Capitulo 2

Cada ruido me pone los pelos de punta. Me quedo quieta y escondida, y luego de unos minutos de comprobar que no es nada, me pongo en marcha de nuevo.

El caminar me deja la mente tan despejada que con frecuencia me llegan preguntas sobre mi futuro, el de mis compañeras y el de mi madre, me atacan y me dejan sin respirar. Puedo ver a Alice torturada, como le cortan los brazos, la electrocutan y le preguntan cosas de las cuales no sabe las respuestas. Imagino a la madre de Olive recibiendo el cuerpo de su hija. Como sus hermanas se arriman a aquella carne flácida, sin vida. Puedo oler la carne muerta como si estuviera en la misma habitación. Puedo escuchar los gritos de mis compañeras, sofocadas y en la agonía. ¿Les preguntaran por mí? Aparto esa pregunta de mi cabeza. Es egoísta. Soy egoísta. Debí unirme a ellas. No debí hacerle caso a Alice.

Pero aquello no es nada en comparación a las imágenes de mi madre siendo maltratada por aquellas personas frías. Imagino como le queman la piel, como la ahogan en un cubo de agua. Imagino a mi madre gritando por ayuda. El agua se me escapa de mis ojos tan rápido como los sonidos ahogaos salen de mi garganta.

Tener tiempo libre no me hace bien. Mis preocupaciones no me dejan en paz.

Por las noches es peor. Mil imágenes me atacan. Siempre son las mismas. Me atrapan, me hacen ver la tortura de mi madre, la de Alice. Me hacen torturarlas. Me golpean, me ahorcan. Aquello me deja en una especie de modo automático. Mi mente no me deja ni un momento para recuperarme.

¿Por qué acepte ir a la cabaña? Vi al controlador en mi piso, debí haberme devuelto en cuanto lo vi. ¿En qué pensaba? Puse la vida de mi madre en peligro cada vez que salí.

¿Qué va a pasar con la madre de Olive y sus hermanas? Debieron descubrir que por su casa se llega al bosque. ¿Las mataran? ¿O las torturaran? Imagino a la pequeña hermanita de Olive, como le hacen daño, como la electrocutan. ¿Qué sabe esa pequeña niña, si tan solo empezó a ir a la escuela hace un año?

A todo eso, se le suma mi ignorancia de cuál será mi futuro. ¿Qué hare? Vagar por el bosque no es una muy buena opción, no sé cómo sobrevivir ni valerme por mi misma. Si me atrapan, estoy destinada a una agonía infinita. Y si mi madre se salvó, por algún milagro, de ser atrapada, aquello haría que la encarcelaran, como mínimo.

Camino sin rumbo, dejo una pequeña marca en los árboles por los que paso para así evitar ir en círculos, pero de vez en cuando, se apodera de mí una sensación incontrolable, siento que me persiguen y que me atraparan. Pienso en lo que está pasando, en lo que me vendrá por delante, y es tan incierto, que no quiero pensar en ello. No me doy cuenta de cuantos días pasan, cuantas horas camino. Apenas duermo por las horribles imágenes. Raciono lo que más puedo la comida, y también el agua. Quiero encontrar algún lago para poder reponerla, pero no encuentro nada. La idea de quedarme sin alimento ni agua me deja al menos igual de inquieta que las imágenes y la incertidumbre de lo que apsara conmigo. Tengo que, al menos, encontrar agua.

Un día, sin darme cuenta, llego a las afueras de una ciudad, con edificios grises, metálicos y sin vida. Es de noche, por lo que me cuesta distinguir mucho, pero si de algo puedo estar segura, es que si se han dado cuenta de mi falta, mi cara estará esparcida por todas las regiones. Imagino como intentaran atraparme, para pedir su recompensa.

¿Me pondrán como desaparecida, o como persona de interés? No creo que puedan asegurar que soy una anti patriarca, revolucionaria, rebelde. No tienen prueba de ello. Además, nunca ponen esas cosas ni nada por el estilo, pueden despertar deseos de luchar con aquellos.

Me echo a correr en dirección opuesta rápidamente, sin fijarme siquiera que región será. Puede incluso pertenecer a los hombres. No paro en toda la noche, y cuando ya estoy finalmente a punto de desmayarme por aquella carrera, me escondo entre arbustos y duermo. Ando con más cuidado esta vez, pero la verdad es que no tengo ni la más mínima idea de donde me encuentro.

Nunca nos dan un plano de nuestras regiones, supongo que puede ayudar a escapar a algunas personas o a los rebeldes. Solo dicen sobre esa zona media donde están los dirigentes de Palk.

Las noches son frías, y las mantas a veces no son suficientes. La chaqueta la uso todo el día. Cuando ya siento que mi sweater está muy sucio, lo cambio por el otro y lo guardo. Puede servirme para alguna cosa. Y me sirve esa misma noche, ya que mientras camino algo somnolienta, una raíz de un árbol se enreda en mi pie derecho y me hace caer, provocando que este se tuerza. Amarro aquel trapo viejo, apretando lo mejor que puedo mi tobillo. Encuentro una rama de árbol y la uso como apoyo. Aunque me duele, no dejo que me impida continuar y sigo así.

Sin embargo, no me doy cuenta del tiempo que ha pasado hasta que veo como escasea mi comida. Cada vez como menos para hacerla durar lo más posible, lo que no me hace precisamente bien, con todos los kilómetros de caminatas que hago en el día, llego a casi desmayarme en algunas ocasiones. La inquietud creciente sobre mi futuro comienza a subir a niveles estratosféricos. Intento comer alguna cosa del bosque, pero no puedo estar segura de si es o no venenoso. Lo único que atino a hacer es comer pasto, aunque es bastante malo y poco ayuda a mi creciente hambre. Sin embargo, aquello no es nada en comparación a la falta de agua. Cuando solo me queda una botella, una sensación extraña me asalta de manera súbita y fría, y no me deja respirar, no puedo quedarme quieta. No puedo vivir sin agua. Las raciones me dejan con la boca igualmente seca. Debo encontrar un lago, alguna cosa. Lluvia. Mi orina es cada vez menos, y sé que no es buena señal.

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Capturaron a mi madre ya? Se debieron dar cuenta de mi ausencia a estas alturas. ¿Cómo esta Alice? ¿Y la familia de Olive? Las dudas me atacan brutalmente. Mi falta de agua despierta en mí la sensación de que ha pasado mucho tiempo, de que ya lo saben, de que mataron a mi madre.

Deduzco que a este ritmo moriré en unos cuantos días. Cuando el agua por fin se acaba, sé que es mi fin. Camino sin preocuparme de marcar los árboles. La garganta seca me duele. Todas las dudas sobre las personas que conozco, se desvanecen para ser reemplazadas por la sed. Todo es sed. Ya casi no orino. No puedo dormir . Mi mente no es capaz de pensar en nada claro, todo lo que pienso son palabras separadas e incongruentes. No puedo comer pasto. El solo pensarlo me causa nauseas, y en mi situación, eso no ayuda.

Cada paso me cuesta, respirar me cuesta. Mi boca entreabierta emite un extraño sonido ronco cada vez que inhalo. Todo mi cuerpo tiene un extraño temblor. Mis piernas se acalambran con frecuencia. ¿Cuánto tardare en morir? Si mi vista no se nubla, veo una serie de puntitos que impiden fijar la vista. Me tambaleo frecuentemente, dando trompicones de vez en cuando. Me agarro de un tronco antes de caerme. Apoyo mi cabeza contra ese frio árbol. Agua, solo quiero agua. Un último atisbo de cordura cruza mi mente. Una última vez las preguntas sobre mi madre y Alice me atacan. Imagino una última vez la cara de mi compañera deformada por los golpes. El cuerpo de mi madre siendo colgado, haciéndose estirar hasta que sus miembros se desencajen. El sonido ahogado, que parece más un gemido, sale de mi boca. El agua de mis ojos ya no sale. Posiblemente porque no tengo suficiente agua en mi cuerpo para eso. Me arrodillo en el suelo y espero a mi muerte. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Aquellas imágenes me dejan destrozada, y si agrego la completa falta de agua, no hay nada que pueda hacer.

De pronto veo un par de luces en la lejanía. Sé que debo alejarme. Prefiero morir antes que ser atrapada y torturada. Me levanto y comienzo a caminar en dirección opuesta, un tanto desorientada. Mi vista se nubla de vez en cuando. Me cuesta respirar cada vez más, siento una presión en mi pecho que impide que inhale suficiente oxígeno. Mi pie me duele, mi espalda duele, mi cabeza duele, todo duele. Siento un paso detrás de mí, y comienzo a correr. Dejo mi apoyo mientras voy saltando para evitar apoyar mi pie. Choco frecuentemente con ramas y árboles, pero no me detengo nunca. Una luz me sigue, y algo grita a mi espalda. Trato con todas mis fuerzas de apurarme, pero mis piernas no reaccionan a mis órdenes, son unos miembros flácidos, no los fuertes músculos que me acompañaban siempre. Siento un golpe en mi espalda que, con la poca fuerza que tengo, me tira al suelo. Un peso sobre mí me aplasta todo el cuerpo. Gimo de dolor, y la mitad de mi cara se hunde en la tierra. Comienzo a mover mis brazos descontroladamente, pero es como mover gelatina. Entonces una fuerza sobrehumana se apodera de mí, haciendo que me mueva frenéticamente.

-¡Deja de moverte! -grita una voz ronca y dura.

Una luz alumbra a mi lado. Con mi mano agarro un puñado de tierra y la tiro a quien me aplasta. Eso hace que se revuelva encima de mí aplastándome aún más.

-¡Estúpido hijo de puta!-grita mientras la presión en mi espalda se despeja.

Me volteo y una luz me alumbra la cara, cegando mi vista. Siento un jadeo seguido de un siseo. Mis manos tapan levemente aquella cegadora luz. Mi cuerpo comienza a sentir el cansancio profundo que ha causado toda esta lucha. Comienzo a sentir que me desvanezco.

-Esta cosa no es hombre, Aiden-susurro una voz ronca pero distinta a la primera, más grave.

No es ninguna voz que haya escuchado antes en alguna mujer, ni por más ronca o grave que fuese. Entonces... es ¿un hombre?

-Oh, mierda-dice la voz ronca del principio y se quita de encima de mí.- ¿Será una controladora?

-Son los más idiotas de este mundo-dice una voz femenina. Se escucha un sonido de que alguien deja escapar aire por su boca y luego un golpe.

-Ah, eso dolió, Val-la luz deja de encandilarme e intento ajustar mi vista a la oscuridad.

-Tiene cabello largo, es muy delgada y tiene senos, claramente no es un hombre, genio-dice (con un tono de voz muy extraño) la mujer. Definitivamente hay hombres.

-No se ve nada con la oscuridad-se excusa la primera voz ronca.

-¿Para que tienen las linternas? ¿De adorno? –le recrimina la mujer con ese tono.

Esas son emociones. Emociones. Las emociones pueden sentirse tan claramente, que casi puedo tocarlas. Emociones, tantas emociones. Trago fuertemente, no estoy acostumbrada a aquello. No puedo recordar la última vez que mostré alguna emoción. No puedo recordar haber demostrado nunca tantas emociones. Ni siquiera con mi madre me permitía aquello. Mi madre...

-Será mejor que la lleven adentro-dice con voz dura la mujer.-Parece que se está muriendo.

-Maldita sea-susurra la primera voz ronca.

-¿Tienes algún problema, Aiden?-pregunta la mujer dejándome los pelos de punta.

-Ninguno, Val.

Intento procesar la información. La primera voz ronca se llama Aiden, la mujer Val. Creen que soy un controlador. Hombre y mujer juntos. Juntos, hablando. Hablando con emociones. Emociones fuertes, claras y concisas. Emociones que fluyen de un lado para otro. Emociones tan claras que puedo tocarlas, sentirlas y bañarme en ellas. Mi cabeza comienza a dar vueltas. Mis ojos pueden distinguir la silueta gracias a la luz de la linterna. Y luego, un cuerpo se aparece frente a mí. El cabello corto en puntas, de un color oscuro, desordenado en todos los sentidos. La piel clara, no tanto como la mía, pero si muy blanca. Ojos cafés. La nariz respingada y larga. Labios algo anchos y no muy gruesos, curvados en una mueca. No puedo evitar recordar aquella vez que vi una paloma muerta y con las tripas afuera, mientras un ratón la mordisqueaba. Su mueca me recuerda a la cara que yo puse cuando vi aquello, cuando estaba con Alice. Alice, mi compañera que ahora debe estar muerta...

Me espabilo al notar el movimiento de las luces. Los ojos de la silueta frente a mí se dirigen a la otra silueta que sostiene la linterna. Eso es un hombre. Un hombre frente a mí, erguido. La impresión me sobrecoge. Nunca me detuve a pensar en cómo serían los hombres. Tal vez me imaginaba a una versión de nosotras con actitud distinta, lo cual me resulta poco atractivo. Olive, la chica que murió en manos de los controladores, bromeaba sobre ellos, diciendo eran unos seres pequeños y de color grisáceo. Recuerdo una vez, cuando era niña, encontrar a Alice pintando un papel. Le pregunte qué era lo que pintaba y me había dicho que era a su padre. Cuando la madre de ella nos escuchó, nos miró con ojos desorbitados, le quito la hoja a Alice y la rompió en mil pedazos, para luego quemarla en la cocinilla. Lo único que observe de aquel dibujo era que tenía unas piernas y brazos largos, y el cabello muy corto. Pero nunca pensé que en realidad eso fuera un hombre.

Sigo observándolo con detenimiento. Un incipiente cabello le sale por el mentón, sobre el labio superior y parte de las mejillas. Es bastante alto. O yo muy pequeña. Tiene una polera blanca sucia, con unos pantalones color beige. Muevo mi cuello levemente y un dolor punzante atraviesa toda mi columna vertebral, lo que provoca que gima de dolor. Aquellos ojos me miran con una expresión que me recuerda la mirada de mi madre cuando salí sin permiso, y luego pone sus ojos en blanco. Me tiende la mano y yo me quedo estática. Su mano es tan grande, me recuerda a un gancho metálico con el que se nos obliga a recoger basura, como servicio a la comunidad, lo cual es obligatorio de impartir en clases.

Lo quedo mirando, porque esa mano no significa recoger basura, sino a mí. Quiere tocarme. Él quiere tocar mi piel. Piel contra piel. Como cuando abrazaba a mi madre. Solo que esto es hombre y mujer. Hombre y mujer. Me estremezco. No puedo creer que aquella figura alta y varonil quiera tocarme a mí, quiera tener un contacto. Mi estómago vacío se comienza a retorcer dándome una sensación de nauseas. Los temblores comienzan a atacarme de nuevo, y un calambre en mi pierna izquierda me recuerda la situación precaria en la que estoy.

El hombre nota mi vacilación y rueda los ojos. Se nota que está inquieto y algo... no se describirlo, como cuando tengo que esperar mucho tiempo para comprar. Emociones, tantas emociones...

-Ven, no te hare daño-dice con un tono extraño.

-Aiden, apúrate-dice la otra voz masculina. No alcanzo a verlo detenidamente, solo su silueta.

-Cállate, Phil-sisea Aiden. Me mira con los ojos entrecerrados.-Toma mi mano.

-No-murmuro. Él me mira mientras frunce el ceño, así que me apresuro en seguir mi frase.-No... No puedo.

-¿Qué?-pregunta el otro.

-Oh-dice levantando las cejas-¿Por qué?-pregunta Aiden un tanto... curioso.

Sus ojos tienen un inusual brillo. Sus ojos me hipnotizan. Me encandilan y me hacen sentir más temblores. No puedo dejar de verlo.

-Tu-digo con voz entrecortada. Me cuesta respirar. Inspiro con cuidado y hablo-Me aplastaste. Duele.

Inspira, espira me repito a mí misma.

-Oh-dice de nuevo- Lo lamento, no era mi intención. Pensé que eras un controlador.

Se acerca a mí, arrodillándose a mi lado. Observa mi cara y luego las comisuras de sus labios se mueven levemente hacia arriba. Siento como si un cable me obligara a mirarlo, no puedo quitar mis ojos de él, no quiero quitar mi vista de su cara. Un cosquilleo extraño recorre toda mi columna vertebral. Siento mis mejillas calientes, sonrojadas. Pasa sus brazos bajo mis rodillas y brazos. Luego, con una fuerza asombrosa, me levanta del suelo. Su tacto con mi piel expuesta de mi espalda me hacen estremecerme. El calor que irradia su piel es reconfortante y asombrosamente cómodo. Me siento como en una cuna, como cuando mecen a los recién nacidos, en un vaivén.

-Eh, Phil-dice Aiden al otro hombre sin dejar de mirarme- Coge sus bolsos, por favor.

-Claro, siempre soy yo el burrito de carga-murmura Phil con tono brusco.

Todo esto me tiene asombrada. Jamás pensé conocer a un hombre, no de otra manera que en las meeting. Sus manos se ciñen a mi cuerpo. El calor que emana del suyo ahora logra disipar los temblores que tengo. El agua que tanto necesito no dejaba de quemar mi garganta, pero creo que puedo sobrevivir. Espero que me den agua. Agua...

La luz de la linterna ilumina nuestro camino. Mi cabeza no piensa con claridad, ya ni siquiera me concentro en la sed que siento ni en lo extraño de la situación que estoy presenciando. Mi vista comienza a ser tan borrosa que jadeo, dejando de sentir el resto de mi cuerpo. Aquello provoca que Aiden comience a hablar, o eso creo, porque mi vista es muy borrosa y veo sus labios moverse, pero no puedo escuchar nada. No puedo mantener mis ojos abiertos mucho más. Un pensamiento me cruza, y solo en eso puedo pensar. Agua. Necesito agua y la necesito ahora.

-Agua-susurro para luego caer en un pozo negro.

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