XVIII. "Contra"
Sadık Adnan es un hombre millonario nacido en su amaba Turquía. Hombre que después de la muerte de su esposa, solo busco lo mejor para su hija.
Elizabeth Adnan Héderváry; Bella dama que fue criada con lo mejor en educación, junto a sus medios hermanos Heracles, hijo de una mujer griega y de Vladimir hijo de una rumana.
Sadik siempre que podía y sentía que era necesario mimaba a su hija en lo que pedía, con ello. La chica pidió entrenarse militarmente, empezando a ser tan masculina como sus hermanos, pero sin dejar de ser la dama que la alta sociedad quería.
Además de que siempre buscaba lo mejor. Por eso, cuando un europeo le propuso un matrimonio arreglado no dudo dos veces en aceptar.
Y, justo ahora su hija le decía sobre los cambios drásticos de su boda.
—No lo se Elizabeth... —Comento rascando su nuca. —El trato era que te casarás con ese joven... Roderich.
—Lo se padre, pero... Yo amo a Gilbert. —Decia la castaña arrodillándose a un lado de su progenitor.
—Y, no estaria inclumniendo con nada, ya que sigue siendo matrimonio entre las dos familias acordadas desde un principio. —Declaro el albino, con el rostro rojo. Pero sin dejar esa actitud egocéntrica de siempre.
El turco dudaba, pero como dije, quería lo mejor para su hija y si, su pequeña se había enamorado. Estaba bien, pero... El asunto era las clausulas del propio contrato que hicieron él y el germano.
—Vere que puedo hacer Elizabeth. —Menciono besando la frente de su hija. La cual sonrió con amabilidad y le devolvió el beso pero en la mejilla.
—Gracias papá. —Menciono alegre, ahora solo esperaban la decisión de Germanía.
[...]
Roderich iba a ver al novohispano para ver como iba con su recuperación. Pero al pasar por la entrada de la sala vio a su abuelo a la altura de su primo menor.
Esto le extraño, pues, para hablar siempre los citaba en su despacho. Solo logro ver la silueta de su primo menor asentir ante lo que su abuelo le decía. Un pequeño abrazo y el germano se retiro.
El pequeño Ludwig se diría al mismo lado que su persona, pasando a un lado de él.
—Ludwig. —Lo llamo, el menor lo volteo a ver. Se le veía molesto. Eso lo extraño mas, pues normalmente lo veía serio.
—¡Ya no te quiero Roderich! —Le espeto repentinamente, el austriaco se sorprendió por ello. El menor tenia las mejillas infladas y sus ojos azules llorosos.
—¿Qué? ¿Por qué? Yo no te hecho nada malo Ludwig. —Se agacho a la altura del alemán. Tratando de comprender lo que pasaba. Trato de tomar la mano del menor, pero este se alejo unos pasos. —¿Ludwig?
—¡Estas haciendo sentir mal al abuelo! ¡Por eso ya no te quiero Roderich! —Le reclamo con voz dolidad, el aristócrata no se espero aquello... ¿Acaso... Su abuelo lo esba poniendo en su contra?
—Eso no es cierto Ludwig, sabes que yo quiero mucho al abuelo. —Le menciono con voz amable, puede que lo tratara mal y que lo estuviera obligando a hacer algo que no quería, pero, seguía siendo su abuelo.
—¡No es cierto! ¡Lo estas desobediendo! —Las lágrimas corrían por sus pequeño rostro. —Y ademas el abuelo me dijo que amas a un hombre y que por eso ya no me vas a querer a mi.
—¡E-eso no es cierto! —Exclamo. Empezó a molestarse... Su abuelo estaba poniendo en contra al pequeño en contra suya, porque sabia que Ludwig era igual que él. Siempre acatados a las reglas. —Nada en este mundo hará que te deje de querer Lud.
—¡Mentiroso! —Exclamo el menor en llanto y salio corriendo de ahí. El aristócrata trato de detenerlo. Pero no lo logro era demasiado lento para la energía de su primo menor.
Se levanto y fue lo mar rápido que pudo a donde su pariente. Una cosa era que lo regañara, golpeara y posiblemente odiara. Pero, el poner a Ludwig en su contra diciendo cosas que no eran, era demasiado.
Se dirigió a donde su abuelo.
[...]
Germanía se encontraba con el turco y con el italiano. Estaban por hablar de los cambios de la boda.
Roderich salio de la casa al jardín donde ellos estaban, el germano fruncio el ceño al verlo.
—¡Tú! —Exclamó el aristócrata bastante molesto y sin pensarlo dos veces, hizo lo mismo que su abuelo le había hecho. Le había soltado una bofeta llena de rabia. —¡¿Cómo te atreves a poner a Ludwig en mi contra?!
Todos exclamaron por lo acontecido. Pues, no solo los adultos estaban, sino que los demás integrantes de la familia de estos, la suya y los amigos de su primo.
El germano volteo para mirarlo, solo se veía serio, pero Roderich sabia que lo veía con asco.
—¡No tienes el derecho de decirle cosas que no son ciertas! —Le reclamo el de lentes, el mayor dijo.
—Yo solo le dije la verdad. —Comento, Roderich tenia la sangre hirviendo de pura rabia. —Estas son las consecuencias de tus malas decisiones.
—¡Malas decisiones! —Le recriminó. —¡El único que esta tomando malas desiciones eres tú!
—Como te atreves... —Dijo con molestia y antes de que el germano pudiera golpearlo nuevamente. Rómulo se metió en medio de ambos familiares.
—¡Basta! Germanía esta no es la solución. —El germano mito mal al italiano. —¡Estas tomando una actitud muy hipócrita!
—¡Callate Rómulo! —Las palabras del castaño extrañaron al austriaco.
—¡Que tu no te casarás con la persona que amabas. No significa que hagas lo mismo con Roderich! —Y es que ellos dos se conocían desde hace mucho tiempo.
Sadik miraba con preocupación toda la escena ¿esta es la familia que quería para su hija? Claro que no.
—¡Yo solo quiero lo mejor para él! —Le recrimino. Ambos se miraron, Rómulo lo veía con decepción y el germano veía al italiano con tristeza.
—¡¿Cómo?! ¡¿Haciéndolo infeliz?! Germanía, tú mismo sabes que se siente el no tener el apoyo de la familia. —Solo entre ellos sabían su pasado y Rómulo no iba a permitir que Germanía hiciera lo que sus padres hicieron con él. —Y el tener que ser infeliz para complacer sus expectativas.
Todo se volvió un silencio tenso, nadie decía nada, pues ninguno sabia que decir. Era un silencio que podría romperse con el mas mínimo ruido y así paso.
Un grito infantil seguido de un "¡LUDGIW!" alertó a todos.
Olvidando la discusión, para buscar con la mirada al infante.
Y luego por todo el terreno...
Cuando lo encontraron, el novohispano estaba sosteniéndose del piso como podía y con su mano derecha trataba de subir al menor que había caído a un pequeño barranco. Después de salir corriendo al querer alejarse de Roderich.
—N-no me suelte... —Susurro suavemente al novohispano.
—No lo haré... —Contesto. Aunque no aguantaría mucho porque aun estaba débil. El pequeño se le estaba resbalando poco a poco, los familiares iban corriendo para auxiliar al mas chico de esa familia.
—Ohayo Perez.
Pd: Y con esto... Entramos a la recta final de la historia jsjsjsj
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