En silencio, parte 3
Trago saliva y entro cautelosamente, pisando con cuidado como si se tratara de un campo minado. Un paso en falso y todo se acabó, eso es lo que siento. Cierro la puerta detrás de mí y me siento en la silla que queda frente a él.
A pesar de que estamos separados por el escritorio, nuestras piernas se encuentran bastante cerca, tanto que puedo sentir el calor que irradia su cuerpo. Así que me acomodo en mi lugar, corriendo las piernas hacia el lado para no tocarlo por accidente.
—¿Está todo bien? —Me atrevo a preguntar.
Cierra los ojos un momento a la par que suelta un suspiro.
—No lo sé, a veces no la entiendo...
No tengo que preguntar sobre quién está hablando, eso ya lo sé. Probablemente esta sea la primera conversación personal que tenemos, la primera vez que cruzamos los límites entre profesor y estudiante y compartimos acerca de cosas que no deberíamos confiarnos.
—La amo, ¿sabes? —Continúa—. Pero me hace perder la cabeza.
—¿Y no es eso bueno?
—No —suelta una carcajada—, no en ese sentido.
Me río con él, sintiéndome tonta otra vez, aunque sin saber completamente la razón. ¿Es acaso que soy demasiado romántica y tiendo a malentender las cosas? Si yo tuviese pareja, me gustaría que perdiera la cabeza por mí, pero no en el mal sentido de la palabra. No en el sentido que dice el profesor Kim.
—Las cosas mejorarán —afirmo.
Dibuja una sonrisa triste y baja la mirada.
Las cosas volverán a estar bien entre ellos, ¿no?
No dice nada por una buena cantidad de tiempo y yo no sé si debería permanecer en mi lugar o simplemente marcharme. Porque el siempre hecho de encontrarme a solas con él me pone nerviosa, aunque sé que no debería, pues el profesor Kim jamás ha hecho algo para provocar eso en mí.
—Últimamente Taeyeon ha estado tan irritable... —Termina por decir. Se pasa las manos por el rostro mientras niega con la cabeza—. Digo, lo entiendo, sé que las mujeres pasan por cambios a lo largo del mes, pero...
—¿Pero? —Insisto.
—Creo que ya no la soporto.
Arrugo el rostro al escuchar aquella confesión tan fuerte. No sé qué decir, no tengo experiencia en el amor ni en relaciones de ningún tipo. Tampoco sé si eso es algo que inevitablemente sucederá en un matrimonio...
—Bueno..., eso es un poco...
—¿Horrible? —Termina la frase por mí—. Lo sé, Lia, me escandalizo a mí mismo cada vez que lo pienso.
—¿No cree que sea algo que se pueda revertir? Quizás podrían intentar hacer cosas nuevas.
Se echa hacia atrás en la silla y frunce los labios.
—Ya lo hemos intentado.
Y aquella frase enciende algo dentro de mi cabeza como una linterna, haciéndome recordar todas las veces en las que Taeyeon ha venido a su oficina para solo encerrarse por horas.
Mi estómago se revuelve al imaginar que ellos hicieron cosas en la silla en la que estoy sentada.
—Oh... —Me limito a responder.
Nos quedamos en un incómodo silencio una vez más. El profesor Kim luce taciturno, y lo entiendo, creo que yo estaría de la misma manera si sintiera que mi matrimonio pende de un hilo. Me acomodo sutilmente sobre mi asiento, sin querer distraerlo, pero sintiendo ya que se me entumecen las piernas por estar tan tensa. Jamás lo había visto de esta manera, con la mirada perdida en el escritorio, luciendo completamente perdido.
Por un segundo, siento algo parecido a los celos, aunque inmediatamente me retracto. ¿Por qué siquiera estoy celosa de Taeyeon? Es la esposa del profesor Kim y yo no soy nada más que su alumna.
No hay una relación de por medio que lleve a pensar que yo podría pensar algo diferente.
No hay nada aparte de mis sueños.
—¿Sabes qué es lo que más me molesta? —Suelta de repente Kim, haciéndome sobresaltar—. Dice que está teniendo cierto tipo de sueños en los que yo la engaño... ¡Yo jamás haría eso! Pero insiste en que debe ponerse alerta. ¡Está volviéndome loco! —Se frota los ojos con rabia y luego apoya las manos sobre el escritorio—. Lo siento, Lia, no debería desahogarme contigo.
—¡Oh! No hay problema —me adelanto a responder—. Es bueno tener alguien con quién hablar.
Asiente con la cabeza lentamente. De pronto parece haber recordado algo y su expresión cambia completamente, dibujando en sus labios algo parecido a una sonrisa malvada. Trago saliva al no entender qué es lo que está a punto de pasar o de decir. Sin embargo, el recuerdo de mi cuerpo reposando sobre su regazo llega rápidamente a mi mente.
No creo que eso pase, pero es lindo soñar de vez en cuando.
—Hablando de eso, me dijiste que te gustan los hombres... ¿Qué tipo exactamente?
Mi rostro se sonroja con violencia. De todas las cosas que podría haberme dicho, esa era la que menos esperaba.
¿Cuál es el afán de seguir humillándome a mí misma?
Ni siquiera sé por qué le dije eso en primer lugar, pues es algo que ni siquiera había pensado hasta ese momento. Nunca he sido del tipo de chica que se desvive por llamar la atención de los chicos. He tenido novios, pero nada que dure demasiado como para siquiera contarlo como relación anterior. Nunca he sentido amor por nadie y menos deseo sexual desenfrenado, de ese que no te permite salir de la cama durante horas.
Jamás había sentido ese deseo hasta hace un par de días en el que a mi cabeza se le ocurrió armar una situación comprometedora con el hombre que tengo sentado al frente. Mi cuerpo temblaba durante cada segundo que duró el sueño, ansioso por ser satisfecho de la mejor manera posible, y continúa temblando cuando tengo al profesor Kim cerca, deseando que me toque de la misma manera en la que jamás ocurrió.
Hasta este preciso momento no me había dado cuenta de aquello, de que no busco ningún chico que me satisfaga. Sólo quiero que sea él.
Suelto una risa nerviosa al no saber cómo explicarle que el tipo de hombre que me gusta tiene nombre y apellido: Kim Seokjin.
—Sólo me gusta la madurez —termino por responder—. Cuando conozco a alguien evito andar con rodeos, es mejor hablar las cosas desde el primer momento.
Y eso es precisamente lo contrario a lo que estoy haciendo, pero ¿cómo podría decir "profesor Kim, le invito a tener sexo dentro de su oficina, no me importa que sea un hombre casado y con familia"?
Suena bastante ridículo si lo pienso de esa manera.
Kim se echa hacia adelante apoya el peso de su cabeza sobre ambas manos que se encuentran entrelazadas. Sus ojos me observan con un brillo que no logro definir, pero que enciende una alarma en mi cabeza.
Esto está mal.
Estamos entrando en terreno inapropiado, cruzando el límite que debe haber entre nosotros.
—Es cierto, eso es lo que diferencia a los niños de los hombres.
Su voz suena como un ronroneo. Corro la vista, intentando que el sonrojo de mis mejillas no sea tan evidente, e inconscientemente aprieto los muslos, aliviando el cosquilleo que se instala justo en mi clítoris.
—Eso es algo que extraño de la juventud: andar de un lado a otro sin necesidad de tener un compromiso.
—Usted es joven aún —y me lamo los labios antes de preguntar: —. ¿Cuántos años tiene exactamente?
—Cuarenta y dos —su sonrisa se intensifica y luego asiente con la cabeza, divertido—. Sí, sigo siendo joven, pero la vida me tiene bastante comprometido.
—No creo que eso sea un impedimento, de todas maneras —me muerdo la lengua al instante por decir algo tan estúpido como eso. Debo arreglarlo antes de que piense que estoy intentando sobrepasarme—. Digo, para algunas personas. Usted es un hombre muy correcto.
Se queda un momento observándome, sus ojos me recorren todo el rostro con detenimiento, como si estuviera buscando algún tipo de expresión que le de a entender lo contrario a lo que acabo de decir. Aguanto la respiración, intentando mostrarme convincente, pero al cabo de un par de segundos no puedo evitar soltar una risa nerviosa.
¡Qué estúpida! Quisiera que la tierra me tragara.
—Eres una chica buena, Lia.
El sonrojo de mis mejillas se intensifica y, si antes me sentía avergonzada, ahora estoy mortificada. Y todo esto es culpa mía, soy yo quien no deja de exponerse a sí misma con estas reacciones involuntarias.
—Eso intento —respondo finalmente.
Nuevamente se forma el silencio y, aunque sigue siendo incómodo, el foco ya no encuentra sobre él y su relación que lentamente se está yendo a la basura, sino en mí, que estoy sonrojada y temblando. Sé que él puede notarlo y eso lo hace todavía peor, pues podría jurar que parece disfrutarlo.
—¿Puedo hacerte una confesión? —Pregunta.
Asiento lentamente con la cabeza. Ahora sí que no sé para qué debería prepararme. Siento cómo mi pulso cardiaco se acelera de golpe, tanto que por un instante me martillea en los oídos, y mi cuerpo se encuentra tan tenso que comienza a sentirse fatigado.
Por favor, que termine esta tortura pronto, así puedo marcharme a casa y seguir soñando en silencio con cosas que jamás haré.
—Es sobre los sueños de Taeyeon —aclara y suelta una pequeña risa—. Son todos sobre ti, eres tú con quien la estoy engañando.
Casi me atraganto con mi propia saliva. Me río como una estúpida, intentando encontrar en mi mente la mejor respuesta.
—¡Eso es absurdo!
Él ríe conmigo, pero termina por ponerse completamente serio. Mis carcajadas cesan lentamente y otra vez me pongo en alerta.
Creo que nunca había sufrido tanto como hoy.
—Quizás —acuerda, asintiendo con la cabeza.
No lo ha negado.
Y esa es la señal que necesito ya para marcharme, así que me pongo inmediatamente de pie y camino en dirección hacia la puerta, aunque antes de abrirla me giro hacia él para despedirme:
—Ha sido un gusto hablar, profesor Kim, pero ya se me hace tarde.
La sonrisa malvada no ha abandonado sus labios en ningún momento y ahora se intensifica cuando interrumpe mi acción de abrir la puerta:
—Espera, Lia, antes de que te vayas... —Hace una pausa y yo vuelvo a girarme hacia él, ya sintiendo que mi corazón ha abandonado mi cuerpo. Se echa hacia atrás junto a la silla y se palmea los muslos—. Siéntate aquí un momento.
Capítulo escrito por: WangNini_
Así concluye el relato de nuestro WWH. ¿Qué les pareció? jiji Por mi parte debo hacerles una confesión, este one shot está inspirado en algo que me pasó. INSPIRADO PORQUE CASI TODO ES FICCIÓN
Recuerda dejar tu voto y comentarios, significa mucho para nosotras 🩷
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top