Situación de riesgo, parte 3

Lo miré con una sensación nueva en el corazón ya que mi estómago estaba lleno de papa. Me sentía tan representada por lo que decía, sin embargo jamás había sido rechazada por alguien porque jamás me había declarado.

—Si te sirve de consuelo, yo jamás te he dado un beso— me recosté apoyada en una de las mochilas de las mujeres que figuraba dormida en otro lugar —. Y eso siempre me ha hecho sentir fuera de lugar a mi edad

—Es broma ¿no?— respondió él mirándome desde su posición — ¿Como nunca antes te han besado?

—Así como lo escuchas— me cubrí el rostro —. Que patética soy

Ho Seok tomó mis manos y se inclinó hacia mí viéndome a los ojos, me acarició el rostro y yo me quedé congelada en ese momento porque jamás había sido tocada de esa forma.

—No eres patética— sonrió —. Si hablamos de ser patéticos solo mírame. Un hombre de casi treinta años que tuvo que estar viviendo un apocalipsis para declararse—.

Lo miré recorriendo su rostro con la mirada, con las estrellas de fondo parecía una visión idílica de lo que podía ser una escena de amor pero no sabía bien si esto pasaba en mi cabeza o era un sueño muy real.

— Patética yo al no darme cuenta que estabas ahí—  le acaricié el dorso de la mano que seguía apoyada en mi rostro dándome calor.

—¿Pero ahora si me ves?— sonrió de forma dulce y miró mis labios haciendo que algo en mi se tensara .— ¿Puedo tomar esto como mío?— con su otra mano acarició la superficie de mis labios.

Asentí.

Sus labios tibios rozaron los míos y todo fue tal y como lo imaginaba; suave, lento, dulce. Una sonrisa se me escapó entre los labios y eso le dió la chance de no separarte de mí hasta intensificar más el momento dándome a probar las caricias de su suave lengua.

Creí imposible separarnos en un momento como este y aunque quisiera que durara por más tiempo, debíamos dormir para mañana volver a lo que nos mantiene vivos, salvarnos de este fatal destino.

El clima nos acompañó hasta que se nos hizo medio día. El sol tras las nubes de aquel día había sido lo más ameno que nos había pasado hasta que me fijé que Ho Seok no caminaba del todo bien.

—Creo que deberíamos detenernos— le sugerí jalando de su brazo

—No, el clima está bien ahora, quizás llueva en unas horas más— se quejó una de las mujeres.

—Tiene razón, debemos continuar hasta que encontremos un lugar donde descansar y es muy probable que llueva— Ho Seok miró hacia el cielo y luego hacia mí deslizando su brazo lejos de mi mano dándome una especie de calma que no duró por mucho cuando lo vi sentarse en una piedra.

Miré el camino y el cielo que comenzaba a nublarse y a lo lejos se divisaba un cobertizo rojo muy parecido a un granero.

—Caminen hasta allá mientras yo veo el pie del sargento— bajé la mochila que llevaba a mis espaldas y vi como las mujeres nos dejaban atrás y los niños corrían haciendo carreras hasta el lugar indicado.

Ho Seok me miró algo cansado y dejó que viera su pie el cual tenía una herida por fricción producida por sus botas luego de días caminando en ellas. Tomé un trozo de gasa y alcohol para desinfectar y lo vendé firme antes de permitir que calzara esa fota otra vez.

Y las gotas de lluvia comenzaron a caer hasta empaparnos por completo. Caminamos a duras penas hasta el galpón pero nadie estaba ahí porque todas habían seguido caminando hasta la casa que estaba unos metros más donde se veía que tenían velas prendidas y humo saliendo por la chimenea.

—Ve a la casa, yo me quedo aquí— apuntó el lugar tomando asiento sobre un fardo.

—Me quedaré contigo— me senté junto a él y saqué de la mochila para secarle el rostro del agua de lluvia — Haré fuego allá— apunté un tarro de lata que había dentro bajo el alto techo —. Así nos secaremos

Yo con mis pocas habilidades en este tipo de cosas traté de ser auto suficiente y logré hacer un buen fuego, tomé mi camisa a cuadros de franela y la colgué cerca para que se secara. Ho Seok también se acercó al fuego y se quitó incluso su camiseta evitando que esta se secara sobre su piel y evitar enfermarse.

—Deberías dejar que la ropa se secara lejos de tu piel o te dará un resfriado—  miró hacia afuera la lluvia que parecía volverse más fuerte —. En mi mochila tengo una manta y ropa de cambio creo— tomó su mochila y la abrió sacando de ella lo que me mencionaba.

Muy educadamente se dió la vuelta para que yo me cambiara con tranquilidad y colgué mi ropa mojada cerca del fuego y esperé paciente a que la lluvia pasara para ir por comida a la casa principal.

Ho Seok se había dormido a los minutos de entrar en calor y me preocupé de que todo estuviera bien para salir a buscar un poco de sopa. Para nuestra fortuna la casa contaba con bastantes utensilios y estaba desocupada; las mujeres prepararon sopa y yo volví al galpón con un plato para Ho Seok.

Dejé todo en un lugar seguro y escuché desde algún lugar una señal de sonido y luego una voz llamando al sargento. Revisé en la mochila y el wokitoki era el que sonaba y contesté.

—Kang Lia, señor— respondí como lo hacía con mi appa de juego.

—Buenas tardes ¿Hay alguien vivo aún en la provincia?— preguntó con voz de mando.

—Somos siete mujeres y cinco niños, además del sargento Jung Ho Seok—respondí mirando hacia la casa.

—¿Me podría indicar donde están?

—Estamos en una especie de granja— me asomé a fuera para poder encontrar una referencia visual o geográfica —hacia el oeste se ve el monte GweonSu— miré a lo lejos como se escondía el sol

—No se muevan de esa ubicación. Enviaremos un camión por ustedes mañana— cortó la transmisión.

—Vienen por nosotros— escuché a Ho Seok hablar tras de mí y me giré del susto.

—Estaba sonando... yo solo...— le entregué el wokitoki pensando en que se había molestado por tomar sus cosas.

—Había dejado de sonar hace días— lo miró por todos lados —Creí que habíamos perdido comunicación con el mundo

—Vienen mañana por la mañana— miré hacia la casa —. Deberia darles la buena noticia

—¡No vayas! quédate aquí— lo miré tomar el plato de sopa entre sus manos y con la otra tocó el fardo donde estaba sentado para que lo acompañara.

Caminé hasta él y me senté a su lado junto al fuego y sonreí al pensar de que había al menos una posibilidad de salvarnos después de días sin saber qué sería de nosotros.

—¿Seguirás estudiando enfermería después de todo?— preguntó Ho Seok dejando su plato de sopa vacío a un lado.

—Sí, creo que es a lo que me debo dedicar— miré atenta a las llamas del último leño que había puesto a quemar —. Además se lo prometí a mi appa la última vez que lo ví

—Yo creo que también seguiré en ello— frotó sus manos entre sí.

—¿Si quedamos en la misma clase como a principio de año prometes sentarte a mi lado?— le miré con una sonrisa —. De seguro sabes mucho

—No lo creas, pero de seguro me sentaré cerca de ti— sonrió —. Si es eso lo que quieres

— Después de que me mantuvieras a salvo este tiempo lo minimo que puedo hacer es darte las respuesta de alguna evaluación ¿no lo crees?

—No necesito nada a cambio de esto, Lia— se levantó y colocó otro leño en el tarro de lata —. Esto lo hago porque es mi deber

La noche se hizo presente con un frío horrendo que me hacía castañear los dientes desde el lugar donde estaba. Me había negado a dejar a Ho Seok solo en ese galpón por sí solo con su pie lastimado.

Ho Seok cerró la puerta del galpón y abrió una rendija en la pared para que el humo del tarro de lata aun encendido se fuera por ahí y no nos ahogara hasta que nos quedáramos dormidos.

Él me vió algo acomplejada con el frío del ambiente y se acercó a mí con la manta y me abrazó por la espalda aún sentados en el fardo.

— Espero que no te moleste que haga esto pero es la única forma de darte más calor— su cuerpo parecía rígido y a penas me rozaba la espalda.

—Abrázame más— dije a duras penas con el frío que tenía y mantenía los ojos cerrados por el cansancio de sentir mi cuerpo temblar.

Definitivamente él tenía el calor que necesitaba y de pronto el improvisado colchón de fardos y las mochilas junto al calor del cuerpo de Ho Seok se volvieron el lugar perfecto para dormir. Me giré quedando contra su cuello y también lo abracé con la intención de acercarlo más a mi si eso era posible mientras él frotaba mi espalda y su respiración me calentaba a la altura de mi frente.

—¿Estás mejor?— preguntó entre el silencio del galpón.

—Si, mucho mejor— respondí contra la piel de su cuello y acaricié su espalda —. Quizás yo no te doy el calor que necesitas pero creo bloquear aunque se el frío

—Tu calor es ideal para mi— me abrazó más fuerte —. No quiero que pienses que sacó provecho de esto pero me gusta mucho estar así... contigo

Sus palabras aceleraron mi corazón y su abrazo más firme esta vez me demostraba que era cierto. Necesitábamos estar vivos para el siguiente día así que me concentré en pensar qué sería de nosotros después de todo esto.

—A mi igual— respiré profundo sintiendo que mi cuerpo ya no temblaba como antes y me dormí profundamente.

Al despertar Ho Seok estaba apoyado en mi pecho como yo me había dormido contra él anoche y le acaricié el cabello con ternura. Me pregunté con vergüenza si era capaz de sentir que mi corazón tenía un pequeño sobresalto al verlo.

Pero el momento tierno se vió interrumpido por el sonido del camión entrado y las mujeres gritando de emoción al ver a los soldados bajarse para darles su ayuda. Ho Seok se levantó y me dejó a solas para que me colocara mi ropa y saliera lista para irnos finalmente de ahí.

—¿Estás lista?— se asomó al galpón mientras yo terminaba de guardar cosas en la mochila.

Él entró y me ayudó a mover el cierre que se encontraba atrapado y me miró finalmente haciendo que recordara la forma en la que habíamos dormido, tan juntos, anoche.

—Quiero que sepas que me sentí muy cómoda anoche junto a ti— me animé a decir mientras él movía los fardos y se aseguraba de que el tarro de lata dejará de humear.

—Yo también— alzó la mirada hacia mí y dejó todo lo que estaba haciendo para poder acercarse y mantenerse parado a centímetros de mi cuerpo. —Lia...

—¿Sí?

—Es probable que yo me quede haciendo una ronda con los otros soldados— tomó mis manos —. No tengo idea...

—Tengamos una cita— le miré a los ojos, los cuales abrió grandes impresionado por mi propuesta —. No hoy, no mañana, pero algun dia, cuando nos volvamos a ver— sonreí

—Una cita— sonrió mirando hacia el piso y sus mejillas se ruborizaron

—Sí, en algún café o donde sea que nos podamos ver, la idea es volvernos a ver— le mostré mi meñique —. ¿Promesa?

—Promesa— entrelazó su meñique con el mio y se acercó para besarme y con la misma intensidad le respondí saboreando el momento como si solo existiéramos en el mundo.

El camión se fue lleno de mujeres y niños, incluyéndome, dejando atrás la granja, el galpón y al sargento Jung Ho Seok quien agitaba su mano al igual que los otros soldados dispuestos a tomar el siguiente camión para en unos días más abandonar Corea , quizás para siempre.

Ahora Jung Ho Seok tenía una razón para volver sano y salvo al "otro lado" porque tenía una promesa que cumplir.

Capítulo escrito por: NewHopeland

Este final me dejó con ganas de más, a ustedes no? Hemos terminado de leer a Hobi, el siguiente capítulo será con otro integrante...

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