Capitulo 23
Hay algo que ha cambiado notoriamente para mí en este lugar, además de todo esto de vivir hombres con mujeres y los sentimientos desbordando por doquier.
El tiempo.
En la república, cada día era lo mismo, cada hora era igual. No había nada fuera de lo común, ni nada más que hacer.
Aquí, hay días que me parecen eternos, mientras hay otros en los que no me doy cuenta y de pronto caigo en la cuenta de que ha pasado una semana.
No puedo creerle a Aiden cuando nos informa que estamos a una semana de terminar nuestro entrenamiento e ir a nuestra primera misión, porque me parece que fue ayer cuando comenzamos.
Thomas volvió a salvo de su misión a los tres días, pero pronto fue a otra, y después a otra. Aiden, en cambio, se quedó junto a nosotros, como había dicho que haría.
Mientras me termino mi comida, observo de reojo a Aiden, sentado en la misma mesa de siempre junto a Sunny, Phil y Duncan, observándome. Su mirada burlona me hacía sonrojar, por lo que rápidamente volví mis ojos a mi plato para terminar de comer.
Aquellas miraditas eran ignoradas por la mayoría, excepto por Joy. No decía nada al respecto, pero me miraba con curiosidad.
—Brent, que eso es solo un rumor. No existe tal cosa—le replica Josephine a Brent, que insiste en que pronto se llevara a cabo nuestra iniciación.
—Sí que existe, ya verás—le dice Brent.
—¿Y qué es lo que hacen, supuestamente?—pregunta Caden con tono aburrido.
—No lo sé, solo he escuchado que hay una fogata, y una de estas cosas que hemos visto en las películas, en que nos hacen caminar descalzos por sobre las brasas—responde Brent. Todos lanzan un bufido.
—Yo creo que has visto demasiadas películas—le dice Reed.
—Digan lo que quieran, ya verán—dice Brent enfurruñado.
En grupo nos vamos al campo de entrenamiento para pasar el rato antes de que comencemos. Nos acostamos de espaldas en la colchoneta, mirando el cielo que está cubierto por nubes, pero que no amenazan con lluvia.
—¿Sabes ya cuando será nuestra misión?—le pregunto a Joy.
—El jueves de la próxima semana—me responde. Voltea la cabeza para mirarme.— ¿Estas nerviosa?
—Un poco—admito.
—No tienes que ir si no quieres—me dice.
—Quiero ir—afirmo.
Que este muerta de miedo no significa que no quiera ir. Eso no significa que me esté tomando el asunto con calma. Me pregunto si nos acompañaran nuestros entrenadores, específicamente Aiden. No sé cómo me sentiría yendo a una misión junto con Aiden.
—Arriba—dice Aiden, tomándonos por sorpresa.
Nos bajamos rápidamente de la colchoneta, dejando arriba a Josephine y Brent, por órdenes de Aiden. Me siento en la banca, y me sorprendo cuando Aiden se sienta junto a mí, ya que usualmente en los combates, él se queda cerca, observando.
—Hoy por la tarde tengo un compromiso, no podremos juntarnos—me avisa. Volteo a mirarlo y frunzo el ceño.
—¿Compromiso? ¿Va todo bien?—pregunto preocupada. Se voltea a mirarme y sonríe.
—¿Por qué no lo estaría?
—No lo sé. Pensé que tal vez aun te molestaban tus costillas—replico. Sacude la cabeza y rueda los ojos.
—No me han molestado por semanas—comenta.— Prepárate, porque te toca después.
Miro hacia la colchoneta. Brent está bloqueándole el brazo a Josephine, pero esta se da vuelta y logra lanzarle una patada por detrás, derribándolo. Aiden se levanta y los detiene.
—Abajo. Muy bien Josephine, buen trabajo Brent—les dice Aiden. Espera a que se bajen y se voltea para mirarme.— Arriba Leah.
—¿Contra quién luchare?—pregunto. Aiden sonríe burlonamente y sube a la colchoneta.
—Contra mí.
Me subo a la colchoneta y me coloco en posición defensiva. Todos se acercan a mirarnos de cerca, ya que nuestras luchas siempre son entretenidas e impredecibles. Aiden ataca primero, y yo me lanzo al suelo, dando una voltereta, alcanzo a agarrar su pie izquierdo y tiro de el al mismo tiempo que me levanto a sus espaldas. Aiden pega un salto con la pierna libre y se da vuelta, haciéndome perder el agarre de su pie. Alcanza mi brazo, y aprovecho de volver a lanzarme al suelo, de espaldas. Logro hacerlo caer de rodillas, y aprovecho de levantarme, bloquear su brazo, y dejarlo en su espalda. Aiden se echa hacia atrás, haciéndome trastabillar y soltar su brazo. Se aprovecha para afirmar mis tobillos y tirar de ellos, haciéndome caer, pero rápidamente me giro y piso sus manos. Lanza un grito de dolor y me suelta. Nos levantamos y volvemos a quedar frente a frente.
—¡Vamos Leah!—grita Josephine.
—Derríbala Aiden—dice Duncan. No había reparado en que los de los otros grupos también nos observaban.
Aiden mira a su amigo para guiñarle un ojo, y aprovecho esa distracción para ir contra él y lanzarlo al suelo. Todos gritan con gravedad, mientras Aiden me agarra de la cintura y me levanta sin esfuerzo, quitándome de encima. Volteo, y mientras se levanta, lanzo una patada a sus pies haciéndolo caer nuevamente, quedando boca abajo. Aprovecho para colocar una rodilla sobre su espalda, y afirmo uno de sus tobillos. Con mi otra mano, lucho por agarrar una de sus muñecas, pero al ser el más fuerte que yo, se logra voltear y termino cayendo sobre él. Con una mano toma mis muñecas, me gira, se coloca de rodillas y coloca un pie sobre mis tobillos, impidiendo que me impulse y me deshaga de su agarre. Un grito de dolor sale de mi garganta cuando tuerce mis muñecas, para inhabilitarme. Me sonríe burlón, y eso hace hervir mi sangre de rabia, cosa que aprovecho para impulsar mi torso. Con mis manos afirmo uno de los dedos de su mano que sostiene mi muñeca y lo estiro, provocándole dolor para que me suelte.
—¡Vamos Aiden! ¡No me hagas perder los puntos que aposte por ti!—grita Brent.
Coloco una mano en su hombro, empujándolo, mientras con la otro me afirmo del suelo para tener más fuerza. Aiden cae nuevamente de espaldas, soltando su pie de mis piernas. Me arrodillo, coloco una de mis piernas sobre su brazo derecho y lo tuerzo.
—¡Tiempo!—dice Phil. Suelto a Aiden, y este se sienta. Ambos respiramos entrecortadamente.— Ha ganado Leah.
—Podía continuar—se defiende Aiden. Lo miro y el me guiña un ojo.
—Las reglas son claras, hasta que uno se rinda, quede noqueado o hayan pasado diez minutos—sentencia Phil.
—Demonios—susurra Brent.
Aiden se levanta de un salto y me toma del brazo para ayudarme. Lo miro y me muerdo el labio, algo avergonzada por la cercanía.
—Fue una buena pelea—dice Aiden. Bajamos de la colchoneta y Joy me entrega una botella de agua.
—Es increíble verlos, porque los dos conocen a la perfección cada uno de sus movimientos. Nunca están quietos—dice Caden, entregándole una botella de agua a Aiden.
—Gracias—susurro, sonrojándome aún más. Aiden me mira y desenrosca la tapa de la botella.
—Es lo que pasa cuando conoces demasiado a alguien—dice, y se lleva la boquilla a su boca para dar grandes sorbos.
Miro a Joy de reojo, que mira a Aiden con ojos entrecerrados y una expresión que no se descifrar. Me acerco a la banca para sentarme y observar a Reed luchar contra Caden. Luego, Joy y Josephine. Aiden me hace subir nuevamente y luchar contra Reed. Su fuerza es increíble, pero mi técnica y rapidez hacen que al cabo de un par de minutos lo derribe. Los movimientos de Reed son muy predecibles, eso hace que, a pesar de su fuerza, no sea tan difícil vencerlo.
Aiden nos deja libres a las cuatro, algo inusual, pero no nos oponemos. Me siento llena de energía, y aunque me molesta un poco no poder pasar la tarde con él, me alegro de ver películas con mis amigos en la sala, como solíamos hacer. Luego de cambiarnos, Caden prepara grandes porciones de palomitas de maíz, mientras que yo y Josephine servimos helado para todos.
Nos sentamos en un semicírculo alrededor de la pantalla, Joy coloca una comedia sobre un traficante de drogas, y comenzamos a conversar.
—No puedo creer que le hayas ganado a Aiden. Estaba seguro de que esta vez perderías—dice Brent, mientras transfiere puntos a Caden.
—Y no puedo creer que le hayas ganado a Caden—dice Josephine, haciéndonos reír. Brent entrecierra los ojos y la fulmina con la mirada.
—No soy tan malo—dice entre dientes.
—Tranquilo, Brent. Sé que lo tuyo no es la lucha, sino las armas—le dice Josephine, colocándole una mano en su hombro.
—¿Alguna vez se necesita el combate cuerpo a cuerpo? Si los controladores, perdón, los tejones siempre usan armas—pregunto. Me quedan mirando.
—Honestamente, no tenemos ni idea, pero por lo que he escuchado, ha habido ocasiones en que es necesario—responde Reed.
—De cualquier manera, hemos entrenado tanto combate como puntería hasta el cansancio, lo suficiente para saber actuar en una situación así—agrega Josephine.
—Solo espero que seamos capaces de reaccionar acorde a la situación—comenta Joy. Volteo a mirarla.— Nunca se sabe cómo realmente actuaremos en una situación así de estresante.
—No nos enviaran a un lugar en pleno conflicto—dice Caden.
—¿Sabes a donde nos enviaran?—pregunto a Caden.
—No, pero Sunny dice que nos envían a lugares donde se corra el mínimo peligro, precisamente porque el entrenamiento es muy diferente de lo que realmente enfrentamos en las misiones—replica.
—Podríamos preguntarle a alguien—acota Josephine.
—Sí, Leah tu podrías preguntarle a Aiden—me dice Brent. Me sonrojo y miro el suelo.
—Supongo que podría hacerlo—digo en voz baja.
—Tenemos que comprar algo de ropa para la fiesta de después—dice Joy entusiasmada.
—¡Es verdad!—dice Reed.— Esta será la primera fiesta en la que celebraran una misión nuestra.
—Yo ya compre el mío—dice Brent con una sonrisa de suficiencia.
—Y yo no creo que vaya—digo.
—¿Qué?—pregunta Caden.
—Por supuesto que tienes que ir, es para celebrarnos a nosotros—dice Josephine.
—No hay forma de que te libres de esta, Leah—me dice Joy. Ruedo los ojos y me rio.
—Está bien—termino cediendo, y lanzan gritos de júbilo.
—Hay alcohol—comenta Brent.
—No nos darán—le dice Josephine con tono cansino.
—Podemos pedirle a alguien que pida por nosotros—sugiere Brent.
—Nadie hará eso por nosotros—le dice Reed. Brent hace una mueca.
—Bueno, obligados a beber antes de ir—dice, y nos reímos.
—Estás loco—le dice Joy.
—Si estoy tan loco, ¿Por qué siempre bebes cuando llevo una botella?—pregunta Brent. Joy le lanza una palomita de maíz a la cara. Brent abre la boca, haciéndose el ofendido.— ¡Como te atreves!
—Así—dice Joy, y vuelve a lanzarle una.
Brent le lanza una pero golpea a Reed, y este lanza un puñado en respuesta, dándole a Brent, a Caden y a mí. En respuesta, los tres le lanzamos palomitas, y de pronto estamos todos en la sala lanzándonos palomitas de maíz, entre risas y gritos.
—Basta, basta—dice Brent, y nos detenemos.— Se me han acabado las palomitos.
—A mí no—digo, y le lanzo una.
Comenzamos a lanzarles las pocas palomitas que nos quedan a Brent, y en defensa, esta lanza un cojín. Josephine se levanta, toma el cojín en sus manos y se lo lanza en la cara. Rápidamente todos se arman con un cojín y comenzamos a lanzárnoslos entre todos.
Cuando nos detenemos, cansados de tanto reír, Brent se levanta, pausa la película, ya que de todas maneras nadie le estaba prestando atención, comienza a hacer algo con el control de la televisión y la pantalla se torna azul.
—Tengo una idea brillante—dice, y de pronto en la pantalla aparece una palabra que no conozco.
—¿Qué es karaoke?—pregunto. Todo el mundo se queja, y algunos le lanzan un cojín a Brent.
—Vamos, será entretenido—los anima Bret.
—Escucharte intentar cantar no es entretenido Brent, jamás lo ha sido—dice Joy, y nos reímos.
—Karaoke es cuando colocan una canción pero sin la vocalización, para que alguien más la cante. En la pantalla esta la letra para que la persona pueda cantarla—me explica Caden en voz baja.
—¿Y eso no es... vergonzoso?—pregunto.
—Extremadamente, pero Brent no se hace problema—replica, y nos reímos.
—Silencio, comenzare con un clásico—dice Brent.— Josephine, si me haces el honor.
Brent le tiende su mano, Josephine se levanta y la coge. Comienzan a cantar una canción que nunca había escuchado. Algo de un eclipse, no lo sé. Lo único que sé es que estoy partiéndome de la risa ante las expresiones de Brent, al igual que todos los demás. Cuando terminan de cantar, aplaudimos animadamente.
—¿Quién sigue?—pregunta Brent.
Reed se levanta, coloca una canción que tampoco conozco. El canta más afinado que Brent, pero es muy chistoso escucharlo intentar cantar las partes más agudas de la canción, ya que desafina.
—¿Te animas a cantar una?—me pregunta Caden. Lo miro y arqueo una ceja.
—Ni en un millón de años—respondo, y Caden se ríe.
Cuando Brent termina, Caden se levanta y coloca una canción de un ritmo rápido, en que más que cantar, hablan muy rápido. Es bastante bueno, y comenzamos a aplaudir al ritmo de la canción. Caden termina, se sienta junto a mí y la siguiente en levantarse es Joy.
—Observen a la maestra—dice Joy, se aclara la garganta y comienza a sonar la canción.
Joy canta realmente bien, podría perfectamente compararse con cualquiera de las cantantes que he escuchado. La canción es bastante conocida por los demás, por lo que pronto comienzan a cantarla todos. Yo los observo en silencio, sonriente.
—Vamos, canta—me anima Caden.
—No la conozco—respondo, casi gritando para que me escuche. Caden señala la pantalla.
—Allí está la letra—dice.
Me rio, y haciendo caso omiso de aquello que llaman vergüenza, comienzo a cantar junto con ellos. Al principio, me pierdo rápidamente con la letra, pero pronto logro cantar a todo pulmón como todos los demás. Comienzan a haber tonos más agudos, y dejamos a Joy cantando sola. Los alcanza con facilidad, y aplaudimos animándola.
De pronto, la luz se corta, la música se apaga y quedamos completamente a oscuras. Todo está en negro, y si no fuese porque Caden me ha tomado de la mano, no me daría cuenta de que está a mi lado.
—Mi comunicador no enciende—escucho que dice Josephine.
—Esto es muy extraño—dice Brent.
—¿Joy, estas bien?—pregunta Reed en voz alta.
—Si—dice Joy, que se escucha cerca de mí.
—Joy, aquí estoy—le digo, estirando el brazo en la dirección que recuerdo que estaba. Agarra mi mano y se sienta junto a mí.
—¿Nos habrán atacado?—pregunta Joy.
—No, hubiésemos escuchado las sirenas—responde Caden.
—Que se corte la luz es una cosa, pero los comunicadores... es como si hubiesen apagado la señal o alguien estuviese inhibiéndola—dice Josephine.
—¿Por qué no están funcionando las luces de emergencia?—pregunto.
—No lo sé—responde Caden, con voz preocupada.
Un grito ahogado suena a mi izquierda. Agarro con más fuerzas las manos de Joy y Caden. Algo cae al piso.
—¿Están todos bien?—pregunta Joy con voz temblorosa.
—Estoy bien—dice Reed.
—Y yo—dice Josephine.
—¿Brent?—pregunto. No hay respuesta.— ¡¿Brent?!
—¿Dónde demonios se ha metido?—pregunta Joy.
Un ruido seco, Joy suelta mi mano. Estiro mi brazo, buscándola a ciegas. Otro grito ahogado. Me acerco a Caden y afirmo su mano como si mi vida dependiese de ello.
—¿Joy?—pregunta Caden.
—Josephine, ¿sigues ahí?—pregunto.
—Si—responde asustada.— ¿Qué está sucediendo?
—No lo...
Algo tapa mi boca, impidiéndome contestar. Colocan algo sobre mis ojos. Alguien rocía un spray en mi rostro. Caden me afirma con fuerza. Me toman en brazos, y termino por soltar la mano de Caden. Comienzo a sentirme mareada. Escucho a Josephine gritar. Me remuevo frenéticamente en los brazos de aquel desconocido.
Mientras siento como avanzamos, suelta mi boca, pero me es imposible hablar. Mis parpados pesan. Doy manotazos, intentado golpear a lo que sea que pueda golpear, pero sin éxito alguno.
—Tranquila—susurra una voz conocida en mi oído. Una voz que reconocería en cualquier parte.
La luz vuelve al lugar, estamos avanzando por el pasillo. Levantan la venda que cubre mis ojos y logro ver sus ojos azul verdosos.
—Aiden—susurro antes de caer en la total inconciencia.
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