XIII. "Vuelve a mi"

Los días pasaban, el plazo estaba por cumplirse y él no aparecía.
Roderich se veía cansado y hasta tenia ojeras debajo de sus ojos.

Cualquiera que viera al austriaco, sabia que no había dormido bien en los últimos días.
Y es que había buscado al menor hasta por debajo de las piedras.
Solo quería encontrarlo y saber que estaba bien.

—Deberia descansar señor Roderich. —Menciono amable su prometida, cuando vio al austriaco tirarse en el sofá.

—No, debo aprovechar los días que me quedan. —Comento, aunque él mismo sabia que no aguantaría mucho con ese ritmo de vida

La húngara lo miro con algo de lastima. Y es que el aristócrata había invertido todo su tiempo en buscar al novohispano. Lo buscó por todo Viena  y sus alrededores. Pero, no aparecía.

Cerro un momento los ojos y acabo totalmente dormido por el cansancio de estar de un lado al otro. Pero ni siquiera en sus sueños se sentía tranquilo.

La castaña lo cubrió con una manta y suspiro. Esperaba que pronto encontraran al menor.

[...]

La luna brillaba tras la ventana, su cuerpo dolía como las noches anteriores. Tenia hambre, lo único que le habían dado era un pan duro y solo eso.

—Joven Roderich... —Menciono bajo, observando el cielo estrellado.

Desde aquel cuarto de la posada, admiraba el campo de fuera, donde fue libre alguna ves.  Pensaba en el austriaco y en los demás integrantes de la mansión que demostraron un afecto hacia su persona.

Luego volteo la mirada, ahí estaba la persona que tanto lo lastimaba, hechado, sin ningún remordimiento. Luego bajo la mirada a su pie izquierdo... Tenia una cadena rodeándolo y esta estaba encadenada a la pata de la cama, así que el escapar no era una opción

—Joven Roderich... —Volvio a llamar al aristócrata en voz baja. —Lo extraño...

Y es que era cierto, a pesar de haber convivido tan poco, el aristócrata le había un interés curioso a los ojos del menor.
Dejo salir un suspiro lastimero y siguió viendo el hermoso paisaje que se le presentaba y que tanto admiro en su calidad de sirviente libre.
Ahora estaría oculto en la oscuridad de una persona y lo único que llegaba a su mente es que la muerte seria la única opción de ser libre sin miedo a volver a ser capturado.


[...]

A la mañana siguiente, Roderich salio de su casa nuevamente. Se había vestido menos formal que todas la veces.

Tal ves, solo así tendría suerte. Desde dentro de la casa, por un ventanal enorme, su abuelo lo veía y es que... Aun no comprendía a su nieto, por mas que lo intentara no lo conseguía.

—Deberias ayudarlo en su búsqueda. —Se oyó desde atrás, Rómulo y sus nietos habían llegado hace días y aun no se iban. Habían viajado desde tan lejos como para irse en esos momentos.

—No, tiene una gran determinación... Pero en el caso equivocado. —Le comento desde el ventanal. —¿Por qué lo busca tanto

Pregunto, el italiano sonrió. Era algo demasiado obvio a sus ojos. Pero para los del germano, no.
Claro que cuando llego, las preguntas del austriaco no se hicieron esperar.

Y justo en eso pensaba Roderich, en todo lo que le había dicho el mayor.

“—¿Desaparecio? —Cuestionó después de que lo atacarán con preguntas. —Bueno Roderich, debo decir que alguien buscaba a ese muchacho y no pensé que lo fuera a encontrar tan pronto.

—¿De quién se trata?  ¿Dónde puedo encontrarlo? —Pregunto con prisa. Rómulo suspiro

—Se llama Luciano Vargas de Fernández. —Empezó a decir el castaño. —Es un joven malcriado. Hijo de  un marqués muy conocido. Compro a Juan cuando este llego al puerto de Hispania hace 5 años, por lo que se... Le gustaba "jugar" mucho con sus sirviente. Y era capaz de las acciones mas crueles.

El austriaco solo lo miraba y escuchaba atento. Debía encontrar al novohispano como diera lugar.
El italiano mayor continuo.

—De hecho, Juan es quien mas duro a ese trato. Se que le llego hacer cosas muy crueles, desde marcarlo con una daga a violarlo desde pequeño... —El rostro de Rómulo ensombrecido al decir lo último. —¿Cómo llego a mi? Lo compre al verlo en tan mal estado... El pobre niño estaba muriendo por hipotermia después de que Luciano lo tirara a uno de los canales de Venecia y lo expusiera al frío del invierno.

Roderich le costaba digerir todo lo que le decía el italiano. Pero eso no era nada con lo que Juan le había contado a Rómulo, él solo decía muy poco al aristócrata para no preocuparlo mas.

—Luciano me lo vendió mucho mas caro de lo que uno pudiera vender a una persona. Era obvio que no quería deshacerse del sirviente que mas le había durado. —El aristócrata cuestiono, ¿cómo es que Rómulo lo había conseguido? —Pero él pensó que Juan moriría en esos momentos y me lo vendió. Tuve que pagarle a los mejores doctores para que lo salvaran... Era un niño de 12 y medio años cuando lo compre. No podía dejar que su vida se acabara tan pronto. Y menos de esa forma.”

Desde que el italiano le contó aquello, Roderich empezó a buscar con mas determinación que antes. No quería que el novohispano volviera a sufrir todo aquello y haría cualquier cosa para encontrarlo.



[...]


El carruaje del italiano se movía por la carretera. Dentro de este se oía la fina voz del menor cantar, el castaño comía frente a él, sabiendo que el novohispano tenia hambre.

Pero llego un momento en que algo los impacto, haciendo que el cacueje se volteara. El menor fue el que mas impacto tuvo, el castaño molesto y algo aturdido salio como pudo del carruaje para ver que pasaba.

Bandidos, eso era lo que pasaba. Habían logrado apresear a sus guardias y aunque el italiano les quiso hacer frente, fue capturado.

—Oye. ¿Este mocoso no es hijo de un marque de Italia? —Pregunto un bandido robusto y algo gordo.

—Si, lo es. Nos pagaran muy bien por él. —El italiano forcejeaba y maldecía a los hombres que lo apresaban. Pero lo empezaron a arrastrar. Poco les importaba a los hombres quien fuera. Eso les daría mas dinero por venderlo.

—¡Hey aquí hay otro! —Gtito. Y sacaron al menor que moría de miedo nuevamente. No quería ser vendido otra ves. El hombre que tenia a Luciano volteo a verlo.

—Esta muy maltratado... Dejelo, nos darán mas por este. —El hombre que era mas delgado que el que tenia al italiano. Asintió y dejo caer al piso al menor y corto la cadena que lo apresaba. —Tienes diez segundos para correr sino quieres morir.

Le comento, mientras le apuntada en la frente con una pistola. Apenas acciono el gatillo empezó a contar.

—1... 2... —El novohispano no lo pensó dos veces y salio corriendo a todo lo que su débil cuerpo podia. —4... ¡10!

Grito de imprevisto y empezó a disparar, el menor siguió corriendo pero en zigzag para evitar que alguna bala le diera. Estaba mas expuesto porque corría en ascendente a una colina. Al llegar arriba tropezó y fue de bajada bruscamente. Mientras que detrás se oían las risas de los bandidos y las maldiciones del italiano diciendo que lo dejasen.

El menor era libre de Luciano, mientras este, empezaría a vivir una vida como la del chico que maltrato por tanto tiempo.

Cuando llego a tierra firme, el menor se levantó y camino muy poco.
Necesitaba volver a Austria... Solo había un problema... ¿Donde estaba exactamente?


—Ohayo Perez.

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