Capitulo 6 "Final"

Hacía un tiempo que el mayor de los gemelos presentaba una mirada y un porte altivo, indiferente y desafiante.

Hacía el mismo tiempo que ambos compartían techo con la armadura de Géminis y que el rostro amable de su flamante defensor comenzaba a descansar escondido en algún recóndito eslabón de su alma enorgullecida.

El rostro amable...

Defteros había comenzado a extrañarlo desde los primeros días oculto en lo que era el nuevo y magnificiente hogar de su hermano. Pero su paciencia era tan infinita como su devoción, y ambas le pedían que aguardara, que esperara a que la exaltación de sentirse importante y admirado se suavizara en el corazón de Aspros...

Que ese orgullo era natural...y que ese distanciamiento solo esporádico...

El menor de los dos esperaba, sencillamente porqué era para lo que se había mentalizado desde su más devastada infancia: a esperar...

Esperar...

...y confiar...

Esa noche, Aspros conquistó su templo con una profunda desazón inscrita en su cansado caminar, y sin permitirse el lujo de saborear la excelencia de su hogar, se despojó de la armadura y se dirigió hacia la oculta habitación que albergaba la condena de su mitad, presentándose desnudo de poder y transparente de alma.

- ¿Por qué lo soportas, Defteros?

La pregunta emergió de sus labios sin que fuera capaz de controlarla, y Defteros se removió entre las sombras de su clandestino cuarto, incorporándose sobre su duro catre con sobresalto y cierto temor expectante.

Aspros se acercó al lecho, borrando el paso de la escasa luz que se filtraba por sus espaldas y que osó iluminar el rostro soñoliento y descubierto de su hermano. Proyectando nuevas sombras sobre su incertidumbre al tiempo que una de sus manos tomaba la máscara dipositada en el suelo, cerca de lo que se podía llamar cama.

Defteros enmudeció ante esa repentina interrupción de su descanso. Únicamente podía observar los gestos que gobernaban las acciones de Aspros, quién ahora tenía la máscara entre sus manos, examinándola con un deje de repugnancia y rechazo inscrito en la leve torcedura de sus labios.

- No me respondes, hermano...- insistió Aspros, evitando ofrecerle una mirada que él mismo comenzaba a percibir húmeda de tristeza.

- Ya sabes porqué, Aspros... Confío en ti. Siempre lo he hecho...

Aspros exhaló un largo suspiro cargado de incipiente frustración, dejándose caer sentado sobre un lecho que no le hacía honor.

Defteros fijó sus ojos en la aberración que las yemas de los dedos de Aspros reconocían con un asco palpable en su intención de aprehender el tacto de una sufrida combinación de acero y cuero. Escuchó cómo su gemelo tragaba saliva de forma bastante audible, e intentó evitar que esas poderosas manos siguieran ensuciándose con una humillación que no les pertenecía, ni a ellas, ni al alma que por ello ahora sufría.

Fue un gesto rápido.

Directo y brusco.

Necesario para recuperar esa condena que le mantenía esclavo de unas sombras y oscuridad que él ya no temía. Y a las que ya se había acostumbrado.

Aspros no ofreció resistencia. Permitió que Defteros le arrebatara la ignominia que el destino había reservado sólo para el menor de los dos, y permaneció quieto y sentado en medio del duro catre, aprisionando a Defteros entre su abatido ánimo y la húmeda pared.

- ¿Y si te digo que hoy he tenido la sensación que no deberías hacerlo?

La mirada de Aspros recayó sobre la descubierta faz del menor, que dejó la máscara en el sucio suelo antes de obtener el valor necesario de enfrentar el licuado azul de los ojos de su gemelo.

- Me hiciste una promesa, hermano. Sé que la vas a cumplir...- susurró, tragando saliva con pesadez.- Y yo te prometí esperar, ser paciente...

- Éramos unos críos asustados cuando te prometí romper con tu destino...- Aspros ladeó el rostro, evitando sentirse aplastado por el peso de una fe ciega que nunca había dejado de brillar en la devota mirada de Defteros.- Han pasado muchos años ya desde ese lejano recuerdo donde la esperanza lo significaba todo...

- ¿Acaso has perdido la esperanza, Aspros? Porqué yo no...Yo creo en ti...

- Te repito que no deberías. Hoy sé que no deberías, y hoy me siento con el valor de pedirte que te vayas de aquí. Que no esperes nada de mí, y que no confíes en las promesas hechas de palabras que solo sirven para engañar las esperanzas.

Aspros se mantuvo firme en su necesidad de no conectarse con esa mirada, ese azul cosido a esperanzas...y a Defteros se le aceleró el corazón con una velocidad descontrolada, tal y como empezaba a esbozarse su respiración, cada vez más agitada y fraccionada.

- ¡¿Pero qué narices dices, Aspros?! ¡Todo ésto son sandeces! Estás cansado y no calibras lo que piensas...- soltó el menor de los dos, alzando una voz a punto de quiebre con la libertad que le otorgaba el saberse desterrado en una habitación con hedor a soledad.

Aspros comenzó a respirar atropelladamente, con su mirada todavía clavada en el polvoriento suelo, fijándose en el desmenuzado calzado que cubría unos pasos que casi nadie más conocía...

Casi nadie más...Ahí entraba el noble Sísifo a romper todos los designios del macabro destino...

El jovencísimo Sísifo de Sagitario...El que había osado brindarles ayuda en una noche desesperada...El que mantenía su condena a salvo y el que también veneraba a otra alma poderosa e inmaculada.

- Te quiero, Defteros...- Susurró Aspros con una voz huérfana de mirada. Una voz que su mitad percibió rota y magullada.

- Y yo también, Aspros...Eres lo más importante para mí, siempre lo has sido...y sí, confío en ti. No soy capaz de hacer otra cosa...- Se apresuró a decir Defteros, sintiéndose terriblemente sorprendido por la falta de adquirida altivez que intuía en el espíritu de su hermano.

- Hoy te he odiado, Def...

Aspros volvió a ladear el rostro, se forzó a ello, clavando su anegada mirada en la que su gemelo le ofrecía por debajo de su imponente hombro. Consiguiendo con estas palabras que el segundo deseara ser tragado por la pared, imprimiendo un intenso temor en su amplificada mirada.

- Aspros...

- Te he odiado...sí...- continuó susurrando el recién nombrado Caballero de Géminis - ...Cuando Sísifo se ha empeñado en ensalzar la figura de su hermano mayor, el inalcanzable Ilías de Leo...Cuando he visto la devoción en la mirada y en el alma de Sagitario hacia un ser superior a él...te he visto a ti. Y te he aborrecido...

- Aspros...estás cansado...Entrenas mucho, y quizás deberías dormir...- balbuceó Defteros, que poco a poco había ido palideciendo de incomprensión.

- Y luego...luego me he odiado a mí mismo por haber pensado semejantes barbaridades, Def...- El quiebre de la voz del mayor ya no tenía marcha marcha atrás, como tampoco las lágrimas que osaban atravesar un efímero y temible odio que poco a poco se fue diluyendo. Que lentamente se transmutó en la mirada de pura fraternidad que les salvó cuando eran unos infantes, y que lo había seguido haciendo en toda su pubertad, ahora agonizante frente una adultez que amenazaba su firme promesa.- Vete antes que vuelva a pensar lo mismo otra vez...Sé libre ahora, Def...No quiero odiarte...No deseo temerte...

- ¿Cómo...cómo vas a temerme Aspros? - Susurró el menor, luchando enfervorezidamente para contener sus propias lágrimas ante tal afirmación.

- No...no lo sé...Pero...temo hacerlo alguna vez, y con ello, odiarte como he hecho hoy...Y no quiero que ésto pase, ¿me comprendes? ¡No deseo odiarte!

Aspros no pudo hablar más. Sus temores y dudas fueron afinazadas entre un puro abrazo que no pensaba dejarle escapar, y que nunca iba a permitir que esas absurdas dudas mancillaran su fraternidad.

Esa noche, fue Defteros el que se prometió no abandonar a Aspros jamás.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top