En silencio, parte 1
Suelto un jadeo al sentir aquellas manos recorriéndome el cuerpo con gentileza, comenzando en mi mejilla y bajando lentamente, delineando mis pechos, mi cintura y mi cadera. La mano caliente se detiene allí y me acaricia por encima de la ropa y aun así puedo sentirla quemarme la piel.
Miro aquellos labios carnosos, entreabiertos gracias a la pesada respiración que escapa por ellos. Quiero comerlos de una vez, pero me siento aprisionada bajo su intensa mirada que en silencio me exige que me quede completamente quieta. Y quizás no es solo eso lo que me mantiene inmóvil, sino la sensación de estar haciendo algo prohibido.
Porque este hombre está completamente prohibido para mí.
Pero aquí estoy, sentada sobre su regazo dentro de su oficina, dejando que sus dedos me recorran de manera lasciva y aguantándome los jadeos porque nadie debe escucharnos.
—Esto debe quedar entre nosotros, ¿sí? —Susurra, acercando su rostro al mío y mi cuerpo comienza a cosquillear ansioso—. Es un secreto.
Asiento con la cabeza, hipnotizada por su cercanía tan repentina. Desearía que me besara, pero sus labios me rozan la mejilla y hacen algo todavía mejor: se posan sobre mi cuello y comienzan a succionar con suavidad.
Suelto un pequeño gemido. Mis manos aferrándose al cabello que nace en su nuca mientras mis caderas se acomodan sobre su cuerpo, intentando buscar un poco de fricción. Mi entrepierna arde ansiosa por un poco de atención, húmeda tan solo por unas simples caricias.
Jamás me había ocurrido algo como esto.
Y por la manera en la que siento aquel bulto caliente debajo de mi muslo puedo dar fe de que se encuentra igual que yo. Me desea y me lo demuestra con esos besos húmedos que me recorren la piel de manera tan placentera. Mis piernas se juntan con fuerza cuando con un par de sus largos dedos me abre el primer botón de la blusa, dejando a la vista mi pálida piel.
Cómo me encantaría que la arrancara de una sola vez para mostrarme de la manera que quiero frente a sus ojos.
Muero por estar desnuda bajo su cuerpo.
Pero él decide tomarse su tiempo.
Sus dedos serpentean sensualmente, apenas acariciando mis clavículas, para luego ser seguidos de sus hermosos labios. Me estremezco, sabiendo que no tardará en llegar a uno de mis puntos sensibles cuando continúa quitando los botones.
—No puedes decirle a nadie sobre esto, Lia —vuelve a hablar.
Y su rostro se pierde en el espacio entre mis pechos. Arqueo la espalda sintiendo su lengua aterciopelada y caliente acariciarme, metiéndose sutilmente debajo de la copa de mi sujetador que anteriormente había sido corriendo por su mano.
—Nadie va a enterarse —afirmo en medio de un gemido.
Siento que estoy tocando el cielo. Sus labios se cierran sobre mi pezón y siento cómo comienza a succionar con ímpetu. Mi cuerpo tiembla junto con mi vientre, que se prepara para llevarme al límite de una vez.
No puedo creer que me vaya a correr tan fácilmente.
—Tampoco mi esposa —agrega.
Arqueo la espalda hacia adelante, ofreciéndole todo lo que tengo para que le dé la misma atención. Escucho un chasquido cuando mi pezón es soltado, dejándolo interactuar con el aire frío de la habitación.
—Nadie sospechará.
Gimo una vez más cuando sus dedos pellizcan aquel pezón que acaba de maltratar.
Y aquello es necesario para hacerme acabar. Junto mis piernas con fuerza, buscando una fricción que no es para nada necesaria porque ya siento mi vientre retorcerse en espasmos una y otra vez.
Mis ojos se abren y la segunda mitad de mi orgasmo me la paso viendo el techo de mi habitación.
Mierda.
Mis ojos se desvían automáticamente hacia la cama que hay junto a mí y suspiro, aliviada, cuando compruebo que mi compañera de cuarto no ha escuchado ni visto nada.
Y es que no solamente se trata de un sueño húmedo, sino del protagonista.
Decido levantarme de inmediato y tomar una ducha de agua fría, que es necesaria para quitar algo más que el sudor de mi cuerpo. Sin embargo, no hay nada que resulte para quitarme aquella imagen mental de la cabeza, pues, a diferencia de otros sueños, esta ha querido quedarse impresa en mi retina y cada vez que cierro los ojos aparece en mi campo de visión.
Yo sentada sobre su regazo, siendo acariciada de manera tan especial.
Ni siquiera sé por qué sigo dándole vueltas al asunto.
Alrededor de las nueve de la mañana me pongo en marcha hacia lo que se está convirtiendo en mi trabajo provisorio, al menos hasta que pueda terminar mi carrera y dedicarme a la docencia. Todos los miércoles y viernes en la mañana debo atender mis obligaciones como ayudante del director de carrera, algo que me sirve para adecuarme un poco al ambiente y entender un poco acerca de mi futuro trabajo.
Como cada miércoles, me siento en aquel escritorio que él me ha asignado para que trabaje más cómoda y rápidamente comienzo a atender las cosas más urgentes.
En general, no demoro mucho tiempo en hacer el papeleo de la mañana, pero hoy me encuentro específicamente distraída.
—¡Buenos días, Lia! —Escucho de pronto.
Me sobresalto al escuchar aquella voz que me saluda y no solo por la sorpresa de escucharlo sin previo aviso, sino porque se trata de la misma voz que en sueños me pedía que todo se mantuviera en secreto. Trago saliva antes de levantar la vista y encontrarme con aquellos ojos marrones que me observan con ánimo.
—Buenos días, profesor Kim —murmuro.
Veo una sonrisa formarse en sus labios y me obligo a mí misma a bajar la vista.
—Estaré dentro de la oficina si es que me necesitas.
No respondo nada y escucho la puerta cerrarse. Entonces me siento libre para soltar el aire que llevaba aguantando sin darme cuenta y siento el impulso de golpearme la cabeza con el escritorio.
¡No fue más que un sueño!
Eso es algo de lo que debo convencerme a mí misma.
Pero se sintió tan real...
Y debería sentirme avergonzada de que aquel hombre protagonizara mis sueños siendo que nuestra relación es meramente profesional. Aunque nadie puede controlar lo que sueña, ¿o sí?
Por mi parte, hubiese evitado soñar algo como eso, a pesar de qué gracias a eso acabo de tener el mejor orgasmo del último tiempo. Pero ahora no sé cómo haré para verlo a los ojos sin que se me caiga la cara de vergüenza.
—Lia —Lo escucho llamarme al cabo de una hora. Se encuentra de pie en el marco de la puerta de su oficina, observándome—, ¿podrías venir un instante?
Asiento con la cabeza, luego él se da media vuelta e ingresa nuevamente, dejando la puerta entreabierta para mí. Me pongo de pie lentamente, sintiendo que las piernas me tiemblan, y camino hacia dentro de la oficina.
No puedo evitar que mis ojos se fijen en él, en su regazo y el escritorio frente a su cuerpo, recordando que anoche yo me encontraba atrapada en ese preciso lugar. Me regaño a mí misma por darle tanta importancia a un simple sueño y levanto la vista hacia su rostro.
Sin embargo, cuando lo miro solo puedo recordar la manera en la que me observaba en el sueño y cómo sus labios lucían hinchados y entreabiertos, como si hubiese estado besándome durante horas.
—Nadie puede enterarse —es lo primero que dice.
Yo, que en este preciso momento me encuentro tragando saliva, termino por ahogarme con ella.
—¿Disculpe? —Pregunto, aguantándome la tos.
Mi rostro se pone rojo en una mezcla de vergüenza y la tos que me estoy aguantando todavía.
—Que nadie puede enterarse de aquello que hablamos ayer —repite, ladeando la cabeza—. Es mi decimoquinto aniversario, Taeyeon no puede enterarse del obsequio que he comprado. Sólo te lo recordaba para que no vayas a mencionarlo sin querer.
¡Ah, sí! Eso.
Asiento con la cabeza efusivamente. El profesor Kim Seokjin había reservado un par de pasajes a Europa hacía meses para poder celebrar su aniversario allá y se había disculpado cientos de veces cuando me pidió que le ayudara a armar el itinerario, pues aquello no era en absoluto parte de mi trabajo. Pero no hubiese podido negarme, él y su esposa habían sido muy buenos conmigo.
—¿Vendrá hoy la señora Taeyeon?
—No, sólo mi hija mayor.
Trago con dificultad, corriendo la vista hacia la pared detrás de su cuerpo. En mi mente no deja de repetirse el sueño húmedo que tuve con un hombre casado y con dos hijas y por un momento me cuestiono el por qué no puedo dejarlo ir como cualquier otro sueño.
¿Es acaso porque se me hace atractivo? El profesor Kim Seokjin, el director de la carrera que yo misma había estudiado, un hombre de cuarenta y dos años con una maestría, un doctorado y dos postdoctorados, es el hombre más atractivo que he visto en toda mi vida.
Pero está casado y tiene dos hijas. Y jamás se ha insinuado de una manera diferente a una relación profesional conmigo.
¿Qué es lo que me pasa?
Me quedo de pie en la puerta de la oficina, sin saber qué más decir. Mis mejillas de ponen rojas cuando me observa de manera interrogante, como si me estuviera preguntando si es que se me ofrece algo más.
¡Dios mío!
Me apresuro en volver a mi lugar de trabajo, pero mi mente termina viajando a aquel sueño de manera inevitable.
¿Tienen los sueños algún tipo de significado?
Agarro mi celular para buscar algo como eso en internet, pero termino sintiéndome como una estúpida. Es un sueño y ya, no tiene ningún significado.
Entonces, ¿por qué me pongo tan nerviosa cuando tengo que mirarlo directamente a los ojos?
Me paso las manos por el rostro, sintiéndome un desastre. Estoy enloqueciendo lentamente por culpa de un sinsentido, tal cual adolescente que se ha enamorado de su profesor.
—¿Vas? —Pego un salto cuando el profesor Kim vuelve a aparecer a mi lado.
—¿Dónde?
—¿A... almorzar? —Me pregunta como si fuera lo más obvio.
Miro la hora en el ordenador, dándome cuenta de que ya es hora de comer. Asiento frenéticamente con la cabeza, me pongo de pie para seguirle en dirección a la cafetería y me reprendo a mí misma por no ser capaz de quitar mis ojos de su espalda ancha que se contonea con cada paso que da.
—¿Estás bien hoy? —Me pregunta cuando ya estamos uno frente a otro con nuestra comida.
Trago lo que estoy masticando y me remojo los labios por el nerviosismo. ¿Y si se dio cuenta de que hoy lo observo de otra manera?
No puedo olvidar su lengua recorriendo mi pecho.
Me sonrojo de golpe.
—¡Sí! ¿Por qué?
Sus ojos marrones me escrutan por un instante, como si pudiera saber que estoy mintiendo solo al mirarme, y yo solo siento mi pulso acelerarse recordando la manera en la que me observaba con intensidad en aquel sueño.
—Estás un poco distraída.
Me apresuro en llevarme la cuchara a la boca y entretenerme con algo que no sea su atractivo rostro mirándome. ¡Vaya noche en la que mi mente planeó tener un sueño como aquel! Durante el resto del almuerzo comienzo a divagar acerca del origen que este tiene, aunque de cierta manera sé que es muy probable que no signifique absolutamente nada y que mi cerebro simplemente juntó escenas al azar con personajes al azar y resultó en algo como eso.
Sin embargo, comienzo a preguntarme en qué momento dejé de verlo como una figura solamente de autoridad y comencé a verlo como un hombre.
¿Es acaso porque estoy completamente sola y él es el único hombre con el que interactúo?
Debo ser alguna clase de monstruo, porque Kim Seokjin es un hombre de familia hecho y derecho. Un hombre cuya familia conozco y con la que he interactuado un muchas veces desde que comencé a trabajar aquí.
Pero la pregunta queda dándome vueltas en la cabeza:
¿Es realmente malo que simplemente fantasee con un hombre que sé que jamás me mirará de esa manera?
Capítulo escrito por: WangNini_
Omg partimos fueeeerte. Qué opinamos de Jin como profesor? 🫦
Recuerda dejar tu voto y comentarios, significa mucho para nosotras 🩷
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top