dieciocho

Jungkook

—Me gustó charlar contigo. Luego hablamos. ¿bien?

Yo asentí con la cabeza algo anonadado. Verla hablar era ciertamente encantador. Sus gestos faciales eran varios y de vez en cuando le agregaba movimientos de manos. Todo en ella parecía dulzura e inocencia. Nunca me miró de forma provocativa o me insinuó cosas extrañas, que si bien no me hubiera opuesto, tampoco me desagradaba saber que las cosas eran diferentes.

Apenas me despedí de Jennie en la escuela llamé a Lalisa a su teléfono celular, y resultó ser que me rechazó la llamada. Apreté los dientes. Niña idiota.

El teléfono me vibró de repente indicándome que un mensaje había llegado.

Lisa

Jungkook. Ya estoy en casa. No me molestes.

17:24 p.m

¿Seguiría enojada?

Apagué el teléfono y fui en dirección a la casa. Decidí comprar en el camino unos chocolates blancos y golosinas tal como a ella le gustaban. Ya tenía pensando que diría y como. Y esperaba que Lalisa me perdonara, puesto que no podía estar distanciado de ella mucho tiempo por más que así lo quisiera.

La sensación que me quedaba cada vez que peleaba con ella era la sensación de vacío y angustia. Como si fuera que sabía perfectamente que estaba haciendo las cosas mal y que mi corazón no soportaba su ausencia.

Y odiaba sentirme dependiente de ella, pero más odiaba tenerla lejos.

Entré a la casa. Prendí las luces y acto seguido entré a su habitación sin pedir permiso.

Lalisa se encontraba durmiendo.

Sonreí y me acerqué a ella despacio y en silencio. Con mi mano acaricie su cabeza y con la otra agite suavemente su hombro.

—Lisa...

Lalisa no contestaba. Noté que estaba profundamente dormida. ¿Dónde había estado y por cuánto tiempo?

—Hey.

Esta vez la agite con un poco más de fuerza, provocando que gruñera.

—No jodas, hace apenas un rato que me he recostado.

—Necesito hablar contigo—dije y trague duro—por favor.

Lalisa aún con los ojos rojos y nublados se intentó despertar del todo y se incorporó a duras penas. Tenía en su mejilla la marca de su mano y el cabello revuelto. Incluso así era la chica más linda que había visto.

—Te traje chocolates.

Lalisa frunció el ceño. Me limité a darle la caja y dejar que la viera por si misma.

—Oh...gracias.—dijo, aunque no sonrió del todo.

Así que suspiré armandome de valor para comenzar la conversación.

—Muñequita, no quiero estar peleado contigo.—dije finalmente permitiendo que viera en mis ojos la tristeza—por favor, sólo perdoname. Siento ser un idiota todo el tiempo. Siento no poder controlar mis impulsos de mierda.

Sujete su mano y esperé una respuesta. Ella hizo una mueca mirando el punto en que nuestras manos se unían y lo pensó unos instantes.

—Claro que te perdono—Lalisa me tranquilizó y sentí que el alma me volvia al cuerpo. Suspiré aliviado.

Lisa entonces me brazó y seguido de esto me tomó las mejillas con sus manos tibias. Me besó en los labios dandome un gesto profundo y lleno de cariño sincero.

Al separarme de ella, le sonreí acariciando sus manos.

—¿Dónde has estado Lice?

—Fui a caminar. Y luego a la plaza con Jisoo.

Era mentira. Los padres de Jisoo me llamaron para avisarme que su hija estaba en la casa pero Lalisa no. Sin embargo lo dejé pasar.

—No hagas eso nunca más. ¿oiste?—exclamé—no sabes lo preocupado que estuve por ti.

—Esta bien.—accedió, mirando al suelo apenada—entonces... ¿me dejas ir al baño un segundo? No tardo.

Yo asentí con la cabeza y la dejé ir.

Una vez que la vi cerrar la puerta con cerrojo, tomé su teléfono de inmediato. Coloqué su clave que consistía en el nombre de la banda one direction con el número 21 y revisé sus aplicaciones de mensajería u otros.

Entré a sus aplicaciones y vi sus últimas llamadas. Habló con Jisoo y conmigo. Pero con Jisoo no hablaba hace dos días. No creía que se hubiera ido con ella a la maldita plaza.

Busqué entre mensajes archivados. Descubrí que efectivamente, tenía mensajes de personas que todavía no había agregado a sus contactos. Revisé el más sospechoso de todos.

Desconocido

Necesito hablar contigo, Lalisa.

Anoche no recuerdo que pasó pero he perdido a mi novia por tu maldita culpa.

¿Qué demonios?

Agendé de inmediato el número en mi teléfono y revisé entre sus cajones de ropa algo que me diera indicios de algo.

Deje el teléfono en su lugar y busque más a fondo su ropa. Revisé de tal modo que no dejará nada sospechoso a la vista y que estuviera tal cual y como lo había dejado. Luego, cuando finalmente me metí en el cajón de sus pantalones descubrí una nota rosa al fondo de estos.

Bingo.

La leí sin esperar dos segundos. Conforme mis ojos seguían la lectura mis manos se iban transformando en puños.

Y juro por mi maldita madre que jamás estuve tan celoso y lleno de ira en toda mi miserable vida.

Deje el papel en su lugar y salí de la casa. La inicial era una Y. Demonios. ¿Y? ¿Quien mierda podría ser?

Marqué al número. Ansioso.

Un pitido sonó, haciendome impacientar.

Dos pitidos y gruñí.

Tres...

—¿Hola?—dijo la voz

Enmudecí.

—¿Quién es?

Corté la llamada de inmediato sin darle a tiempo a nadie de pensar en el porqué de mi llamada. Acto siguiente marqué el número de Rosé rogando para que me contestará a pesar de ser muy tarde para ello.

—¿Kook?—bostezó desde el otro lado de la línea—¿Qué sucede?

—Chae, necesito que me digas algo. Es importante.—pedí suplicante—¿Cómo era la chica que estaba con Yoongi esa noche?

—Mmm... pálida, delgada y de cabello negro. Era muy linda, siendo sincera.

Las cosas iban haciendo click en mi cabeza a una velocidad alarmante.

Busqué una foto de Lalisa y la envíe a su numero.

—Chae, te acabo de enviar una foto de una chica. Dime si es parecida a ella.

Chae hizo silencio y dejo la línea en espera. Con cada segundo que pasaba me ponía más ansioso. Rechiné entre dientes y me pasé la mano por la cara.

Si tenía razón de todo esto...

—Jungkook ¿de dónde la conoces?

--¿Es ella si o no?

Chaeyoung tardó en responder unos segundos.

—Sí. Ella es una de las chicas con las que hablaba por tinder. Y se parece mucho a la chica que vi en mi fiesta también.

¡Maldito hijo de perra!

—Gracias Chaeyoung. Luego hablamos.

Corté la llamada. Lalisa justo en ese instante salió de la ducha con el cabello mojado y la ropa ya puesta. La información se asimiló en mi cerebro lo más rápido que pudo.

—¿Te pasa algo, Kook?

—Nada.—dije y la acerqué a mí para darle un abrazo—¿sabes que te amo, Lisa?—susurré con mis fosas nasales entre su humedo cabello con olor a vainilla y su cuello—te amo mucho, y me importa un carajo lo que piensen los demás de esto.

—Jungkook...—susurró ella, cohibida—yo también te amo. Ya lo sabes...

—Lo sé.—susurré—y siempre te cuidaré de todo aquel que quiera hacerte daño. ¿lo entiendes verdad?

Ella hizo silencio. Nunca entendió lo que realmente quise decir.

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