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Casi vomito tres veces de camino a casa de Jin, pero me aguanto los nervios porque voy en el coche de Jackson, y lo último que quiero en el mundo es tener que pagar para que limpien mi vómito de la tapicería.
Sinceramente, no recuerdo ni un segundo de mi turno de cinco horas en el Della. Ni de mi ensayo de una hora con Cass antes de ir a trabajar. Ni de cómo he llegado de un sitio a otro. Llevo con el piloto automático puesto desde que salí de la habitación de Jin por la mañana; cada pensamiento consciente se ha centrado en lo que voy a hacer esta noche.
¿He dicho ya que estoy nervioso?De todos modos, no debería estarlo. Es solo sexo. Es sexo con un chico que me atrae, un chico que realmente me gusta y en el que confío.
Mis manos no deberían estar temblando así y mi corazón no debería estar latiendo tan rápido. Pero, entrelazándose con los nervios, hay una sensación de emoción.
De anticipación. Incluso me he puesto ropa interior "sexy" debajo de mi uniforme de camarero. Sí.
Los compañeros de piso de Jin no están en casa cuando entro. A menos que estén atrincherados en sus habitaciones, claro. No creo que sea así, porque no oigo nada más que silencio en el pasillo de arriba cuando me dirijo hacia la habitación de Jin.
Me pregunto si Jin les mandó esfumarse. Espero que no, porque..., bueno, eso es como poner un cartel de neón anunciando que él y yo vamos a hacerlo esta noche.
—Ey —dice cuando entro.
Mi corazón hace un salto mortal de nervios y una voltereta de admiración a la vez.
Es evidente que se ha tomado su tiempo para prepararse porque su pelo todavía está un poco mojado de la ducha y su cara está completamente afeitada. Echo un vistazo asus pantalones de chándal negro y su camiseta interior ceñida de color gris; después miro mi uniforme chillón. Gracias al estado de histeria en el que he estado durante todo el día, he olvidado traer un cambio de ropa.
Aunque, por otra parte, es probable que no llevemos la ropa puesta mucho más tiempo.
—Ey —digo tragando saliva—. Bueno, y entonces... ¿cómo quieres hacer esto?¿Me quito la ropa? —Hago una pausa como si se me estuviera ocurriendo algo—. No te atrevas a pedirme que haga un striptease porque ya estoy bastante nervioso así como estoy, y es completamente imposible que pueda bailar algo que se parezca a un baile sexy; vamos, ni de lejos.
Jin se echa a reír.
—No sabes ni cómo tomártelo, ¿verdad, Jenny?
Gimo con tristeza.
—Ya lo sé. Es que estoy... nervioso —insisto. Cojo aire y me limpio las manos sudorosas en la parte delantera de mi pantalón —. ¿Podemos empezar? Estás ahí de pie mirándome y me estás poniendo histérico.
Se acerca con una sonrisa sosegada y rodea mi barbilla con sus manos.
—Primero, relájate, no hay ninguna razón para estar nervioso. Y segundo, no esperaba ningún striptease; y a decir verdad, tampoco me apetece especialmente. —Me guiña un ojo—. Al menos, no esta noche... Y tercero, no vamos a empezar nada ahora mismo.
Lucho contra una punzada de decepción.
—¿No?
Jin me lanza la misma camiseta con la que dormí anoche.
—Quítate el uniforme y ponte esto. Voy preparando el siguiente disco. —Va hasta la tele y coge la caja del DVD de Breaking Bad.
—¿Quieres ver la tele? —pregunto con incredulidad.
—Exacto.
Abro la boca. Después la cierro. Y la dejo cerrada, porque de repente me doy cuenta de lo que está haciendo, y se lo agradezco de todo corazón.
Está intentando que me sienta cómodo.
Y funciona.
Me meto en el baño para cambiarme y vuelvo un minuto después para unirme a Jin en la cama. Al instante pone su brazo alrededor de mis hombros y tira de mí hacía sí; su familiar aroma masculino me relaja.
—¿Listo? —dice de forma casual, sosteniendo el control remoto.
Me doy cuenta de que sonrío.
—Sí.
El episodio llena la pantalla y apoyo la cabeza sobre su hombro mientras me concentro en el televisor. Igual que ha ocurrido las otras veces que hemos visto esta serie juntos, ninguno de los dos abre mucho la boca aparte de algún jadeo ocasional por mi parte o alguna especulación por la suya, pero a diferencia de las otras veces,yo solo presto atención a la serie a medias. Jin toca mi hombro con la palma de la mano con una caricia suave y sensual que hace que sea muy difícil concentrarse en el televisor.
A mitad del episodio, se inclina y me besa el cuello.
Yo no digo absolutamente nada, pero se me escapa un suspiro involuntario. Se me pone la piel de gallina en el lugar que sus labios tocan y, cuando descansa una gran mano en mi muslo desnudo, una sacudida de calor abrasa mi piel.
—¿Qué haces? —balbuceo.
Sus labios se desplazan a lo largo de mi cuello.
—Crear el ambiente adecuado. —Mordisquea el lóbulo de mi oreja—. A diferencia de algunas personas que yo me sé, sé cómo hacerlo.
Le saco la lengua aunque no pueda verla. Está demasiado ocupado volviéndome loco con sus labios, plantándome besos húmedos con la boca abierta en un lado de mi garganta.
La excitación comienza a despegar desde lo más profundo, extendiéndose hacia afuera, revoloteando por todo mi cuerpo y cosquilleando mis zonas erógenas. Cada vez que sus labios me besan un nuevo pedazo de piel, tiemblo de placer. Cuando su lengua me hace cosquillas en la mandíbula, giro la cabeza y nuestras bocas se encuentran en el beso más caliente del universo.
Me encanta cómo besa Jin. No es ni descuidado ni apresurado, sino hábil y lento y absolutamente increíble. Su labios rozan los míos, relajados y provocativos,mientras su lengua se cuela en el interior de mi boca, solo a veces, para una cata fugaz antes de salirse de forma seductora. Ladeo la cabeza permitiendo que el beso sea más profundo y gimo cuando el sabor a menta de su boca invade mi lengua. Un estruendo masculino surge de la parte posterior de su garganta y mi vientre se contrae en respuesta.
Su boca permanece pegada a la mía mientras me empuja suavemente sobre mi espalda, colocándose a mi lado. Una mano cálida cubre mi pecho sobre la fina tela de mi camiseta y un fogonazo de placer me hace gimotear de deleite.
—Dime si voy demasiado rápido. —
Su voz profunda me hace cosquillas en loslabios; después su lengua se abre camino a través de ellos para encontrarse de nuevo con la mía.Todos mis sentidos están sobrestimulados. Jin me besa mientras me aprieta uno de mis pezones y frota suavemente mi otro pezón con el pulgar, y todo lo que hace me gusta tanto que no sé en qué sensación centrarme.
Mis latidos enloquecen cuando baja su mano por mi cuerpo. Duda cuando llega a laparte inferior de la camiseta, pero a continuación, emite un sonido ronco y desliza sus dedos por debajo.
Cuando su mano se mueve entre mis piernas, se me corta la respiración. Cuando sus dedos tocan mi polla sobre la ropa interior, gimo.
La mano de Jin se detiene.
—¿Quieres que pare?
—Dios. ¡No! Sigue.
Una risa ronca sale de su boca, y luego su mano comienza a moverse de nuevo.
Justo cuando creo que no puedo sentir nada mejor, me demuestra que estaba equivocado; aparta a un lado mi calzoncillo y presiona su dedo índice directamente sobre mi entrada.
Mis caderas se disparan como si las hubiese alcanzado un rayo.
—Oooh. Sigue haciendo eso.
Hace pequeños círculos alrededor de mi parte más sensible; son suaves pero firmes. Poco a poco su dedo entra dentro de mí.
Suelto un suspiro
El gemido que deja escapar vuela por mi espina dorsal.
—Oh, Dios. Estás malditamente estrecho.
Sí que lo estoy. Totalmente. Y el deseo entre mis piernas está empeorando, palpitando más y más, mientras olas de placer bailan en mi interior. Me sorprende muchísimo sentir los signos reveladores del orgasmo inminente. Esto es lo más cercaque he estado de sentirme así jamás, pero me distraigo cuando noto el duro bulto que presiona mi cadera. Sentir la erección de Jin frotándose contra mí es tan erótico que me impide pensar con claridad.
Estoy desesperado por tocarle y mis manos se mueven como si estuviesen poseídas, deslizándose bajo la goma del pantalón y sus calzoncillos.
Nada más tocar su erección, abro la boca de par en par.
—Oh, Dios mío, ¿ESTÁS DE COÑA?
Dice con sorpresa:
—¿Qué pasa?
—¿Tomas hormonas de crecimiento o algo así? —Aparto la mano rápidamente,intentando resistir otra oleada de nerviosismo—. ¡Es completamente imposible que ese monstruo humano pueda entrar dentro de mí!
La cabeza de Jin cae de golpe en el hueco de su brazo, mientras su cuerpo se mueve con pequeños espasmos. De primeras pienso que está cabreado. O que incluso está llorando. Necesito unos cuantos segundos para darme cuenta de lo que estásucediendo en realidad. ¡Se está riendo!
No, retiro eso. Le está dando un ataque de histeria.
Su ancha espalda tiembla con cada carcajada, haciendo que el colchón que hay debajo de nosotros se mueva también. Cuando por fin habla, su voz es jadeante y rotapor las risas.
—¡¿Monstruo humano?!
—Deja de reírte de mí. Lo digo en serio —insisto—. Puede ser que paresca duro pero, ¿tú has visto mis caderas? ¡Son diminutas y estrechas! Lo que indica que ni de coña eso...
Suelta una carcajada.
—¡¿Estrechas?!
—...Me vas a partir en dos.
Levanta la cabeza y juro que veo lágrimas en sus ojos.
—Creo que es el mejor cumplido que alguien me ha dicho nunca —dice medio ahogándose.
—No es divertido, ¿vale?
Sigue riéndose como un loco.
—Es superdivertido.
—¿Sabes qué? No vamos a seguir con esto. Oficialmente, te has cargado el«ambiente adecuado». Eres un CORTA RROLLOS.
—¿Yo? —pregunta entre risas—. Te lo has cargado tú solito, bonito.
Me siento mientras gruño de cabreo.
—En serio, era una idea absurda.
Suspirando, busco el control remoto por el colchón.
—Vamos a ver la serie.
—De ninguna manera. Ya hemos llegado hasta aquí. —Su voz se vuelve áspera—.Dame tu mano.
Le miro con recelo.
—¿Por qué?
—Porque creo que si llegas a conocer mejor a mi «monstruo humano», verás queno tienes por qué tenerle miedo.
Me río. Pero el humor se desvanece cuando Jin coge mi mano y la coloca directamente dentro de sus calzoncillos.¿Que me he cargado el ambiente adecuado? Ruge de vuelta a la vida cuando, con cuidado, pongo mis dedos alrededor de su polla. Es larga y gruesa y palpita bajo mis dedos, y eso es todo lo que necesito para que mi cuerpo vuelva a sentir un hormigueo feroz.
Le toco indeciso y él gime en voz baja.
—¿Ves? No es más que un viejo pene normal y corriente, Kookie.
Mi garganta se cierra con una carcajada.
—Hay tantas cosas raras en esa frase que no sé ni por dónde empezar. —Me detengo—. ¿Exactamente qué edad tiene tu pene?
—Veinte años, como yo —Jin contesta en serio—. Pero es mucho más maduro que yo. ¿Y tú estrecho culo? Es más sabio y maduro que...
Le callo con un beso.
No mucho después estoy temblando de placer otra vez. La mano de Jin regresa a mi polla igual de dura claramentemi polla no es tan grande como la suya.
La lengua de Jin llena mi boca y su erección se mueve en mi mano. Nunca me he sentido con tanto control ni tan deseable, porque sé que soy la responsable de los sonidos graves que está haciendo. Rompe el beso para mordisquear mi hombro, y la mecha que hay en mi cuerpo quema aún más, está tan cerca de la detonación que empiezo a gemir más fuerte.
Pero la excitación se extingue cuando abro los ojos y me lo encuentro observándome.
El hormigueo desaparece y yo me tenso bajo sus manos.
—¿Qué pasa? —murmura.
—Nada. —Trago saliva—. Solo... bésame otra vez. —Tiro de su cabeza y abro los labios para darle la bienvenida a su lengua.
Jin me acaricia la polla con una destreza que me sobrecoge. Es como sisupiera exactamente cuánta presión ejercer, cuándo frotar más rápido, cuándo hacerlo más despacio. Aprieto su talentosa mano, pero cuando él gruñe de nuevo, la excitación se desvanece una vez más.
Gruño también, de frustración.
—¿Qué pasa, Kookie? —Sus dedos rozan mi entrada —. Sé que te está gustando.Puedo sentirlo.
—Sí que me gusta. Yo... —Mi garganta se contrae cuando la impotencia aumentaen mi interior—. Estoy cerca y... se va. —Me aterra sentir el aguijón de las lágrimas—. Eso es lo que pasa siempre.
—¿Cómo puedo hacer que te corras? —dice, atento.
—No lo sé. Vuelve a tocarme. Por favor.
Lo hace, y, ¡oh, Dios! Lo hace tan bien. Cuando sus dos dedos se mueven dentro de mí en un movimiento lento, cierro los ojos otra vez, pero no importa; todavía siento que me mira.Igual que hizo Max cuando decidió llevarse lo que yo no le quería dar.
Fui plenamente consciente durante la violación. A veces, cuando estoy deprimido o dándome un baño de autocompasión, maldigo que las drogas no me noquearan ese día.
Se supone que las drogas de las violaciones te dejan inconsciente, joder. No debería recordar lo que me pasó. Desearía tanto no recordarlo...Pero sí que me acuerdo. Los recuerdos de ese momento son más borrosos que los recuerdos normales, pero la mirada salvaje de los ojos de Max está grabada en mi cerebro. Recuerdo estar acostado en la cama de los padres de Suly, sintiendo su peso encima de mí, sintiendo cómo empujaba dentro de mí, con fuerza, hasta el fondo y con dolor. Pero era como si estuviera paralizado.
Mis brazos y piernas no parecían funcionar y daba igual las inmensas ganas que tenía de golpearle o de darle una patada. Mis cuerdas vocales se congelaron, por lo que no pude emitir ni un solo grito.
Todo lo que podía hacer era mirar esos ojos marrones engreídos, teñidos de placer y brillantes de lujuria.
Los terribles recuerdos se mueven por mi mente como el ataque de un enjambre deabejas, robando los últimos rastros de deseo que había dentro de mí.
Sé que Jin siente el cambio en mi cuerpo, que yo ya no estoy duro y que mi temperatura ha bajado. Que estoy más rígido que una tabla y más frío que el hielo.
—Esto no está funcionando —dice con voz ronca.
Me incorporo, reprimiendo con fuerza las ganas de llorar.
—Lo sé. Lo siento. Es solo que... tú estás... me estás mirando... y...
Me ofrece una sonrisa torcida.
—¿Ayudaría si cierro los ojos?
—No —le digo con tristeza—. Porque sabré que me estás imaginando en tu cabeza.
Con un suspiro, se incorpora y apoya la cabeza en el cabecero de la cama. Sigue empalmado, puedo ver su erección presionando bajo los pantalones de chándal, pero cuando lentamente encuentra mis ojos, parece ajeno a su propio estado de excitación.
—No confías en mí.
Lo niego con rapidez.
—Claro que confío en ti. No estaría aquí si no lo hiciese.
—Está bien, rectifico lo que he dicho. No confías en mí lo suficiente como para dejarte llevar del todo.
Mis dientes se hunden en mi labio inferior. Quiero decirle que está equivocado,pero una parte de mí no cree que lo esté.
—El sexo es confianza, nada más —dice—. Incluso si no quieres a la otra persona,o si es solo un rollo de una noche, tiene que haber una buena dosis de confianza para abrirse y dejarse llevar a un lugar tan vulnerable, ¿sabes? Y no hay nada másvulnerable que tener un orgasmo. —Su boca se levanta en una sonrisa—. Al menoseso es lo que me ha dicho Doctor Google.
—¡¿Has buscado eso?! —le grito.
Sus mejillas enrojecen de la vergüenza.
—Tenía que hacerlo. Nunca me he acostado con una chico al que han... ya sabes...
—Lo sé. —Me muerdo el labio aún más fuerte para evitar romper a llorar.
—Después de lo que te pasó, no es de extrañar que tengas miedo a ser vulnerable.—Duda antes de seguir—. ¿Eras virgen?
Aprieto los labios y asiento.
—Me lo imaginaba. —Jin se queda en silencio unos segundos—. Tengo una idea, ¿estás dispuesto a escucharla?
No puedo hablar, porque estoy demasiado cerca de que me estallen los ojos de laslágrimas, así que se tiene que conformar con un asentimiento de cabeza.
—En vez de darte yo un orgasmo, ¿por qué no pruebas a dártelo tú?
Pensé que había llegado al nivel máximo de vergüenza esta noche, pero es evidente que siempre hay un poco más de humillación en la recámara.
—Lo hago todo el tiempo. —Mis mejillas arden cuando evito sus ojos.
—Delante de mí —corrige—. Provócate un orgasmo delante de mí. —Hace una pausa —. Y yo me provocaré uno delante de ti.
Ay, Dios.
No puedo creer que estemos teniendo esta conversación. Que me esté sugiriendodarnos placer a nosotros mismos delante del otro.
—Por favor, discúlpame mientras voy a colgarme del armario —balbuceo—. Estoy horrorizado ahora mismo.
—No deberías. —Su mirada de ojos grises se endurece con intensidad—. Será un ejercicio de confianza. En serio, creo que va a ser positivo. Ambos nos estaremos mostrando vulnerables y verás que no hay nada que temer.
Antes de que pueda responder, Jin salta de la cama y se saca la camiseta por la cabeza. Entonces, sin perder un instante, se baja de un tirón los pantalones a las caderas.
Mi respiración se corta en los pulmones. Antes había tocado su erección, pero enrealidad no había visto lo que ahora estoy viendo; es larga y dura y perfecta. Mi cuerpo se estremece al ver su cuerpo desnudo y cuando mi mirada se eleva para mirarlo a los ojos, lo único que veo en esas profundidades de color gris plata es un deseo sano y una amable mirada de aliento. Nada de sucio deseo, ni destellos de poder, brutalidad o malicia.
Él no es Max. Es Seokjin. Y se está exponiendo delante de mí, demostrándome que no pasa nada por bajar la guardia.
—Quítate la ropa, Jungkook. Deja que te vea. —Sonríe—. Te prometo no mirar demasiado lascivamente tu cuerpo de stripper.
Una sonrisa involuntaria aparece en mis labios. Pero no me muevo.
—Enséñame lo que te haces a ti mismo cuando estás solo—me provoca.
—Yo... —El nudo de mi garganta es demasiado grande como para poder hablar.
Su voz es cada vez más ronca y seductora.
—Enséñamelo y yo te lo enseñaré.
Envuelve su polla con su mano y un gemido sale tembloroso de mi boca.
Me encuentro con su mirada y algo en su sincera expresión me impulsa a la acción.
Mis dedos tiemblan incontrolablemente mientras agarro la parte de debajo de lacamiseta y la paso por mi cabeza, quedándome solo en ropa interior.
A continuación, respiro hondo y me quito los calzoncillos.
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