XV. "Confesión"
-Frontera de Alemania y Suiza; 2 días antes de la llegada de Juan a la mansión de Germanía. -
Caminaba bajo el intenso sol, estaba bastante débil y una ves mas cayó al piso. Se dejó caer en la terraceria, había pasado hace mucho una pequeña casa, donde le dieron un poco de agua, a cambio de que se alejara.
Pues en su estado, nadie quería hacerse responsable de un malherido. No quería llorar, no, ya no quería. Se sento en la tierra y suspiro. Tal ves, era hora de aceptar que no volvería a Austria con Roderich, Carlota y los demás integrantes de aquella familia.
Un carruaje paso a su lado, no se molesto es hacerle la parada. Sabia que no se detendrían, ya le había pasado lo mismo con tres carretas que habían pasado.
Sus ojos oscuros veían una pequeña flor blanca que estaba frente a él. Bella y despreocupada, libre... Él lo era... Ahora era libre, pero, sentía la necesidad de volver con el austriaco.
Trato de levantarse, pero las piernas no le respondían, estaba tan débil. Que no dudaba que se iba a desmayar. Así que solo se dejo caer, ahora solo veía el cielo azul y el brillante sol. Cerro los ojos, pero, cuando perdía la conciencia vio un unas pequeñas piernas delgadas, levanto su mirar, una silueta apareció, no podía distingir a causa del sol.
-Te llevare a casa... -Entendio muy poco de lo que le habían dicho. Tal ves, era otro marqués que se aprovecharía de su condición. -Roderich se alegrara de...
Y, no oyó mas, sus ojos se cerraron. Cayendo en un estado profundo de sueño.
Cuando vio que sus expresiones faciales se relajaron, el pequeño Ludwig ordenó que lo subieran al carruaje. Había encontrado a la persona que Roderich tanto buscaba.
[....]
-Viena, Austria -
El austriaco miraba al novohispano, que aun seguía en ese estado de desmayo. Estaba lleno de tierra y sus ropas estaban rasgados. Podía ver que había adelgazado bastante.
Habían mandado a llamar a los médicos de la familia. Para que lo atendieran; acariciaba su rostro con delicadeza, como si tuviera miedo de que se rompiera cual cristal.
Agradecía a su abuelo, el haber enviado a Ludwig a Alemania después de que pospuso la boda.
Al infante lo habían enviado para ir por algunas cosas que se encontraban en la casa de allá. Y a su regreso, tuvo la coincidencia de encontrar al novohispano. Que decidió traerlo después de ver como su primo, salia y entraba de la casa en varias ocasiones.
-Gracias Ludwig... -Le agradeció con una voz cálida y algo triste.
-Solo hice lo que creí correcto. -Menciono y, es que el tutor del menor le había dicho que volviera, cuando detuvo el carruaje.
Después de que Carlota y el alemán dejaran al austriaco solo con la compañía del novohispano. Roderich solo lo observaba.
-Te extrañe... -Le menciono a susurros, los ojos se le llenaron de lágrimas al saber que estaba solo. -No me vuelvas a dejar... Por favor... Lamento no haberte protegido...
Se quito los lentes y se limpio con la manga de su camisa. Las emociones lo llenaban, pero mas el sentimiento de alivio al tenerlo devuelta.
Solo estuvo con el menor, como por 5 minutos. Pues los médicos llegaron, les dio indicaciones y los doctores lo hicieron retirarse.
Estaba afuera, como si fuera la sala de espera de un hospital actual. Sentía frustración pues, no sabia que es lo que pasaba dentro del cuarto.
-Roderich. -Lo llamo su primo albino, este levanto la mirada observándolo. -El abuelo te quiere ver en su despacho... Ahora.
El nombrado fruncio ligeramente el ceño. ¿Para qué lo quería su abuelo?
Después de pedirle a Gilbert que se quedara y que le fuese a informar cualquier cosas que pasase con el menor, se dirigió para allá.
Sentía nervios, aunque no conocía la razón de ello, tal ves eran los que venía sintiendo esde hace un rato. Toco y al oír un "adelante", se adentro al despacho de su abuelo.
-¿Querías verme? -Le pregunto. Su abuelo veía por el gran ventanal, que daba al -algo descuido- jardín.
-Me e enterado, que encontraron al niño. ¿Me equivoco? -Preguntó con una seriedad, que sorprendió a su propio nieto. Si bien Germanía era serio, esta ves se oía mas.
-No, no lo haces. -Comento el aristócrata mientras entraba totalmente en la oficina. -Ludwig lo encontró y lo a traído de vuelta.
-¿Sabes que significa eso, verdad? -Volvio a cuestionar, el austriaco sabía a que se refería.
-Si, lo se. -Comento, sin bajar la mirada. El rubio se volteo, encontrándose con la mirada de su nieto. -Pero abuelo yo...
-Nada de " pero", Roderich, diste tu palabra y yo no te eduque para que no la cumplieras. ¡El chico apareció y te casarás con Elizabeth apenas estén los preparativos! -El austriaco retrocedió un paso, nunca había visto a su abuelo tan alterado. El germano hizo sus dorados cabellos hacia atrás con su mano y dejo salir un pesado suspiro. -Roderich...
El austriaco solo se dedico observado, ¿cómo decirle que se quería negar a la boda que ya había aceptado? ¿Cómo decirle que se había enamorado de un sirviente? ¿Cómo?
-Abuelo... Yo... No me quieto casar con Elizabeth. -Comento, tomo aire, debía decirle... Saber que era lo que su pariente pensaba ya, que era la opinión mas importante pata él. -Porque...
-¿Por qué te interesas tanto en él? -Lo interrumpió, mientras lo miraba. El austriaco no comprendió a la primera. -¿Cómo se volvió tan importante ese sirviente?
Volvió a cuestionar, el austriaco tembló un poco, pero, era ahora o nunca. Su abuelo se había acercado lo sufriente, estaban frente a frente.
Tomo aire, llenando sus pulmones y con la voz mas firme que tenia le dijo.
-Porque me enamore de él.
-Ohayo Perez.
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