Capitulo 5
Pete, Val y Aiden tienen las comisuras de sus labios elevadas, y muestran los dientes. Val se levanta de su silla y se coloca frente a uno de los muchos monitores que hay.
-Leah, tendrás que recuperar musculatura, en cuanto lo hagas deberás partir tu entrenamiento de defensa personal, estrategia, lucha y disparo. Todos aquí deben aprender a ser soldados. También puedes elegir una rama de estudio complementario. No todos están obligados a participar en misiones después, eso debes decidirlo tú-dice Val muy rápido, por lo que me cuesta seguirle el hilo.
-Aiden, quiero que te encargues personalmente de su entrenamiento. Vas a integrarla y ayudarla en lo que sea-dice Pete.
Aiden de nuevo hace un extraño movimiento con los ojos, como que los mueve de un lado a otro, y exhala fuertemente. Tiene la misma expresión que tenía yo cuando en clases de química nos hicieron hacer parejas y me toco con Gretchen, una compañera que siempre me decía que lo hacia todo mal, y que ella lo hacia todo bien. Que ella la mejor de la escuela y yo la peor. Esa expresión, es la que tiene Aiden ahora.
-Tendrás que estar en clases de entrenamiento más básicas-dice Val.
-¿Qué quieren decir con básico?-pregunto.
-Estarás en un grupo de entrenamiento con chicos de doce o trece años-dice Aiden, tiene las comisuras de sus labios levantadas, e incluso emite el extraño sonido de Olive.
Lo miro, frunzo el ceño por un instante y luego vuelvo a poner mi cara normal.
-No me mires así-dice Aiden, aunque no lo dice en serio, tiene un tono extraño y aún tiene las comisuras de sus labios hacia arriba.
-Tú no me hagas así-le digo y señalo su boca.
-Eso se llama sonreír-dice Val. La miro.
-¿Qué harán con la expresión corporal?-pregunta Aiden.
-Ira a una clase especial junto con los demás-dice Val.- Hay muchos que llegan arrancando y deben adaptarse a esta vida libre, donde pueden decir y expresar lo que sienten.
-Yo no sé cómo se llaman las... cosas-digo.
-Sentimientos, se llaman sentimientos-dice Aiden de la misma manera que mi madre me hablaba cuando intentaba después de mil intentos explicarme algo.
-No te exasperes Aiden-dice Pete.
-¿Qué es exasperar?
Todos me miran y Aiden vuelve a mover los ojos.
Pete le indica a Aiden que debo comenzar mañana mismo, por lo que Val le ordena que hoy me vaya a presentar con mis nuevos compañeros de clase de preparación física. Salimos de la sala y comenzamos a avanzar por un pasillo bien iluminado, cubierto por cerámica gris. Hay grandes ventanas que me permiten ver el exterior, donde una gran explanada de pasto verde se extiende. Hay gente caminando por ahí, hombres y mujeres, hablando, haciendo sus extrañas expresiones... siento que me mareo. Es demasiada información en un día. Aiden camina rápido, y me cuesta seguirle el paso. Finalmente llegamos a un vestíbulo lleno de gente hablando por todas partes, Aiden pasa de largo y llegamos a otro pasillo, más amplio, con piso de madera y paredes amarillas pálidas. Se detiene frente a una puerta café y la abre. Ahí, sentados en sus pupitres, hay alrededor de quince niños y niñas. Me miran fijamente, de una manera extraña, como la que le dábamos a una profesora nueva que no conocíamos. Aiden habla con una mujer que debe tener alrededor de treinta años, y luego se dirige a todos los niños y niñas, y me presenta. Luego salimos y me dice que me llevara a conocer el grupo de expresión corporal y manejo de las emociones. Eventualmente podre ir a clases con los de mi edad, una vez recupere el peso, pero por ahora, tengo que entrenar con gente de doce años.
Caminamos por el pasillo hasta encontrar otra puerta, esta vez Aiden toca primero, y alguien adentro se la abre.
-Hola Aiden ¿Cómo estás?-pregunta en un tono muy suave un hombre de tez oscura, cabello negro corto lleno de pequeños rizos, ojos cafés y cabello por todo su mentón y sobre su labio superior. Se fija en mí, y me sonríe.
-El encargo de Val, ¿ya te dijo, verdad?-pregunta Aiden, el chico asiente con la cabeza, se hace a un lado y nos deja pasar.
Dispuestos en círculo, hay ocho personas sentadas en sus sillas, mirándonos. El más joven es un chico que debe tener dieciséis años, pero todos tienen distintas edades, e incluso hay un señor que se nota más viejo, no puedo adivinar cuantos años tiene pero todo su cabello es blanco, incluso el que sale de su mentón.
-Estimados-dice el hombre que nos abrió la puerta.- Les presento a nuestra nueva integrante que comenzara mañana sus clases con nosotros, Leah.
-Hola-dicen todos al unísono, algunos con el tono plano que yo misma uso, otros incluso me sonríen. Asiento con la cabeza.
-Me llamo Thomas, un placer conocerte Leah-me dice el, no intenta darme la mano ni acercarse, simplemente me sonríe, pero de manera diferente a como lo hace Aiden. Asiento con la cabeza.
-Nos vemos-dice Aiden, con el mismo tono de siempre, ese que se parece al que tenía Alice cuando no quería seguir escuchando a nuestra profesora de historia.
Salimos de la sala y caminamos por el pasillo, hasta llegar nuevamente al vestíbulo. Nos dirigimos hacia unos ascensores, Aiden aprieta y luego nos subimos cuando las puertas se abren.
Si bien las salas y el vestíbulo están a nivel del suelo, la mayor parte del refugio es subterráneo, está compuesto por túneles que llevan a las salas de reuniones, dormitorios y salas de estudio. El edificio en la superficie contiene la recepción, las salas de clases y de entrenamiento, en lo que llaman "jardines" hay canchas de deportes y dos campos de entrenamiento al aire libre. También hay invernaderos botánicos donde plantan la mayor parte de la fruta y verdura que se come. El gran casino está en el primer piso subterráneo. Supongo que está bajo tierra estratégicamente, por si hay algún ataque. El gobierno sabrá que están refugiados ¿No? ¿Sabrán que hay al menos nueve refugios esparcidos por toda la república? Llegamos al piso menos cinco. Aiden sale disparado, camina rápido y me voy quedando atrás. Comienzo a ver mis manos que, aunque ahora están humectadas, siguen siendo solo pellejo. Veo que la herida de la mano ya está curando, ahora hay una fina línea delgada color rojo, y eso hace que abra mucho los ojos. No puedo decir lo mismo de mi antebrazo, que tiene puntos, pero ya no sangra y no se ve con pus. Supongo que camino muy lento porque Aiden está esperándome apoyado en la pared del pasillo mirándome detenidamente. Su mirada me hace sentir, y tiemblo, porque no debería sentir nada.
-¿Qué tal tus heridas?-pregunta cuando lo alcanzo y sigue mi paso lento.
-Supongo que mejor-murmullo. Voy apoyándome en la pared para no hacer suficiente peso en el pie. La verdad no me duele tanto, quizás la crema aun tenga efecto anestésico.
-Lamento caminar rápido, estoy acostumbrado a eso-dice mientras mira hacia delante.- Se me olvida que aun estas débil.
-Me recuperare-susurro, mirando como el pasillo se abre en una gran sala de estar, a la derecha hay encimeras que tienen encima café y alimentos, junto con un refrigerador pequeño. Hay un lavabo y un microondas.
Luego veo que frente a las encimeras, hay escritorios con al menos cuatro monitores. Al medio hay grandes sillones negros, que de cierta manera rodean un gran televisor. Al lado del televisor, una pila de pequeñas cajas rectangulares azules con imágenes. Arriba de la pila hay un letrero pequeño que dice "PELICULAS 1995-2000" y a los lados hay más pilas similares, con años de cinco en cinco. La más vieja era de 1960-1965, y la pila era pequeña en comparación con las otras. Las pilas con mayor cantidad de películas eran las de 1990 en adelante. La ultima pila data de 2040-2043. Supongo que después de eso, esas "películas" ya no se hicieron más, aunque en realidad no sé lo que es una película.
Arriba de los escritorios hay una repisa con pequeñas cajas rectangulares transparentes, más pequeñas que las de las "películas" y arriba de la repisa sale un letrero que dice "MUSICA". Esta también distribuida pero esta vez por nombres extraños que no reconozco.
La sala no está llena, pero si hay al menos seis personas pululando por el lugar.
-¿Qué es una película?-pregunto bajito, para que nadie me escuche más que él.
-Son...-dice Aiden, y luego mira las pilas meditando.- Antes de toda esta mierda, la televisión no era de uso exclusivamente "informativo"- me explica con un tono extraño.
-¿Por qué me hablas así?-le pregunto.
-Soy impaciente, lo siento –dice, moviendo sus ojos como siempre.- Como te iba diciendo, antes la televisión era también para entretener, educar y muchas otras cosas. Las películas son recreaciones de realidades o de libros. Son interpretadas por actores.
-¿Libros? ¿Cómo los libros de historia?-pregunto.
-No todos los libros eran educativos-dice agitando la cabeza.- Eres como un niño.
Lo mire fijo y frunzo el ceño. Yo sé que no sabía nada de este mundo, pero es porque estaba viviendo en un lugar donde un pequeño gesto me significaba la muerte. No me gusta ser comparada con un niño. Siento dolor, pero no es físico, es como... dentro de mí.
-¿Cómo se dice cuando hieres a alguien, pero no físicamente?-pregunto en un susurro. El me mira y abre la boca, pero no dice nada.
-¿Te lastime tu orgullo?-pregunta, aprieta la mandíbula.
-No lo sé, no sé lo que es el orgullo-digo, sacudo la cabeza y entonces Val entra por el pasillo.
-Te mostrare tu habitación Leah, si necesitas cualquier cosa me informas directamente a mí con esto-dice y me tiende un aparato rectangular, es como una pantalla pequeña, no debe pasar los diez centímetros. Camina rápidamente y la sigo.
En las paredes hay cortinas negras metálicas, algunas tienen dibujos, y en la pared, al lado, hay una pequeña caja negra con luces rojas o verdes. Val nos lleva a una de las cortinas que tiene la cajita con luz roja, pero acerca una tarjeta plástica y la luz se torna verde. Val corre la cortina, se escucha un chasquido, y las luces de la habitación se encienden. Hay un escritorio vacío, de madera clara. Unas puertas de la misma madera que el escritorio, están en la pared de al lado, lo que debe ser el armario. Una cama de madera con sábanas blancas y cobertor de un color que no conozco se encuentra al otro lado de la habitación, y al lado un velador con una pequeña lámpara negra. Val se acerca a una puerta blanca que no había visto, la abre y es el cuarto de baño. Hay un inodoro, un lavamanos, un espejo, una repisa con toallas, unas puertas bajo el lavamanos, y una ducha.
-Bajo el lavamanos encontraras papel higiénico, shampoo, acondicionador, jabón y cosas de mujeres-dice Val.
-Cosas de mujeres-susurra Aiden y hace ese sonido que hacia Olive. Lo miro y no entiendo.
-Gracias-digo mientras observo las paredes. Son de color amarillo, pero no muy fuerte.
-¿Te gusta el color?-pregunta Val. Yo asiento con la cabeza.- Se llama amarillo pastel.
-¿Y el color del cobertor?-pregunto mientras miro ese color tan chillón.
-Violeta-dice Aiden, examinando mi expresión.
Asiento y me encamino al escritorio. Bajo el, encuentro una silla color negro. Recuerdo que no me dejaban ocupar negro, cuando era niña sí, pero luego lo prohibieron porque algunos rebeldes ocupaban como protesta poleras negras o una cinta negra que cruzaba sus frentes.
-¿Te puedo ayudar en algo?-pregunta Val.
Giro para responderle, pero entonces me observo en el espejo que hay al lado del escritorio. Me acerco casi saltando a el y observo mi figura. Todo me queda suelto. Mi cabello se ve como antes, pero mis ojos están algo rojos. Tengo rasguños en los brazos. La herida de mi ceja, aunque esta sanando, se ve roja aun. La herida del labio esta mejor, y el chichón solo se nota si lo toco. Pero mis pómulos se notan bastante, mi cara esta chupada. Sin embargo, tengo la sensación de que me he visto peor. No sé si es la energía de haber comido, o que me siento más segura, pero definitivamente mejorare, lo sé.
-¿Qué pasa?-pregunta Val. Me giro para mirarla.
-Quiero mis músculos de vuelta-digo con voz temblorosa. Aiden me mira y niega con la cabeza.
-No creo que hayas tenido músculos-dice él, y sonríe.
-Yo corría-susurro. Aiden me mira.
-¿Cómo?-pregunta.
-Yo corría, yo corría porque quería-digo mientras miro mis piernas delgadas.
-Entonces entrenaras duro para tener esos músculos de vuelta-dice Val.
-Val, dejémosla dormir-dice Aiden.- mañana nos vemos.
-En los cajones hay ropa interior, y bajo la almohada está el pijama. Mañana te enseñare el sistema que hemos desarrollado acá-dice Val sonriente.
Val se va y Aiden la sigue, pero se para en la puerta y se gira. Abre la boca, pero supongo que se arrepiente y se larga. Me acerco a la persiana y la cierro. La cajita rectangular esta también por dentro de la habitación, y tiene la luz verde encendida. La tarjeta que Val uso esta sobre el velador, y no sé si debo cerrar o no la persiana. Decido dejarla abierta. Me siento en la cama, y luego me recuesto y miro el techo blanco. Intento procesar todo lo que me está pasando, pero no puedo. Estoy cansada. Me levanto de un sopetón y me desvisto, para colocarme el pijama. No quiero pensar en nada, solo busco dormir.
«Mi madre tiene la cabeza rapada. Esta desnutrida y tiene la mirada perdida. Todas sus venas se notan a través de su piel tan pálida, que casi parece muerta. Está llorando frente a una mesa metálica. No se mueve de su silla. Sus manos están esposadas. Esta solamente vestida con una bata blanca traslucida. Sus pies están clavados al piso. Hay sangre en el suelo, mucha sangre. Es de ella. Quiero ayudarla, pero aparece la mujer de la transmisión que vi en la sala de reuniones. Ella me ve, no sonríe, no parpadea, no hace nada. Se da vuelta, tiene un bisturí en su mano derecha. Toma las manos de mi madre y las coloca sobre la mesa. Comienza a cortar desde el antebrazo hasta la muñeca del brazo izquierdo, dejando que la sangre corra por la mesa y que se derrame de la mesa. Hace lo mismo con el brazo derecho. Grito, grito y grito y no puedo moverme. Quiero matar a esa mujer. Quiero que suelte a mi madre y que se pudra su carne en el piso. Pero no logro alcanzarla, no logro llegar.»
El sonido de que alguien está tocando mi puerta me despierta. Me levanto despacio, suenan mis articulaciones. Camino hasta la puerta y la abro.
-Leah, necesito revisar tus heridas-dice la mujer bajita que me curo ayer, con una sonrisa. Tengo la cara mojada en lágrimas, y siento la garganta apretada.
-Claro-susurro, y me siento en la cama, mientras ella me sigue, saca la silla del escritorio y se sienta en esta. Toma mi pie para verme el tobillo.
-¿Cómo se siente?-pregunta mientras me palpa el pie a través de la venda.
-Un poco mejor-digo.
-Quiero ver el chichón de tu cabeza-dice. Agacho un poco mi cabeza y revisa.- Todo bien-dice sonriendo.
-¿Cuándo podrán sacarme los puntos?-pregunto.
-En unos dos días-dice mientras ve mis cicatrices.- No puedes bañarte aun.
Asiento con la cabeza, supongo que el baño de ayer es suficiente.
-Buenos días, tu entrenamiento comienza en una hora, te he traído el desayuno-dice Val abriendo la persiana.- Oh, hola Agnes, ¿Cómo está?
-Mejor-dice Agnes.-Leah, prepárate para tu primer día.
Val deja mi bandeja con comida en el escritorio y se acerca a un mueble con cajones y escoge para mí unos pantalones de buzo cafés y una polera verde musgo. También me entrega una chaqueta del armario, color negro. Salen de la habitación para que me vista sola. Me pongo ropa interior, calcetines, la ropa que me ha elegido Val y unos bototos negros. Como el desayuno que Val me ha dejado sobre el escritorio, un té, pan, jamón, algo que no conozco pero es muy dulce, de color naranja, y veo una pequeña lata gris de bebida que dice "proteínas". Comienzo a tomarla, el sabor no es muy bueno, pero supongo que es para recuperar mi peso. Salgo de mi puerta. No sé si hay que hacer mi cama, o limpiar, o si se cierra la puerta sola, así que me lleve la tarjeta por precaución junto con la pequeña pantalla que Val me dio ayer.
Aiden me está esperando en la sala, sentado en uno de los sillones con otro hombre. Al escucharlo hablar, creo que es Phil, el que recogió mis bultos cuando me rescataron. ¿Dónde habrán dejado mis cosas?
-Hola Leah, soy Phil, no sé si te acuerdes de mi-dice Phil sonriendo.
-Si te recuerdo-digo. Aiden levanta una ceja.
-Tus bolsos están siendo examinados, ya sabes, por precaución, supongo que te llamaran para que elijas que te quedas y que botas-dice Phil, hace un movimiento extraño con sus hombros.
-Gracias por traerlos-digo, y sin quererlo esbozo una pequeña sonrisa, pero inmediatamente vuelvo a poner mi cara normal.
-¿Tu sonreíste?-pregunta Phil, y Aiden mueve la cabeza. Niego con la cabeza.
-Vamos niña, en unas horas podrás preguntarle todo Phil-dice Aiden y me señala con la cabeza el pasillo.
Caminamos por el pasillo mientras me apoyo en las paredes. Aiden camina lento delante de mí, yo solamente lo sigo. No me gusta que me diga niña, ¿Cuántos años más que yo puede tener él?
-¿Cuántos años tienes?-pregunto mientras cojeo. Aiden se da vuelta y me mira con las cejas levantadas.
-Veinticinco-dice.- ¿Por qué?
-Tienes solamente cinco años de diferencia conmigo-digo, él niega con la cabeza.
-Seis años, aprende a restar-me dice con su tono de siempre.
-Casi cinco, cumplo años en menos de un mes. ¿Por qué siempre me hablas con ese tono?-pregunto deteniéndome.
-¿Con sarcasmo?-pregunta, lo miro detenidamente y vuelve a mover los ojos como siempre.
-No lo sé-digo mientras lo miro fijamente.
-Puede que hayas vivido en P-Storm, pero sí que tienes un carácter ¿Cómo sobreviviste todo este tiempo?-dice frunciendo el ceño.
-Sea lo que sea eso, no me digas niña, me llamo Leah-digo mientras vuelvo a caminar.
-Como digas niña-dice, y emite ese sonido de Olive. Frunzo el ceño.
-¿No te gusta que me ría de ti?-pregunta levantando las cejas.
-¿Qué es reír?-pregunto sin mirarlo.
-Esto-dice, y emite ese sonido. El sonido de Olive es reírse.
-No, no me gusta.
No sé qué me pasa, pero empiezo a cojear muy rápido. Aiden me grita y yo lo ignoro, hasta que me tropiezo y casi caigo. Casi porque Aiden me sostiene por mi brazo derecho.
-No puedes correr. Ni siquiera sabes dónde ir-dice mientras me ayuda a ponerme de pie.
-Lo sé-digo, y las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero respiro hondo y me contengo.
Aiden me conduce por el pasillo y volvemos al ascensor de ayer. Caminamos por el mismo pasillo y llegamos a la misma sala que me mostro ayer. Abre la puerta, y en un círculo grande de sillas están las mismas personas de ayer. En una esquina, un escritorio de madera oscura con una silla, y en la pared una pizarra interactiva, ayer no las había notado. Allí, escribiendo algo está Thomas. Tiene puesta una camisa cuadrille azul oscuro y unos pantalones negros. Aiden se acerca y le toca el hombro. Yo me quedo mirando el grupo.
-Leah, que gusto volver a verte, ¿Cómo estás?-dice Thomas con una sonrisa grande.
-Hola-digo, esbozo una leve sonrisa.
-Vendré a buscarte cuando salgas-dice Aiden, y sale rápidamente de la sala.
-Bien Leah, creo que deberías presentarte al grupo-dice Thomas. Yo asiento con la cabeza.
Me presento, digo de dónde vengo, omito el cómo llegue moribunda acá, y Thomas empieza la clase. Hay una mujer de mi edad, se llama Simone, y el chico de dieciséis, Vince. Me fijo mucho en una mujer de pelo canoso llamada Camyl. Era mucho más expresiva que los demás, casi tanto como Thomas. Y la otra persona en la que me fijo mucho es un hombre de treinta años, que tenía siempre los ojos muy abiertos.
Thomas me entrega una planilla que tiene distintas caras dibujadas, y al lado sale el nombre. Reconozco llorar, sonreír y risa. Las otras me son completamente desconocidas. Logro ver que la cara del hombre de treinta años es terror. Thomas comienza a hablar de las sonrisas, y los distintos tipos que hay. Reconozco algunas en Aiden. Sonrisa burlona, con sorna, divertida... me siento "molesta" (según la cara que veo en la planilla) al darme cuenta de que Aiden me sonríe de esas formas.
Cuando la clase acaba, todos se levantan y se van. Yo, como cojeo, me demoro un poco más, y Thomas toma mi brazo para ayudarme a salir al pasillo. Aiden no está en el, y me pregunto cómo llegar a mi siguiente clase.
-Por lo que he visto, eres más expresiva que muchos de los que han llegado aquí-dice Thomas.
-No lo sé, tu eres el profesor-digo mirándolo. Él se ríe.
-¿Ves? A eso me refiero-dice Thomas. Lo miro sin entender. Luego parpadeo y miro el suelo.
-No sé cómo se llaman... los sentimientos, ni las expresiones-le digo.
-Por eso te entregue la planilla, te va a ayudar. Esta planilla-dice Thomas señalando la última- corresponde a lo que los diccionarios definen de los sentimientos.
Asiento con la cabeza. Me mira y sonríe.
-¿Sabes lo que es dar las gracias?-pregunta, niego con la cabeza.- Busca "agradecido".
La busco y leo. Lo miro.
-Gracias-le digo. Él me sonríe más ampliamente, esta "feliz".
-Poco a poco iras aprendiendo más, hay que tener paciencia-me dice.
-¿Qué es paciencia?-pregunto.
-Espérame aquí-dice, entra nuevamente a la sala y luego vuelve con un libro pequeño pero muy gordo.- Este diccionario es antiguo, te ayudara a buscar las palabras. Aquí puedes buscar "paciencia".
-Gracias-le digo de nuevo, él sonríe.
-Creo que Aiden no vendrá-dice Thomas.
-Aiden acaba de llegar-dice Aiden llegando con el ceño fruncido.
-Lo lamento, pensé que te habías olvidado de Leah-dice Thomas con un tono suave.
-No la olvide-dice Aiden con tono brusco. Yo carraspeo y ambos me miran.
-¿Vamos?-pregunto a Aiden. Él asiente.
Me lleva por un pasillo hasta una pequeña sala abierta con colchonetas, cuerdas, figuras humanas de esponja, muros de esponja, y varios niños entrenando, mientras le pegan a un cilindro de esponja. Son literalmente niños. Me siento... agh, detesto no saber lo que siento. Busco en la planilla de definiciones alguna cosa, y encuentro la humillación: "herir o rebajar a alguien frente a muchas personas, atentando contra el orgullo u honor de la persona". Si, esto es lo que siento. Humillación.
-Estarás con este grupo ahora, y vendré a buscarte a la hora para que vayas a unas clases-susurra en mi oído, haciendo que todo mi cuerpo tiemble.
Aiden se acerca a un hombre un poco más grande que él, me señala, y ambos vienen caminando hacia mí, mientras los niños me miran curiosos.
-Ella es Leah-dice Aiden.
-Un gusto Leah, yo soy Duncan, el mejor amigo de este idiota-dice Duncan.
-¿Qué es amigo?-pregunto. Aiden sonríe.
-Alguien que te acompaña y te apoya siempre, se respetan mutuamente, se quieren-responde Duncan con una sonrisa. Aiden mueve sus ojos.
-¿Y que es idiota?
-Alguien estúpido-dice Duncan frunciendo el ceño.
-Ah-digo. Tampoco sé lo que es ser estúpido.
-Es una broma Leah-dice Aiden sonriéndome con... burla. Yo asiento con la cabeza. No sé qué es una broma, pero no quiero seguir preguntando.
-¿Vamos a entrenar?-pregunta Duncan. Asiento con la cabeza.
Aiden se va, dejándome sola con los niños y Duncan.
Lo primero que me obliga a hacer Duncan es presentarme ante los niños. Ellos me miran atentamente, me preguntan cómo llegue acá y les digo que vine caminando desde muy lejos. Muchos comienzan a decir que sus padres también caminaron hasta acá, otros que nacieron acá, etc. Cuando ha acabado la presentación, Duncan nos ordena correr cinco vueltas alrededor de la sala, pero a mí me ordena subirme a una máquina que asemeja que tiene ruedas y que "pedalee". Veo los llamados pedales, coloco mis pies en ellos y comienzo. Después de veinte minutos, me ayuda a bajar y me deja sobre una colchoneta para hacer abdominales. Cuando completo los cien abdominales, y los niños están comenzando a luchar entre parejas, me manda a subir una cuerda, no lo logro. Decide dejarme en otra máquina en que debo juntar los brazos contra la resistencia de unas brazos metálicos. Luego me lleva a una máquina que hace lo mismo pero con las piernas. Me obliga a subir nuevamente la cuerda pero no puedo llegar a la mitad tampoco. La fuerza de mis brazos es mala. No me doy cuenta de cómo ha pasado el tiempo hasta que Aiden llega.
-¿No puedes subir?-pregunta con su típico tono. Bajo lo poco que había subido y lo miro con el ceño fruncido.
-¿Disfrutas humillarme?-pregunto.
-No quiero humillarte-dice el poniéndose serio.- Debes ir a cambiarte, tu casillero es el 1420, tu tarjeta de la habitación sirve para abrirlo. Val te dejo otra polera ahí.
Voy corriendo como puedo al baño, mientras Aiden me grita que no corra. Lo ignoro. Me cambio la polera, dejando la sucia en un canasto especial. Me limpio la cara delicadamente con una toalla que me ha dejado Val en el casillero, y salgo. Aiden me toma del brazo para caminar más rápido.
-Val te ira a buscar después de las clases-dice mientras caminamos.- Toma, es una barrita de proteínas-dice pasándome una barra de rectangular de color café. La como sin rechistar. Luego me ofrece una botella de agua, y me la bebo rápidamente.
Caminamos por el mismo pasillo de las clases de la mañana hasta unas salas de más al fondo. Entonces recuerdo que deje las planillas de Thomas en el casillero.
-Aiden, deje las planillas en mi casillero-digo mientras Aiden abre la puerta.
-Dame tu tarjeta, Val te llevara a almorzar y te las devolverá. Dejare tus planillas en tu escritorio-dice mientras estira la mano. Le paso la tarjeta.
-Gracias-digo, él me sonríe levemente y se va por el pasillo.
La sala está casi vacía, hay solamente cinco personas dentro. Me encuentro con Simone, la chica de la clase de la mañana. Los otros cuatro, son una mujer y tres hombres. Me miran y sonríen. La chica se acerca primero. Es un poco más alta que yo, de cabello negro, piel olivácea y ojos cafés. Tiene la nariz algo recta, y una boca muy pequeña. Su cabello liso le llega justo por debajo de su mandíbula.
-Hola, soy Joy-dice, me tiende su mano, pero no entiendo por qué. La deja caer y me sonríe aún más.- ¿Cómo te llamas?
-Leah-digo, y sonrío un poco.
-¿La que llego casi muerta?-pregunta Joy, yo asiento con la cabeza.- Vaya, por eso estas tan flacucha. Espero que te recuperes pronto-me dice y sonríe ampliamente.
-Yo soy Brent-dice un chico de cabello colorín y ojos azules, su cara está poblada de pecas.- Un gusto conocerte Leah.
-Gracias-digo.
-Eres muy expresiva-dice un chico de cabello castaño claro que le llega hasta los hombros. Tiene ojos color miel, como los de Olive.- Soy Caden.
Asiento con la cabeza. Pensándolo bien, se parece mucho a Olive. O quizás me lo imagino. Inmediatamente me pongo a pensar en Alice y en mi madre. No sigo porque sé que llorare si lo hago. Un chico fornido y muy alto se me acerca riendo y me envuelve en sus brazos. No me aprieta tanto, pero el contacto hace que me aleje y lo miro con los ojos muy abiertos.
-Soy Reed-dice mientras me suelta. Para ser tan grande y fortachón, es bastante delicado conmigo.
Más alumnos fueron llegando y saludándome. Todos eran suaves y delicados. Una chica de cabello castaño y ojos oscuros se acerca a mí y, al igual que Reed, me envuelve suavemente en sus brazos.
-Soy Jamie, un placer Leah-dice. Luego se acerca a Simone y hablan entre ellas.
No logro aprenderme todos los nombres. Pero si logro aprender que somos solamente doce en el curso, que Jamie llego cuando tenía tres años de edad, sola, en el bosque, porque probablemente su madre murió escapando. Que Simone llego aquí tres meses antes que yo de una región que no conocía llamada P-Rock, de la zona D, y que arranco luego de que un controlador matara a su madre y cinco hermanas. Reed llego cuando tenía diez años y recuerda poco de lo sucedido en su infancia. Su padre trabaja en los jardines botánicos y en el ganado. Porque si, tienen ganado. Poco a poco voy entendiendo como han sobrevivido tanto tiempo. También tienen perros de entrenamiento y para adoptar. En P-Storm los perros eran solo usados por los controladores.
Además, aquí llaman a los controladores tejones, por ser agresivos sin motivo. Dicen que el tejón es un animal casi rabioso y muy agresivo. No creo que llegue a ver un tejón real.
La charla acaba cuando la profesora (supongo que lo es) llega, me llama, me da un libro y me siento al frente de la clase. Es una mujer de cabello grisáceo, casi blanco, de tez oscura y ojos café claro. De contextura ancha, usa ropa de color azul marino. Comienza a anotar en la pizarra interactiva. Vamos a pasar historia, la verdadera historia que yo no conozco realmente.
Luego de tener Historia, Val llega y me lleva al gran comedor. Me entrega mi tarjeta y empezó con su "clase" sobre el sistema del lugar.
-Esto funciona así. Tu tarjeta es lo que tiene tus puntos, es tu llave para todo. Cada mes se te entrega una cantidad fija de puntos. Si sobresales en clases se te entregan puntos extras. Eso te sirve para comprarte ropa, cosméticos, etc. Yo te he ayudado porque sé que cuando aumentes de peso la ropa que te puedas comprar no te servirá.
Val habla tan rápido que me cuesta seguirle el hilo, pero entiendo el sistema. Camina detrás mío, a pesar de lo lenta que soy sacando la comida y avanzando por la fila. No es muy distinto al casino que tenía en la escuela de P-Storm.
-Cuando tengas una profesión, se te entregaran puntos acorde a tu eficiencia, a lo que hagas y a tus méritos. Pero no nos adelantemos. Tu pieza la asean, así que no te preocupes de ello. Me han dicho varias personas que en realidad has sido mucho más expresiva de lo que esperaban. Thomas dice que solo te cuesta saber lo que sientes porque nunca te enseñaron las emociones, pero eso mejorara. Si es así, podrías salir antes de la clase de Thomas y tener más tiempo para entrenarte y estudiar-dice Val entusiasmada.
-Eso espero-digo, y le sonrío. Paso mi tarjeta por un rectángulo pequeño con luces y cuando se enciende la luz verde, salgo de la fila y me siento en una de las mesas.
-Me sentare contigo. Quiero que me preguntes lo que sea-dice Val sentándose frente a mí.
-¿Cuándo podre ir al entrenamiento con gente de mi edad?-pregunto.
-Cuando Aiden, Thomas y Duncan lo aprueben-dice mientras se echa una hoja de lechuga a la boca.
-Val, ¿Puedo sentarme?-pregunta un hombre de piel olivácea, con ojos azules y cabello muy corto de color negro.
-Claro que si, Fitz-dice, y agarra su mano para luego mirarme.- Leah, este es mi marido.
-Mucho gusto-dice Fitz asintiendo con la cabeza, le sonrió.
-¿Marido?-pregunto. ¿Qué es eso?
-Antes de la guerra, los hombres y mujeres podían casarse, unirse legalmente frente al gobierno. No había necesidad, solo era porque se querían. Aquí, permitimos que las parejas se casen. Se les asignan apartamentos especiales, y si lo desean, pueden tener hijos también-dice Val.
-¿Si desean tener hijos? ¿Cómo impides quedar embarazada?-pregunto.
-Educación sexual te enseñara-dice Val sonriendo.
¿Educación sexual? ¿Qué es eso?
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