¿Y yo qué?

—¿Qué? ¿Qué fue lo que te hizo ese señor? 

—No lo sé. Cada vez me sedaban. 

—Dios mío, Maya. Maldito viejo enfermo. ¿Qué tienes pensado hacer?

—Sea lo que sea que esté creciendo dentro de mí, no creo que sea un bebé. Con todo lo que ha estado ocurriendo recientemente, lo mejor será interrumpir el embarazo. 

—No puedo decidir por ti, porque no soy yo quien lo está cargando, pero hay una alta posibilidad de que sí sea un bebé. Con Ian me ocurrió algo parecido. Cuando quedé embarazada de Ian, su crecimiento y desarrollo fue muy rápido. Cuando nació pasó lo mismo. Ya viste que hace unos meses atrás físicamente lucía como un niño de siete u ocho años, pero ahora se ha convertido en un hombre. Decidas lo que decidas, quiero que sepas que, a pesar de nuestras diferencias, no pienso dejarte sola en esto. Pienso apoyarte en todo. Encontraremos una solución a esta situación, te lo prometo. 

—Qué irónica es la vida. De quien menos pensé recibir apoyo era de ti. ¿Cómo no puedes guardarme ni un poco de resentimiento? Intenté lastimarte por celos, ¿lo olvidas? 

—Cuando éramos niñas, ¿cuántas veces no nos tratábamos mal, nos quitábamos las cosas, peleábamos, nos echábamos la culpa la una a la otra? Somos hermanas, y eso es parte de serlo. No voy a mentirte, todavía te guarda algo de resentimiento y celos, no solo por Dereck, sino también por mi hijo. Independientemente de nuestras diferencias y de todo lo que ha ocurrido entre las dos recientemente, yo te amo mucho y eso no va a cambiar por nada en el mundo. 

Nuestra conversación se vio interrumpida por el sonido de la alarma de incendio que resonó a la distancia, proveniente del laboratorio. Nuestra atención se centró en ellos, al verlos salir junto a los empleados restantes y en compañía de Aníbal, quien se veía mal herido, aunque consciente. Le ayudamos a subir al auto y Dereck fue quien manejó. 

—¿Cómo salió todo allá dentro? — pregunté. 

—Bien. El fuego se está propagando muy rápido. 

—Esa alarma puede atraer a la policía y a los bomberos. 

—No pudimos apagarla, pero no te preocupes. Pudimos deshacernos de casi todas las muestras.

—¿No había nadie más? 

—No. Logramos evacuar a todos los que habían. 

—Aníbal, ¿qué te hicieron? 

—Mi mamá está loca — murmuró. 

—¿Te hizo algo malo? — indague. 

—No está infectado, mamá— respondió mi hijo por él—. Al parecer no tuvieron tiempo de hacerlo. Aunque en realidad, no sé qué planeaban hacer con él. 

—Él siempre fue el hijo preferido de nuestra madre. No dudo que hubiera tenido intenciones de infectarlo con tal de que fuera como ella. 

—No mencionemos más a esa señora, por favor— pidió Maya. 

Dereck nos trajo a todos a nuestra casa. Aníbal casi no podía caminar, por lo que Dereck y mi hijo lo ayudaron para llevarlo al baño. Cuando Dereck regresó, aproveché la oportunidad para sacarlo aparte y así quedarnos solos. 

—Tenemos que hablar, mi amor. 

—¿Qué sucede, princesa?

Debo decirle lo de mi hermana, solo así encontraremos una solución a esto. Aunque no sé cómo lo tome, no quiero guardarle ningún secreto. 


Maya

Mi hermana se fue con Dereck y me dejó a solas con Ian. Esa mirada tan fija e intensa me pone muy nerviosa. 

—¿Qué te apetece comer?  

Su pregunta me pareció extraña, aun así, decidí responderle. 

—No creo que vaya a quedarme a comer, sobrino. Pienso regresar a Puerto Rico hoy mismo de ser posible. 

—¿Regresar? — su seriedad me produjo escalofríos. 

 No puedo descifrar lo que piensa. 

—Sí. No quiero ser una molestia para tus padres. Ya lo he sido lo suficiente. 

—¿Y yo qué? ¿No cuento para ti?

—¿Por qué dices todo esto?

—¿Mi hijo tampoco cuenta? 

Lo miré atónita al escuchar su pregunta. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top