Capitulo 8

Después de clases, Joy y Brent me acompañan al gimnasio. No sé muy bien que hacer, así que decido que Joy me indique. Me hace correr en la trotadora (la máquina que tiene una cinta) por media hora. Brent se dedica a hacer ejercicios con las pesas, mientras Joy usa la bicicleta estática.

Cuando termino la trotadora, Brent me deja en las maquinas con pesas, para fortalecer brazos y piernas. Luego Joy nos hace hacer una competencia de abdominales, y gano. No sé por qué, pero eso me hace sonreír. Comienzo a hacer lagartijas, mi técnica es mala, Joy y Brent tienen que corregirme a cada rato, y cuando por fin puedo hacer una decente, me siento exhausta y termino acostada boca abajo en el piso.

-Estás haciéndolo mal-escucho a mis espaldas. Me siento y me volteo. Aiden me mira con esa típica sonrisa molesta y tiene los brazos cruzados.

-Lo haría mejor si estuvieras ayudándola, pero ya que la abandonaste, estamos nosotros-le responde Joy con enfado. La miro. Me sorprende escucharla hablarle así. Aiden se ríe.

-Vamos a tener clases juntos, no creo que necesite el entrenamiento extra-dice él, sin mirarme. Frunzo el ceño durante un segundo, y luego relajo mi expresión.

-Pero ella quiere hacerlo-replica Brent, su tono es calmado, no como el que tenía Joy. Aiden me mira, y yo le sostengo la mirada.

-Vamos, ponte de nuevo en posición-me dice, y se acerca a mí.

Le hago caso y me coloco en posición. Con su pierna empuja mi costado haciéndome caer. Lo miro, sin disimular mi molestia. Él se ríe.

-No tienes fuerza en los brazos-me dice Aiden.

-Por eso estoy aquí-le digo apretando los dientes.

Levanta las cejas, parece como si le causara gracia la situación.

-Yo la ayudare-dice Aiden después de un rato, mirando a mis espaldas a Joy y Brent.

-Nos quedaremos entrenando, si no te molesta-dice Joy, en un tono que aún no identifico, pero he escuchado antes, en Aiden. Aiden se encoge de hombros.

-Como quieran-dice, y luego vuelve a mirarme.

Joy y Brent se quedan en las maquinas, mientras que Aiden me ayuda. Algo en mí se remueve cuando sus manos se colocan en mi abdomen y mi espalda, explicándome que debo mantenerme recta.

Aiden me obliga a hacer unos cuantos ejercicios más, hasta que estoy completamente agotada. Me dirijo al baño con Joy, y en los casilleros busco la toalla y ropa limpia para colocarme. Me ducho rápidamente, y luego salgo a unas bancas a vestirme. Me quedo en ropa interior mientras busco unos calcetines limpios. Joy sale de la ducha y me mira, sus ojos como platos.

-Leah, ¿Qué tienes en la cadera?-me pregunta. La miro, y luego miro mi cadera. La herida, ya sana, me ha dejado una cicatriz irregular larga, de unos ocho centímetros aproximadamente.

-Es una herida que me hice en el bosque-le digo volviendo a mirarla. No le doy más importancia.

-¿Cómo te la hiciste?-me pregunta acercándose.

-No recuerdo-le digo, y me encojo de hombros.

-¿Cómo no lo recuerdas? Si es enorme-dice mirándola.

-Cuando llegue, me di cuenta de que tenía muchas heridas, y que no las había notado-le digo. Hace una mueca, ladeando su boca hacia un lado.

-¿Te duele?-me pregunta. Niego con la cabeza.- No sé cómo lo tomas con tanta normalidad.

-No sé lo que es normal-le digo mirando el suelo. Su mano se coloca en mi brazo, la miro y me sonríe.

-Nada de esto es normal, en realidad-me dice, y luego se ríe.- Me sorprende ver que Aiden te haya ayudado, normalmente es indiferente con todos, y la verdad es que no es nada simpático.

-¿Indiferente?-pregunto, no conozco el término.

-Sí, ignora a los que están a su alrededor, bueno, a algunos. Con los únicos que lo veo compartir más, es con Val, Duncan, Phil y Sunny. Ni siquiera con Thomas, y ya sabes como es él, muy amable. No puedo entender como alguien puede ser así con Thomas, si es de lo más simpático.

Joy se viste mientras habla. Me cuesta un poco seguirle el hilo, pero entiendo todo. Bueno, no debería tomarme como personal el desprecio en los ojos de Aiden cuando me habla, es así con todos, o al menos con casi todos. Me termino de vestir, dejo la ropa sucia y la toalla en el canasto, y salimos.

-¿Qué es eso que tienes ahí?-le pregunto al notar que en su brazos sobresale algo de forma circular, muy pequeño.

-Oh, es mi implante. Ya sabes, el anticonceptivo-me dice sonriendo, luego frunce el ceño y me mira.- ¿No tienes uno?

-No-le digo, ¿Por qué debería tener uno?

-Oh, tenemos que arreglar eso-me dice, toma mi mano y me jala en dirección contraria a los ascensores.

-¿Qué? Joy eso lo necesita la gente que... ya sabes, tiene sexo-le digo avergonzada, y noto como me sonrojo.

-Y tú no sabes cuándo eso puede pasar, debes estar preparada-me dice como si nada. No puedo evitar que mi cara se descomponga.

-Joy, no pretendo tener sexo. No ahora, no en unos meses, no en unos años-le aclaro. La sola idea me deja los pelos de punta. Ella se ríe por lo bajo.

-Eso lo dices ahora-me replica. Me detengo y la miro. Me cruzo de brazos. Pone los ojos en blanco.- Escucha, no es solo por eso. Con el implante no te llega el periodo, es magnífico.

La observo. Bueno, tiene razón. El dolor cuando me llega el periodo es insoportable, y además, no me gusta, me siento mal durante todo el tiempo. Respiro profundamente.

-Está bien-le digo, ella me sonríe, y vuelve a jalarme para que la siga.

Me conduce por el vestíbulo hasta una puerta metálica en la que no había reparado, las puertas se abren automáticamente cuando estamos solo a unos pasos. Se extiende un pasillo largo, con paredes y piso blanco. Me recuerda un poco a mi escuela. Al fondo, hay un ascensor y se bifurca en dos caminos. Joy toma el pasillo de la derecha. Hay otras puertas metálicas a lo largo del pasillo, cerradas y dispuestas ordenadamente. Puedo ver que en cada puerta hay una placa con una inscripción, pero vamos tan rápido que no puedo leer ninguna. Joy se detiene frente a una de las puertas a la derecha, y la inscripción dice "Dra. Pamela Sutton, OB y G". Joy toca la puerta, escucho a alguien adentro que nos dice que pasemos y Joy abre la puerta.

-Hola Dra. Sutton-dice Joy entrando, yo la sigo por detrás.

Observo la pequeña consulta, a mi izquierda hay una camilla, al fondo, la Dra. Sutton sentada en su escritorio con una pantalla. Detrás del escritorio, una ventana. A la izquierda, un lavabo y un basurero. Me fijo en los cuadros colgados, uno tiene el desarrollo embrionario dibujado, otro un calendario menstrual. No se parece a ninguna consulta que haya visto en P-Storm.

-Joy, que gusto verte-dice la Dra. Sutton, levantándose de su asiento y acercándose para saludar a Joy, dándose la mano, luego me observa a mí.

-Ella es Leah, llego hace menos de un mes-le dice Joy, presentándome. Me acerco, me tiende la mano y se la tomo.

-Un gusto-me dice con una sonrisa amable. Asiento con la cabeza.- Dime Joy, como te puedo ayudar hoy.

-Leah no tiene su implante, y pensé que sería buena idea colocarle uno-le dice Joy.

-Claro, por supuesto. Déjame llamar a Harold para que traiga los implementos. Siéntate Leah, te explicare como funciona.

Luego de explicarme como funciona el implante, llega Harold, un hombre de tez oscura y cabello largo negro que cae hasta sus hombros, con una bandeja metálica con guantes, una especie de jeringa y un parche. No digo una sola palabra. La Dra. se coloca los guantes, toma la jeringa y coloca el implante en mi brazo izquierdo. Cuando acaba, coloca un parche. No ha dolido ni un poco.

-Comenzara a funcionar bien dentro de una semana. Puede que tengas dolores de cabeza, si es así, tomate este medicamento-me dice y me pasa una pequeña caja azul oscuro.- Si el dolor persiste por más de tres días, debes volver a verme. Recuerda que este implante solo maneja el control de embarazo, las enfermedades de transmisión sexual solo se previenen con preservativo.

Me sonrojo, asiento con la cabeza. Joy y yo le damos las gracias y nos vamos. Volvemos al vestíbulo y nos dirigimos a los ascensores para ir a nuestras habitaciones.

-¿Estas bien?-me pregunta sonriendo, asiento con la cabeza y le doy una pequeña sonrisa.- Debes estar molida con tanto ejercicio.

-¿Molida?-le pregunto. Se ríe.

-Sí, es una expresión. Quiere decir que estas muy exhausta-me explica. Asiento con la cabeza.

-Sí, estoy molida-le digo. Ella me sonríe aún más y coloca su brazo sobre mis hombros.

Al llegar a la habitación, me mojo un poco la cara y me siento en la silla del escritorio, porque si toco mi cama creo que me quedare dormida al instante.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina, donde veo que Brent está haciéndose un sándwich. Me acerco, y en la encimera encuentro un pequeño canasto con fruta. Saco una manzana y la masco. Brent se da vuelta al sentirme, me sonríe.

-¿Qué quieres ver hoy?-me pregunta. Me encojo de hombros.- ¿Te gustaría ver una de acción?

-Claro-digo, aunque no sé a qué se refiere con una película de acción exactamente.

Dos horas, dos sándwiches y tres tazas de café después, me encuentro hundida en el sillón viendo una película en que un hombre con un traje metálico dispara una especie de luz desde sus manos y logra derrotar a un hombre con un traje parecido pero mucho más grande. No he entendido la mitad de la película, principalmente porque hay muchas cosas que para mí no tienen sentido, y es que, eran otros tiempos. Cuando por fin acaba, Brent me sonríe y suelta un gritito. Le sonrío, aunque la verdad no sé porque esta así.

-Estas películas son lo máximo, hay muchas. Podemos verlas todas, no ahora por supuesto. Iron Man es mi favorito de todos los superhéroes-me dice. Asiento con la cabeza, porque no sé de qué está hablando.

-Brent ¿De nuevo? ¿Es que no te aburres de verla?-le pregunta Joy, que se acerca por atrás, da un salto y queda sentada entre Brent y yo.

-Leah tiene que saber de los Vengadores-replica Brent.

-¿Has entendido algo de la película?-me pregunta Joy, ignorando a Brent.

-Un poco-le respondo avergonzada. La cara de Brent pierde su sonrisa.

-Pero si es muy buena-dice el en voz baja.

-Ya, pero es que hay muchas cosas que, si no sabes bien como eran las cosas antes de la república, no vas a entender-le replica Joy.

-¿Debería haber partido con Capitán América entonces?-pregunta Brent.

-No, idiota. Deberías haber partido por una clase de historia-le dice Joy, con un tono que no entiendo.

Comienzan a discutir, así que aprovecho de pararme y voy a buscar yogurt, luego pretendo irme a dormir. Abro el refrigerador y busco. Encuentro un yogurt de una fruta llamada frutilla, lo he probado antes y me ha gustado. Saco el frasco de vidrio del refrigerador, y luego busco una cuchara. Desenrosco la tapa y comienzo a comer, apoyándome en la encimera.

-Hola-escucho que me dice alguien desde la oscuridad. Pego un brinco, y mi corazón late rápido. La luz de la cocina se enciende automáticamente, y veo a Aiden, con una sonrisa en sus labios, apoyándose en la encimera frente a mí.

-Hola-le respondo, calmándome. Se cruza de brazos y levanta su barbilla.

-Así que seguirás con el entrenamiento extra-me dice. Asiento con la cabeza, y me echo una cucharada de yogurt a la boca.- ¿Por qué?

-¿Por qué?-le pregunto, sin entender. Se descruza de brazos y se acerca dos pasos hacia mí.

-Sí, ¿Por qué? ¿Por qué si voy a comenzar a entrenarte yo en clases?-pregunta mirándome fijamente. Trago saliva. Su cercanía me pone nerviosa.

-Porque... porque el entrenamiento hasta ahora solo ha sido para ejercitarme.

-¿Y?-pregunta, como si no entendiera. Quizás no entiende. Frunzo el ceño.

-Si quiero rescatar a mi madre, tengo que ir a uno de los ataques ¿no?-pregunto, él no me responde. Nos quedamos en silencio unos minutos, mirándonos.

-¿Eso que tiene que ver?-pregunta finalmente.

-Si tengo que ir un ataque, tengo que aprender... a pelear. Y a disparar-digo en voz baja. Aiden sonríe, y luego se ríe. Se voltea y vuelve a la encimera en la que estaba antes. Lo agradezco, porque me pone nerviosa que este tan cerca, y me cuesta pensar.

-¿Tú vas a disparar?-me pregunta, y vuelve a reírse. Me molesto, frunzo el ceño y lo miro fijamente. Deja de reírse, pero aún tiene esa sonrisa odiosa.- Las clases de tiro las tendrás con los de tu clase, al igual que las de lucha.

-Pero jamás he tenido una, creo que necesito algo más de entrenamiento para estar al mismo nivel de los demás-le digo. Entrecierra los ojos y me observa.

-Eso debiste pensarlo antes de pedir que te pasaran a la siguiente clase-me dice. Su sonrisa se desvanece. Una sensación que hasta el momento no había sentido se apodera de mí. Quiero golpearlo. Agarro fuertemente el frasco de yogurt en mi mano, conteniendo la sensación. Su expresión se relaja y sonríe. Mis ganas de golpearlo aumentan.- Te ayudare.

-¿Me ayudaras?-pregunto, sin creerle. Asiente con la cabeza.- Pensé que me ibas a hacer trabajar duro en clases.

-Y lo hare. Pero si tanto quieres el entrenamiento extra, te enseñare. Lo necesitas, y mucho, después de lo que vi hoy, no podrías golpear a nadie sin herirte a ti misma-me dice y suelta una risita. Aprieto los dientes.

-Gracias-le respondo cortante, algo que nunca había hecho, y me volteo para ir al sillón con Brent y Joy.

-Espera-dice Aiden a mis espaldas.

Veo que en el sillón Joy y Brent nos miran atentos. Me volteo lentamente para enfrentarme a Aiden. Da unos pasos y queda muy cerca de mí, tan solo a unos veinte centímetros o menos. Mi corazón comienza a latir frenéticamente, y mis mejillas se sonrojan. La reacción me da el mismo pánico que he sentido durante toda mi vida, cuando siento que dejo entrever mucho de mí y mis sentimientos.

-Mañana, antes de comenzar la clase, quiero que estés en el campo de entrenamiento de afuera a las siete en punto-me dice.

-¿Por qué?-le pregunto. Sonríe.

-Para enseñarte a tomar un arma-me dice. El miedo en mi interior se activa, pero lo controlo.

Aiden sonríe de lado, y luego se va de la cocina y desaparece tras el pasillo. Mi corazón late acelerado. No sé por qué me pongo tan nerviosa cuando él se acerca, y eso me aterra. Me volteo y miro a Joy y Brent. Brent tiene los brazos cruzados y me mira con el ceño fruncido, mientras que Joy me sonríe de una forma que nunca había visto, pero que me hace sonrojar. Me acerco, ignorando la sensación de mi interior, y me siento junto a ella.

-¿Qué tanto te hablaba Aiden?-me pregunta Brent entrecerrando los ojos. Los dos me miran expectantes.

-Va a seguir entrenándome-les respondo.

-Interesante-me dice Joy, y suelta una risita. No entiendo su expresión. Brent rueda los ojos.

-Podíamos haber seguido ayudándote nosotros-me responde él. Me encojo de hombros.

-Brent, cállate-le dice Joy. Levanto una ceja, definitivamente no estoy entendiendo nada.

-Como quieras, me iré a dormir-dice Brent y se levanta para irse rápidamente.

-¿Qué le pasa?-le pregunto a Joy.- Brent no es así.

-Puede que este algo molesto-me responde mirando el pasillo por el que se fue. Frunzo el ceño.

-¿Por qué?-pregunto. Me mira y abre la boca, pero luego la cierra y me sonríe.

-Algún día entenderás.

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