cuarenta y tres

Lalisa

Jimin profundizó el beso y me tensé de inmediato, sintiendo mi cuerpo temblar por el centenar de emociones que estaba sintiendo dentro de mí tan sólo con ese simple tacto proveniente de él.

Sin embargo no me aparté ni sentí necesario alejarme. No quise alejarme. No sentí la necesidad de hacerlo porque a pesar de que todo mi anterior temblaba por su tacto y sus labios se movían tan desesperados y llenos de algo... muy dulce sobre los míos, eso solo hizo que la confusión incrementara en mi interior. La vulnerabilidad y la calidez se instalaron en mi pecho, y de pronto no pude hacer nada mas que seguirle el ritmo. De sentirlo y saborearlo a gusto.

Sabía que estaba mal. Que esto era malo para el, y en algún punto malo para mí. Jimin no merecía tener a alguien tan corrompida como lo estaba yo a su lado acompañandolo, y era muy egoísta de mi parte si aceptaba algo suyo. Era más egoísta de lo que jamás fui y nunca sería capaz de perdonarme.

No iba a arrastrarlo a mi mierda. No a él...

Jungkook se me vino a la mente. Él y su rostro mirándome decepcionado como si quisiera decirme algo, pero no lograba saber qué. Él. Siempre él allí en mi mente. Bueno o malo, siempre él.

Pero luego volví a la realidad y a Jimin. El ya para entonces estaba separandose de mí y uniendo su frente a la mía al mismo tiempo que cerraba fuertemente los ojos. Mi corazón latia rapido y a la par de él. Me atemorizaba lo que estaba sintiendo.

Mordí mi labio con fuerza, y aunque supe que lo que diría lo arruinaría todo. Aún asi lo dije:

—No vuelvas a hacerlo, Jimin. Por el bien de ambos... detente.

Jimin frunció el ceño.

—¿He hecho algo mal?

Negué.

—No eres tú, soy...

—Lalisa, ni te atrevas a decirlo—me recriminó gruñiendo.

Por primera vez lo vi frustrado y eso me sorprendió mas de lo que alguna vez me gustaría admitir.

Hice silencio sin embargo. De repente tuve tantas ganas de llorar que suspiré y me incorporé de la acera desorientada.

—No sé que has hecho conmigo.—confesé.—no sé como te metiste en mí de esta forma. No sé como fui capaz de...

De querer a alguien más que no fuera Jungkook.

—Si no quieres hablar, no lo hagas.—me consoló tomando mi hombro.—¿quieres venir a casa y tomar algo? Puedes tomarte el día libre en clases. Quiero estar contigo. Y quiero borrarte esa carita de perro triste que tienes en el rostro.

Sonreí muy a mi pesar.

—La escuela no es problema para mí.—bromeé y el sonrió conmigo.—no sé si es buena idea, pero de acuerdo.

Jimin tomó mi mano feliz de mi respuesta, pero me negué de inmediato alejando mi tacto del suyo. Vi la inseguridad apoderandose de su rostro y abrí la boca para hablar rápidamente.

—No, Jimin no quiero que pienses...

—Esta bien.--me cortó de tajo—yo estoy ilusionándome rapido. Lo siento.

Sonreí levemente sin saber que decir. El se rascó la nuca nervioso.

—Todos tenemos nuestros defectos.—me encogí de hombros.—pero tú eres perfecto tal y como eres. Que jamás nadie te haga dudar de eso. ¿bien?

Jimin me devolvió la sonrisa con las mejillas ligeramente ruborizadas y algo se calentó en mi pecho. Me dieron ganas de darle un beso, pero eliminé el pensamiento de inmediato. No estaba bien. Jamás lo estaría.

El camino a su casa fue ameno, agradable. Me sacó más sonrisas de las que jamás creí que me sacaría y me cambió el humor drásticamente. Me hizo darme cuenta que de verdad había personas genuinas en este mundo y que no solo podría ser un perfecto compañero para quien fuera que lo tuviera al lado, si no también amigo y confidente.

Cuando llegamos a su hogar evité a toda costa mirar mi casa. Recé para que Jungkook no apareciera a hacer un escándalo y afortunadamente nada de eso sucedió.

Me alivié al entrar. Y no pasó mucho antes de que el aroma a sahumerio, que al parecer su madre solia poner por la casa, me inundara las fosas nasales. Nunca me di cuenta hasta ese momento lo hogareño que era su hogar.

Jimin me siguió por detrás y note de inmediato que en la casa había un gran vacío. Tanto su madre como su abuela no se encontraban. Y eso me pareció extraño. Jamás dejaban la casa, no del todo al menos.

—¿Dónde están tu madre y tu abuela?

Quise creer que fue mi imaginación, pero al decirlo pude notar a Jimin tensarse un poco. La ligera sonrisa en su rostro se borró dejando una fina línea y dió un suspiro.

—Mi abuela...—tragó duro de repente, era como si le costara tan solo pensarlo—mi abuela ha empeorado y está en el hospital.

Mi corazón se detuvo por un segundo. Jimin continuó hablando.

—Mamá y yo estamos haciendo turnos para estar con ella.

El corazón me dió un vuelco apenas oí sus palabras. Algo amargo subió por mi garganta y miré a Jimin con lástima. Tan sólo pensarlo me entristecia, no podia ni imaginar lo que él estaba sufriendo en ese momento con una mujer que lo acompaño toda su vida al igual que su madre.

—¿Estará bien?—me limité a preguntar, cautelosa.

Jimin apretó la mandíbula y miró al suelo.

—No... no lo sé—confesó.

—Por eso estabas tan distante y perdido...—pensé en voz alta sin poder evitarlo.—¿Hace cuanto esta así?

—Dos días.

Mierda.

—¿Porqué no me lo dijiste?

—Las probabilidades de que tú vinieras a consolarme, o que siquiera te importara algo de mi, eran muy bajas—intento sonreír pero le salió más como una mueca.

Una punzada de indignación creció en mi sistema, pero la detuve porque sabía que tenía razones de sobra para pensar tan bajo de mí.

Sin decir nada lo abracé por detrás y apoyé mi mentón en su hombro.

—Lo siento, Jiminnie. Se pondrá bien, ya lo verás.

El no dijo nada. Algo en su postura me dijo que realmente estaba sufriendo por dentro.

Se dió media vuelta de repente y me sostuvo por la cintura. Me sorprendí y lo miré con ambas cejas alzadas.

—Jimin...

El sonrió y se acercó más a mí intentando darme un beso, pero me alejé y en cambio tomé sus palidas mejillas que ahora se encontraban ligeramente ruborizadas. Era tan tierno...

Ambos nos quedamos ahí congelados. Disfrutando de ese pequeño y efímero momento que ambos tendríamos.

—¿Quieres quedarte aquí?—me preguntó de repente, en un hilo de voz—digo, sólo si quieres...

—Me gustaría—acepté—Pero esta vez dormiremos muy juntitos eh.

Jimin se sonrojó inevitablemente.

—No de esa forma tonto.—bromeé—quiero que me hagas compañía. Y te quedes conmigo al menos esta noche. Juntos, sólo los dos. ¿si? Necesito estar en paz, aunque sea al menos un instante...

Jimin asintió.

—Esta bien. Me quedaré contigo aquí, sólo por ti Lisa.

Sonreí.

—Gracias...—susurré—pero Jimin, de todas formas no olvides lo que te dije. ¿puedes?

—¿Que cosa?

Me costó decirlo. Pero me obligué a sacar las palabras de mi boca de todas formas porque creí que sería lo mejor para ambos.

Mis labios formaron una finea linea y miré sus ojos ilusionados confundirse al hablar:

—No soy buena para ti. Y jamás lo seré.

____
Hora sad con #lismin

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top