuperar uno de sus brazos.

– ¡BÁRBARA! –gritó el pelinegro alarmado al ver que finalmente le habían inhabilitado las piernas y ambos brazos, para luego rodear su cuello y comenzar a asfixiarla–. ¡¡NOO!!

Ese descuido le valió la misma situación, y pronto las raíces lo tenían aprisionado de la misma forma que a la mujer.

Lo único que logró liberarlos, y por un pelo, fue el demonio que se acercó a ellos pisando en el proceso varias de las raíces que se enredaban en sus cuerpos. Aprovecharon entonces para liberarse del resto de las enredaderas pero no tuvieron tiempo de respirar antes de que los tentáculos del monstruo los tomaran por la cintura.

– ¡Oh, vamos! ¡¿Es enserio?!

– ¡Por lo menos nos deja respirar!

– ¡¡WOOOOO!! –gritaron al unísono al sentir cómo eran sacudidos de un lado a otro.

Y es que el enorme ser que ahora los tenía de un lado para el otro por los aires, no dejaba nunca de ser molestado por las incansables raíces que querían matarlo.

– ¡Mira eso! Al final no es tan malo ser prisionera de estos tentáculos –se mofó Bárbara al ver cómo al único que atacaban era al demonio.

– ¡Debemos salir de aquí! –recordó Ray sin poder liberarse del agarre del monstruo.

– A menos que tengas algo afilado escondido entre tus calzones no creo que sea tan fácil, idiota.

– Ya extrañaba tus insultos –susurró con sarcasmo.

Luego de aproximadamente diez minutos, o lo que para ellos pareció una eternidad, Ray observó que las enredaderas se habían multiplicado lo suficiente como para darle una seria lucha al gran demonio, y sin todos sus tentáculos libres no lograría zafarse.

– ¿Cómo crees que llegó aquí? –preguntó con sus brazos cruzados sobre su pecho.

– Tss, ¿Es enserio? Como si me importara –respondió la castaña con incredulidad–. ¡Creí que estarías pensando la forma de salir de aquí!

– ¿Y a ti se te ha ocurrido algo?

– ¿No que tú eras el cerebro de tu grupo?

– ¿No que tú eras de Lambda?

– ¿Y qué diablos tiene que ver eso con esto?

– ¿Dónde está tu súper inteligencia?

– ¡Ese es Vincent, idiota!

– ¡Pues se supone que tú también deberías haber desarrollado algo de cerebro!

– ¡Oye, no te pases o te juro que te mataré mucho antes de que este monstruo o las enredaderas lo hagan!

– Me encantaría ver eso pero ¡Vaya coincidencia! Ni siquiera podemos salir de esta situación, genia.

– ¡Maldito pirómano suicida! ¡En cuanto pueda salir de aquí te mataré! –vociferó con enojo mientras se retorcía hacia Ray.

– ¡Pues si soy pirómano suicida, tú eres una lunática come-monstruos! –respondió el otro sin quedarse atrás.

Al instante, sintieron como la gravedad los hacía caer hacia abajo, y antes de darse cuenta impactaron contra el lomo del monstruo, el cual se retorcía y aullaba del dolor, pisando toda enredadera que tuviera a su paso. Ambos chicos alzaron su vista y visualizaron la imagen de Zazie, sonriendo agradecidos por su intervención.

Una vez fuera del pasaje de las enredaderas, ambos le devolvieron al grandote sus espadas gemelas, agradeciéndoles con palabras por su rescate. No obstante, Ray notó lo obvio de la situación.

– ¿Dónde está Emma?

El aludido dirigió su vista hacia otra dirección y emitió un sonido inentendible, a lo que el chico miró con confusión a la única persona que debería poder entenderlo.

– Ah, claro, ahora tengo cara de pelado con lentes –se quejó con una ceja levantada. Ray suspiró–. Probablemente la ha dejado escondida más adelante. Sigámoslo –le dijo tan pronto vio que su compañero de equipo retomó su carrera.

Y tal como lo había dicho, Zazie había dejado a Emma descansando sobre la rama alta y robusta de un árbol gigante. Ray aprovechó el momento para valorar sus signos vitales, y para su sorpresa, ella estaba pálida y fría pero aún respirando.

– Está fría –anunció a sus acompañantes.

– Está entrando en hipotermia, no podrá resistir mucho más así –informó Bárbara con total seriedad luego de corroborar lo dicho por el otro.

– ¿Q-qué... qué deberíamos hacer? –preguntó aterrado.

– No estamos muy lejos, una hora o dos cuanto mucho –la castaña apretó sus dientes mientras pensaba la mejor opción–. Podríamos quedarnos e intentar darle calor corporal, en cuyo caso tú te encargarás de eso.

– ¿No es mejor tú que eres mujer? –preguntó él sonrojado.

– ¡Qué pervertido resultaste ser con tu propia hermana! –se permitió molestarlo pese a la delicada situación.

Ray le arrojó un pedazo de corteza en la cara. Logrando una carcajada burlista de parte de la otra.

Algunas cosas no cambiaban.

– Pero no sabemos si pueda resistir mucho más. Lo mejor será apresurarnos y llegar cuanto antes al refugio –volvió a su anterior seriedad.

– Podría morir de hipotermia durante ese tiempo...

– Cualquiera de las dos opciones es igual de arriesgada. Tú decides.

Al final, retomaron el camino acelerando tanto como pudieron su paso. Ray se había quitado su polera al igual que Zazie, utilizando ambas para cubrir a la pelirroja, incluso Bárbara se había despojado de su chaqueta roja para cubrir a la mujer en brazos de su compañero, por lo que ahora los dos hombres viajaban con su torso desnudo.

– Cierta rubia tendrá un infarto cuando vea ese abdomen –molestó la castaña sin vergüenza.

– Pues parece ser que mi abdomen te interesa mucho.

Zazie, silbó desde su tono más agudo al más grave sin dejar de correr. Esa había sido una respuesta bastante inteligente.

– ¡Cállate, Zazie!

Antes de dejar que Ray disfrutara su victoria, la chica saltó lo suficientemente alto como para impactar de lleno aquellas ramas peladas contra el rostro del pelinegro.

– ¡FIJATE POR DÓNDE VAS!

– Já, créeme que sé muy bien por donde voy –Ray jaló su cabello como riña de niños–. ¡Auch! ¡INFANTIL!

– ¡Infintil!

Zazie emitió un sonido lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de ambos niños.

– ¡Llegamos! –vociferó Ray sintiendo un mayor alivio al ver a lo lejos a Anna.

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Ray se encontraba, por segunda vez desde que rescataron a Emma, fuera de la habitación en donde la estaban tratando. Esta vez no disimulaba el miedo ni el llanto, sentado como estaba y agarrándose la cabeza con ambas manos, lloraba en silencio por el miedo de perderla, esta vez sí para siempre.

"Ray, no respira. Emma no está respirando" fueron las palabras de Anna al corroborar sus signos vitales. De inmediato la llevaron a la enfermería y luego de dejar que Sonya, Paula y Gillian entraran con ella, les cerró la puerta en la cara a los demás, desde entonces no habían tenido más noticias de su estado, lo que tenía loco a Ray.

– Ya llevan una hora encerradas ahí dentro, si nadie ha salido es porque todavía pueden hacer algo –murmuró Oliver a su lado, sobando su espalda.

– No puedo perderla. No otra vez Oliver –respondió con su voz rota y ahogada.

– No lo harás, amigo. Emma es fuerte, sobrevivirá.

Media hora más tarde escucharon gritos ahogados del otro lado de la puerta, y aunque el pelinegro quiso patear la puerta abajo, todos los presentes se le abalanzaron encima para detenerlo.

– ¿Qué pasó? ¡¿ANNA, QUÉ PASÓ?! –gritó a todo pulmón, retorciéndose entre los agarres.

Pero nadie respondió desde adentro, lo cual desesperó aún más al chico.

A las patadas y puñetazos logró zafarse de todas las manos que lo detenían, logrando por fin abrir la puerta. Pero la imagen que vio lo dejó perplejo.

Emma se encontraba conectada a varios cables que conducían a un aparato que nunca antes había visto y otras cosas que colgaban de un palo de metal. El suelo estaba manchado de sangre así como las manos de Anna y Sonya y, ¿Qué diablos era lo que salía de la boca de Emma?

– Suficiente, eso es todo lo que verás por hoy, pirómano –fue lo último que escuchó decir tras él antes de sentir un pinchazo y caer desmayado.

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Para cuando volvió en sí, Ray se dio cuenta de que estaba en su cama, completamente solo. Se levantó de inmediato y corrió a la puerta. Antes de abrirla escuchó a Nigel y Gillian hablando.

–...no sé cómo podría tomarlo.

– Es difícil hasta para nosotros pero... No dormirá por mucho más tiempo, debemos decírselo cuando despierte.

– ¿Decirme qué? –habló el pelinegro abriendo de repente la puerta y asustando a ambos chicos.

– ¡Ray! –exclamaron ambos al unísono.

– ¿Qué pasó con Emma? ¿Cómo está ella? –preguntó tomando a Gillian por los hombros.

La aludida agachó la cabeza.

– Gillian... ¿Qué pasó con Emma? –repitió en un susurro.

– Ray –sintió que lo llamaban. Al volver su vista se encontró con Anna, quien sostenía una bandeja con té y pan–. Estás... despierto.

– Anna, sólo dime que está viva. Por favor, sólo necesito que me respondas eso –suplicó con el corazón en la boca.

Anna titubeó un momento. Dejó la bandeja con Nigel y tomó a Ray de las manos mirándolo a la cara.

– Emma... está viva... pero me temo que su situación no es para nada estable. Yo no puedo asegurar que viva –dijo lo último con un hilo de voz.

El chico frente a ella la miró sin lograr comprenderlo del todo.

– Pero está viva, ¿No es así? ¿Su corazón sigue latiendo? ¿Ella aún respira? –insistió con sus preguntas.

– S-sí pero...

– ¡Entonces está bien! Eso está bien –continuó hablando con voz temblorosa–. Sólo necesitamos mantenerla de ese modo hasta que despierte, ¿verdad? –nadie respondió–. ¿Verdad?

– Ray... Su temperatura es mínima y si nos descuidamos entra en hipotermia. Ha sufrido dos paros cardíacos y casi no logramos traerla del segundo. Ahora mismo Sonya no se despega de ella y controla sus signos vitales cada quince minutos. Sólo podemos esperar a que los antibióticos hagan efecto o... ya no podremos hacer más nada.

Ray negaba a cada cosa que ella decía mientras no podía evitar derramar gruesas lágrimas. Se culpaba por todo. Tal vez si hubiera llegado antes, si hubiera descubierto su paradero antes, si hubiera hecho algo para que no se la llevaran... Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera sido un hermano más competente desde el principio.

– Es mi culpa.

Anna les pidió a los otros dos que se retiraran, a la par que tomaba a Ray por los hombros y lo conducía nuevamente a su habitación. Una vez sentados, Anna lo volvió a tomar de las manos y buscó su mirada.

– No podemos asegurar nada, ya no podemos hacer más nada que esperar...

– ¡Esperar qué, Anna! –vociferó entre sollozos.

– ¡Esperar a que Emma resista y decida volver con nosotros!

Él sabía que tenía razón, debía confiar en su hermana, en la fuerte y positiva Emma, pero... ¿Podía hacer eso? ¿Podía confiar en que ella decidiría volver a vivir en un asqueroso y cruel mundo como este luego de haber atentado contra su vida?

– Yo... No puedo –susurró completamente derrotado–. Ya intentó quitarse la vida una vez, ella ya está al límite. ¿Y si no lo logra?

– Es Emma. Luchó hasta el final, hasta que supo que tú estabas ahí para tomar su lugar y cuidar de los niños. Esa es la Emma que conocemos –recapacitó por unos segundos–. Si realmente se hubiera rendido, ¿Crees que hubiera resistido como lo hizo? Se enfrentó a la espía de Ratri y defendió a los niños hasta que ya no pudo más. Ahora debe pelear por su vida, y... aunque no puedo evitar el miedo y la preocupación yo sé que lo logrará. Debemos confiar en ella –habló con mayor convicción.

Anna temblaba y él lo podía notar en el agarre de sus manos. Estaba tan asustada como él pero insistía en mantenerse fuerte, confiada en su hermana. Y tenía razón. Hablaban de Emma, claro que lo lograría.

En un impulso, Ray abrazó a Anna con todas sus fuerzas, dejándola perpleja.

– Soy un idiota. Tienes toda la razón –le dijo en tono bajo y sin soltarla–. Ella no se irá ahora que por fin logró su libertad. Ella no se iría sin corroborar que su familia está bien. Emma volverá con nosotros –se separó de la rubia y la miró a los ojos–. Gracias, Anna.

La aludida tragó en seco sin poder dejar de mirarlo.

– ¡Anna! –llamaron desde la puerta.

– ¡Sonya, pasa! –exclamó sobresaltada.

– Disculpa la intromisión pero creo que querrás ver esto.

– ¿Ocurrió algo?

– Véanlo por ustedes mismos.

Al llegar a la enfermería, vieron a Emma aún inconsciente y con todos los cables conectados a su cuerpo. El aparato sonaba a un ritmo regular y Ray no entendía nada.

– ¿Q-qué sucede? ¿Es malo? –preguntó preocupado.

– De hecho, es muy bueno –sonrió Anna con lágrimas en los ojos–. Su temperatura se ha normalizado, al igual que sus latidos y respiración. Es un avance, Ray.

Ray suspiró aliviado y sólo pudo abrazarla. Un avance, es todo lo que necesitaba.

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Por los próximos dos días vigilaron de cerca los avances de Emma. Su temperatura se mantuvo estable al igual que sus demás signos vitales, lo que significaba que estaba respondiendo a los antibióticos suministrados. Si todo continuaba bien entonces podrían llevarla al nuevo refugio.

– Todavía no me has dicho de dónde salieron todas estas cosas.

– No fuiste el único atendiendo una misión en estos días.

– ¿A qué te refieres?

– Estuve leyendo algunos libros acerca de emergencias médicas. Siempre creí que debía prepararme para lo peor pero carecía de muchas cosas, y cuando tú te fuiste con el equipo Lambda tuve esos malos presentimientos que suele tener Gilda con sus misiones suicidas. Así que les pedí a Oliver, Nigel y Gillian que me acompañaran a buscar algunas cosas –Ray quiso protestar pero ella lo calló con un dedo–. Sí, fue peligroso, pero mira, haberle hecho caso a mi instinto nos permitió estar lo suficientemente preparados. Y no te preocupes, nadie salió herido.

Ray sonrió de lado. Vaya mujer...

– Eres increíble, ¿Lo sabías?

– Sí, lo sé. Aunque me gustaría escuchar eso más a menudo –ambos rieron ante las palabras de la rubia.

– Pues ese será mi nuevo "buenos días".

Si tan sólo hubieran prestado atención, habrían notado el esbozo de sonrisa que Emma se esforzó en hacer.

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Partieron esa misma tarde rumbo al nuevo refugio, esta vez acompañando a la pelirroja inconsciente sus dos amigos más cercanos y el equipo Lambda, pues los demás se encargaron de guiar a los niños de Grace Field unas horas antes.

Llegaron al lugar sin mayores contratiempos, siendo recibidos por Don, Gilda, Natt, Phill y los dos niños mayores que acompañaban a Emma en los túneles de Grace Field.

– Es cierto –susurró Gilda entre lágrimas de felicidad.

– ¡Emma! –exclamaron los demás en iguales condiciones.

Fred y Lisa corrieron a su encuentro antes que los demás, preguntándole a la mujer rubia la condición de su Madre y suspirando aliviados con su respuesta.

Tan pronto como acomodaron a Emma en la habitación de la enfermería, se encargaron de reunir a todos los niños de Grace Field –la nueva y la vieja generación– y a los de Goldy Pond para hablarles de las nuevas noticias. Todos los presentes rompieron a llorar, algunos se abrazaban entre ellos y otros saltaban de la alegría. Emma por fin había vuelto a casa.

– ¿Cuándo podremos visitarla? –indagó Thoma secándose las lágrimas.

– Iremos en grupos pequeños, no podemos exponerla tan de repente y menos tras el viaje de varias horas que tuvimos hasta aquí –respondió Anna con seriedad–. Tendrán que respetar algunas reglas de higiene y definitivamente no pueden tocarla, al menos no por ahora –algunos niños se quejaron desanimados por lo último dicho, sobre todo los más pequeños–. Entiendan que ya es peligroso exponerla a las visitas, pero sé que todos quieren volver a verla aunque sea unos minutos, es por eso que permitiremos las visitas de lejos, mas no puede haber contacto con ella. Esa es la condición.

Todos los presentes estuvieron de acuerdo con dicha condición, todo fuera por poder verla aunque sea un ratito.

– Muy bien, entonces...

– ¡¡ANNA!! –se escuchó gritar por el pasillo–. ¡¡EMERGENCIA, ES UNA EMERGENCIA!! –se escuchó ahora con más claridad de parte de Natt, quien venía corriendo a todo pulmón– ¡¡ES EMMA!!

De inmediato Anna soltó todo lo que llevaba encima y corrió por donde Natt había llegado, siendo seguido por Ray, Gilda, Don y el resto de todos los que habían escuchado.

Al llegar a la enfermería, vio a Paula intentando reanimar a Emma, mientras que el monitor que controlaba sus signos vitales no dejaba de emitir un constante y monótono sonido que indicaba que el corazón de su hermana había dejado de latir.

– ¿Qué pasa? ¿Qué significa ese sonido? –preguntó Ray confundido.

– Maldición, ¿por qué...? –murmuró Anna confundida y aterrada.

– ¿Qué? ¿Qué es? ¡Anna responde!

– ¡QUIERO A TODOS FUERA, AHORA! ¡VINCENT, SONYA, GILLIAN, NECECSITARÉ DE SU AYUDA! ¡OLIVER QUE NADIE SE ACERQUE A LA ENFERMERÍA! –indicó Anna corriendo hasta la cama de Emma y tomando distintos frascos y jeringas de la mesa a su lado.

– ¿Qué? ¿Qué está sucediendo? –se preguntó Ray sin comprenderlo–. Oliver, ¿Qué ocurre? –se dirigió al peliblanco luego de ver pasar corriendo a los antes mencionados.

– Nada bueno, Ray –fue lo único que pudo decirle alejándolo de la puerta de la enfermería.

No otra vez. No podía estar pasando otra vez.

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Notas de autor:

:)

Qué hay?

:)

Bueno, disculparme no será suficiente y no estoy segura de si habrá lectores viejos que aún quieran seguir esta historia... No los culpo si ya no recuerdan de que va, hasta yo lo había olvidado y tuve que volver a leerlo. De no ser por los primeros párrafos escritos allá en el 2021 y el resumen que guardo desde comenzada la historia probablemente me habría rendido de seguir escrbiendo...

Pero nunca la olvidé, eso sí. Me sentí terriblemente culpable luego de jurarles y perjurarles que no la abandonaría, pero no miento al decir que la facultad me absorbía. Incluso llegué a pensar que era mejor dejar la carrera. Pero saben qué? Lo logré!! Terminé de cursar y ahora sólo me quedan exámenes por rendir hasta alcanzar mi título. Soy casi una profesional.

Espero que aún tengan ganas de seguir leyendo, sólo queda un capítulo para el final y lo subiré luego del 16/12, debido a unos exámenes.

Muchas gracias a todos los que me han acompañado hasta aquí, muchas gracias a los viejos lectores y a los nuevos, que aun sin saber si la historia estaba terminada o confiando en que esta irresponsable autora volvería le dieron una oportunidad.

Espero que les haya gustado, y háganme saber si quieren un capítulo de resumen para ponerse al día antes del capítulo final.

Hasta entonces, Nos leemos pronto!!

Carpe Diem!! O.-/

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