catorce

Jungkook

Llamé a Lalisa a su teléfono.

No contestaba.

Volví a marcar cuándo salí de la casa para oir mejor. Y la respuesta que conseguí fue el buzón de voz.

Mi cabeza comenzó a maquinar rápidamente todo. ¿Dónde demonios estaba? ¿quizás dormía?

Volví a insistir tanto como los dedos me dieron y la batería del teléfono también. Me coloqué mi abrigo y comencé a caminar hacia la casa con la ira siendo la mayor parte de mi. Con cada paso que daba mi enojo crecía. No. No estaba dormida. De lo contrario me habría llamado.

Fui a la casa y saque las llaves de forma dificultosa. Tuve la mala suerte de haberme resbalado antes y caído en la tierra, haciendo que mis codos ahora se encontrarán ensangrentados. Pero estaba tan bajo el efecto de las drogas que nisiquiera le di importancia. Intenté poner las llaves una vez más y se me cayeron. Con un gruñido las volví a colocar en el cerrojo. Acto seguido abrí.

Las luces estaban apagadas, pero ahi frente a mi estaban sus zapatos. Así que fui corriendo hasta su habitación y prendí la luz. Frentr a mi rápidamente se visualizo Lalisa, su rostro parecía enojado pero sin dudas no tanto como el mío. Respiró hondo y me miró como si supiera lo que se le venía encima. Llevaba un buzo grande que no era de ella y las piernas al descubierto. Tenía una pollera a brillos. La furia creció en mi pecho.

—¿¡Se puede saber dónde demonios estabas!? ¿¡Dónde dejaste el maldito teléfono!?—grité. Ella frunció el ceño tomandose la frente.

—Jungkook me duele la cabeza. Sólo no hables.

—¿¡Porque te duele la puta cabeza, eh!?—volvi a preguntar—Lalisa dime que demonios estuviste haciendo y porque carajo no estas en la casa de los Kim.

—¿Qué demonios estuviste haciendo tú?—contraatacó—estas drogado.

—¡Y tú borracha!—grité de la misma forma.

—¿Y? ¿¡Acaso no puedo divertirme sin tu permiso!?—chilló—¡Vete al demonio Jungkook! ¡Fuera de mi maldita habitación!—se incorporó rápidamente y comenzó a golpearme el pecho. Que si bien dolia, realmente no lo suficiente como para irme. La tomé de los brazos y la empujé al suelo en un movimiento brusco, provocando que ahogara un gemido de dolor.

—No me echarás de ningún lado—ordené—tú no estuviste en la casa de los Kim. Ni estuviste estudiando.—comencé a sacar conclusiones en voz alta—¿Con quién estuviste Lalisa? Responderme. ¿Acaso es un chico? ¿alguien que conozco?

—Tu no eres nadie para interrogarme de esta forma.

—Soy tu maldito hermano mayor.

—¡Ah si!—dijo aún en el suelo, irónica—¡Mi MALDITO HERMANO MAYOR QUE ME COJE CADA...!

Y claro, no pudo decir nada más porque con mi mano derecha le abofeteé el rostro. Su cara quedó dada vuelta por unos minutos, asimilando lo que acababa de suceder. Mi palma ardió. Mis ojos fueron a su mejilla y pude ver que quedó marcada por el golpe.

—Vuelve a decirlo.—la reté

A Lalisa se le enrojecieron los ojos. Sólo al ver su mirada llena de miedo y decepción me hizo darme cuenta de lo que acababa de hacer. Acto seguido limpiandose las lágrimas comenzó a incorporarse. Intentó irse, pero la detuve. Y fue en el momento exacto  en el que mi tacto hizo contacto con ella que comenzó a gritar que la soltara, mientras me pegaba en el pecho tantas veces como la ira le daba.

Aún así no la solté. Le dije que lo sentía, le pedi perdón unas mil veces hasta que de pronto comenzó a aflojar el agarre. Hasta llorar en voz baja en mis brazos.

—Te odio.—susurró—te odio tanto...

—Lo sé. Lo siento. Lo sé.—susurré en su lugar. Acariciando su cabeza—estamos muy mal los dos. Hablaremos con más calma mañana. ¿está bien?

Cuando la solte, viendo que había aminorado su llanto descontrolado, la vi irse casi por instinto hasta su baño. Yo me quedé ahí, viendo ese punto más de lo debido.

Y luego sin tener más opción, fui a mi habitación también.

Al día siguiente me desperté porque oí el ruido molesto de mi teléfono celular cuando recibía una llamada. Gruñí y me de di media vuelta para agarrar el teléfono. La pantalla me cegó por unos instantes mientras recobraba el conocimiento.

Atendí rápidamente asustado al ver el nombre de mi jefe del trabajo ahí.

—¿Hola?—dije

Jeon. Ya pasaron 3 horas y no estás aquí.—reprochó y me levanté de inmediato. ¡Mierda!

Señor perdoneme enormemente me surgieron complicaciones y...

—Estas despedido, Jungkook. Lo siento.

Apreté la mandíbula al oírlo, sin embargo respiré hondo y asentí.

—Lo entiendo. Que tenga buen día entonces.

—Igualmente. Cuidate muchacho.

Apreté el botón para cortar y ahogué un grito en mi almohada.

Miré a mi alrededor y sólo noté el pesado silencio haciendome compañia. De repente me acordé de Lalisa e incorporándome, fui y la busqué en su habitación.

No estaba. Pero pude deducir que se había levantado más temprano que yo para no verme la cara. Así que resignado fui a la escuela. Tampoco la vi en los pasillos. Ni en su clase. Fruncí el ceño. ¿Dónde podría estar?

—Hey, Jungkook.—me dijo Chaeyoung animada al llegar.

—¿Porque te fuiste tan rápido anoche? Te perdiste la mejor parte.—bromeó Taehyung, llegando a la par de ella.

—Tuve inconvenientes.—sonreí falsamente—¿Y ustedes?

Taehyung se encogió de hombros demostrandome que estaba igual que siempre. Chaeyoung hizo una mueca.

—Terminé con Yoongi.—soltó—revisé su teléfono y vi que se hablaba con chicas por tinder. Ahí confirme todas mis sospechas.

—Supongo que es lo mejor.—alcancé a decir.

—Si, claro. ¡Oye! Tenemos cálculo. ¿Piensas saltearte la clase?—bromeó a lo que negué—andando.

Los tres fuimos en dirección a la siguiente clase, tal y como dijo Chae. Al parecer Yoongi se había ausentado a la escuela por obvias razones y Hoseok dijo que tenía tareas pendientes. Chaeyoung apenas entró saludó a una chica de cabello moreno que reconocí al instante como Jennie.

—¡Chae!—dijo

Ambas se abrazaron con entusiasmo  cómo si no se hubieran visto en mucho tiempo, cuando seguramente se habían visto apenas ayer.

—¿Cómo estás con lo de Yoongi?

—Como puedo estar.—se encogió de hombros intentando parecer superada. Aunque creo que realmente ocultaba un gran dolor, y aún más después de como la vi llorando en la fiesta.

—¿Aún no conseguiste algún chico para mi?—preguntó. Haciéndonos a Tae y a mi ajenos al tema

Chae negó con la cabeza apenada.

—James al final tuvo un accidente de auto y ahora debe hacer reposo. Lo siento Jenn.

—Oh...—en sus ojos se vió la decepción—esta bien, descuida.

—¿Qué sucede?—terció Taehyung con el entrecejo fruncido.

Jennie y Chae lo miraron al mismo tiempo.

—Pues... mis padres quieren alguien que me cuide en la casa cuando se vayan a Florida a la voz de ya.—se encogió de hombros—y la opción más viable hasta ahora es que me cuide una vieja chismosa y muy gruñona que quiere que me calle siempre. Odio eso.—explicó

—¿Entonces aún no consiguen alguien para ello?—pregunté totalmente interesado. Quizás podía ser una oportunidad para mí.

Jennie negó y Chae hizo una mueca.

—No hay muchos chicos de nuestra edad que estén disponibles para ello ahora.—explicó Chaehyung, siendo lógica.

—Pero yo si.—solté de repente haciendo que tres pares de ojos me miraran sorprendidos.

—¿¡Qué!?

—Acaban de despedirme y necesito trabajo rápido.—expliqué, después de todo por primera vez en mucho tiempo no decía algo que contuviera mentiras—si tu me lo permites Jennie, me gustaría tomar el cargo. Creo que nos llevaríamos bien juntos.

Taehyung me miró de reojo y sonrió en silencio. Sí, veía el doble sentido en mis palabras, que si bien no era ocasional, si muy conveniente.

De inmediato se me vino a la mente Lalisa. Jennie dijo algo pero no le presté atención realmente, hasta que Taehyung me palmeó la espalda y me miró ceñudo. Volví a la realidad de inmediato, maldiciendome por dentro.

—¿Le responderás a Jennie o pensarás quedarte ahí?

—¿Eh?

Taehyung rodó los ojos y las chicas rieron al ver mi actitud tan despistada.

—¿Quieres tener el trabajo?—repitió Jennie, con una sonrisa divertida. Abrí y cerré la boca como pez fuera del agua, sin saber que decir.

—Yo... sí, de verdad te lo agradecería—terminé por decir.

Ella asintió.

—Bien. Les diré que eres un amigo cercano de Chae y que eres de confianza—me guiño un ojo—si me dan el Ok empiezas mañana.

Perfecto.

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