Capitulo 19
Suelto rápidamente mis manos de las de Thomas, y mis mejillas se sonrojan por la vergüenza. Aiden tiene el ceño fruncido, sus ojos entrecerrados, y es casi como si por ellos destilara la rabia. Está enojado. Su mandíbula esta tensa, sus hombros se ven rígidos, y la forma en la que nos mira, sobre todo a Thomas... me sobrecoge.
-¿Qué haces aquí?-pregunto, interrumpiendo el silencio incómodo. Aiden fija su mirada en mí, y su frialdad me estremece.
-Me han dado el alta-replica cortante.
La forma en que me lo dice, me duele. Florecen en mi los instintos que desarrolle cuando vivía en la república, coloco mi careta inexpresiva. Es como si, de pronto, la coraza con la que me protegía para sobrevivir allí, se volviese a formar, en menos de un segundo. Thomas nota mi cambio, y por el rabillo del ojo, lo veo observarme preocupado.
-Hola Aiden-dice Thomas, sin dejar de mirarme.- Me alegra que te hayan dado el alta, supongo que te encuentras mucho mejor.
-Si-responde, sin siquiera mirarlo. Mis ojos se desvían al suelo.- ¿Por qué no has venido?
Levanto la mirada y lo observo. Quiero responderle que no quería entrometerme entre él y Sunny, que por qué le importaba si iba o no a verlo, pero en cambio, no digo nada.
-Me he encontrado con ella y nos pusimos a conversar, lo siento-responde Thomas por mí.
-Así veo.
El ambiente es tenso, tanto que es casi palpable. Quiero gritar de alegría cuando mi comunicador suena, pero me mantengo serena y miro la pantalla. Es de Joy, informándome que Aiden fue dado de alta.
-Debo irme-les digo, y sin esperar respuesta, comienzo a caminar hacia el vestíbulo.
Paso junto a Aiden, y justo antes de pasar las puertas, este me toma del brazo con suavidad, haciéndome detener. Su mirada sigue siendo fría como el hielo, pero no por eso, menos enojada. Le sostengo la mirada con mi rostro inexpresivo. Sus ojos me examinan.
-Hablaremos después-dice en voz baja, con un tono duro.
Asiento y sacudo mi brazo, para soltarme. Camino con prisa al ascensor, dejando a Aiden y Thomas solos. Cuando entro en el cubículo metálico, suspiro, y mi coraza se va al suelo. Mi cabeza es un revoltijo de sensaciones que no logro entender.
Cuando llego a mi piso, salgo corro por el pasillo, en busca de Joy. La encuentro en la sala, sentada junto a Reed, viendo una película. Me acerco a ella y me siento a su lado. Se sorprende de verme, ya que a esta hora normalmente estoy con Thomas, pero al ver mi expresión, arruga el entrecejo, suelta la mano de Reed y se acerca a mí.
-Leah ¿Qué ha pasado? Pensé que irias a ver a Aiden-susurra.
Niego con la cabeza y desvío la mirada al televisor. Joy no insiste, supongo que se entendió que no quiero hablar. La película al parecer s romántica, aunque no logro entender mucho cuando el hombre le da unas zanahorias a la mujer.
Pronto llega la hora de almuerzo. En el casino, observo a mi alrededor pero Aiden no aparece. Joy no intenta charlar conmigo, y lo agradezco. No me siento en condiciones de entablar una conversación, aún tengo mi cabeza revuelta.
Cuando por fin termina la clase de Sunny, en la que estuve tan distraída que no se ni siquiera de que hablo ella hoy, Reed propone que veamos una película de acción, llamada "El quinto elemento".
En la sala, volvemos a sentarnos en el sillón con palomitas de maíz. Reed en una esquina, seguido de Joy, luego yo y finalmente Caden. Brent queda apartado en un sofá, haciendo pucheros. Aunque no logro entender mucho, la película me atrapa al instante.
Alguien carraspea a mis espaldas, y los demás chicos y chicas que están en la sala comienzan a hablar y sueltan exclamaciones de alegría. "Aiden, ya te has recuperado", "estábamos preocupados por ti", "que alegría verte de nuevo". Cierro los ojos, a mi lado siento como los chicos se levantan de su asiento y se le acercan. Abro los ojos y volteo lentamente para mirarlo. Esta saludando a los que se le acercan, pero me mira de reojo.
-Leah-susurra Joy, volteo a mirarla.- ¿Qué demonios está ocurriendo?
Suspiro y le explico rápidamente lo que vi en el hospital, luego lo que ha pasado con Thomas y finalmente que Aiden nos vio cogidos de las manos. Joy abre los ojos como platos, pero no me interrumpe hasta que termino. Resopla y sacude la cabeza.
-Entonces, básicamente, escapaste-comenta. Asiento.- ¿Y no le dijiste nada a Thomas?
-¿De qué?-pregunto sin entender.
-De que le gustas, obviamente. ¿No le respondiste?
-¿Qué se supone que debo responder?-pregunto en voz baja. Miramos hacia Aiden cuando sentimos unas risas, pero están simplemente conversando.
-No lo sé, que te gusta también, o que no te gusta. Eso depende de ti.
-Me gusta Thomas-admito. Joy entrecierra los ojos.
-¿De verdad?-pregunta.
-Si... solo que, la forma en que lo dijo, me hace pensar que le gusto de una forma diferente a la que me gusta a mí.
-¿Y a ti como te gusta?-pregunta. Miro de reojo a Aiden, para asegurarme de que no está cerca.
-Como me gustas tú, Brent, Reed, Caden...
-Como un amigo-aclara Joy.
-Si-afirmo.
-Pero a él no le gustas solo de esa manera-acota Joy, niego con la cabeza.
-No lo creo.
-Vaya. Hace mucho tiempo que Thomas no está con nadie, desde Agatha-comenta ella.
-¿Quién es Agatha?-pregunto.
-Una chica, llego aquí cuando yo tenía seis años, o algo así. Ella y Thomas se hicieron amigos casi de inmediato, y cuando terminaron las clases, comenzaron a estar juntos. Pero era algo... intensa. Veras, Agatha sentía mucho odio hacia la república, asesinaron a su familia entera, así que era bastante temeraria cuando iba a las misiones.
-¿Qué paso con ella?-pregunto, curiosa.
-Después de un par de años, ellos terminaron su relación. Thomas no podía soportar verla como arriesgaba su vida. Poco tiempo después, la hirieron de gravedad. Murió a los pocos días.
Pobre Thomas pienso. No debe ser fácil perder a alguien así, aunque ya no estuviesen juntos. Recuerdo lo angustiada que estaba con la partida de Aiden, y luego lo mal que lo pase cuando me entere que estaba herido. ¿Por qué inmediatamente pienso en él? Nosotros no estamos juntos, ni siquiera sé lo que siento por él. Vuelvo a mirar a Aiden, que conversa animadamente con Reed y Caden.
-Leah, ¿crees que te guste Aiden?-pregunta en un hilo de voz Joy. La miro con los ojos como platos.
-¿Qué?
-Es imposible no darse cuenta de lo mucho que se preocupan el uno por el otro. Además, sospecho que estabas celosa cuando lo viste con Sunny-me explica. Frunzo el ceño.
-¿Celosa?
-Es una sensación muy desagradable. Y por como lo describes, creo que es eso. Es más, creo que Aiden también estaba celoso-aclara Joy.
Miro el suelo, pensativa. ¿Me gusta Aiden? ¿Me gusta de la forma que Joy está sugiriendo? Hago nota mental de que debo ver en el diccionario que son los celos.
-Leah-dice Aiden detrás del sillón. Volteo rápidamente para mirarlo.- ¿Podemos hablar?
Las miradas de todos están en nosotros. Asiento, y me levanto rápidamente. Aiden se aleja hacia el pasillo, en dirección contraria hacia donde está el elevador. Lo sigo, doblamos por un pasillo a la izquierda se detiene frente a una puerta con un dibujo de águila. Es su habitación. Pone su tarjeta y la puerta corrediza se abre. Aiden se voltea a mirarme y con su mano me señala para que entre.
-Me gustaría hablar contigo en un lugar más privado, si no te importa-dice.
Camino hacia el interior de su habitación. Es más amplia que la mía, su cama está en una esquina, al fondo, con el respaldo hacia la pared izquierda, y es casi el doble de grande que la mía. La luz se enciende automáticamente y veo con claridad el lugar. Las paredes están pintadas de un color anaranjado, similar al de un sweater que tengo. Su escritorio metálico es negro, tiene encima una laptop delgada, unos papeles desparramados al lado y unos cuantos lápices encima. Sobre el escritorio, una pantalla de televisión más pequeña que la de la sala. El piso alfombrado es de color negro, al igual que el cobertor de su cama. Me acerco a su escritorio. Hay varias hojas sueltas repartidas encima, con dibujos de águilas, manos, y un animal que no conozco, de aspecto felino, con rayas negras sobre su pelaje anaranjado. Poso mi mano sobre este último dibujo, sintiendo la textura áspera y gruesa del papel.
-Tus dibujos son increíbles-le digo, sin dejar de observar los ojos del felino.
-Eso es un tigre-dice detrás de mí.
Se me eriza la piel al notar lo cerca que esta, su aliento choca con la piel de mi cuello. Coloca su mano sobre la mía, y un escalofrío me recorre la columna. Es la primera vez que estamos solos en un lugar tan privado, alejado de las miradas de los demás, de posibles interrupciones. Y es la primera vez que estoy en su habitación. Me volteo lentamente. Esta tan cerca que noto el calor que emana de su cuerpo, y me siento nerviosa al notar que eso me agrada. Pienso en las palabras de Joy. ¿Me gusta Aiden? Porque definitivamente lo que sea que sienta por él, es muy diferente a lo que siento por Thomas.
Sus ojos atrapan los míos, los cables invisibles se forman, mi corazón se acelera. Sus dedos rozan la piel de mi mano con delicadeza, y un cosquilleo se asienta en mi estómago. Un fuego, que en otras ocasiones he sentido, se forma en la parte que su piel roza la mía.
-¿Por qué no fuiste?-pregunta en voz baja.
-No quería interrumpirte-digo con voz trémula, sintiéndome incapaz de mentirle, de ocultar mis emociones.
Me aterra, porque jamás había sido incapaz de mantener a raya lo que sentía. Pero Aiden es como una máquina que atraviesa todas mis barreras, dejándome al descubierto.
-¿Interrumpirme?
-Estabas con Sunny. Creí que sería mejor ir a verte más tarde-explico.
-Quería que estuvieses ahí cuando me diesen el alta-dice.
Nos quedamos en silencio. Sus ojos, que hace unos momentos eran hielo puro, ahora son fuego. Un fuego que me recorre toda mi columna vertebral. De pronto, estos cambian. Su mano se detiene, pero no deja la mía, y sus ojos vuelven a ser un tempano. ¿Cómo puede cambiar tan rápido? Es como si volviese a ser el Aiden del principio, que se mofaba de mi inexperiencia, que no tenía paciencia para explicarme lo que no entendía.
-¿De que estaban hablando tú y Thomas?
Su pregunta me toma por sorpresa. Abro la boca pero no sé qué decirle. Quiero preguntarle por qué quiere saber eso, quiero decirle que no es de su incumbencia, pero no me decido por nada. Tal vez mentirle sea una buena idea, pero me siento incapaz de hacerlo.
-Nada importante-replico. Es una mentira poco convincente.
Entrecierra sus ojos. Se inclina levemente, y mi corazón late aún más fuerte, tanto que temo que puede escucharlo. Sus ojos me estudian, intentando descifrarme.
-¿En serio?-pregunta. Asiento.
Su expresión se relaja, aparece nuevamente el fuego en sus ojos, y vuelve a mover sus dedos sobre el dorso de mi mano. Sus cambios de humor harán que me dé dolor de cabeza. Había olvidado lo cambiante, brusco y duro que puede llegar a ser.
-¿Qué tal si vemos una película?-pregunta de pronto. Frunzo el ceño, nuevamente me toma desprevenida.
-De acuerdo-digo insegura.
Entrelaza sus dedos, despega sus ojos de los míos, y me jala hacia la cama. Me sonrojo. ¿Enserio espera que veamos una película ahí? ¿En su cama? Aunque si lo pienso, la camilla del hospital no era muy diferente, excepto porque aquí no llegara nadie a revisarle su vía, entregarle medicamentos o darle algo para comer. Aiden se detiene junto a su cama y me mira.
-Puedes recostarte allí, aun debo cuidar mi costado derecho-dice. Asiento.
Suelto su mano, me siento al borde de su cama, me saco mis zapatos, y me acomodo en el lado izquierdo de la cama. Aiden no tarda en colocarse a mi lado. Toma un control de su mesita de noche y enciende el televisor. Coloca una película llamada "El Pianista".
-Es sobre la segunda guerra mundial-comenta.
Apoyo mi espalda en el respaldo, al igual que Aiden, y fijo mi atención en la película. La mano de Aiden coge la mía, entrelaza nuestros dedos, y el fuego se expande por todo mi cuerpo. Giro la cabeza para mirarlo. Sus ojos me miran, fijamente. Entonces, estos bajan de mis ojos a mi boca, y mi corazón da un salto en mi pecho.
Nerviosa, y sintiéndome incapaz de controlar el fuego que corre por mis venas, aparto la mirada y vuelvo a fijar mi atención en la película.
No sé si mi cuerpo se ha acostumbrado a dormirjunto a Aiden, o en mi inconsciente, quiero estar junto a él. Solo sé que, depronto, me ladeo hacia él, apoyo mi cabeza en su brazo, y dejo que el sueño seapodere de mí. Adormilada, logro sentir que apaga la pantalla minutos después,y que sus brazos me rodean, estrechándome contra él.
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