¿Qué somos?, parte 1

—Sé que el mundo es grande, pero nunca conocí a alguien como tú.

—¿Cómo?

—Quiero decir... A alguien tan comprensiva, tierna y cuidadosa.


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Todavía recuerdo cómo fue la primera interacción que tuvimos. Estábamos en un juego en línea y el repentino descubrimiento de que había un chat me llevó a escribir un mensaje para saludar a los participantes. La mayoría, siendo chicos que no pasaban los quince años (y eso con suerte), comenzaron a molestarme cuando no supe lo que significaba una palabra que utilizaban, pero entonces apareció alguien simpático y amable, al que no le importó explicarme aunque me costara entender ese mundo.

Jeon Jungkook.

Era un año mayor, tenía un perro al que quería mucho y su sueño de grande era ser veterinario para ayudar a los animales que necesitaran ayuda. Me pareció tierno, la mayoría en los juegos solo veían por sí mismos y por ganar. Él, en cambio, no parecía incómodo al escribirme y no decía ningún comentario que me hacía sentir mal o desplazada, mucho menos fastidiada por palabras molestas.

Cuando menos me di cuenta, ya estaba deseando llegar de clases a casa para poder escribirle un mensaje. Ni siquiera jugar me llamaba tanto la atención en comparación a charlar con él, y por su parte la situación parecía ser similar.

Mis padres no me reprochaban por estar metida en el juego. Tenía buenas calificaciones y no descuidaba mis estudios, así que me dejaban jugar, siempre y cuando respetara los momentos en familia y mis horas de sueño. Aunque lo último a veces no lo cumplía del todo, pues las charlas por las noches se alargaban hasta no más poder. Supongo que la curiosidad de estar llegando a la adolescencia extendía las charlas con muchas preguntas triviales y algunas más específicas. Era divertido. Jungkook me parecía un chico con ideas muy entretenidas, por lo que nunca me aburría de leer sus mensajes.

El tiempo fue pasando, y nuestras charlas continuaron. Por muy divertido que me pareciera chatear con él, también procuraba ser cuidadosa. Sabía que no todos tras una pantalla eran buenos y que había personas malas, pero los temas que tratábamos me parecían tan propios de nuestra edad, que de a poco dejé de estar tan alerta. Sin darme cuenta, él pareció conocerme mejor que nadie.

Se cumplió un año desde que habíamos intercambiado un primer mensaje y nos cambiamos a una app de mensajería para poder chatear de forma más tranquila y cómoda, pues el chat del juego empezó a ser muy básico para lo que parecíamos buscar. De vez en cuando me mandaba un audio de voz contándome su día, y yo solo me reía al escuchar su voz que, producto de los cambios, en ocasiones se escuchaba graciosa. Sus desafinaciones nos terminaban haciendo reír a ambos.

Todavía era consciente de que tenía que ser cuidadosa, pero con el pasar de los meses realmente se sentía como un buen amigo. Y, mientras en la realidad me sentía incomprendida, hablando con él no me sentía como un bicho raro. Además, sus preguntas nunca eran inapropiadas, tampoco me pedía hacer cosas sospechosas o que le mandara fotos. Simplemente teníamos charlas como si hubiésemos estado en un parque sentados uno al lado del otro.

Cuando jugábamos nos preocupabamos de pasarla bien, y nos defendíamos si aparecía un chico molesto o algún pervertido con sus preguntas incómodas (lo cual era lo más recurrente, para nuestra mala suerte). Los juegos de adolescentes estaban repletos de gente rara que por lo menos nos sacaban diez años.

Ojalá todos esos momentos hubieran sido eternos, sin preocupaciones entre nosotros, solo siendo buenos amigos. Pero lamentablemente, con el pasar de los años las cosas se fueron complicando. Las conversaciones eran buenas, sin duda, pero en ocasiones no podía evitar querer un abrazo de su parte; algo más allá de un par de palabras de aliento. Y era difícil estar lejos, mucho más cuando me di cuenta de que tal vez lo estaba viendo más que solo como un buen amigo.

Y Jungkook, bueno... Parecía estar en una situación similar a la mía.

Estábamos condenados a no tener clara la forma de cómo definir nuestra relación, y al parecer ninguno hacía un gran esfuerzo por aclararlo. Dejamos que las cosas se dieran de esa forma sin hacer mucho al respecto, incluso teniendo una mínima idea de lo que podría pasar en el futuro.

Lo curioso es que ambos pensabamos constantemente en el futuro, pero si se trataba de nosotros, solo vivíamos el presente sin tomarle mucha importancia a lo que luego vendría. ¿Para qué utilizar tantas neuronas en ello? Al final siempre terminaríamos regresando a los temas triviales que nos robaban varios minutos del día, y en ocasiones incluso horas.

***

Otra noche hablando como dos tontos, como si al día siguiente no tuviéramos cosas que hacer.

Otro día en dónde escuchar su voz parecía acabar con cada uno de mis problemas.

No importaba si en verdad no era así, porque la ingenuidad era algo propio que no se esfumaba en dos segundos, y mientras fuera posible, dejaría que esa pequeña parte me dominara. Jungkook alegraba muchos mis días y no me sentía capaz de acabar con aquello que me daba energía para despertar.

Aunque era algo duro. Ya no éramos unos niños que se la pasaban jugando. En su lugar, éramos dos adultos que al parecer no podíamos dejar ir sus costumbres del pasado. Sonaba incluso patético, pero de alguna forma lo ignorábamos con tal de poder seguir en contacto y no perder a esa persona que nos escuchaba sin importar que los días fueran asquerosos.

Éramos nuestro escape... Nuestro lugar seguro.

―Mi hermana está embarazada. Sorpresivamente voy a ser tío y mis padres están más que felices. No me dejan de repetir que tendría que seguir sus pasos. ¿Pero qué tengo que ver yo? Ella es la casada que quería formar una familia feliz.

Su hermana tenía veintiocho años, mientras que él veintiséis. Si bien la diferencia no era tanta, parecía que precisamente en esos momentos la brecha era enorme. Me acomodé en mi cama mirando el techo de la habitación. Estaba oscuro y solitario. Extrañé no poder sentir los ronquidos de papá en la habitación contigua o a mamá quejándose y yendo a dormir a otra habitación.

La vida de adulto era muy solitaria una vez que se independizaba y no se tenía a nadie al lado. Tenía su lado bueno, claro que sí, pero últimamente solo podía fijarme en los contras.

―¿Y cómo está tu hermana? ―indagué intentando dispersar mis pensamientos.

Me era difícil creer que a mi edad o similar había gente ya con una vida más o menos estable y haciendo familia propia. Yo ni siquiera sabía qué iba a comer al día siguiente y me sentí fuera de lugar. Probablemente a una mujer de mi edad ya se le estaba yendo un poco el tren de la juventud sin pareja. Tenía un estilo de vida más digno de principios de los veinte que ya llegando a sus finales.

―Bueno, claramente muy feliz. En realidad creo que ni siquiera le importó mucho mi reacción. Simplemente quería decírmelo y se notaba muy emocionada. No la culpo, es lo que siempre quiso y lo logró. Lograr una meta siempre va a traer felicidad.

—Vaya, por lo que dices, se nota que en serio quería formar una familia. Qué bien por ella.

Poniéndome en el lugar de los padres de mi... amigo, pensé en que no los podía culpar por querer lo mismo para Jungkook. Formar una familia y ver qué todos eran felices tenía que ser impagable, y más si luego los veían crecer y formar sus propias familias.

Me sentí rara.

Que una persona pudiera tener alguna clase de vida en su interior era algo que siempre me iba a sorprender. ¿Cómo empezábamos así? Tras una barriga y cerca de nueve meses o un poco menos (si se adelantaba), al mundo llegaba un ser que al crecer podía repetir el ciclo. Yo nunca en mi vida siquiera había tenido la idea de quedar embarazada, y hasta me daba terror pensar en que se podía llegar a eso.

Las panzas de las embarazadas eran muy bonitas, pero definitivamente no me imaginaba con una. ¿Ver una pequeña copia de mí? Definitivamente estaba fuera de mi imaginación. Por lo demás, ni siquiera tenía a mi lado a alguien con quien crearla, así que el asunto se volvía todavía más complicado.

—Solo espero que sean buenos papás junto con su esposo. Yo, por mi parte, los voy a apoyar en lo que pueda. Tampoco soy experto en bebés, pero se puede aprender un poco en el camino, ¿no crees?

—Dicen que mientras sea un niño ajeno, siempre va a ser bonito cuidarlo. Mucha suerte, futuro tío.

Su  suave risa me removió el corazón. Aunque fuera a través de la línea, seguía siendo una caricia para el oído. Al menos era así siempre que no se le escapara una carcajada, pues ahí era un asunto diferente.

—Gracias, Lia. ¿Sabes? Podrías ayudarme con esto, quiero decir, algo me dice que puede ser muy divertido. Mientras mi hermana sale con su esposo, podríamos cuidar de su pequeña criatura. Tú, yo y un bebé, ¿qué podría salir mal?

El estómago se me apretó ligeramente. A veces no estaba segura de si media sus palabras o lo decía a propósito.

—Eres todo un caso. Todavía no nace y ya estás pensando en lo qué vas a hacer.

—Conozco a mi hermana muy bien. Sé que le encanta ir a citas con mi cuñado y que voy a ser el niñero designado siempre que eso ocurra. Vamos, di que sí. No me puedes dejar solo en esto.

Mordí mi labio inferior sintiéndome nerviosa. Su tono seguía teniendo un efecto en mí, sin importar que el tiempo pasara e hiciera todo lo posible por deshacerme de esos sentimientos que solo eran una carga que me hacían daño. ¿Quién me había mandado a responderle a sus interacciones por un juego que hace mucho había quedado olvidado? Aunque de repente un recuerdo del pasado vino a mi mente, y logró que por un momento me desconectara del presente.

Su voz había tenido un tono de congoja, y un montón de mensajes de su parte esperaban ser leídos a pesar de que sabía que ese día me iba a quedar en casa de mi abuela materna, en dónde la señal de wifi era del asco y tenía que, por poco, subirme a un árbol para tener alguna rayita de señal.

Aproveché que todos en casa estaban hablando de forma animada, y me escabullí a la habitación en la que me quedaba. Alguna clase de milagro se apiadó de mí y la señal era suficiente en comparación a otras veces. Viéndome en completa soledad, aproveché de llamarlo. No sonó ningún tono de espera, parecía que hubiera estado pegado esperando mi llamada.

—Hoy di mi primer beso con una chica, y me siento muy tonto.

El tiempo se detuvo por un momento cuando escuché sus palabras. Mi corazón más aniñado que adolescente, sintió una pequeña traición a pesar de que no había hecho mal en nada. Solo éramos amigos que se habían conocido por un juego... ¿Por qué me inquietaba tanto?

—Y-ya veo... ¿Pero por qué te sientes así? ¿No fue lo que esperabas o es que pasó algo malo..?

Aun cuando un sabor amargo se instaló en mi boca y bajó hasta lo más profundo de mi estómago, decidí ignorarlo para ser una buena amiga, o al menos una decente.

—Lia —mi nombre con su voz lograba estremecerme—, imaginé que eras tú. Eso me hace una terrible persona. La chica tuvo que pensar que le correspondí... Y tú eres mi amiga. Soy un asco, me siento del asco.

En ese momento el amargo desapareció y, en su lugar, me sentí feliz al saber que había pensado en mí. Aunque no tenía mis sentimientos del todo claros... Estar en su mente me hizo sentir dichosa. Tal vez lo que había hecho no había estado bien, pero no había forma de cambiar lo que había sucedido.

Lanzar un comentario de esa clase claramente podía haber arruinado nuestra amistad, pero incluso siendo jóvenes, decidimos hacernos los tontos para que las cosas no cambiaran. De todas formas, muchos kilómetros nos separaban, por lo que nunca nos íbamos a ver a las caras, al menos no mientras éramos unos adolescentes que no sabían  muy bien qué iban a hacer con sus vidas.

Está bien, Kook. No estoy enojada... Y la chica no tiene porqué enterarse de lo que pasó por tu mente.

Di un suspiro, viendo otra vez el techo de la habitación ya completamente a oscuras. Mi imaginación había hecho de las suyas llevándome al pasado.

—¿Lia, sigues ahí? No te escucho —su voz volvió a colarse claramente por mis oídos.

—Perdón, el cansancio me está venciendo y creo que estoy a nada de quedarme dormida. Mejor voy a dormir antes de dejarte hablando solo.

Un nudo en la garganta me hizo sentir débil y como una tonta. Tenía que dar vuelta la página, pero parecía ser imposible.

—Espera, ¿pasó algo? No te escucho bien. Si te incomodé con el tema...

—Está bien, Kook. No pasó nada. Duerme bien, ¿si?

Capítulo escrito por: dorasilove

Ya tenemos aquí la primera parte de la historia Jungkook ✨ espero que les haya gustado mucho

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