XIX. "Lo siento."

Los gimoteos del infante llenaban la habitación, mientras se abrazaba a su abuelo. Carlota vendaba su tobillo, pues se habia hecho un esguince cuando cayó.
Germanía estaba aliviado de que la cosa no hubiese pasado a mayores, si, reconocía de, no ser por el novohispano, quien sabe que le hubiera pasado al mas chico de la casa.

Hace unos momentos. —

El novohispano trataba de sostener al infante lo mas que podía, poco a poco este se resbalaba por el sudor.
Juan, aun sabiendo que podrían caer, le extendió la otra mano.

S-sostente de ambas.... —El pequeño germano estiro su otra mano, casi caía al momento de hacerlo, pero logro sostenerse del novohispano.

Pero este se estaba resbalando del piso de pasto, pensó que ambos caerían, cuando alguien lo tomo de la cintura y comenzó a jalarlo para atrás.
Era Germanía, pues, Roderich sabia que si él iba... La situación podría empeorar, ya que el austriaco no poseía demasiada fuerza física.

Cuando el rubio menor estuvo arriba, llorando se abrazo a su abuelo que había ido a checar que no le hubuera pasado nada.
El germano y el novohispano se miraron, el dueño de la casa le agradeció por ayudar a su nieto, a lo que Juan solo asintió.

Roderich miraba a su primo, no lo había dejado acercarse y eso le dolía. Porque el alemán siempre se mostraba dulce y cariñoso con él, solo como un niño pequeño sabia hacerlo.

Suspiro y salio de ahí, Gilbert también abrazaba a Ludwig, no dejaría que nada le pasara a su hermanito... Aunque si lo había descuidado (xd).
Al salir, en las escaleras vio al novohispano, una pequeña sonrisa floreció en sus labios y se acerco al menor.

—Buenas noches Juan. —Salufo amable, el menor que dio un pequeño lo volteo a ver con las mejillas algo sonrojadas.

—Buenas noches joven Roderich. —Devolvio el saludo levantándose de las escaleras. —¿En qué puedo ayudarlo?

El aristócrata negó suavemente sin dejar esa sonrisa de lado. Con voz calma menciono un:

—Gracias por estar cerca para evitar que Ludwig se lastimara. —El menor sonrió levemente.

—No hay nada que agradecer. —Menciono, volteando la mirada, la verdad, es que fue casi mera casualidad que se encontrara por ahí.
Y eso, Roderich lo noto.

—Por cierto ¿que hacías ahí? —Pregunto, el menor lo miro. La verdad es que había ido porque. Necesitaba pensar la propuesta que le había dado germanía, cuando vio corriendo al menor y resbalar.
Había ido corriendo para ayudarlo.

—Solo fui a pensar en algunas cosas joven Roderich. —Comento el novohispano. Bajo la mirada... ¿Debia decirle acerca de aquello? Eso era obvio, el austriaco era una persona importante y debía decírselo. —Joven Roderich... La verdad, estaba pensando en, algo que su...

—Roderich.  —Llamaron interrumpiendo al menor. El nombrado volteo, encontrándose con el italiano. —Ven, necesito hablar contigo.

—Rómulo ¿no puede ser en otro momento? —Pregunto el aristócrata, con el ceño ligeramente fruncido. Se le hacia una falta de respeto.

—No, es importante. —Menciono y bajo las escaleras rápidamente. El de lentes suspiro pesadamente.

—Con permiso. —Dijo, haciendo una leve reverencia al novohispano, beso su frente y se fue.

Juan solo suspiro, debió decírselo cuando tuvo la oportunidad. No debía tomar decisiones sin consultarlo con el austriaco.
Dio media vuelta. Para ir a ayudar a preparar la cena o algo que fuese de utilidad.





[...]







—¿Qué sucede Rómulo? —Pregunto finalmente el aristócrata al italiano. Estaba molesto de no poder hablar con el novohispano.

—¿Tú amas a Juan? —Pregunto directo, las mejillas del contrario se pusieron algo rojas por ello. Pero también los nervios, no quería ser rechazado nuevamente. —Tranquilo, yo no te voy a juzgar.

—... Uhg ... —Se quejo un poco, pero después de pensarlo mejor, se había dado cuenta del apoyo que el italiano le había brindado antes de que Ludwig se cayera. —S-si... Podría decirse que si.

—¿Y que estas dispuesto hacer por él? —Pregunto nuevamente el mediterráneo. El de descendencia germana lo miro algo confuso.. ¿A qué se debía aquello?

—¿Cómo a que, a que estoy dispuesto? —Cuestionó. Rómulo solo lo miro. —¿Te refieres a lo nuestro?

—¿Ya son algo, acaso? —Pues, una cosa era sentir lo mismo por el otro y otra es ya tener una relación formal, como su compromiso con Elizabeth. Roderich volvió a fruncir ligeramente el ceño ante esa pregunta.

—N-no... No le he propuesto algo aun. —Confeso, bajo la cabeza por ello. Claro que sentía algo por el novohispano... Pero, formalizar con él, le traería demasiados problemas, tanto como el decirle a su abuelo sus sentimientos por el muchacho.

Rómulo asintió por ello. Sabia del miedo que podía tener el chico. Pero si no llegaba en algo en concreto, Germanía pudiera aprovecharse de eso. Y mas, si quería que el aristócrata se alejara del novohispano.
Si bien, el amor no es fácil entre clases sociales, le era un poco mas complejo por ser del mismo sexo.

—Deberias hacerlo pronto. Claro, si quieres que esa relación valla a mas. —Le dijo finalmente al austriaco. Roderich asintió ante sus palabras.

—¿Deberia hablar con mi abuelo? —Pregunto, el italiano dudó. Germanía cuando tenía una idea en la cabeza, era imposible hacerle cambiar de opinión.

—Si, seria lo mejor. —Declaro finalmente. —Después de eso, podrías tratar de hablar con Ludwig. Ya vi que no te quiete dirigir la palabra.

Roderich solo se volvió a sentir mal por ello. Pero como le había dicho el castaño, debía volver hablar con su abuelo. Y esta ves lo escucharía, quiera o no.






[...]






La tensión se lograba sentir en el despacho del germano, tal ves... Debieron esperar otro poco, pensó el italiano, pero, ya no había vuelta atrás.

—¿A que has venido? —Pregunto Germanía ya harto de la situación tensa. Roderich trago en seco y menciono.

—Quieras o no. Formalizarse una relación con Juan. —Declaro, tratando de no ser evidente con los nervios que sentía. La cara de molestia de Germanía no se hizo esperar.

Pero no había sido el único en hablar con un integrante de esa –al parecer de Germanía. – extraña pareja.

—¿Y crees que él quiere pasar lo que resta de su vida, contigo? —Le preguntó con seriedad. Rómulo fruncio el ceño por ello, al igual que el austriaco.

—¿Por qué dices eso? —Menciono con nervios algo mas notorios. Germanía le pidió que se sentará, Roderich su que no lo quería obedeció.

—¿Acaso no crees que no vi su actitud cuando llego? Te tenia miedo. Temor, como cualquiera que fue maltratado por años. —Explicaba el fornido hombre. —¿Qué es lo alguien como él anhela tanto? ¿Lo sabes?

—Libertad... —Murmuro, el mayor le dijo que lo repitiera. —¡Libertad! Es todo lo que busca alguien que a sido esclavo.

—A si es y, bien. No importa que él diga que te... Ama, al final. Lo que mas quiere es ser libre, volver con su familia. —Roderich lo sabia bien, pero... Se le olvido que eso mismo deseaba el novohispano. —Y es junto lo que yo le e ofrecido.

—¿Qué? —Pregunto confuso, algo de molestia llego a él. —Él no...

—¿No aceptara? Vamos Roderich, ese niño es lo que mas a querido. Va a elegir su libertad antes de querer estar contigo en un continente que apenas conoce. —Las palabras dolían y mucho. Nunca se había puesto a pensar en ello y ahora que lo hacia, le dolía el pensar que el novohispano lo dejaría por ello, pero a la ves comprendía... —No lo habías pensado, ¿verdad?

—Yo... —No sabia que decir, el sentimiento de tristeza ya se había alojado en su pecho. —No...

Se recostó en el respaldo del sofá, se sentía afligido. Oyó la puerta tocar, pero no tomo importancia, de todos modos la gran silla cubría su cuerpo.
Oyó a su abuelo dar el permiso para entrar, la voz del novohispano lo dejo en su lugar, sin moverse.

—Señor Germanía... Y-yo le tengo la respuesta de lo que me propuso. —Se le oía nervioso, Roderich se quedo en su lugar, quería oír la respuesta del muchacho.

—¿Que has decidido muchacho? —Pregunto Germanía y una sonrisa triunfal apareció en su rostro.
El menor bajo la mirada y se abrazo a si mismo. Estaba tan indesido, pero... Cuando hablo con el dueño de la casa, pensó que era lo mejor.

—Que... Acepto... Acepto irme a Nueva Hispania. —Declaro, el corazón del aristócrata se rompió apenas oyó eso, justo como el del novohispano.

—Ohayo Perez.

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