Jungkook
A la hora del almuerzo ese día fue un infierno. Todos parecían centrar su atención en Lalisa y su compañía: les decían cosas por detrás o los empujaban sutilmente. La verdad era que me causó ira saber que Lalisa estaba pasando por ello e incluso quise intervenir. Pero no lo hice, porque si algo sabía muy bien de mi hermana era que no le gustaba ni un poco que interveniera en sus cosas, y no era tan idiota como para hacerla enojar luego de hacer las paces con ella de una vez por todas.
Sin embargo, mucho no puedo pensar en ello porque mis pensamientos son ahuyentados bruscamente cuando veo como Lalisa se levanta de un salto de su mesa con un rostro lleno de fastidio. Le dijo algo a Jimin y a Jisoo al oido y los tres salieron con sus bandejas de comida rápidamente.
Hice una mueca.
—Me pregunto quien demonios habrá iniciado esos rumores.—comentó entonces Hoseok en voz alta iniciando la conversación, a lo que respondí con un suspiro cargado de pesadez.
—Lalisa es alguien que sabe hacerse odiar.
—Aún así, me parece una muy mala jugada hacer eso cuando al que deberian abuchear en este momento es a Yoongi.—reconoció Tae.
—¿Y como sabes tú que Lalisa es inocente?—Jennie interrogó a Taehyung repentinamente con el ceño fruncido, en un gesto claro de enojo.
Todos los presentes incluida Chaeyoung, quien no musitaba palabra, la miramos con sorpresa. No por sus palabras en sí, si no por la manera tan cargada de odio con la que hablaba.
—Pero de algo estamos seguros y es que Yoongi fue quien arruinó todo, Jennie.—aclaró Hoseok—nadie dice que Lalisa sea una santa, solo estamos diciendo que mientras ella se tuvo que ir de aquí por los dedos acusatorios, Yoongi está comiendo pacíficamente detrás tuyo.
Y entonces al decirlo, por instinto miramos a su mesa. Nuevos amigos, nuevo color de cabello y al parecer también nueva vida, como si nunca hubiera tenido una relación con Chaeyoung y hubiera destrozado su corazón cruelmente. Como si no quisiera jodernos la vida sin lógica alguna y como si no fuera un sociópata sin remedio.
—Parece como si quisieras defenderlo.—comenté hacia Jennie con sospecha y recelo. Ella sonrió sin gracia hacia mi y entrecerró los ojos.
—Lastimó a mi mejor amiga. ¿Porque lo defendería, Jungkook?
—Tú dime.—reté, sin tener fundamentos realmente para hacerlo.
Jennie bufó como un toro furioso y me molesté sin poder evitarlo. Ella estaba muy quejosa con el problema Chaeyoung-Yoongi-Lalisa. Y aún si mi hermana fuera una maldita zorra sin remedio ni corazón, me seguiría molestando que le echara la culpa de todo.
—Si me llego a enterar que Min y sus amiguitos estan detrás de esto les regalaré algo más que un ojo morado—advertí.
—Dejen de hablar de eso. No importa.—finalizó Chaeyoung con voz herida.
Todos la miramos en silencio apenados. Se notaba que con tan sólo oir el nombre de Yoongi su corazón se rompía un poco más.
(...)
A la salida de la escuela me encontré con Lalisa. Llevaba una sonrisa en sus labios y estaba entrelazado sus extremidades con la de los chicos a su lado, Jisoo y Park. Y si bien no era de mi agrado esto último como casi siempre, no dije nada al respecto.
—¿A donde vas tan animada?
—¡Iremos de compras!—me dijo en un chillido animado—Jimin se nos acaba de unir ¿y tú?
—Niñero de Jennie—expliqué sonriendo debilmente. Ella asintió, aunque supe que en el fondo no le agradó la idea.
—Oh... bueno. Llama cuando llegues. ¿si? Ten cuidado.
Al oir esa respuesta, Jimin y Jisoo miraron de reojo a Lalisa. Sorprendidos de la actitud tan particularmente protectora que tomaba conmigo.
—Lo haré, muñequita.—la calmé dandole un beso en la mejilla—tú también cuidate.
Luego de eso -yendo en contra de mi voluntad al no vigilar a Lisa- acompañe a Jennie a su casa y ambos nos internamos en su habitación. Yo quise dejarle su propio espacio en el cuarto e irme al living, pero Jennie me insistió en que su trabajo era entretenerla para que no se aburriera, no cuidarla exactamente.
Jennie entonces se asomó al balcón que prestaba una gran vista al vecindario y yo la seguí por detrás. Prendí un cigarro casi por instinto y me apoyé en el barandal. Ella se quejó del humo y yo reí.
—¿No estás aburrido, Jungkook?—preguntó de repente volteando a verme como si la estuvieran torturando—ugh, es decir... ya jugamos los juegos de mesa, hablamos de nosotros... no sé qué más podemos hacer.
—¿Hay algún lugar al que no hayas podido ir e irias en este momento?—resolví—porque podría llevarte.
—No que yo sepa.—respondió con pena. Hasta que entonces como si se hubiera acordado de algo, continuó hablando—Oh, ¡el parque de diversiones abandonado!
—Genial. Podemos ir ahora.
Jennie rió brevemente por mi comentario como si hubiera dicho un chiste. Yo la miré con el entrecejo fruncido, con la seriedad pasmada en mi rostro.
—No es gracioso. Lo digo en serio.
Jennie entonces, sorprendida por mi respuesta, alzó las cejas con sorpresa y me miró descolocada.
—Pero debemos estar en casa. Mamá y papá no me dejarían.
—Tus padres no están aquí—informé—y yo estoy para entretenerte y no cuidarte. ¿cierto?
Una sonrisa burlona se asomó por todo mi rostro. Jennie entonces me miró con molestia y me golpeó el brazo ligeramente.
—No uses mis palabras en mi contra, idiota.
—Ya lo hice.
Jennie siguió dandome negativas firmes acerca de que fuéramos hasta allá a esa altura de la noche y yo continué insistiendo. Esto fue así por un rato más, hasta que entonces bufó, harta de mí y mi insistencia.
—¡Bien! Tu ganas. Iremos.—soltó en un gruñido de derrota, a lo que canté victoria haciendo que Jennie se fastidiara aún mas—ya cállate.
—Vamos—dije rápidamente tomándola de la mano. Ella miró ese punto con extrañeza y algo más que no supe reconocer. Fruncí el ceño y la solté.
—¿Sucede algo?
—No.—negó en un susurro y me sonrió levemente—nada.
Luego de ese intercambio de palabras, Jennie y yo salimos de la casa en silencio procurando no alertar a su sirvienta, quien estaba muy concentrada mirando una serie en el televisor frente a ella. Y una vez afuera, a las risas, comenzamos a caminar.
El parque abandonado para nuestra suerte, no estaba tan lejos como creí que estaría. Y lejos de dar miedo, me dio una extraña sensación de familiaridad y calidez. Había juegos increíbles como el carrusel, la rueda de la fortuna y autos que chocaban. Todo en mal estado, de forma tal que podíamos hacer lo que quisieramos sin restricciones.
Aún así, a ambos nos bastó con subir a un auto viejo y abandonado y recostarnos en el capo del auto para mirar las estrellas.
El silencio nos invadió a Jennie y a mí en ese mismo momento, pero no fue para nada tenso. A mi mente vino la idea de que hace mucho tiempo no me detenía a ver las estrellas, asi que las miré como si fueran algo nuevo para mí.
A los segundos, noté la sonrisa burlona de Jennie a mi lado y rodé los ojos igual de divertido.
Fue un lindo momento, deseé que Lalisa estuviera ahí, junto a mí, para verlo.
Jennie entonces se removió en su lugar y me miró, comenzando a abrir la boca para hablar.
—Quiero pedirte una disculpa por lo que pasó hoy en la cafetería.—explicó en un susurró arrepentido, a lo que abrí mis ojos tomado por sorpresa—no sé que me sucede. No suelo comportarme como una perra, lo siento.
—Está bien.—acepté su disculpa sin rodeos—solo intenta no juzgar sin conocer. ¿bien? Y aunque sé que tienes tus motivos para pensar eso, estas insultando a mi hermana y no lo voy a permitir jamás.
—Sí. Lo siento—me confirmó en un suspiro, aliviandose—solo quería decirtelo. No quiero que las cosas sean tensas entre nosotros.
Asentí con una sonrisa de boca cerrada. No la perdonaba del todo ¿pero qué podía hacer?
—Tranquila. No me suelo enojar por mucho tiempo.
—Eso me agrada de ti.—destacó—eres despreocupado, protector con los que quieres y buena persona.
Me halagaba que pensara esas cosas de mí. ¿Pero cómo explicarle que estaba muy equivocada?
—A veces impulsivo pero...—por instinto mecánico sonreímos—todo un poco de lo que nos gusta a las mujeres.
—¿Y tú como sabes lo que les gusta a las mujeres?—bromeé.
—Bueno, en realidad hablo por mí.—corrigió.
La miré de reojo con cierta confusión en mi mirada. Me incorporé y la observé en silencio desde mi lugar.
¿A donde quería llegar con eso?
—¿Y...?
Jennie me miró en silencio, imitandome, y entonces, colocó un mechón detrás de su oreja en signo de nerviosismo.
Abrió la boca para hablar.
Y lo siguiente que hizo, podria jurar que me dejó petrificado, porque jamás me lo espere.
Jennie se inclinó hacia mi en menos de una fracción de segundo y unió sus labis a los míos en un corto y simple beso.
Todo se detuvo por un minuto, y creía que hasta mi corazón también.
Mierda, mierda, mierda.
Malinterpretó todo.
Jennie entonces se separó con una sonrisa. Ignorando mi postura tensa y mi mirada fija en ella llena de interrogantes.
Jennie sonrio timidamente y se relamio los labios nerviosa.
—Me gustas, Jungkook.
Silencio.
No supe que decirle, nisiquiera pude mirarla a los ojos.
—¿Jungkook?
Jennie frunció el ceño viendo finalmente mi reacción distante ante su gesto. Fue entonces cuando la resolución terminó de caer en ella porque entreabrió la boca y miro hacia otro lado.
—Ya entiendo.—dijo, incorporandose bruscamente del auto—ni te molestes en explicarlo.
Gruñi mientras la imitaba, saliendo de mi congelamiento.
—Espera, Jennie...
—¡Jennie nada, Jungkook! ¿¡Querías humillarme, es eso!?
—¡Jennie, no digas tonterías!—exclamé—¡no me lo esperaba, lo siento!
Tomé de su brazo obligandola a dar media vuelta. Jennie hizo una mueca de fastidio.
—No me toques, Jungkook. Quiero estar sola.
—Escucha, eres hermosa pero yo...
Amo a Lalisa. Quise decir pero me detuve.
—No quiero tus excusas. Quiero estar sola. ¡Vete de una vez!—resolvió distante soltándose de mi agarre—nadie se enterará que te fuiste antes de la hora acordada, puedes estar tranquilo.
Y entonces, comenzó a caminar entre las sombras. La observé irse hasta que desapareció de mi vista, aún atónito por lo sucedido.
Y solo una preguntaba rondó en mi mente.
¿Porque demonios haría eso tan de repente?
¿Qué sucede contigo, Jennie?
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