I. "Regalo de bodas"

La casa de los italianos era maravillosa, con toques renacentistas y algunas de la época romana.
Roderich y Vash caminaban detrás del duelo de la casa y sus nietos.

Al llegar a la elegante sala, todos tomaron asiento. Rómulo se veía feliz,  alegre, pues uno de los nietos de su mejor amigo iba a contraer nupcias.
Una anciana les llevo algo de té para que acompañaran en su charla.

—Valla Rómulo, tienes una casa increíble. —Comento Vash, mientras bebía de la infusión. —Mas de lo que pudiera recordar.

—Oh. Bueno, siempre hay que estar renovando y siempre hay que tener lo mejor. —Respondio el italiano orgulloso de todo lo que había logrado.

Roderich no era de habar mucho durante las reuniones, prefería estar encerrado en su estudio componiendo sonatas o valses.
En toda la conversación lo que mas destacaba eran las risotadas del italiano mas grande.

El austríaco desvío la mirada de la conversación, para ver por el gran ventanal, Rómulo no solo tenia una casa maravillosa, su jardín le daba el toque perfecto para ser ilustrado en un oleo.
Las artes era lo único que mantenía feliz a Roderich.

—Tienes un hermoso jardín. —Comento finalmente el austriaco. El abuelo de los nietos Vargas sonrió satisfecho.

—Hasta que al fin comentas algo Roderich. —Declaro, el aristócrata volteo la mirada encontrándose con los ojos verdes del mayor. —Si, es hermoso debo decir que los sirviente del nuevo mundo son demasiado eficientes con ello.

—¿Del nuevo mundo? —Cuestiono Vash y es que, tener uno de allá representaba una gran cantidad de dinero. Solo los reyes y marqueses eran capaz de tenerlos bajo su mando. Aparte, no se sabia que se seguían transportando. Escaseaban y lo que mas había eran mestizos.  —Te debió costar una fortuna.

—Si y no. —Le respondió. —Estos venían muy mal. Fueron atacados por piratas y muy pocos sobrevivieron. Solo tres de ellos llegaron hasta el puerto de Hispania. De había, como es costumbre los contrabandearon, y de esos tres solo pide quedarme con uno.

Roderich raramente escuchaba como se conseguía a un esclavo o sirviente, que para el caso eran lo mismo.
Había oído rumores de lo mal que los llegaban a tratar por el hecho de venir de otro lado, eran como los africanos.
Claro esta, que su familia tenia servidumbre pero nunca los llegaron a exportar de tan lejos. Sino que eran de aquí, eso les facilitaba el tener que enseñarles el idioma.

—Pero, creo que hoy, haré un excepción. —Se había perdido en la conversación. Que no pudo evitar preguntar a que se refería Rómulo con lo que había dicho. —Roderich, Roderich, pon atención por favor. No quiero pensar que perdiste los modales.

—Lo siento Rómulo. —Se disculpo el austriaco apenado.

—Bien, como decía. Tú estas apunto de casarte y con una bella mujer. —Guiño el ojo derecho con una sonrisa confiada. —Y las mujeres aman los jardines como el que tengo. Así que. Te daré mi regalo de bodas mucho antes que los demás.

El de ojos amatista abrió los ojos con sorpresa ¿regalo de bodas? Eso no se lo esperaba. Vio como el italiano mandaba a su nieto Feliciano por el regalo.

—No es necesario Rómulo. —Comento avergonzado, ya tenía demasiadas cosas. No necesitaba mas.

—No seas tan modesto Roderich. Es una alegría que te vallas a casar, así que... Este regalo le dará el mejor jardín a tu futura esposa. —El aristócrata se intrigaba mas a cada palabra del italiano. —Pensaba llevarlo, pero aprovechando que estas aquí. Podrás llevárselo sin contratiempos.

Se oyeron pasos nuevamente, Feliciano había vuelto y con él, el joven pelinegro que había visto a su llegada.
Este tenia la mirada bajo, así que no podía ver sus facciones. No estaba sucio como se esperaría de alguien que estaba en el jardín. Y no tenia cadenas o lazos como Roderich pensó que los transportaban.

—Aqui esta abuelo. —Comento el italiano menor, mientras guiaba al joven sirviente hasta donde el general.

—Bien. Roderich, te presento tu regalo de bodas. —El italiano tomo al joven de los hombros volteándolo a donde él se encontraba. Ahora podía verlo mejor, ese joven no pasaba de los 15 años de edad.

El austriaco se levanto de su lugar rápidamente. Nunca se espero que le fueran a dar una persona como si de un objeto se tratase. Pensaba negarse, pero el general le dijo.

—No pienso aceptar un NO como respuesta. Este pequeño de aquí, es capaz de hacer cualquier labor domestica que le órdenes. —Palmeo el hombro derecho del menor, el cual no mencionó palabra alguna, ni siquiera levanto la mirada. —Eso si, tienes que darle un día de descanso y un florín si quieres que trabaje bien.

Esto ultimo le extraño tanto al austriaco como al suizo. ¿Rómulo le pagaba a sus sirvientes? ¿Qué clase de persona hacia eso?
Y aunque no fuera mucho, los sirvientes ya tenían un techo (que compartían con otros sirvientes) y algo de comida.

Rómulo explicó. Que si se quería un mejor trabajo de parte de ellos, lo mejor era darles algo a cambio, solo así serian capaces de trabajar a gusto y harían un mejor trabajo. Ya que, la ideología del general italiano era muy distinta a la mayoría de burguesía europea.

—Espero comprendas Roderich, que el regalarte a este chico no es porque lo vea como un objeto como la mayoría los ve. —Hizo uno de la palabra nuevamente el hombre de sonrisa amable. —Sino que, estoy dejando a este joven bajo tu tutela. Por eso te digo lo que tienes que hacer si quieres que haga bien las cosas que le pidas.

—No se podía esperar otro tipo de trato de tu parte Rómulo. —Comento con una sonrisa el suizo. Y es que solo el italiano seria capaz de hacer las cosas de ese modo, pues quien lo conocía bien. Sabia que él venia de una familia de campesinos sin mucho que ofrecer.









[...]








Unos días después, Roderich, Vash y el joven sirviente volvían a Austria para empezar los preparativos de la vida del primer mencionado.

El pelinegro iba cayado y con la mirada baja. Roderich no sabia que hacer con el joven, sabia que necesitaba enseñarle el idioma, pues el joven solo hablaba muy poco de italiano.

Suspiro, nunca había tenido un sirviente personal y no sabia que como tratarlo, bueno... Aparte de las pequeñas instrucciones dadas por el general.

¿Qué es lo que debía hacer de ahora en adelante?


—Ohayo Perez.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top