✭Toyaemu✭


❂AVISO❂

El inicio de este one-shot es bastante gráfico.
Quiero decir, hay violencia, y se narra con detalle.

O más bien, se deja entender que Toya sangra, y 
también se le abofetea.

Si eso os molesta, mejor no leer este one-shot.

Acaba aquí la 'Advertencia', y pues nada.


·TOYAEMU·

Sintió como una sustancia empezaba a deslizarse por su frente.

La familiar sensación de mareo y náuseas se apoderó de su cuerpo, y tras breves instantes, cayó rendido.

La mezquina sonrisa de su padre brilló en la oscuridad de la estancia, iluminada tan solo por una tenue luz que emanaba la triste lamparita que colgaba del techo.

El hedor de la sangre fresca, que se esparcía por el suelo, embargó la habitación, pero Harumichi Aoyagi no pareció ni inmutarse.

Sin pronunciar palabra, dirigió una mirada de repulsión, una especie de alegría sádica, y desprecio, al cuerpo inerte de su hijo.

Apagó la luz, sumergiendo la habitación en las tinieblas. Se escucharon sus pasos, mientras subía las escaleras.

En esa situación permaneció la estancia donde se encontraba el cuerpo durante un largo rato, hasta que el bicolor empezó a recuperar la consciencia.

Trató de levantarse, pero no tenía la fuerza para hacerlo.

Hubiese gritado, pero ya le había quedado muy claro en ocasiones pasadas, que si lo hacía, la 'lección' volvería a repetirse.
Además, nadie le podía oír desde allí.

Su padre se había asegurado de eso.

Las ventanas cerradas bloqueaban toda luz que pudiese brindar el exterior, dotando la habitación de un aura umbría y oscura.

Se arrastró por el suelo, tratando de ignorar las náuseas que le provocaba el olor de su propia sangre, y el verse en medio de un charco de esta misma.

Aguantó las arcadas.

Finalmente, pudo agarrarse a una de las sillas que habían en el sótano, y sentarse en ella. Quiso, intentó, llorar, pero fue incapaz. Las emociones que sentía se negaban a dejarle escapar de su alcance. De dejarle vivir en paz.

Permaneció un largo rato así, cabizbajo, tratando de recomponerse, hasta que se vio con las fuerzas suficientes para levantarse.

Cayó rendido frente a la puerta, y empezó a golpearla.

Tras varios instantes, se oyó el sonido de pasos, y Toya se apartó. Se escuchó como se abría el paño, y Toya se arrastró, abriéndola.

Inmediatamente, su padre le cogió del cuello de la camisa.

"Qué es eso de aporrear la puerta, Toya!?" vociferó. "Acaso es así como te he educado? Qué van a pensar los vecinos?"

Toya trató de contestar algo, pero su respuesta fue inaudible.

No tuvo tiempo para defenderse.

Una nueva bofetada le dejó en el suelo.

"Hoy no cenas." gritó su padre. "Ve directamente a estudiar. Como no saques un yū, en esta casa no podrás vivir."

Toya se arrodilló como pudo, y asintió.

"Así me gusta." aprobó Harumichi. "Callado, y obediente."
El furor y el odio hacia su padre se revolvieron en su estómago, pero sabía que no debía mostrarlo.

A menos que quisiera acabar con el cráneo por la mitad.

Esperó unos instantes, hasta que se vió con las fuerzas para subir los dos pisos de escaleras que le separaban de su habitación- o como Akito le llamaba, su prisión particular.

Llegó a la puerta, abriéndola, y, en vez de dirigirse inmediatamente al escritorio, como le había sido indicado por su padre, fue hacia uno de los tablones del piso de madera. Uno en concreto, que se podía levantar, revelando un pequeño compartimento, donde el bicolor almacenaba la comida que sobraba de sus quedadas con Akito, algo de lo que el pelinaranja no era consciente.

Cogió una bolsa de frituras a medio comer, y empezó a devorarlas con el ansia de alguien que no había comido en dos días.

Y así era, no había comido ni Lunes ni Martes. Los exámenes le habían tenido demasiado ocupado, junto a los ensayos en el Sekai.

El hambre empezó a disiparse, dejándolo en un mejor estado.

Entonces, escuchó pasos subiendo las escaleras, y corrió a esconder la bolsa, y a sentarse en el escritorio.

Los pasos se detuvieron, y empezaron a bajarlas.

El alivio que sintió fue breve, antes de darse cuenta de que habría oído toda la conmoción, y estaría esperando a ver a Toya al día siguiente para 'darle una lección'.

Estaba exhausto.

No pudo más que sacar los apuntes, y se quedó dormido sobre ellos.

Despertó cuando el frío aire matutino de Shibuya le acarició el cabello. Se desperezó, encontrándose sobre sus apuntes de matemáticas, con la ventana abierta, por la cual de vislumbraba como el sol se alzaba en el horizonte de la gran metrópolis, un día más habiendo vencido las tinieblas en las que la noche lo sumergía.

Su móvil empezó a sonar, y vió que la llamada era de Emu Otori, quién desde que se había traspasado a Kamiyama desde Miyamazukasa, debido a las acusaciones del alumnado de haber participado en una explosion provocada en el aula de música de la academia.

Desde que había llegado a Kamiyama, se había integrado en el grupo de Wonderlands X Showtime, y había unido, de alguna forma, a Akito y a Toya, quien ahora se juntaban con los cuatro actores.

Esa cosa rosa les había proporcionado la felicidad. Al menos fuera de casa.

"Aoyagi-senpaiii-" un gritito penetrante le taladró la oreja. "Estoy en el portal de tu casa, bajas ya?"

Toya, sorprendido, miró al despertador junto a su cama. Marcaba las 7:12.

Aún quedan 63 minutos para empezar las clases... Qué demonios hace despierta- y en el portal de mi casa!?

Suspirando, se decidió a no dejarla sola, esperando en su portal.

Sin tiempo para ducharse, se roció con el primer perfume que encontró en el baño, y el uniforme de Kamiyama.

Metió tan rápido como pudo el material escolar en la mochila, y salió disparado, corriendo por las escaleras.
Vió un bulto en el sofá, y se detuvo. Tratando de no despertar a su padre, avanzó tan sigilosamente como puedo, llegó a la puerta de la casa, y la abrió, encontrándose a la pelirrosa frente a él.

Antes de que esta pudiese soltar un 'buen wonderhoydía', le tapó la boca.

"No. Mi padre está durmiendo." se explicó.

El aire que soltó al hablar fue blanco, como la nieve que cubría Tokyo.

Emu asintió, y sin más que decir, emprendieron su camino hacia Kamiyama.

Sus pasos quedaron registrados en la nieve, que cubría las calles, los edificios, y todo lo que alcanzaba a la vista.

Un paisaje pacífico y tranquilo, que contrastaba con el hervidero de emociones de Toya.

Sabía que bajo ninguna circunstancia debían saber los demás lo que llevaba sufriendo, aunque fuese desde hacía años. Akito parecía sospechar algo, pero nunca había dicho nada al respecto.

Ambos siguieron acercándose a su destino, con Emu, quien parloteaba animadamente sobre lo primero que le viniese a la cabeza, siendo, como de costumbre, la que llevaba la conversación.

Mirándola, Toya no podía esconder la sonrisa que llevaba aguantandi desde hacía varios minutos.

Era como una criatura a la que debía cuidar, y estaba más que satisfecho con su rol como su mentor. Empezaba, desde hacía varios días, a sentir un calor en el pecho cuando la veía, pero supuso que debía ser un nuevo grado de amistad.

Tras varios minutos así, Emu le miró, y se detuvo. Toya hizo lo propio.

"Sucede algo, Otori?" preguntó, observándola.

"Estás lleno de moretones, Toya." el oír su nombre salir de la boca de la chica produció escalofríos que recorrieron su cuerpo. "A qué se deben?"

Los nervios se apoderaron del bicolor.

"Y además, te has puesto una bufanda- como si tratases de esocnder los que tienes en la cara..." frunció el ceño, confundida. "Pasó algo?"

Toya empezó a hiperventilar, la ansiedad devorándole, y soltó la primera excusa que le vino a la cabeza.

"Fue- fue el caballo de mi tía- me caí al suelo-" se explicó, nervioso.

Deseó con todas sus fuerzas que la pelirrosa le creyese, llevada por su tendencia a confiar, y su inocencia.

Sus súplicas debieron surtir efecto, ya que la chica calló, y no preguntó nada durante los siguientes minutos.
Reemprendieron su camino, mientras los primero rayos del astro solar empezaban a calentar la nieve.

Pequeños riachuelos empezaron a discurrir libremente por los lados de la acera, desplazando consigo más montoncitos de nieve.

"Qué pacífico..." suspiró Toya, mirando extasiado el amanecer invernal.

Emu posó su mano sobre el hombro de Toya, puniéndose de puntillas para lograr alcanzarlo.

"Toya..." empezó. Toya se preparó, esperando que le confrontase por las heridas, o lo que fuese. "En serio, por eso no debes montar caballos salvajes sin su consentimiento."

La respuesta de Emu le hubiese dejado perplejo, pero empezaba a acostumbrarse a su extravagancia, y sus comentarios fuera de lugar.

Vive dentro de una burbuja...

Sonrió, asintiendo y aceptando el consejo de la pelirrosa.

"Por supuesto, antes de hacerlo, les pediré su consentimiento."

Una mueca que podía interpretarse como una sonrisa iluminó su habitualmente serio rostro.

Estaban ya frente al edificio educativo, cuando Emu lo detuvo.

"Ahora en serio, Toya, si te está ocurriendo algo, porfavor, dí-"
"Eh, las dos caras de la moneda se han juntado!"

Una tercera persona irrumpió en la escena.

Nadie más que Rui Kamishiro.

Pocos segundos más tarde, llegaron Nene Kusanagi, jadeando por la falta de aire, y Tsukasa Tenma, quien cogió al pelimorado de la mano.

"Ruiii, porqué me sueltas?" se quejó, mirándole a los ojos.

Emu bufó, silenciosamente, dándole a entender a Toya que la habían interrumpido, y que su conversación no había acabado aún.

"Bueno, Tsukasa y yo vamos a clase- les vemos en el recreo!" se despidió Rui, arrastrando a su novio tras él.

Nene les despidió, y se giró hacia Emu y Toya.

"Deberíamos ir nosotros también, no?" propuso. "Tenemos aritmética a primera hora, y dudo que a la señorita Megurine ría mucho al vernos llegar tarde a su clase..."

Los otros dos asintieron, y la siguieron mientras se dirigían a su clase asignada para la asignatura.

Me pregunto qué querría decirme Emu...?

* * *

Las primeras clases del día transcurrieron sin ningún evento significativo, más allá de varias notas, y un examen de ciencias naturales, tras el cual Emu parecía demasiado feliz para la puntuación que seguramente sacaría, y Nene parecía ofuscada.

Akito ese día se había ausentado, según había comunicado Nene, a quien este había llamado, ya que Toya no le contestaba al teléfono.

Nada sucedió hasta que bajaron al patio, reuniéndose con los dos chicos del curso superior.

Tsukasa en ese momento estaba pidiéndole a Rui que le comprase una chocolatina en el bar del instituto, a lo que este contestó que no tenía el dinero suficiente.

Aún así, no le importó pedirle inmediatamente después a Tsukasa que le acompañara a comprar un bocadillo en el establecimiento.

El grupo entero se dirigió hacia el bar, donde el pelimorado pretendía comprarse la comida.

Emu rápidamente lo apartó, tratando de hablar de nuevo a solas con él.

Clavando sus iris rosas en los grises del chico, empezó a recitar su discurso.

"Escucha, Toya, de verdad, necesito acabar de-"

"Ey, chicos, venid ya, que me muero de hambre..." murmuró Rui, materializándose a su lado, y arrancándole un chillido de horror a Toya.

"Sí, ahora vamos..." vociferó Emu, sorprendiendo a Toya, pero el pelimorado simplemente sonrió malévolamente, siendo plenamente consciente de que estaba evitando una relación más profunda entre el de pelo bicolor, y la de brillantes iris rosados.

"Porfavor, que quiero ver si An está por allí y me compra algo..." añadió Tsukasa. "Me debe dinero por una apuesta."

Volvieron a las clases, preparándose para Educación Física, en la que Emu de nuevo trató de hablarle, pero en este caso, fue un profesor quien la interrumpió, llamándola para recuperar el exámen de Historia.

Toya buscó entonces laa compañía de Nene, quien acababa de terminar su examen de Edcación Física.

Probablemente, es la persona con la que menos he hablado del grupo... Toya la saludó, resignado, y la peliverde se lo devolvió tímidamente.

"Qué tal te ha salido?" preguntó, recordando la facilidda para iniciar conversaciones de Emu.

Nene se encogió de hombros, dando a entender a través de su mirada fastidiada, que no demasiado bien. Lo tengo complicado para hacerlo yo...

Tras varios minutos, fue su turno de hacer la prueba, que no le fue demasiado bien, o al menos, eso pensará mi padre...

Cuando volvía con el resto del grupo, se encontró que Emu aún no había vuelto, y Nene se había unido a otra chica, Mizuki Akiyama, a quienes se unió, ganándose una cálida sonrisa.

"Aoyagi, qué tal va el día?" preguntó Mizuki, sonriéndole. "No pareces demasiado contento..."
Toya le devolvió la sonrisa, de la forma más convincente en la que pudo.

"No es nada, simplemente no creo que este examen me haya salido demasiado bien..."

Mizuki no pareció convencida, pero lo dejó estar.

Nene le cuestionó con la mirada, y Toya miró al suelo.

Me da miedo... parece una máquina...

Pocos minutos después, sonó el timbre, y todos los alumnos recogieron sus pertenencias, y se dirigieron a sus siguiente clases.

* * *

Pasó toda la hora, y aún no había señales de Emu. La pelirrosa había desaparecido de la faz de la tierra, y Toya empezaba a preocuparse seriamente por si algo le había sucedido.
Ese calor que sentía cuando estaba cerca de ella, ahora no le había abandonado en todo el día.

Empezaba a arderle, junto a los pensamientos que giraban en su mente, todos ellos centrados en la pelirrosa.

En su sonrisa, en su pelo, en sus ojos.

Esos ojos que no había visto en dos horas, cosa que le transmitía severa preocupación, por lo que pudiese haberle ocurrido.

No es propio de Emu ausentarse de clases...

No pudo seguir pensando en ello, ya que el profesor peliazul le llamó a que resolviese la pregunta planteada en la pizarra.

Fue levantarse, y diez papeles distintos le dieron en la cabeza. Quince otros cayeron alrededor de él, mostrando a la perfección el grado de popularidad del cual 'gozaba'.

Estaba acostumbrado.

Y comparado con lo que sufría con su padre, eso no era nada.

Tras resolver el problema exitosamente, recibir veinte papeles más, acertándole en la cabeza, y que el profesor no dijera nada, sonó el último timbre, indicando el fin del periodo escolar de aquel día.

Todos se dirigieron a la salida. La preocupación que Toya sentía por Emu no dejaba de crecer.

En la entrada del centro, miró a su alrededor, tratando de encontrarla, pero sin verla, se marchó. Fue girarse, y empezó a escuchar su voz, gritando su nombre.

Se giró, y la vió corriendo hacia él, papeles y mochila en mano.

"Éspérame, Toya!!" gritó, su voz perdiéndose entra la de la multitud de alumnos que huían del edificio, retornando finalmente a sus casas tras otro largo día de clases.

Toya esperó pacientemente, junto al sauce al lado de la entrada del edificio, a que la pelirrosa se librara de la multitud que la rodeaba, tratando de salir.

Finalmente, Emu se situó a su lado, y se dispusieron a volver a sus respectivas casas.

Emu le tiró de la manga.

"Toya, te importaría si tomamos un camino diferente?" preguntó, su rostro inocente siendo incapaz de esconder sus verdaderas emociones.

Toya asintió.

"Por supuesto, muéstrame por donde."

En este momento, no se trata de lo que pueda hacerme Padre cuando vea que llego tarde- trata de hacer feliz a Emu.

Mientras el cielo, donde el sol brillaba con toda su intensidad, deslumbraba los ojos de los dos alumnos de Kamiyama.

La nieve que esa misma mañana había plagado la ciudad entera, ahora empezaba a desaparecer, aunque al día siguiente sería reemplazada por nuevas cantidades.

"Emu... a donde me llevas?" preguntó, la curiosidad dominando su voz.

Emu no contestó.

En vez de eso, lo cogió del brazo, conduciéndole por un callejón lleno de casitas, parecida a la calle de la casa de Toya.

Recorrieron la calle, Emu arrastrando a Toya del brazo, quien trataba de no tropezar, mientras ella le arrastraba.

Al girar la esquina, Toya vio un cubo, que debía ser un baño portátil, que dejaba un pequeño espacio entre la pared, y el cubo.

Emu le trajo allá.

Y entonces, empujó a Toya contra la pared, y cogiéndolo del cuello de la camisa, le hizo agacharse.

"Por fin puedo hablar contigo." susurró. "Sin interrupciones."

Toya sucumbió ante el horror y el pánico.

Va a- Emu Otori está a punto de- besarme?

No sabía porqué, pero con el paso de los milisegundos, esa idea dejó de asustarle.

Y, sorprendiéndelo aún más, casi deseaba que Emu lo hiciera.

La pelirrosa lo atrajo más hacia sí misma.

"Toya..." suspiró. "Me debes una explicación, traidor."
Ahora, ese anhelo que albergaba Toya, cambió por sorpresa.

"No te hagas el tonto. Sé que tu padre te pega, asimismo que sé que no me lo quieres decir- pero no sé porqué."
A Toya le cayó la boca.

"C-Cómo-" boqueó. "Emu, como sabes eso!?"

Emu se acercó aún más a él.

El aire entre los dos se volvió cálido de repente, pero el frío y descontento que mostraban los ojos de Emu arruinaban el momento.

"Puse cámaras en tu ropa el martes- hace dos días." gruñó. "Qué, pensabas que te abracé tantas veces ese día porque me gustas?"
Esas últimas palabras le dolieron más que sorpendió la notícia de que había estado llevando pequeñas cámaras en la ropa, que habían grabado todo su dolor del martes, y el miércoles, abriéndose la frente.

"Y- Toya, te lo suplico... dime porqué te lo guardaste para tí mismo? Porqué no pudiste decírmelo?"

Toya sintió la culpabilidad creciendo dentro suya, pero sabía- o quería pensar- que había obrado bien.

"No- no quería haceros partícipes de mi dolor..." soltó. "Y- Emu, no quería que- que te preocuparas por mí..."

Empezó a ruborizarse, y la terca mirada de Emu empezó a endulzarse.

"Ah sí...?"

Pasó su mano por las mejlla del bicolor, haciendo que este se pusiese aún más nervioso de lo que estaba.

"Aún así... para qué crees que están los amigos?" rebatió la chica. "Si nos necesitas -para lo que sea- dínoslo."
Esto despertó algo en Toya.

Un sentimiento del cual por fin descubría el significado.

Uno que tenía que comunicarle a la chica.
"Para lo que sea, Emu...?" preguntó, aún más rojo que antes.

Emu asintió.

"Entonces... yo estoy aquí- para decirte que- que-" tartamudeó, sus nervios en augmento. "Emu- yo te amo."

La pelirrosa le sonrió, traviesamente.

""Ah, sí? Repitió la misma frase que antes. "Y- yo estoy aquí- para decirte que ya lo sabía-" rió viendo la expresión que ponía Toya. "También- para decirte que yo también te amo."

Sus ojos se iluminaron con el amor que sentía por el bicolor.

El espacio entre ambos era mínimo.

Y consiguió que espacio no hubiese ninguno.

El beso que Emu le plantó a Toya fue uno de pasión, con la timidez y la inocencia del primer beso.

Cuando sus labios se separaron, la felicidad inundaba a ambos.

Toya le sonrió, la felicidad consumiéndole.

"Ahora... Toya, debo pedirte una cosa..." farfulló Emu.

"Por supuesto, qué es?"

Emu le sonrió.

"Necesito que, junto a mí, huyas- huyas de esta vida horrible- y que empecemos una nueva- juntos, los dos juntos."

Sin dudarlo, Toya asintió.

"Entonces, te veo a las 17:30 en la estación de tren:" quedó Emu. "Trae todo lo que necesitas. Aquí no volveremos."

* * *

Los dos se encontraron frente a la estación de tren de Shibuya.

Se saludaron con un beso, dando rienda suelta a su amor recién confirmado.

Emu agarró de nuevo a Toya del brazo, y lo arrastró hacia dentro.

Pasaron de largo de los vendedores de tickets.

"Eh? A donde vamos?" preguntó Toya.

Emu le miró, una sonrisa que rivalizaba con el brillo del sol coronando su expresión de éxtasis.

"No sé- hasta donde lleguemos, Toya!"
Vieron como un tren anunciaba que se marchaba.

Sin dudarlo, Emu saltó al vagón, que empezaba a moverse, cerrando las puertas.

Toya no saltó.

Qué- qué hago aquí- en una estación- a punto de abandonar toda mi vida, como si nada!? No es lógico-

"E-Emu- esto es muy improvisado-!" gritó el bicolor.

Vió como las puertas estaban a punto de cerrarse, pero viendo la cara desesperada de Emu, tomó una decisión.

Corrió tras el tren en marcha, y saltó la gran franja que separaba el vehículo del resto del andén.
Sus pies no tocaron suelo.

Se preparó para su fin, solo, sin nadie que le llorase en medio de la nada, pero dos manos con una fuerza antinatural le agarraron.

"No te voy a perder, Toya. No ahora, no nunca." susurró Emu, levantándolo, y abrazándolo.

Corrieron, y se sentaron en una de las sillas del vagón.

"Este es el inicio de nuestra nueva vida, Emu..." la voz de Toya temblaba con la emoción. "Nuestra nueva vida- juntos."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top